De siembra a cosecha
Hace un par de meses entramos en temporada de exterior y el que no está plantando ahora mismo, es por que no quiere o no puede. Necesitaba algunos consejos para poder sacar la máxima y más sabrosa producción en exterior, por ello acudía a quien personalmente es uno de mis cultivadores favoritos, todo un punto de referencia para muchos por su experiencia y buen hacer. Así que me cito con Hugo de Recoge y Siembra para que nos explique las pautas y claves que nos llevarán al éxito esta temporada de exterior.
El terreno
Antes de liarnos a plantar hay que elegir un terreno bien orientado (a ser posible que esté mirando al sur), poco visible desde las áreas de paso y cuanto más inaccesible mejor (por seguridad de visitantes indeseados). Para las casas con jardines o balcones dentro o cerca de núcleos urbanos, hay que tener cuidado de que nuestra zona de cultivo no se vea contaminada lumínicamente (farolas, luces exteriores...) pues trastornarían nuestro fotoperiodo y estresarían a las plantas (a no ser que plantes autoflorecientes).
Una vez tenemos el terreno, vamos a prepararlo para nuestros fines. Esto va a depender en gran medida si queremos plantar directamente en el suelo o nos vemos obligados a usar macetas. En el caso de plantar en la tierra, tendremos que trabajarla como mínimo 20 días antes de sembrar. Para ello, delimitamos el espacio que vamos a destinar a las plantas en base al número de ellas que queramos poner. Tener en cuenta que las planta debe de tener entre 1 y 2 metros de separación entre sí. Una vez delimitada la zona, limpiamos de hierbajos dejando sólo las pequeñas hierbas que crecen poco más que a ras de suelo. Con una pala plana, hincamos unos 10 cm y levantamos la tierra para darle la vuelta. Con esto, al dejarlo reposar entre 20 y 30 días, hacemos que ese manto se descomponga y se cree humus. Al pasar este tiempo, con la misma pala podemos desmenuzar el terreno y observar sus cualidades. Lo ideal sería tener un suelo esponjoso y que no se apelmace, pero esto no siempre es así y nos encontramos con suelos pobres o arcillosos.
Si vemos que nuestro suelo se queda pegado y apelmazado por un exceso de arcilla, hay que trabajarlo un poco más para oxigenar el área de las raíces, que la tierra drene y que no se forme barro con los riegos o lluvias. La solución es hacer un socavón de 1m de profundidad y formar una capa de arlita (arcilla expandida). Otra opción (si el espacio es demasiado grande) es hacer este drenaje no a todo el terreno, sino a la zona de cada planta. Si se nos da el caso de tener una tierra muy pobre, lo que tendríamos que hacer es añadir biomezclas a la tierra para enriquecerla. Estas biomezclas contienen una serie de elementos como plumas, gallinácea, algas, humus, guano, llenarán tu suelo de nutrientes.
Te puedes ahorrar todo este proceso si se usan macetas, pero recordad tener tiestos de unos 30 litros, drenaje y tierra buena para rellenarlos.
La siembra
A rasgos muy generales, para plantar en exterior de Madrid hacia arriba, es mejor esperar a mayo. Hasta entonces el clima no es estable, hay lluvias y días nublados que estresarían a nuestras niñas. Si vamos a plantar semillas, hay que germinarlas bien, contando con el calendario lunar (tenéis uno en el nº1/2014 de Soft Secrets) entre dos papeles de cocina húmedos (no mojados) y entre dos platos (para que no le entre la luz). Es necesario que tengan cierto calor, una opción barata sería encima de la nevera.
Una vez las tenemos germinadas, nos disponemos a plantarlas en el terreno que tenemos preparado. Antes de ponerlas en el suelo, podemos pillar un saco de tierra buena por planta, cavamos un agujero de unos 30l y lo vertemos todo. Nuestra planta ya puede ser colocada en el suelo. Ahora cubrimos toda la superficie con una fina capa de bolitas de arcilla expandida, así evitamos que las babosas y caracoles se paseen por nuestro jardín, que el suelo tenga perdidas innecesarias de humedad por evaporación y que no se creen surcos ni agujeros en el suelo cuando reguemos. Si hemos optado por macetas, también podemos poner la superficie de arlita.
Fase vegetativa
Lo primero de todo es desarrollar un sistema radicular denso y fuerte. Hay que usar un estimulador de raíces. Si hemos usado esquejes, podemos usarlo desde el primer riego, si son semillas es más recomendable a partir del segundo. Tengamos en cuenta 2 cosas, que siempre es mejor usar menos cantidad de producto a la indicada en el bote (es más fácil corregir) y que en exterior se riega a lo sumo 2 veces por semana. Por lo tanto, con el estimulador de raíces estaremos las dos primeras semanas, antes de empezar a darle alimentación de crecimiento.
Para dicha alimentación, vamos a añadir al agua de riego una emulsión de pescado (en este caso la de Plagron), una emulsión de algas (fortalece a la planta y facilita la fotosíntesis) y algo de BN Xcel de Bionova. Alternando con los riegos, las emulsiones de algas también son muy beneficiosas cuando se aplican de forma foliar.
A la mitad de esta fase, una buena poda de la tercera parte de la planta hacia abajo hará que el grueso de la energía se distribuya a las ramas superiores (que sostendrán a los futuros cogollos) , también evitará que alguna plaga o gusano suba por las ramas desde el suelo.
Fase de floración
Cuando empecemos a ver pelitos en los codos de las ramas, señal de que va a empezar a florar. Es momento de hacer una segunda poda interna para oxigenar a la planta y que corra mejor el aire entre ellas. Para ello, quitaremos las hojas y pequeños brotes más cercanas al tronco principal.
Aun seguimos con el sistema de nutrición vegetativo y no lo vamos a cambiar hasta que estemos del todo entrados en la floración, es decir, no sólo el brote del cogollo con dos o tres pelillos, sino cuando se forma esa pelusilla blanca alrededor de dónde está saliendo. Entonces cambiamos los añadidos al agua de riego y usamos Alga Flora, junto con algo de Green Sensations o Bio Bloombastic en su defecto, la misma emulsión de algas que en crecimiento y un poco de Flavor de Atami (que contiene melaza de remolacha y hace que la planta potencie y desarrolle más y mejor sus propias cualidades organolépticas). Recordemos que siempre es mejor echar menos y corregir después, así como que los productos se añaden al agua (no se mezclan y luego se vierte el agua). Medir el pH de nuestra mezcla en todo momento y corregirla de ser necesario es algo principal y esencial. Si quieres afinar tu mezcla puedes usar un medidor para el EC, aunque los cultivadores experimentados son capaces de prescindir de él en cultivos de exterior.
Como mínimo 10 días antes de cosechar, dejaremos de usar productos y sólo regaremos con agua limpia y corregida de pH. Si se quiere, se pueden usar encimas para transformar algún residuo de los nutrientes que se haya quedado en el suelo. En ocasiones, al quedar muchos residuos que se convierten en asimilables para la planta, esta se come todo lo que quede en esos últimos días, no es malo, todo lo contrario, pero deberíamos alargar un poco más los lavados entonces.
Control y prevención de plagas
Para no tener plagas hay que tener una idea muy clara: unas plantas sanas se defienden mejor. Esto es como los humanos, ¿quien van a ser los primeros en pillar un catarro? Aquellos que estén mal alimentados o con las defensas bajas. Entonces, una plantas sanas es sinónimo de firmeza frente a invasores. Con lo comentado anteriormente en el artículo, si se siguen estos pasos obtendremos un buen plan nutricional que asimilarán sin problemas y veremos como crecen sanas y vistosas nuestras niñas. Aun así, daremos algunos consejos paralelos al tratamiento habitual de jardín para prevenir mejor cualquier ataque de plagas u hongos.
En primer lugar, podemos delimitar el área de cultivo con algún producto biodegradable enfocado a gusanos. Esto junto a las bolas de arcilla en la superficie, así como las podas de partes bajas, evitarán que gusanos, babosas y caracoles entren en nuestro “jardín del Edén” y se paseen entre planta y planta, dándoles bocados o poniendo sus huevos. De todos modos, esta no es la peor plaga que puedes tener, en caso de ataque, con un palillo y un poco de paciencia se pueden quitar a mano.
Si hemos optado por usar esquejes en vez de semillas, solo los que vengan de primerísima mano y sepamos personalmente que estaban limpios y sin ningún tipo de plagas los podemos plantar directamente. Si no, habrá que hacer algo. Que no te de pena desechar cualquier esqueje que parezca que tenga o que haya tenido alguna enfermedad o que simplemente no tire con tanta fuerza como el resto de sus hermanos. Un mal comienzo nos va a dictaminar como va a ser el resto de proceso de cultivo, así que podemos ahorrarnos muchos quebraderos de cabeza cortando el problema de raíz. Muchas veces parecen que están sanos pero esconden alguna plaga o enfermedad latente. Para evitar estos casos y que no nos pillen por sorpresa, fumigaremos los esquejes antes de ponerlos en la tierra. En este punto, muchos se permiten el lujo de usar un insecticida/acaricida más fuerte que de lo habitual, dado que queda todo el proceso de cultivo completo para que se pierda cualquier rastro o residuo de este.
Una vez metidos en faena, podemos aplicar riegos foliares con una mezcla de aceite de neem a modo de preventivo. En ningún caso seguiremos aplicando riegos foliares una vez entremos en floración. Este método puede venir muy bien para los insectos y plagas en general, pero no quita que puedas tener un ataque de agentes patógenos, véase la botrytis o el oídio. Lo único bueno es que es muy muy raro que se vean juntas en una misma planta ya que son incompatibles el uno con el otro. En el caso de tener botrytis, la mejor opción es hacer podas y quitar de la planta todas la partes de los cogollos (o el cogollo entero) que hayan sido infectadas. Observemos el interior de los cogollos a ver que nos encontramos, en ningún caso cosechéis una planta enferma, pues no es nada saludable fumarse la combustión de los hongos secos (pueden acarrear graves enfermedades respiratorias). Si tenemos oídio, una solución clásica para el mal blanco es una mezcla de agua y bicarbonato (una cucharadita por cada litro de agua) para pulverizar sobre las zonas infectadas. Recordad no pulverizar nada ni hacer riegos foliares si estamos en floración, pues el agua acumulada en los cogollos provocaría más hongos.
Mini invernaderos
Se trata de una buena opción para autocultivos de exterior con unas 4 plantas. Podemos tener hecho nuestro mini invernadero y ponerlo o quitarlo cuando nos haga falta. El objetivo de un invernadero es proteger a las plantas, en nuestro caso de las lluvias de finales de verano/entrada del otoño, cuando estamos a punto de cosechar y la planta rebosa cogollos. Ya os hemos dicho lo que pasa cuando se mojan los cogollos, no queremos que la lluvia los empape y tengamos hongos. Para ello, os daremos algunas pautas a tener en cuanto cuando os hagáis vuestro propio mini invernadero, ya que mal hecho, sería un peligro para nuestras plantas.
Una estructura sólida es esencial, que se pueda anclar bien y que no se la lleve el viento. Muy importante que pongamos un techado firme y bien tenso que no vaya a formar balsas de agua. Tiene que tener una buena aireación, por ello que dejaremos libres las partes más bajas así como en la parte de la pared pegada al techo. Deberíamos de comprobar la humedad en su interior, si hay mucha es que no está bien ventilado. Y si ya ha llovido no lo montes, pues los cogollos ya están mojados y entonces no se te van a secar.