Swingers: los pecadores de la lujuria.
Los pubs liberales son cada vez más comunes en las grandes ciudades españolas. Allí se realizan todo tipo de fantasías eróticas que posiblemente muchos de vosotros no os hayáis imaginado jamás. Pero no es lo mismo enterarse de lo que allí llevan a cabo leyendo historias en Internet que viéndolo en primera persona, así que me he dispuesto a entrar y comprobar si de verdad esos recintos son auténticas mecas del adulterio consentido y del sexo desenfrenado.
Los pubs liberales son cada vez más comunes en las grandes ciudades españolas. Allí se realizan todo tipo de fantasías eróticas que posiblemente muchos de vosotros no os hayáis imaginado jamás. Pero no es lo mismo enterarse de lo que allí llevan a cabo leyendo historias en Internet que viéndolo en primera persona, así que me he dispuesto a entrar y comprobar si de verdad esos recintos son auténticas mecas del adulterio consentido y del sexo desenfrenado.
Los pubs liberales son cada vez más comunes en las grandes ciudades españolas. Allí se realizan todo tipo de fantasías eróticas que posiblemente muchos de vosotros no os hayáis imaginado jamás. Pero no es lo mismo enterarse de lo que allí llevan a cabo leyendo historias en Internet que viéndolo en primera persona, así que me he dispuesto a entrar y comprobar si de verdad esos recintos son auténticas mecas del adulterio consentido y del sexo desenfrenado.
Es martes, y las parejas entran gratis. Como obviamente no pensaba adentrarme sola en un territorio tan desconocido como peligroso para mi, me lleve conmigo a mi amigo Angel, que se haría pasar por mi pretendiente. Otros días, a los que vienen con su cónyuge les hacen pagar 20 euros, pero para los varones que desean venir en solitario es más caro aun, 50€ la noche con un par de consumiciones. A las chicas que vienen solas tan solo 10€.
Aparcamos el coche junto a la salida de emergencia y nos disponemos a fabricarnos un buen cañón de hachís,ya que sabíamos que si no entrábamos fumados no podríamos aguantar mucho tiempo ahí dentro. No llevamos ni 5 minutos y comenzamos a escuchar gemidos femeninos muy fuertes. Al poco rato ceden y se abre la puerta trasera. 4 personas jóvenes en ropa interior o desnudas salen a fumar mientras nos observan. La verdad es que me quedé bastante impresionada, creía que la clientela de este tipo de lugares sería más parecida al típico perfil de viejo verde que te observa con cara de perversión, de esas mujeres cuarentonas que tienen más porcentaje de silicona que grasa en su masa corporal...
Aqui huele a sexo.
Nos acabamos el porro y nos disponemos a llamar a la puerta. Allí no hay seguridades, tan solo dos cámaras que te miran fijamente. Nos abre una mujer de mediana edad muy amable y nos explica las normas del local. El olor me dio una ostia en toda la cara. El aroma a sexo y lujuria inundaba toda la sala, era fuerte y pesado. El pub estaba dividido en dos áreas, la primera era normal, una barra y unos cuantos sofás alrededor de ésta.
Entramos y había tres parejas besándose entre si y masturbándose, fue algo chocante. Nos pedimos un cubata y nos sentamos, y al poco rato una de las parejas se puso junto a mi, a menos de medio metro, a hacer esa postura vulgarmente llamada ‘’perrito’’. ¡poco más y me salpican! El hombre no tardó mucho en pedirme que me uniera. Me tendió la mano mientras me proponía pasármelo bien y me sugería que tocara a su mujer, que estaba gritando del placer. Como vio que no cedía ante sus muchas insistencias, siguió con su faena.
El cuarto oscuro.
Nos acabamos el cubata y nos dispusimos a investigar. Al otro lado de la cortina que separaba ambas partes del sitio había un auténtico paraíso del morbo. La luz era tenue, la gente iba desnuda o tapada solamente con una toalla. Todo estaba rodeado de camas, algunas con cortinas, otras al aire libre. Los clientes disfrutaban pasionalmente de la penetración, experimentando con sus cuerpos, en una enorme cama central. Nosotros no nos dimos cuenta en ese momento, pero eran los mismos que nos habían visto antes de entrar al local.
Más adelante había un jacuzzi, de acceso libre para las parejas. Los hombres solo podían entrar de uno en uno por turnos. Allí podían mirar como otros se lo pasaban bien o, si tenían suerte, unirse al juego. En frente de la piscina de burbujas había dos habitaciones curiosas. La primera se llamaba pasillo francés. Una pequeña estancia separada por una pared con dos agujeros a la altura de la cadera. A un lado se ponían las parejas, al otro los hombres, que podían meter las manos (u otras cosas) en los agujeros y fantasear sin ver a los que en la otra parte estaban disfrutando del sexo.
El último y más interesante era el llamado cuarto oscuro. Como ya indica su nombre, estaba totalmente apagado y nuevamente estaba separado en dos, pero esta vez por unas rejas. La función era parecida a la del pasillo francés, solo que con más libertad para los participantes.
Mi pareja de pega y yo nos sentamos en una de las camas y al poco tiempo se acercó una pareja de edad similar a la nuestra a hablar con nosotros. Nos explicaron que era la primera vez que habían venido y que si queríamos pasar un buen rato con ellos. Yo tan solo había ido a curiosear, pero aun así no fui brusca al rechazar a aquellos que estaban deseando metérmela, ya que al menos me lo decían amablemente.
Al ser un día entre semana cerraban a las 03:30, por lo que nos juntamos todos los allí presentes en el vestuario, que era minúsculo y unisex. Entre ellos estaban las cuatro personas que habíamos visto follar salvajemente en las camas, nos reconocieron rápidamente: “¿vosotros sois los que estabais apoyados en el coche en la puerta de emergencia no?, me sonaba vuestra cara”. Nos tenían fichados desde antes de entrar. Nos explicaron que eran dos parejas que se conocieron por un chat llamado Placer Oculto, y que solían quedar para tomar algo, cenar y... lo que surgiera. También querían follar con nosotros, e incluso acabé con el número de una de las chicas en la agenda.
Cuando salí de aquel lugar mi mente no paraba de recordarme todos esos trocitos de teatro pornográfico que allí había podido observar, pero mi visión acerca de estos locales cambió radicalmente. A pesar de lo que la mayoría de gente pueda pensar, las personas que suelen acudir a los pubs liberales son gente normal con una mente (y en el caso de las mujeres otra cosa más) muy abierta que busca experimentar nuevas sensaciones y pasarlo bien. Como estoy segura de que a más de uno de los que estáis leyendo esto le habrá entrado la curiosidad por verlo en primera persona, el único consejo que les puedo dar es que se lleven condones por si os apetece participar, si son de marihuana mejor.