Cultivo cannavinícola
Desde la growshop Test y Llavó nos mandan una nueva aventura del Krany, en este caso los cultivos que se realizaron durante dos años en unos viñedos.
Desde la growshop Test y Llavó nos mandan una nueva aventura del Krany, en este caso los cultivos que se realizaron durante dos años en unos viñedos.
Desde la growshop Test y Llavó nos mandan una nueva aventura del Krany, en este caso los cultivos que se realizaron durante dos años en unos viñedos.
Cuantas veces he oído de las cualidades organolépticas de los caldos extraídos de cepas afincadas en un enclave en concreto. Cuantas veces la imaginación me llevaba a un cultivo de cannabis en un viñedo. Me veía con un sol de órdago, las cigarras a pleno rendimiento y unos cogollos segregando chorros de resina que desprendían olores afrodisiacos y paladares saturados.
Deseaba tanto cultivar en un vergel de viñas, me imaginaba las raíces introduciéndose entre los diferentes estratos, hasta llegar a las grietas de las rocas calcáreas, donde eran alimentadas con suculentos jugos nutricionales, cargados de ricas sales, que más tarde pasaran a formar parte de una tabla de sabores infinita.
Primer intento
Julio del 2010. Un colega de la mili (servicio militar) se deja caer por casa para darme la noticia que tanto tiempo había anhelado, casi hasta el punto de creer que acabaría siendo una quimera. Después de habérselo comentado años atrás y haberme dada siempre largas, se desdice de todo lo dicho anteriormente y me invita a visitar unos viñedos que ni en mis mejores sueños.
¡Quede maravillado! Aquel lugar parecía no pertenecer a aquella zona en cuestión. Era como si en la falda baja de una montaña calcárea salpicada de rocas y entre ellas coscojas, chaparros y sabinas hubieran creado una dehesa, salpicada por encinas y robles de gran tamaño, con inclinación suave y suelo cubierto de pastos. En el centro de esta bella imagen, como de si de un manto verde de pana se tratase, se podían divisar las cuatro zonas en las que estaban afincadas miles de cepas de las variedades Merlot, Tempranillo, Garnacha y Cabernet Sauvignon. Todas ellas de caldos tintos.
El terreno donde se asentaban era franco, argiloso y pedregoso es decir un terreno lleno de bloques canteados del tamaño de un puño o incluso más, esto hacia que las labores de mantenimiento a pié fueran rompetobillos.
En la parte más alta de los viñedos se podía divisar un depósito de agua metálico para el riego de apoyo en caso de necesidad. Solo faltaba decidir en qué zona cultivaríamos los primeros ejemplares de cannabis. Tuvimos en cuenta el momento en que cada una de las variedades de uva se cosechaba, ya que debíamos evitar que las máquinas de cosechar pasaran por las líneas seleccionadas y rompieran las plantas. Por ello la decisión fue cultivar en la zona más alta del viñedo, justo al lado de una lengua de un pinar de repoblación muy denso.
Primeros problemas
Fue nuestro primer error, aquella franja de pinos era la desembocadura utilizada por los jabalíes para acceder desde el bosque a los viñedos en busca de los barrizales provocados por algunos escapes en la instalación del agua. Esto, unido a los riegos escasos en el tiempo y el encharcamiento producido por una desmesurada poza , hizo aumentar las visitas periódicas de estos animales.
Para solucionar en lo posible el desastre, se instaló un cordón metálico cubriendo todo el perímetro cultivado, colgando de este unas chapas metálicas que mecidas por una simple brisa las hacía sonar frecuentemente. Esto hizo desistir a los cerdos que anteriormente habíamos intentado ahuyentar con repelentes líquidos (Dimetil Fenol) u sólidos (huesos quemados).
Aunque hubiera sido mejor enseñar al encargado de los riegos, pues los efectuaba sin bajarse del tractor y a toda prisa, lo que no hizo más que agravar los daños en el cultivo, ya que los socavones provocados en la tierra dejan al descubierto las raíces y las exponen al ataque de patógenos y jabalíes. También los riegos desmesurados, en un corto intervalo de tiempo, hacen que las raíces se formen en los estratos más altos, dado que la tierra era arcillosa, provocando la rápida deshidratación de las plantas en días calurosos.
Esto fue un problema, ya que nuestro propósito era hacer penetrar las raíces lo máximo posible en los diferentes estratos del suelo, para dar así más opciones a diferentes estratos en el momento de absorber los diferentes nutrientes que están depositados en ellos.
Como una maldición o profecía bíblica aparecieron para unirse a la fiesta de despropósitos mi amiga la araña roja. Las plantas eran descendientes de una robusta Chronic seleccionada entre 200 ejemplares y posteriormente cruzada con Auto Oil de Autofem. Las plantas autoflorantes fueron muy estresadas, de todas las maneras posibles y no posibles, cosechando de algunas de ellas un solo cogollo enorme por planta Auto, pero de un peso en seco inferior a doce gramos. Las restantes no autoflorantes no se comportaron mal teniendo en cuenta lo acontecido. Era finales de Agosto y todas las plantas no auto estaban a punto de cosechar, este adelanto fue aportado por la genética Rudelaris que no se manifiesta en forma autofloreciente, pero si adelanta la cosecha.
Volvemos a la carga
Abril del 2012. Estamos pletóricos esta vez ¡Sí! ¡nada podrá con nosotros! la temporada se presenta excepcional, agujeros preparados, con trescientas plántulas vigorosas y saludables y la lección teóricamente aprendida.
Para esta orgía cannavinícola se utilizó un cruce de de Matanuska Tundra por Yumbolt, el fenotipo elegido era sativo, con cogollos duros y compactos, además de una resistencia al hongo probada desde el año 2006 en diferentes cultivos, tanto de interior como de exterior. Esto nos ayudaría en la consecución de nuestro proyecto, también en las comparativas y análisis posteriores, tanto cualitativos como cuantitativos, con el objetivo de ser lo más fiables posibles.
Se cultivaron otros ejemplares en diferentes zonas y terrenos. Al mismo tiempo se volvieron a plantar unas sesenta ejemplares de Catachronic, la variedad del año anterior, todas ellas fueron plantadas entre cepa y cepa justo debajo de la línea, el objetivo era regar por gotero, así evitaríamos los riegos devastadores del año anterior y a la misma vez aprovecharíamos los alambres de las viñas para dirigir las ramas flexas de las sativas y así tutorarlas, cogiendo de esta manera la total discreción del cultivo y a la misma vez una sujeción primordial en un terreno ventoso como aquel.
Se empezó plantando Catachronic, estas semillas llevaban en sus genes de un 10 a 15% de Autoflorantes, lo que nos permitiría analizar el comportamiento de estas añadiéndole coco en un 30% aproximadamente en un hoyo de 35cm por 40cm de profundidad. No se le añadió ningún tipo de alimento, pues nuestra intención era dejar que las raíces buscaran su propio alimento entre las sales del terreno.
Después se plantaron las Sativas, era mediados de mayo, el sol pegaba fuerte y nada ni nadie nos detendría, lo teníamos todo bien atado. Hasta que dos líneas de riego se desconectaron en una zona poco visible.
Casualmente Murphy volvió a confirmar su ley, estas líneas era las que suministraban el riego a las Catachronic. ¿Resultado? El 15% bloqueadas y las restantes ni recordarlo quiero. Es decir aquellas dos líneas se repararon, pero fue el segundo error, las plantas estaban tan debilitadas y carecían tanto de nuestra atención y cuidados, que no tardaron en estar infestadas de oídio y araña. Aun me pregunto el por qué de no arrancarlas y quemarlas. ¿Debió ser la falta de tiempo o por los cabreos descomunales que cogía cada vez que visitaba la plantación?. Lo que si era cierto es que si era cierto es que si continuábamos con tanto despropósito mi salud mental y mi autoestima se iban a ver resentidas, para evitarlo nada mejor que convocar reunión de pastores.
Una vez analizados todos los puntos a corregir, determinamos realizar un tratamiento preventivo con extracto de tomillo rojo. Este activa el mecanismo natural de la planta para protegerse contra oídio, también llamado vulgarmente cendrosa que traducido literalmente significa cenizosa, debido a su parecido a la ceniza, este puede confundir a los cultivadores más nobeles llegando a pensar que se trata de resina.
También se regularon mejor los riegos y a la misma vez se añadió un producto para que las raíces ahondasen todo lo posible. Este producto no interfiere en ningún tipo de proceso ni de alimentación ni metabolización, pero hace llegar la humedad lo más hondo posible, para poder captar en lo posible las sales que alimentan a las extensísimas raíces de la vides. Este también solucionó el problema de encharcamiento que veníamos padeciendo por culpa de la arcilla existente. Esta no dejaba pasar el agua a la velocidad que regaban los goteros, provocando el desbordamiento y consiguiente humectación de las zonas más alejadas de las plantas y los estratos más superficiales.
Por fin se había hecho algo bien a partir de entonces todo fueron alegrías, constantes visitas al cultivo y rigurosos controles hicieron que estas fueran un deleite para los sentidos. Las idas y venidas de línea a línea oliendo cada una de ellas hasta saturar el olfato hacían presagiar lo mejor.
La oruga
Para hacernos descender de la nube nada mejor que la visita de la rosquilla verde gardama o spodoptera exigua (hunber). Fue tan rápida la invasión que la trampa de monitoreo quedo saturada, ya que había una para todo el cultivo.
Una semana se tardo en tratar el cultivo de B.T, suficiente para que la plaga fuera en aumento, no hubo más remedio que empezar a eliminar gusanos a mano, es lo mejor para evitar que entren dentro de los racimos florales y empiecen su andadura destructora en forma de espiral, no saliendo de estos hasta haberlo destruido en su totalidad.
Mientras realizábamos tan ardua tarea bajo un sol de justicia, las diez trampas, iban cumpliendo su función, capturando de cuarenta a cincuenta ejemplares por trampa, en el intervalo de tres días, según la zona. Como nota de interés, destacar que las orugas, generalmente, cuando son verdes están en estado larvario y en fase solitaria. Son de color marrón cuando forman grupos, gregarias. De esta manera podremos determinar en un primer vistazo las dimensiones de la afectación y que plan de choque debemos utilizar.
De gran ayuda fue la utilización de B.T más un apetente de gusanos y orugas, este apetente también optimiza la acción del B.T siendo un bioestimulante ante situaciones de estrés. Este producto está compuesto por levaduras que se encargan de atraer a la larva y hacerla salir del racimo floral, de esta manera comerán de la parte exterior que permanece impregnada de B.T. esta actuación no muy rápida, pero contundente, acabo casi con la totalidad de la plaga.
Cosecha
A partir de entonces se fueron sucediendo las recolecciones de las puntas más maduras de las Catachronic, que no sucumbieron tras la rotura del riego. Era increíble la sensibilidad al fotoperiodo que mostraban estas plantas, pues estuvieron todas colgando y a buen recaudo a finales de agosto y primera semana de septiembre, lo que provoco un secado ultra rápido bajo las uralitas de una pequeña nave de cría de aves.
Aquello parecía un microondas sin plato giratorio, los cogollos se pulverizaban solo tocarlos, nunca pensé tener problemas relacionados con la deshidratación precoz de la cosecha, está claro que cada vez que tratamos con plantas hoy en día poco comunes, nos vamos encontrando con nuevos procedimientos a tener en cuenta si queremos un producto de calidad. Rápidamente se trasladaron los racimos a un sótano donde la humedad era de un 50% aproximadamente, parecía estar todo bajo control, estábamos en la última quincena de septiembre las noches cada vez era más frías y algunos fenotipos empezaban a tornarse violáceos, mostrando los genes aportados por su madre Matanuska Tundra.
Había llegado el momento de analizar los resultados antes de cosechar, para ello nos armamos con lupas, refráctrometro y guantes de látex. La valoración visual de la plantación en global respecto a la discreción fue alta, ya que las plantas quedaban totalmente camufladas, hasta el punto de localizarlas por unas marcas en el alambre superior de las líneas o por la ubicación de los tallos.
El análisis de azucares en las plantas determinaba la buena salud de la que gozaban, teniendo en cuenta las adversidades pasadas podíamos estar satisfechos de los resultados obtenidos hasta el momento. Era el momento esperado, nos ponemos los guantes y cogemos las lupas ¡Empieza el festival sensoria!. Observando los racimos a simple vista se aprecian no muy grandes, compactos y más cargados de tricomas de lo normal, cuando paso a la observación con lupa, llegó la sorpresa, los tricomas se agolpan como los viajeros del metro en hora punta y sus glándulas son de un tamaño considerable, estando el 25% de estas color ambarino, justo en su punto de recolección.
A partir de entones el tiempo cambio, los noticiarios pronosticaban lluvias y el miedo a cosechar con las plantas húmedas, sabiendo que en su interior albergaban las deyecciones de las larvas, (con un caldo de cultivo perfecto para los hongos cuando están húmedas). Nos apresuramos a cosechar, esta vez plantas enteras, durante toda la manipulación nos acompañó ese olor característico a aceite de oliva que nos transportaba a un lagar en cuanto cerrábamos los ojos, es curioso, pues esas tierras tienen fama por dar un aceite de primera calidad.
Esta vez la nave de cría fue perfecta pues las tormentas fueron constantes después de la primera semana de secado, esto ayudó a que el proceso de secado fuera lento y constante, para ello mejor nada mejor que las ventanas regulables de esta y un deshumificador preparado para utilizarlo cuando la humedad era demasiado elevada.
Cata final
Ya solo quedaba emborracharnos terpenicamente, nuestras narices rebuscaban matices, tonos identificativos que nos llevasen a plasmar con palabras lo recogido por nuestras glándulas olfativas. Como era de esperar los matices y tonos variaban según el fenotipo, pero en la mayoría resaltaban tonos florales, con un matiz de fondo terroso y la predominancia de un olor inconfundible a aceite de oliva. Esto me hizo pensar en todas esas etiquetas que adornan los envases de vino y aceite, sus descripciones eran muy coincidentes respecto a mis conclusiones. Para acabar de confirmar la veracidad de estas y no ser influido por las circunstancias decidí tener un encuentro con el encargado de la finca.
Nadie mejor que él para hacer una cata de caldos, le avalaban el consumo diario desde que estas cepas fueran cosechadas por primera vez.
No le advertí del propósito primordial de nuestro encuentro, pues no quería interferir en las conclusiones de la cata. Estas fueron determinante, se parecían tanto a la mías respecto al cannabis, que he llegado a creer en la veracidad de las informaciones recibidas por numerosos medios y agricultores, cuando afirman que sus productos saben a la flora existente en la zona. Por ello no es de extrañar que embotellado o no, pueda transportarnos con la imaginación y la ayuda de terpenos y terpenoides a otros lugares.
De esta cultivo cannabinicola surgieron especímenes de una calidad media alta, además de cuatro de calidad excepcional, han hecho que pueda retornar a los viñedos cada vez que saboreo uno de ellos. Si se acompaña de un caldito de la zona mejor que mejor.
De esta experiencia pude reafirmar las enseñanzas que mi progenitor muy sabiamente inculco. “Si quieres que algo salga bien hazlo tu mismo”.