Preparación del cultivo
El cultivo de exterior es más entretenido y vistoso, y conlleva un gasto mucho menor que el de interior, además de ser, en principio, más sencillo de llevar. Si además dispones de una pequeña huerta o terreno al lado de tu casa, las facilidades para trabajar y cuidar tus plantas de marihuana son todavía mucho mayores. Con esto, también evitarás entre otros problemas el traslado de grandes cantidades de hierba a la que no hay forma de disimular el olor. Aun así, el cultivo en la propia huerta de plantas de cannabis puede acarrear también muchos problemas, por lo que no debemos descuidarnos si no queremos tener un disgusto en nuestra propia casa.
Con la llegada del buen tiempo, los cannabiscultores comienzan a preparar sus terrenos para la nueva temporada de cultivo. El cultivo de exterior es la forma más fácil y barata de proveerse de hierba para todo el año. Cada día son más las posibilidades y medios de los que disponemos para cultivar en exterior, y muchas más las variedades de semillas entre las que elegir. Entre ellas podemos escoger también variedades autoflorecientes que nos den varias cosechas en una misma temporada. Cada día son más rápidas, productivas y sabrosas. También podemos cultivar variedades autoflorecientes a la vez que sembramos variedades fotodependientes. De esta forma, podremos ir cosechando alguna planta autofloreciente que iremos degustando mientras esperamos a que llegue el otoño, cuando recogeremos las plantas fotodependientes. Por supuesto, están también los esquejes, que son otra elección excelente para cultivar en exterior, y en nuestra opinión la mejor opción, ya que conocemos de antemano cómo se desarrollará, su resistencia al ataque de hongos y plagas, producción, sabor, etc.
En exterior, el clima influye directamente en el desarrollo de las plantas. La humedad ambiental, la temperatura, el viento, la lluvia, la cantidad de horas de luz solar que reciben las plantas, etc, no depende de nosotros mismos, pero si será mucho más fácil ayudar y proteger a las plantas frente a estos problemas si las tenemos justo al lado de casa, que si están en un cultivo de guerrilla alejado en el monte. Si por ejemplo llueve cuando la floración está avanzada, será mucho más sencillo y discreto montar unos plásticos o un pequeño invernadero en una huerta que en un claro en medio del bosque, donde podría llamar mucho más la atención. Como contrapunto, podemos indicar también varios aspectos. Entre ellos la posibilidad de que las plantas sean descubiertas porque lleguen a ser vistas desde algún sitio o por el excesivo e inconfundible olor a marihuana que se percibe en el ambiente cuando hay un cultivo cerca. Si esto pasa y la plantación llega en algún momento a ser descubierta, no habrá muchas dudas sobre quién es el dueño del cultivo. Por ello, es casi más importante extremar la seguridad cuando lo hacemos en nuestro propio hogar o al lado que cuando tenemos un cultivo de guerrilla. Es un gran disgusto perder plantas de cannabis por cualquier motivo, ya sea por los ladrones o por que las autoridades descubren nuestro cultivo, pero el disgusto es aún mayor cuando te sucede en casa.
Zona de cultivo
Para que nuestras plantas de cannabis se desarrollen de forma óptima, necesitamos que la parcela que vamos a utilizar para su cultivo reúna una serie de requisitos. Nuestra huerta tiene que ser segura y estar fuera del alcance de la vista de curiosos y ladrones, o no tendremos nada que recoger en otoño. Podemos utilizar una malla que impida que nadie las vea o un pequeño invernadero que las camufle, además de protegerlas del frío y de la lluvia. El terreno tiene que estar todo lo resguardado que podamos de la lluvia y del viento, además de estar orientado hacia el sur para que las plantas dispongan de la mayor cantidad de horas de sol posibles y aprovechen al máximo su energía. Debemos evitar que otros árboles de mayor tamaño o cualquier construcción, como la propia casa o una cuadra, les den sombra el menor tiempo posible. Las plantas de cannabis necesitan recibir al menos cinco horas de luz solar directa diaria, o su crecimiento será lento y espigado, además de producir una floración con pocos y pequeños cogollos con escasa resina. También hay que tener mucho cuidado de que no haya ningún tipo de contaminación lumínica que estrese a nuestras plantas o que sea suficientemente intensa, como para retrasar la floración o impedir que ésta se produzca. Una farola de la calle o de la carretera o la luz de la puerta de entrada a la casa, que en muchos hogares es costumbre dejarla encendida, puede ser suficiente para que las plantas no lleguen a florecer o se retrase demasiado el inicio de la floración, lo que dificultará que las plantas estén maduras para la cosecha antes de la llegada del frío y de la lluvia.
Seguridad
Es uno de los factores más importantes a tener en cuenta en todo tipo de cultivos, cuando la planta que vamos a sembrar es de marihuana. Lo mejor es no contárselo a nadie. Trabajar solo o acompañado del menor número de gente. Si alguien descubre tus plantas o tienes cualquier problema, al año siguiente será difícil que puedas volver a cultivar en el mismo sitio, por lo que si quieres que tu cultivo pase desapercibido durante muchos años, pon los medios necesarios. Sobre todo cuando cultivas dentro de tu propiedad. No dejes que las plantas sobresalgan por encima de la malla o valla que las tapa. Intenta camuflar las plantas de marihuana entre otras plantas de la huerta para que pasen aún más desapercibidas, y procura que los tiempos de desarrollo y floración coincidan para que no llegue el momento en el que solo queden plantas de marihuana.
A los ladrones les impone algo más robar plantas de marihuana en una propiedad privada, y en especial cuando el terreno está al lado de una casa con gente viviendo, que marchar con las plantas de un cultivo de guerrilla. Aun así, muchos lo intentan a causa de la indefensión que tienen los cultivadores ante un robo de este tipo. Un perro o varios perros imponen también algo más de respeto a los ladrones.
Preparación de la parcela
Es la parte más física de todo el trabajo. Durante todo el cultivo, tendremos que desempeñar múltiples tareas que exigen tiempo pero apenas esfuerzo físico. Las plantas de cannabis se desarrollan mucho mejor con un sustrato apropiado, rico en nutrientes y bien aireado para un desarrollo espectacular de las raíces. Generalmente, las huertas suelen estar bien abonadas, pero no siempre es así. Además, en muchos casos la tierra está apelmazada y sin trabajar. Empezaremos por limpiar la tierra de malas hierbas. La removeremos y le añadiremos compost, humus y otras enmiendas que mejoren la calidad del suelo para asegurarnos que la tierra esté perfectamente oxigenada y abonada. Otra opción sencilla y rápida es cavar un agujero de gran tamaño por planta y rellenarlo con tierra buena. Cuanto más grande sea el agujero, más grande será la planta. Si no queréis gastar mucho dinero y tenéis un cultivo interior, podéis aprovechar la tierra sobrante de cada cultivo para mejorar la tierra de la huerta. Para aprovecharla correctamente, debéis separar bien la tierra de las raíces y utilizar algún producto que ayude a descomponerlas. Si es posible, debemos dejar la tierra ya trabajada y abonada en otoño, para que cuando llegue la primavera solo tengamos que limpiar las malas hierbas, remover un poco la tierra y cavar un agujero donde introducir las plantas. Nos aseguraremos también de que la malla esté correctamente sujeta y no se la lleve el viento, además de que sea lo suficiente alta para que las plantas no sobresalgan por encima. También tendremos todos los accesos a la finca bien controlados y cerrados, para que nadie se pueda acercar a nuestro jardín.
Preparación de los esquejes o semilleros
En cuanto a los esquejes o semillas, lo ideal sería adaptarlos poco a poco al exterior mientras adquieren un tamaño suficiente para ser introducidas en la tierra. Sacar las plantas demasiado pronto al exterior no siempre se traduce en plantas más sanas y más grandes. Hay que esperar a que las horas de sol sean suficientes para que las plantas no se estresen y enfermen. Para nuestro gusto y por nuestra situación, abril y mayo son los meses ideales para preparar las semillas o esquejes e ir adaptándolos poco a poco al exterior. En la gran mayoría de casos, las plantas llevadas al exterior entre mayo y junio alcanzan y superan a las plantadas que fueron cultivadas en abril o antes, a causa del estrés lumínico por la falta de horas de sol, y porque estas últimas sufren demasiado el exceso de agua y las bajas temperaturas que aún tenemos en los primeros meses del año. Si queremos plantas pequeñas y discretas debemos esperar a sembrar en junio o incluso julio, en el caso de las Sativas más puras, ya que su crecimiento se alarga, además de tener un periodo de fructificación mucho más largo. Si queremos conseguir ejemplares gigantescos, debemos crecerlas durante unos meses bajo lámparas para sacarlas posteriormente a tierra madre cuando las horas de sol sean suficientes.
¿Esquejes o Semillas? ¿Fotodependientes o Autoflorecientes?
Todas las opciones son buenas. Incluso la combinación de varias puede llevarnos a maximizar el resultado final o al menos responder a nuestras necesidades y circunstancias. En exterior, es posible cultivar todo tipo de semillas y esquejes. Las condiciones climatológicas de cada lugar nos harán decantarnos por semillas más rápidas o resistentes si el lugar de cultivo es húmedo y con abundantes lluvias, para evitar que se nos pudra la cosecha con la llegada del otoño. Las variedades mayormente Indicas y algunas Sativas de muy rápida floración, que están maduras entre finales de septiembre y principios de octubre son la mejor opción, para evitar problemas de moho en los cogollos a la hora de cosechar. Si cultivamos Sativas de larga floración, debemos asegurarnos de que resistirán las condiciones del lugar donde está situado el jardín. Si cultivamos semillas autos o esquejes, es más fácil que nuestro jardín pase desapercibido. Las semillas autoflorecientes, aunque cada día son más grandes y productivas, adquieren un menor tamaño que las variedades fotodependientes que se cultivan desde la primavera hasta el inicio del otoño. Además, con las variedades autoflorecientes pueden realizarse varias cosechas en una misma temporada. Si preparamos bien el calendario, podemos realizar entre tres y cuatro tandas de semillas automáticas en un mismo año. Los esquejes, por su parte, son más fáciles de podar y doblar desde el inicio que las semillas, por lo que en principio, también puede controlarse mejor su tamaño. Además, el crecimiento de los esquejes es más horizontal que vertical en comparación con las semillas. La ventaja de cultivar desde esquejes es que ya conocemos las plantas y podemos predecir con facilidad cómo será su crecimiento y floración. La ventaja de partir de semillas fotodependientes a diferencia de los esquejes, es que el riesgo de que éstas entren en floración y revegeten es mucho menor. Los esquejes de variedades Indicas son los que más sufren estos cambios lumínicos al inicio de la temporada. Según la situación de nuestro cultivo, del resultado que pretendamos obtener y de nuestros medios y necesidades nos decantaremos por una y otra opción.