Historia global del cannabis: el Hindu Kush
Este gran sistema montañoso que encontramos en Asia Central no sólamente han dado origen a las plantas de hachís (hashplants) como subespecie, sino a todo el cannabis en sí mismo. Las variedades del Hindu Kush son la base de la la historia de la planta, desde que se introdujeron en los primeros híbridos y la cambiaron para siempre.
La cordillera del Hindu Kush forma parte del gran Nudo del Pamir, una elevada meseta formada por la unión de varios encadenamientos montañosos (Tian Shan, Altai, Kuen Lun, Karakórun, Himalaya, Kunlun e Hindu Kush entre otros) que se encuentra en el límite entre Asia Central y Asia Meridional.
Esta amplia región montañosa y árida también se considera el origen geográfico del género Cannabis. La región del Hindu Kush y el antiguo Turkestán Oriental es el lugar donde se originó la subespecie Cannabis Indica ssp. Afghanica (Vavilov 1926), una planta que ha sido tradicionalmente cultivada y usada por el hombre para la extracción de su resina psicoactiva: el hachís.
Ha sido este uso y concienzuda selección humana durante generaciones consecutivas, lo que ha favorecido a ensalzar esas características tan conocidas de estas plantas de tipo Kush. Tengamos en cuenta que normalmente se usa esta palabra de manera errónea para referirse a los híbridos americanos que se han popularizado en los últimos años, pero únicamente los ecotipos procedentes del Hindu Kush deberían denominarse así para evitar confusiones. Esto ha sido aprovechado desde su introducción durante la década de 1970 en los Estados Unidos, cuando fueron usadas para realizar los primeros híbridos de cannabis con las variedades importadas existentes en el momento. Aquello marcaría posteriormente un gran punto de inflexión en la historia del cannabis, favorecido también por el florecimiento del cultivo bajo luz artificial.
Posiblemente las primeras plantas silvestres antecesoras de las subespecies actuales evolucionaron desde la zona del Pamir y se extendieron por regiones del antiguo Turkestán ruso y chino como Kashgar, Yarkand y Khotan; desde donde se extendieron paulatinamente hacia el sur, como recogía R. C. Clarke en su libro “Hashish”.
La resina de cannabis: el hachís
En Afganistán se alcanzó una altísima especialización en la producción de resina de cannabis y el país terminó por convertirse en uno de los mayores productores del mundo. Posiblemente las plantas y los métodos de cultivo y extracción locales se fueron extendiendo por todas las regiones vecinas de manos de los campesinos y comerciantes, pues veían en este cultivo una nueva forma de subsistir.
Afganistán y Pakistán han sido tradicionalmente los productores más importantes de hachís, sin embargo, otros países vecinos como Uzbekistán, Kazajstán, Kirguistán, Turkmenistán o incluso Irán también son productores y exportadores a menor escala. Con la incorporación de algunos países del Medio Oeste (Líbano) y África Subsahariana (Marruecos), congregan gran parte de la producción y el mercado global de este producto.
Esto se puede observar claramente en el siguiente gráfico que muestra los principales productores mundiales de hachís (World Drug Report, https://www.unodc.org):
El hachís se elabora tradicionalmente mediante el sacudido de las plantas previamente secadas al sol y su posterior tamizado a través de distintos materiales, obteniendo así una especie de polvo grumoso que se conoce como garda, está formado por un conglomerado de cabezas de resina procedentes de los tricomas secos del Cannabis. Se llevan a cabo varios tamizados consecutivos, originando de este modo varias calidades de garda distintas (primera, segunda y tercera) para su posterior venta. La primera garda contiene mayor pureza y cantidad de resina, por esto es más cotizada y alcanza mayores precios de mercado.
Según las estadísticas del UNODC, se produce menor cantidad de garda en los cultivos situados al norte y noroeste de Afganistán (Mazar y Bhalk), aunque ésta tiene una calidad bastante superior a la producida en otras regiones centrales, del este o del sur de Afganistán (Kandahar, Kabul, Logar, Nimroz, Hirat o Farah). Esto se ve reflejado en los precios de venta (96$/kg para la garda de primera procedente del N, NE frente a los 66$/kg de la procedente de otras regiones según estadísticas del 2013). Posiblemente tenga que ver con las condiciones, peculiaridades del cultivo o variedades de las zonas más montañosas respecto a los valles. Otro dato curioso es que en las regiones del sur se cosecha ligeramente más tarde, en noviembre, mientras que en las regiones norteñas lo hacen varias semanas antes, principalmente a la llegada de octubre.
Este tamizado en seco es la manera de extracción de resina tradicional afgana y se considera también la mejor forma de extracción en cuanto al grado de pureza que se puede alcanzar mediante la utilización de mallas diferentes tramas. También por su sencillez y su fidelidad, pues la resina se conserva lo más intacta posible, al contrario que en otros métodos de extracción como el tamizado con agua/hielo, uso de solventes, presión, etc.
El método ha sido popularizado en todo el mundo y posteriormente exportado a la mayoría de países productores de hachís, incluyendo otro gigante de la industria actual: Marruecos. Se dice que ya a partir de los años 1960 comenzaron a llegar los primeros viajeros y hippies que se instalaron allí en busca de un retiro espiritual, hachís de calidad y tranquilidad. Fueron ellos quienes introdujeron las técnicas de elaboración tradicionales afganas entre los campesinos marroquís.
A diferencia de estas regiones donde se tamiza en seco, en los Himalayas e Himachal Pradesh (Nepal y el Norte de la India fundamentalmente) el hachís se elabora manualmente. La técnica es bastante peculiar, pues se lleva a cabo con las plantas totalmente frescas (sin secar previamente), pasando la mano por diferentes flores de manera sucesiva y luego raspando, apelmazando y prensado la resina que se queda pegada a ellas en una bola de hachís conocida como charas. El hachís que se obtiene de esta forma es muy aromático, aunque de peor calidad que el tamizado afgano, pakistaní o marroquí de primera clase. Tiene una pureza bastante inferior al contener bastantes más restos vegetales de la planta, hojas, pistilos, etc.
Las genéticas Kush y sus características
Las subespecies y variedades tradicionales del Hindu Kush están bien adaptadas a las condiciones de su región de origen, sobre todo al uso que los campesinos locales les dan. Son plantas bien adaptadas a la sequía y al clima árido en que viven. Tienen una estructura, en general, de plantas achaparradas y columnares debido a su poca y particular ramificación. Las ramas laterales suelen crecer en ángulos muy cerrados con respecto al tallo principal, contribuyendo a ese aspecto compacto. Tienen además poca distancia internodal, lo que contribuye a exagerar todavía más su apariencia. Sus tallos son muy gruesos y generalmente huecos, mientras que las hojas son muy carnosas, de folíolos anchos y coriáceas, a menudo brillantes y satinadas por su haz.
Crecen compactas y achaparradas, con flores densas y de estructura muy cerrada, formadas por cálices o brácteas florales generalmente de gran tamaño y muy resinosas; aunque con una relación cáliz/hoja bastante baja, algo comprensible, pues para elaborar hachís es indiferente el tamaño y rendimiento de las flores. Sólamente es necesario que la planta esté cubierta por la mayor cantidad de resina posible, ya sean las sean inflorescencias, tallos, hojas o cualquier otra parte. Podemos encontrar abundantes tricomas no solamente en las flores, sino también por todas las hojas circundantes, o incluso el envés y peciolos de las mismas. Esta característica, junto con el gran tamaño de las cabezas de los tricomas glandulares, proporcionan una gran cantidad de resina aprovechable con la que poder obtener un buen rendimiento para elaborar el hachís. Esto marca una clara diferencia entre este tipo de plantas clásicas de hachís y las tradicionalmente usadas para sinsemilla (ganjaplants).
Curiosamente, estos rasgos son fruto del trabajo de mejora de los granjeros tradicionales. Se puede ver en ellas el trabajo de selección realizado por el hombre para una óptima cosecha y producción de resina llevada al extremo. Esto origina flores totalmente cubiertas de tricomas brillantes, como si estuviesen rebozadas en azúcar. A veces muestran formas caprichosas y se retuercen sobre sí mismas.
Estas peculiaridades las hacen sin duda muy diferentes a las plantas de ecotipos procedentes de climas tropicales, con flores mucho menos densas para facilitar la circulación del aire y humedad a través de las mismas. Sin embargo, esto también las convierte en variedades muy susceptible a la humedad ambiental, lluvias y aparición de posibles hongos en las flores (especialmente la Botrytis Cinerea) cuando no hay suficiente ventilación y queda retenida humedad en su interior, pudiendo llegar a comprometer por completo la mayor parte de la cosecha. Evidentemente, es una planta que procede y está bien adaptada a un clima árido, casi desértico con escasas precipitaciones y altas temperaturas, por lo que no está preparada para soportar la humedad, mucho menos las lluvias durante el momento crucial de su floración y cosecha. Esto es un rasgo que se ha transmitido a todas las variedades modernas que tienen genes Skunk, Afgana, Mazar o Northern Lights por decir algunas, todas bien presentes de un modo u otro en prácticamente la totalidad de híbridos comerciales modernos.
Por su latitud y climatología de origen son plantas de maduración bastante rápida con respecto a las variedades o ecotipos procedentes de latitudes tropicales de Cannabis Indica, que disponen de un verano largo y no han de madurar irremediablemente antes de la llegada de las fatales heladas. Son también variedades de crecimiento más contenido que las líneas tropicales, por lo que desarrollan un sistema radicular menos vigoroso y desde que maduran sexualmente y comienzan a florecer, su crecimiento prácticamente se detiene. Por esto necesitan mucho espacio para desarrollar raíces grandes y producir un rendimiento parejo de flores, alcanzando en estos casos una producción más que decente de cogollos de una dureza y carnosidad excepcional.
Muy comúnmente muestran coloraciones púrpuras en las flores, cálices, hojas y venaciones de las mismas, algo especialmente notable a medida que la planta madura y con bajas temperaturas. En este momento, algunas plantas se vuelven prácticamente negras debido a la presencia de diversos pigmentos vegetales (flavonoides, antocianinas, etc) que hacen su aparición a medida que la clorofila de las hojas se va degradando y aparecen carencias nutricionales.
Además, su maduración relativamente temprana (8-10 semanas normalmente), las ha convertido en material muy interesante para la realización de híbridos con genéticas tropicales de floración más tardía. Esto ha sido fundamentalmente lo que se ha hecho tras su introducción en los cultivos occidentales. Las genéticas Kush han aportado grandes cantidades de resina (y por ende potencia también), mejores estructuras y tiempos de cosecha para su cultivo en interior y una interesante gama de olores. Sin embargo, también han transmitido otras cualidades a todos estos híbridos como su elevada sensibilidad a los hongos y su efecto sedante o narcótico.
El efecto psicoactivo de las plantas del Hindu Kush generalmente es sedante y muy relajante a nivel físico/muscular, se vuelve con frecuencia totalmente narcótico. Esto se debe a la presencia de diferentes terpenos y algunos fitocannabinoides que contiene. Debido a que cientos de plantas se cosechan y procesan juntas en grandes lotes para la extracción conjunta de su resina, son líneas que nunca han sido seleccionadas de forma intensiva para el consumo y calidad de sus flores. Por el contrario, en las plantas de ganja tropicales se consumen las flores individualmente, por lo que se buscan unos mínimos de calidad de efectos o aromas en cada una de ellas por separado, un mal ejemplar sin duda destacaría sobre el resto. En el hachís toda la resina se mezcla y es el producto final combinado procedente de cientos de plantas diversas.
Esta es justamente la razón por la que encontramos mucha mayor variabilidad entre las hashplants o incluso presencia de fitocannabinoides poco abundantes en variedades muy trabajadas para el consumo de sus flores, como el Cannabidiol (CBD). Están ahí precisamente porque nunca se han eliminado exhaustivamente esas plantas de efectos no deseados desde el punto de vista psicoactivo, como sí ha pasado con las plantas de Tailandia, Malawi, Kerala, México o mismo los híbridos comerciales modernos por poner varios ejemplos. Tradicionalmente se han guardado semillas de las plantas más psicoactivas, causando una selección genética gradual y provocando que la mayoría destaquen en Tetrahidrocannabinol (THC) sobre cualquier otro compuesto. Hasta no hace mucho esto favorecía que hubiese claros desequilibrios en lo que se podría considerar un efecto agradable o de calidad.
Podemos decir que estas plantas de hachís evolucionaron siguiendo los criterios cuantitativos (resina) que demandaba la producción de resina a gran escala, en contraste con la excelencia cualitativa (potencia, efecto, homogeneidad) que podemos atribuir a las plantas tradicionales de ganja, donde una mala hembra podía poner la calidad de una partida y su reputación en entredicho. Como curiosidad, estos cultivares tampoco han sido sometidos a tanta presión en la eliminación de los machos, por lo que no se observa en ellos un porcentaje significativo de intersexualidad o hermafroditismo, como sí sucede con muchas líneas tropicales que se han visto obligadas a sobrevivir por décadas prácticamente desprovistas de plantas macho, debido a su especialización en producir ganja sinsemilla.
El legado Kush
Las variedades Kush tradicionales tienen todas estas características presentes y bien marcadas. Sin embargo y desgraciadamente, muchas de estas variedades antiguas están ya extintas o en proceso y han desaparecido por completo incluso en sus propios lugares de origen. Esto es especialmente cierto con el viejo arquetipo de landrace afgana o Kush tradicional (que también permitió identificar y nombrar a la subespecie Cannabis Indica ssp. Afghanica), pues tras la ocupación soviética y la guerra de Afghanistán (1979-1992), hubo terribles consecuencias económicas y sociales por toda la región que también influyeron en los campesinos, el cultivo de cannabis local y la pérdida de las líneas tradicionales de todos esos países.
Igualmente, la guerra y otros factores han favorecido enormemente el cultivo de la adormidera o amapola del opio (Papaver Somniferum). Este cultivo a pesar de su mayor precio de mercado, tiene una rentabilidad final similar al cannabis para los granjeros. Sin embargo está más extendido por varias razones: el cannabis solamente se puede cultivar en verano, tiene un ciclo de crecimiento mucho más largo, demanda mucha agua y compite con los cultivos de grano y alimento necesarios para la subsistencia local, ocupando los campos durante meses cruciales.
Dicen los expertos que, tras la guerra, la diversidad genética del Hindu Kush nunca ha vuelto a ser la misma y se perdieron irremediablemente muchas variedades tradicionales propias de regiones remotas en el conflicto, introduciendo otras procedentes de regiones vecinas y contaminando la pureza de las ancestrales, que hasta entonces mostraban una gran diversidad. Esto nos recuerda que las variedades tradicionales de hachís o del Kush sean plantas que merece la pena estudiar y conservar por su interés para el futuro, también por el papel histórico que han jugado en el cannabis moderno y su influencia en el mismo.
Desgraciadamente y como ya hemos observado, esto ha ocurrido también en prácticamente todos los países que producían cannabis tradicionalmente por diversas razones. Aun así y posiblemente debido a lo remoto de sus tierras y sus constantes conflictos, Afganistán sigue mostrando una gran diversidad como muestra este cuadro del Afghanistan Cannabis Survey of 2009 de la UNODC.
Pakistán es otro de los dos países que junto con Afganistán, se encuentran a los pies de la cadena montañosa del Hindu Kush. Es una región muy activa en el cultivo del cannabis y la producción de hachís, especialmente en la región de Chitral o el valle de Tirah, cerca del paso Khyber, una carretera montañosa que une Pakistan con Afganistán y formó parte de la Ruta de la Seda en la antigüedad y también del Hippie Trail de los años 70 (ruta hippie que unía Inglaterra con la India y otros países de Asia).
Hay otra serie de países que, aunque no se encuentren necesariamente incluidos en las montañas Hindu Kush, debido a su proximidad geográfica siguen siendo regiones bien conocidas por su hachís y por cultivarse en ellos el cannabis con este mismo fin, por lo que disponen de hashplants propias en contraste con las archiconocidas afganas o pakistaníes. Entre estas regiones tenemos algunas destacables como Uzbekistán (atravesada en su momento tanto por la Ruta de la Seda como el Hippie Trail), Tayikistán, Cachemira o incluso el antiguo Turkestán Oriental (actual Xinjiang chino).
Conocer el origen y la historia del cannabis nos ayudará a comprender mejor la importancia de su preservación y su utilidad para el hombre, así como el origen de los cultivares de cannabis modernos y sus características. Únicamente en material genético intacto encontraremos suficiente variación como para encontrar nuevos compuestos u otros interesantes para la investigación o el campo de la medicina. Nos despedimos hasta el próximo artículo, recomendando como siempre una selección de hashplants, para aquellos que busquen auténticos genes del Hindu Kush:
- Purple Pakistan/PCK (Cannabiogen): Hashplant que presenta gran variedad de colores. Efecto suave y agradable, con buena resistencia a la humedad y poco dominante, para los que quieran hacer sus propios cruces en casa
- Chitral y Mazari Shariff (Real Seed Company): Dos variedades directamente importadas del Hindu Kush en estado puro. Sin trabajo alguno de selección, son diamantes en bruto para aquellos curiosos y criadores
- Northern Lights: Un híbrido de afganas clásico llegada de USA y trabajada por Nevil Schoenmarkers para su Seed Bank y posteriormente Sensi Seeds. Peak Seeds BC dispone de una fantástica versión, más próxima al original que la ofrecida por Sensi Seeds
- Afghani, Hashplant, Maple Leaf y Black Domina: Híbridos clásicos de Sensi Seeds basados en los trabajos de Nevil