¡No te confíes!
Cuando eres nuevo en algo, cometes errores; es inevitable. Cuando aprendes a escribir, cometes unas cuantas faltas de ortografía. Cuando aprendes a conducir, abollas algunos parachoques. Si aprendes a cultivar, matas unas cuantas plantas. Todos hemos pasado por ello.
Cuando eres nuevo en algo, cometes errores; es inevitable. Cuando aprendes a escribir, cometes unas cuantas faltas de ortografía. Cuando aprendes a conducir, abollas algunos parachoques. Si aprendes a cultivar, matas unas cuantas plantas. Todos hemos pasado por ello.
Cuando eres nuevo en algo, cometes errores; es inevitable. Cuando aprendes a escribir, cometes unas cuantas faltas de ortografía. Cuando aprendes a conducir, abollas algunos parachoques. Si aprendes a cultivar, matas unas cuantas plantas. Todos hemos pasado por ello.
Conforme desarrollas tu habilidad, es fácil confiarse. Ya no vigilas tanto tu ortografía, no miras los retrovisores tan a menudo, no controlas lo básico cuando estás en el cuarto de cultivo. Ten cuidado, ya que un día este exceso de confianza te pillará desprevenido.
No descuides lo básico: mantén tus niveles de pH y EC controlados
Cuando llevas cultivando unos cuantos años, es fácil que tengas el riego y el abonado perfectamente ajustados, sabes cómo tratar con los distintos tipos de plaga y puedes descubrir los síntomas de una deficiencia de micronutrientes, ¡a veinte pasos de distancia! Pero no te olvides de las cosas básicas. Incluso los cultivadores más experimentados deberían recordar los siguientes consejos.
1. Controla tus parámetros
Uno de los mayores errores que puede cometer un cultivador excesivamente confiado es dejar de controlar su nivel de pH y EC, incluso cuando mezcla una nueva tanda de abono. Es fácil pensar que, si mantienes todas las variables iguales en cada cultivo, la habitación, la luz, nutrientes, sustrato y variedad, no habrá fluctuaciones. Sin embargo, esto descuida dos importantes factores. El primero es que el pH y el contenido en sales del agua del grifo pueden ir cambiando con el tiempo, por lo que deben ser medidos y monitorizados. El segundo y más importante es que las plantas son seres vivos que cambian constantemente y son, por tanto, impredecibles.
En la cuestión de las mediciones es importante limpiar y calibrar los medidores frecuentemente. Sigue las recomendaciones del fabricante sobre la frecuencia necesaria con la que hay que calibrar los medidores y qué solución se debe usar. Si vas a usar una herramienta para un trabajo, asegura que funcione.
2. Amplía con efectividad
Si llevas cultivando desde hace años, cada cierto tiempo estarás pensando en aumentar el tamaño de tu operación; añadir otro par de luces (¡o un par de habitaciones más!) y conseguir algunos cogollos más. El cultivador excesivamente confiado puede cometer el error de olvidar que aumentar el tamaño del cultivo implica aumentar la carga de trabajo. Si cultivas normalmente 25 plantas y decides empezar un cultivo de 50 plantas con el objetivo de doblar la cosecha, debes contar con doblar la cantidad de tiempo que pasas cuidando de tus plantas. Si no les dedicas más tiempo, tus plantas no alcanzarán su máximo potencial y no conseguirás acercarte a la cosecha que buscas.
Es realmente posible reducir algo de tu carga de trabajo cuando trabajas a una mayor escala. Por ejemplo, tener un sistema hidropónico que se ocupa de regar las plantas en tu lugar, es mucho más eficiente en términos de tiempo que tener que regar a mano. Pero en la mayor parte de trabajos de mantenimiento: trasplantar, despuntar, podar y dirigir, necesitarás dedicar más tiempo.
3. No descuides el mantenimiento del equipo
¿Recuerdas el dicho “un buen trabajador nunca culpa a sus herramientas”? Tenlo en cuenta cuando estés haciendo el mantenimiento del equipo, antes de empezar un nuevo cultivo. No quieres convertirte en ese cultivador que se queja de su escasa cosecha porque sus bombillas eran demasiado viejas. Mantén una lista en tu cabeza de lo que tiene que hacerse antes de que las plantas entren y .
Amplia tu cultivo y reduce el trabajo de regar usando un sistema hidropónico
Reemplaza tus bombillas cada dos cultivos y no las toques con la piel, los aceites pueden dañar el cristal. Abrillanta los reflectores y mantenlos limpios durante todo el cultivo, esto asegurará que emiten la mayor cantidad posible de luz hacia las plantas. No pulverices ningún líquido –insecticida o fertilizante foliar- sobre o alrededor de las bombillas calientes. Puede debilitar el cristal y hacerlas estallar.
Limpia tus filtros, cambia las fundas antipolvo en cada cultivo. Cuanto más limpio esta el filtro, menos presión sufrirá tu extractor. También es una buena idea comprobar que no hay pérdidas en el sistema de ventilación y que todas las uniones están bien selladas con cinta.
4. Cambia sólo una cosa cada vez
Siempre es tentador intentar cosas nuevas en busca de una mayor cosecha o una mejor calidad. La mayoría de los buenos growshops tienen un impresionante catálogo de productos: líneas de nutrientes, medios de cultivo, lámparas y reflectores. La mayoría de los propietarios de los buenos growshops son entusiastas del cultivo y de lo que venden y están encantados de hablar contigo y explicarte los detalles sobre cómo usar cada producto. Siempre es divertido llegar a casa con un nuevo juguete y probarlo. Sólo ten una cosa en mente: sólo se puede evaluar adecuadamente el efecto de cambiar una de las variables de tu cultivo, si todo lo demás permanece igual.
Por ejemplo, compras unas luces nuevas y una nueva línea de fertilizantes y obtienes una mejor cosecha que en los cultivos anteriores. ¿Fueron las luces o los fertilizantes? ¿Vas a volver a cambiar uno de ellos para saber cuál es el responsable?
Muchos buenos cultivadores acaban enganchados a ciertos productos porque no saben exactamente cuál de ellos está ayudándoles a conseguir sus cosechas. Tampoco quieren probar nada nuevo porque no se atreven a arriesgar las cosechas que están obteniendo. ¡No te atasques en ese bache!
5. Planifica con antelación
Es importante pensar con tiempo y planear adecuadamente. ¿Cómo variará el clima a lo largo del cultivo? ¿Tendrás que lidiar con subidas o bajadas de las temperaturas? Ten en cuenta todo esto desde el principio.
Muchos cultivadores empiezan en septiembre para asegurarse de que tendrán una buena cosecha para Navidad, algo de tiempo libre para visitar a la familia y los amigos, y poder empezar otra vez para el año nuevo. ¡No es tan sencillo pedirles a los vecinos que pasen a regar las plantas porque te vas fuera una semana!
¡Feliz Cultivo!