Reducción de riesgos en el consumo de cannabis

Soft Secrets
05 Feb 2016

Los protocolos de prevención de riesgos para el consumo de cannabis deberían ser un instrumento para informar de manera objetiva y científica sobre las características de las diferentes sustancias y sus posibles repercusiones sobre nuestra salud.


Los protocolos no deben enfocarse de manera alarmista o prohibicionista, aunque sí deben tener por objetivo una información contrastada y científicamente sostenible, que conlleva en muchos casos desaconsejar el uso de sustancias psicoactivas como el THC.

Cuando vayamos a consumir cannabis, debemos tener en cuenta los múltiples factores que pueden influir en el resultado final del consumo. Dónde consumimos, con quién consumimos, qué tipo de hierba, qué hora del día es, si hemos comido correctamente, cómo te encuentras anímicamente, qué esperas del consumo de cannabis en ese momento, etc.

En el caso del cannabis, al ser el producto final una variedad botánica, hace que sea más complejo el protocolo. Si somos estrictos, el primer factor a tener en cuenta es el sustrato en el que vamos a cultivarlo o ha sido cultivado. El estado de la tierra de cultivo, sobre todo en exterior, puede conllevar muchos problemas. Si no tenemos el análisis del sustrato que nos determine la ausencia de contaminantes orgánicos (hongos, bacterias...) y metales pesados, así como pesticidas.

En el cultivo interior utilizamos sustratos más controlados. Si la tierra donde vamos a cultivar está contaminada por pesticidas utilizados en cultivos anteriores, podríamos encontrar niveles ya detectables y en ppm por encima de los tolerados en muchos casos. También se pueden encontrar metales pesados que tardan muchos años en eliminarse y una vez contaminada la tierra, el cannabis posteriormente plantado es capaz de asimilar, ya que es una planta con mucha capacidad para fijar metales, por eso se utilizaba cannabis Ruderalis en Chernóbil, para descontaminar la tierra. Hay que tener en cuenta que una intoxicación por metales pesados por ejemplo, puede ser aguda o crónica, por exposición prolongada a cantidades muy pequeñas, pero que se van acumulando hasta resultar tóxicas y desencadenar una patología determinada y grave en algunos casos.

Existe un hongo como el Aspergillus, relativamente frecuente, que tras contaminar el cannabis, si posteriormente es inhalado, puede desencadenar patología pulmonar en forma de neumonía, con consecuencias graves en muchos casos. Dicho esto, primer factor, es la tierra o sustrato de cultivo.

La planta de cannabis es una especie botánica poco común, de hecho es la única que es capaz de sintetizar fitocannabinoides, que se sepa a día de hoy. Pero además de los 111 cannabinoides que contienen algunas variedades, encontramos también un número parecido de terpenos, que químicamente son muy parecidos a los fitocannabinoides, que son terpenofenoles. Hacemos hincapié en este hecho, ya que el resultado final de una variedad, en relación al efecto, olor, sabor, vendrá determinado por la interacción de todos estos principios activos, que poseen propiedades terapéuticas, además de determinar el olor y sabor de las diferentes variedades.

Las variedades Haze, con ese olor y sabor característico es debido a la presencia de Borneol, un terpeno con diferentes propiedades terapéuticas, y las Skunk con Pineno como terpeno predominante que las dota de ese aroma característico también. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que los diferentes porcentajes de fitocannabinoides y terpenos, además de otras sustancias presentes en el cannabis como son los Flavonoides, serán los que determinarán tanto el efecto terapéutico, como el efecto psicoactivo.
No es necesario un THC alto para que el efecto psicoactivo sea más o menos intenso, o tenga matices más lisérgicos o más introspectivos. Podríamos decir que el THC tiene un efecto lineal, y los matices del efecto psicoactivo los determinan los terpenos.

También para complicar el tema, según los isómeros que podamos encontrar del THC, que pueden ser siete, determinarían diferentes efectos psicoactivos o matices en la calidad del efecto sobre el sistema nervioso central.

Respecto al uso de resinas o hachís, debemos decir que son dos formatos fácilmente adulterables, y además presentan concentraciones elevadas de THC, salvo charas (Malana) u otras resinas que pueden contener una concentración de THC y CBD muy altas, en ratio prácticamente de 1/1. Entonces lo más probable es que la intoxicación llegue antes. Acordémonos que los cannabinoides generan tolerancia, fenómeno por el cual se deben subir las dosis periódicamente para conseguir el mismo efecto. Este problema se soluciona haciendo paradas en el consumo de manera periódica, y entonces se produce la fase de recuperación celular, y cuando volvemos a consumir podemos volver a las dosis anteriores con el efecto deseado. Estas paradas deben durar entre uno y dos meses. También períodos más cortos, como de una semana son suficientes como para notar un descenso en la tolerancia.

Aseguramos la eliminación de los fitocannabinoides acumulados en el tejido graso, cuando estamos sin consumir por lo menos un mes y medio. Es importante insistir en que, si podemos tener problemas con el cannabis, estos se deberán al consumo de THC. En qué nos basamos para esta afirmación, en que numerosos estudios nos indican que si bien el cannabis no es la causa de las patologías duales, sí que en relación al consumo de THC, (lo cual acontece siempre en el usuario lúdico), pueden ser los detonantes para el debut en pacientes con patología esquizoide por ejemplo de base.

Por lo tanto el consumo de THC estaría contraindicado en personas que padezcan esquizofrenia. Actualmente el CBD se estudia como posible tratamiento para la esquizofrenia, por su efecto ansiolítico y normalizador del humor.

Los problemas derivados del consumo de THC están relacionados con las dosis y la frecuencia de consumo. Los consumos de dosis altas en un breve período de tiempo, como por ejemplo a través de concentrados tipo BHO, no tienen mucho sentido, ya que si la persona no es usuaria de cannabis y con cierta experiencia, entramos en un cuadro de intoxicación aguda por THC, que puede ser una desagradable experiencia. Debido a la poca toxicidad de los fitocannabinoides, no pasa de ser un episodio anecdótico en muchos casos. Estas dosis altas y de acción rápida son útiles desde el punto de vista terapéutico en algunos momentos en los que se busque un efecto potente y rápido.

Por lo tanto, debemos controlar que tipo de hierba vamos a consumir y en función de nuestra experiencia, o si carecemos de ella, debemos buscar información del producto. El consumo lúdico ha llevado a enfocar la mejora genética hacia un porcentaje de THC cada vez más elevado, y se han olvidado por el camino variedades mucho más equilibradas, con contenidos de THC y CBD parecidos. Estas variedades suelen carecer de la potencia psicoactiva de otras con THC predominante, pero para iniciarse en el consumo, serian mucho mas aconsejables.

Podemos partir de una premisa, las dosis se pueden aumentar, pero una vez consumida, no las podemos reducir. Empecemos pues por consumos controlados en cuanto a calidad y características del producto, así como con dosis bajas.
Vamos a hablar ahora de las vías de administración. Desde el punto de vista preventivo de un protocolo, debemos pues desaconsejar la vía de uso más frecuente; El consumo de cannabis fumado, bien solo, bien mezclado con tabaco. Sabemos que después de una combustión, se generan multitud de derivados en muchos casos cance rígenos.

Cianuro de hidrógeno, alquitrán, nicotina, dióxido de carbono, nitrosaminas propias del tabaco, aminas aromáticas, óxido de nitrógeno, amoniaco, benzopirenos y trazas de plomo, selenio, arsénico, cromo y níquel entre otras sustancias. Algunas de ellas cancerígenas y otras tóxicas a determinadas dosis. Esto sería en el caso de fumar cannabis mezclado con tabaco, si fumamos sólo hierba, reducimos la cantidad y toxicidad de los derivados, pero sigue habiendo un riesgo estadístico a padecer un cáncer de pulmón, sobre el 40% más.

Recordad también que el tipo de papel que utilicemos puede tener relación directa con sustancias tóxicas, entre los más de 4.000 componentes del humo de un cigarrillo, una gran cantidad de ellos son originados por la combustión del papel. Cerca del 90% del alquitrán, que es oleoso, tiene más que ver con el papel que con el tabaco. Un cigarrillo se quema a 900º aproximadamente, y genera sustancias dañinas derivadas de su combustión. Para la elaboración del papel se requieren, tintas, resinas, cloro, etc.

Una vía muy interesante es la vía inhalada mediante vaporizador. Es muy rápida, tanto como la fumada, sin que encontremos derivados cancerígenos derivados de la combustión, ya que si usamos correctamente el vaporizador, no se produce la consabida combustión, no se quema nada, no se genera humo. Si al inhalar encontramos humo, debemos cambiar la carga del dosificador o corregir la temperatura de vaporización. Al vaporizar podemos jugar con las diferentes temperaturas de vaporización para inhalar de manera selectiva los cannabinoides.

Si vaporizamos una variedad de ratio 1/1, THC/CBD, podemos empezar a 157º-160º vaporizando la mayor parte de THC, y si luego vaporizamos a 180º inhalaremos la mayor parte de CBD con lo que quede del THC inicial.
También podemos administrarnos los cannabinoides vía oral. Se pueden disolver en aceites o alcohol etílico, también como todos sabemos, como condimento y complemento en muchas recetas cannábicas. Además, si en el proceso calentamos la muestra por encima de los 100º vamos a descarboxilar los cannabinoides que pasarán de la forma ácida a la fenólica o neutra.

Sabemos poco de las formas ácidas de los cannabinoides, es muy probable que sean activas y tengan sus efectos terapéuticos, aunque sabemos que el THCA, no tiene efecto psicoactivo.

La vía oral es peculiar, por un lado la absorción es irregular y por lo tanto la biodisponibilidad de los fitocannabinoides es variable con las mismas dosis, pero nos permite obtener un efecto más duradero que la vía inhalada, en la que los efectos pueden durar de unas 4 a 6 horas. Por vía oral, el efecto puede tardar en aparecer entre media y una hora y media, y puede durar de 6 a 10 horas, dependiendo de la dosis y de las características de cada persona. Hay que controlar la dosis y tener paciencia, y no seguir consumiendo, ya que no aparece el efecto hasta más tarde. Es la vía de elección para el uso terapéutico del cannabis junto con la transdérmica a través de la piel, para procesos locales.

Podemos también administrar los cannabinoides vehiculizados en aceite de oliva o coco por ejemplo por vía subligual, de manera que se acorta su período de absorción, siendo su efecto mas rápido que por vía oral. La vía rectal, también se puede tener en cuenta, sobre todo para niños, ya que es una vía de absorción irregular, pero de efecto rápido ya que salta el metabolismo hepático. Y al ser liposolubles los cannabinoides pueden ser absorbidos con facilidad a través de mucosas como la rectal. A los pequeños con epilepsias refractarias se les administra Diacepan por vía rectal.

Los efectos que podemos presentar tras el consumo de cannabis son muy variables, y dependen como hemos comentado antes, de muchos factores. Si el usuario es inexperto, es frecuente que se pueda detectar taquicardia y estado de ansiedad en muchos casos. La taquicardia genera un aumento del gasto cardíaco, y la tensión arterial sube inicialmente, se produce broncodilatación, también se reduce la motilidad intestinal, se enrojece la conjuntiva, y la tensión arterial baja tras el período de hipertensión. Las personas hipertensas y los cardiópatas deben tener mucho cuidado al consumir determinadas variedades de cannabis con THC muy elevado, y en general los cardiópatas se deben abstener de su uso. Variedades ricas en CBD sí son útiles para pacientes hipertensos, ya que el CBD actúa como hipotensor.

El incremento del apetito, es muy frecuente en la mayoría de usuarios, y depende directamente del THC administrado, que es efectivo desde dosis bajas, sobre los 2,5 a 5 mg de THC.

La capacidad cognitiva se ve afectada y podemos sufrir alteraciones en la percepción del tiempo, alteraciones visuales que según la dosis y variedad consumida pueden llegar a ser alucinaciones visuales, cierta confusión, euforia, introspección, verborrea, incremento de la motivación creativa… En definitiva, diferentes matices del efecto psicoactivo en relación a la variedad consumida.
Nuestra capacidad motora se ve también afectada, y según la cantidad de THC consumida, llegamos a fases de descoordinación y pérdida de equilibrio, con disminución valorable de los reflejos y capacidad de reacción. Puede haber desorientación, pero como siempre, en relación a la dosis.

çLa memoria a corto plazo se ve afectada, y es la memoria inmediata la más alterada. Es la memoria que usamos cuando por ejemplo nos levantamos y vamos a buscar algo concreto. Cuando llegamos al lugar, no nos acordamos de que teníamos que coger.
La capacidad de concentración para ciertas actividades se reduce notablemente, siempre insisto en que es en relación a las dosis y dependiente de cada persona.

El uso crónico de cannabis hace que el consumidor tienda a un estado depresivo crónico a partir de cierto momento, aunque no ocurre en el 100% de los usuarios crónicos.

Los problemas que pueden surgir del consumo de cannabis, están directamente relacionados con las dosis, la frecuencia de consumo y las características de las variedades que consumimos.

Hago referencia a las variedades, ya que como decíamos anteriormente, es el consumo de THC el que puede provocar problemas. Si el consumo es de variedades ricas en CBD, aunque también tengamos THC presente, pienso que la probabilidad de que se presenten problemas seria mucho menor. El CBD actúa en estos casos modulando el efecto del THC sin perder su sinergia analgésica. Son estas variedades mucho más equilibradas, aunque como siempre ocurre cuando se altera un factor, repercute en algo, en este caso tenemos menos efecto psicoactivo, o según el ratio THC/CBD, podemos no tener ningún efecto psicoactivo.

Esto supone una gran ventaja para el uso terapéutico de los fitocannabinoides. La motivación del uso lúdico es un inconveniente para el usuario terapéutico, aunque hay excepciones.

Por ultimo, tenemos que comentar el policonsumo de sustancias, en relación al consumo de cannabis. En ningún caso es recomendable usar diferentes sustancias a la vez, ya que se pueden producir efectos no deseables, consecuencia de la interacción entre las diferentes sustancias. Estas interaccion es no están estudiadas en la mayoría de casos, y pueden constituir un problema muy grave, con consecuencias fatales en algunos casos.

El cannabis, para muchos policonsumidores, tiene una finalidad complementaria. Su uso pretende tener un efecto ansiolítico en algunos casos, relajante en otros, pero debemos tener en cuenta que la asociación de cannabis puede potenciar los efectos depresores de algunas sustancias como los opiáceos o benzodiacepinas, aunque esto ocurre con dosis muy altas de ambos. El uso con drogas de diseño está poco estudiado y puede comportar complicaciones.

El cannabis usado con alcohol, y siempre dependiendo de las dosis de ambos, puede suponer un problema, que se presenta en forma de hipotensión, sudoración fría, mareo, y puede llegar a la perdida de conciencia y consecuente caída con posibilidad de traumatismo craneal. Está muy extendido el uso conjunto de cannabis y alcohol, pero desde el punto de vista preventivo, es necesario insistir en que no debemos mezclar diferentes drogas, ya que no siempre obtendremos los efectos deseados, y por el contrario podemos obtener viajes displacenteros y no controlados, y lo no controlado, suele generar miedo y ansiedad que se retroalimentan. Las drogas tienen una finalidad placentera y sus efectos sobre los mecanismos de recompensa, pueden generar adicciones, que cuanto menos debemos saber gestionar, para que las drogas que usemos, en este caso el cannabis, incidan negativamente en nuestra salud lo menos posible. Esto se consigue con un consumo responsable, y controlando los factores de los que depende la calidad del producto a consumir.

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