Secado, Curado y Conservación
Cuando comenzamos un cultivo de exterior, nos tomamos muchas molestias para seleccionar un buen área de cultivo, que cumpla con los requisitos necesarios. Pero en algunas ocasiones y casos, no tenemos en cuenta tomarnos las mismas molestias o más para preparar el lugar donde secaremos a nuestras plantas, una vez cosechadas.
Cuando comenzamos un cultivo de exterior, nos tomamos muchas molestias para seleccionar un buen área de cultivo, que cumpla con los requisitos necesarios. Pero en algunas ocasiones y casos, no tenemos en cuenta tomarnos las mismas molestias o más para preparar el lugar donde secaremos a nuestras plantas, una vez cosechadas.
Cuando comenzamos un cultivo de exterior, nos tomamos muchas molestias para seleccionar un buen área de cultivo, que cumpla con los requisitos necesarios. Pero en algunas ocasiones y casos, no tenemos en cuenta tomarnos las mismas molestias o más para preparar el lugar donde secaremos a nuestras plantas, una vez cosechadas.
Debemos tener muy claro y muy presente lo realmente importante que es, así como lo significante que será para el resultado final de nuestra cosecha, tener un lugar bien habilitado o espacio, donde poder llevar a cabo el proceso de secado de una forma correcta y controlada. De lo contrario podríamos echar a perder todo el trabajo que hemos realizado durante muchos días y muchas semanas, haciendo que nuestras ramas secando se deterioren, y pierdan gran parte de sus cualidades organolépticas. Los cannabinoides se deterioran con facilidad, ya que resultan ser termosensibles (sensibles a la temperatura), fotosensibles (sensibles a la luz) e hidrosensibles (sensibles a la humedad).
Requisitos del secadero
Debemos disponer y preparar un lugar que sea oscuro, ventilado y que no sea húmedo, en el que no haya un excesivo calor o diferencias de temperatura muy altas donde poder poner nuestras plantas a secar. Si además podemos permitirnos poner un ventilador con un temporizador sería una opción muy interesante y que nos facilitará la tarea. Bastará con orientar el ventilador de tal forma que el aire rebote un par de veces contra las paredes, antes de que el aire llegue a darle a las plantas que tenemos secando. Debemos tener presente controlar en todo momento la temperatura y la humedad que hay en el área de secado, para lo que nos vendría muy bien poder contar con un termohidrómetro que nos indique las máximas y mínimas que hay en el área, o comprobar en cualquier momento dichas medidas para asegurarnos de que el secado está siendo correcto.
En determinadas situaciones e incluso regiones se puede dar el caso que para llegar a realizar un secado correcto, podría llegar a resultar necesario la utilización de un deshumificador para que elimine el exceso de humedad que se pueda dar en ese espacio, así como la humedad que van desprendiendo los cogollos al secar. Teniendo presente que por la utilización de un deshumificador no se acelere el proceso de secado y no se pierdan propiedades o cualidades de nuestras plantas. Por otro lado y valorando la cantidad de plantas que debamos secar, o el espacio de secado podría venirnos muy bien usar un extractor que facilite la salida de la humedad que desprenderán nuestros cogollos durante el secado.
Tan sólo nos faltaría pensar como vamos a colocar o disponer las plantas que recogeremos y limpiaremos de hojas (se dice a veces que es bueno dejar hojas al poner a secar las plantas, pero debemos tener en cuenta que cuanta mayor cantidad de materia vegetal haya secando, más tiempo tardará en llevarse a cabo el proceso de secarse). Las formas o maneras mas habituales de poner las plantas a secar es mediante la utilización de cordeles o cuerdas tendidas de pared a pared, aunque también se utilizan desde tendederos de ropa o colgadores. Por otra parte existen diversos diseños y tipos de secaderos (mesas, colgadores...) de distintos tamaños, están pensados para nuestras plantas y los podemos adquirir en nuestra tienda de cultivo de confianza habitual.
Llegados a este punto, nos encontramos en el momento tan esperado de la recogida, debemos ser pacientes e ir limpiando de hojas rama a rama y planta a planta, con calma. Primero comenzamos con las hojas más grandes de todas, luego vamos de más grandes a más pequeñas, hasta que nos queden sólo las hojas del cogollo cargadas de resina. Debemos estar atentos y evitar llevarnos algún cogollo o trozo del mismo, durante este proceso de quitar las hojas.
Existen diversos modelos y marcas en el mercado, podadoras eléctricas y manuales que se adaptan a las necesidades de cada cultivador, siendo más que contrastadas, que resuelven el trabajo de cortar las hojas y limpiar los cogollos de una forma mas rápida y cómoda, consiguiendo ahorrarnos de forma considerable las horas dedicadas a esta tarea. Una vez hecho nos encontraremos con los cogollos bien limpios de hojas y listos para llevarlos a nuestro secadero, donde permanecerán a oscuras y en un medio de unos 16 º a 18º Celsius y a una media de entre un 50% - 55% de humedad, durante un mes como mínimo. Si esa limpieza de hojas la realizamos con la planta en vivo nos resultara más sencillo y rápido que si lo hacemos con la misma ya cortada.
Además es más que recomendable guardar las hojas cargadas de resina de los cogollos y las que tengan algo de resina, aún sin ser tan resinosas como las de cogollo, para poder utilizarlas una vez secas para extraer la resina que tenemos y poder aprovecharlas. Es más, sería interesante y muy práctico realizar el trabajo de manicura de hojas sobre una mesa de trabajo (mesas con mallas para recuperar la resina que se va perdiendo al ir manipulando las ramas) para aprovechar completamente todo.
Problemas habituales
En algunos casos y bien debido a un exceso de plantas en un espacio pequeño o a una mala ventilación y extracción del secadero, podría dar pie a la aparición o desarrollo de oidio o de botrytis, dándose principalmente y sobre todo en las formaciones de cogollos mas grandes y puntas principales o secundarias, lo que en muchas ocasiones hace que a veces sea imposible para el cultivador darse cuenta de ello. Si no realizamos siempre una inspección de esos cogollos que llevamos al secadero a secar podemos crear un buen problema, hasta podríamos perder toda la cosecha, tengamos en cuenta que con la oscuridad que hay en el secadero, unida a la humedad que desprenden las plantas, se estarían dando condiciones para el desarrollo y propagación de oidio o botrytis por todo el contenido del secadero. A menudo los cultivadores con poca experiencia suelen preguntar si no existe algún truco para acelerar el secado.
La respuesta es ser pacientes y esperar, ya que para nada resulta recomendable intentar acelerar el proceso de secado de nuestros cogollos. De esa forma sólo lograremos hacer que pierda su humedad mas rápido de lo habitual. Al hacerlo sólo conseguiremos deteriorarlos, haciendo que tenga un mal sabor y que nos rasque o pique la garganta debido a la clorofila (al acelerar el proceso de secado ésta no puede realizar su proceso de transformación).
Por último, recordar evitar los mayores peligros del secado como son los agentes patógenos, revisando los cogollos de vez en cuando en el secadero, para evitar sorprendernos de un día a otro. También debemos tener presente la ventilación, así como controlar en todo momento (sobre todo en los primeros días) la humedad y temperatura. No debemos olvidar tampoco que en el proceso de secado es uno de los momentos en el que las plantas más olor desprenderán y por tanto más llamarán la atención por su aroma tan característico. No estaría de más evitarlo añadiendo un filtro de carbono al extractor, o bien cualquiera de los productos destinados a ello que nos ofrezcan cierta garantía de calidad.
Curado
Teniendo en cuenta que el proceso de secado se haya realizado dentro de las condiciones adecuadas, sin ningún inconveniente, es decir correctamente, y la cosecha ha sido de calidad, conseguiremos mejorarla aún mas, estabilizando su aroma y su sabor de una forma progresiva a través y durante el curado.
¿Qué es el curado?¿Cómo puede mejorar la calidad?
Al hablar de curación o curado realmente estaríamos hablando de un proceso de secado, pero de una forma mas lenta, que tal y como exponíamos dará la estabilidad al aroma y sabor de los cogollos, destacando de por sí sus propias cualidades de presencia, sabor y aroma. Buscamos conseguir que la descomposición de la clorofila se produzca, y acabar de transformar hidrocarburos, terpenos, clorofilas y otros elementos, siendo todos ellos los que darán el aroma y el sabor a los cogollos que están curando. Para llevar a cabo dicho proceso deberemos ir descolgando las ramas, que ya estarán secas tras más de un mes en el secadero, y nos pondremos a ir cortando las ramas cuidadosamente para evitar que se pierda resina y poniendo esas ramas etiquetadas (variedad y fecha de puesta a secar y fecha en que se descuelga) en cajas de madera o de cartón, eso sí, que estén bien aireadas previamente, y si son de madera que no sea madera que desprenda olores fuertes y ojo con cajas de puros, pues si no están bien aireadas se acabaran comiendo parte del aroma y sabor de nuestros cogollos.
Es importante aclarar que si metemos cogollos hasta los topes en las cajas donde realizaremos el curado, este no se llevara a cabo correctamente. Para que este proceso se efectúe correctamente los cogollos deberán estar dispuestos en la caja bien sueltos, no a presión. Es muy recomendable volver a inspeccionar muy exhaustivamente los cogollos antes de introducirlos en las cajas para su curado, a fin de separar los que pudiesen presentar indicios de moho.
Una vez ya hecho esto sólo nos queda ir separando los cogollos por variedades en sus cajas y tener paciencia y calma. Cuanto más tengamos más lo notaremos al degustarla. Existe una notable diferencia de degustar cogollos bien curados a degustarlos recién secados y sin curado, ya que, cuando se elimina la clorofila, el aroma, el sabor y la personalidad son increíbles.
El hecho de utilizar cajas de madera o de cartón tiene una explicación muy lógica y es la transpiración. La madera o el cartón, a diferencia del cristal, permiten que se lleve a cabo una buena transpiración, existiendo algunos tipos de maderas que se caracterizan por ello (como la de cedro africano) que a la vez recogen, gracias a su malla de alta calidad, la resina que se pueda ir desprendiendo y así aprovechar más si cabe la producción final. Además nos permite que se lleve a cabo una transpiración constante, aún con la caja cerrada. Y preservamos de la luz a nuestros cogollos.
La principal pega que tienen los botes de cristal para el proceso de curado es que se trata de un material que no tiene la capacidad de transpirar que posee la madera e incluso el cartón. Usando botes de cristal nos veremos en la obligación de abrirlos para airearlos de vez en cuando durante un buen rato. Y si los cogollos que hemos introducido en el bote no están lo suficientemente secos nos meteremos en problemas. No obstante en los botes de cristal se detectaría rápidamente este tipo de inconveniente por el característico olor tibio que emana del bote de cristal al abrirlo, lo que sería una seña clara y completamente inequívoca de que se estaría iniciando, produciendo u desarrollando un proceso de putrefacción en el interior de ese bote, en el que se están curando nuestros cogollos.
Conservación
Al llegar a este punto deberíamos haber mantenido un mínimo de un mes secando a nuestras plantas y al menos un par más de meses de curado. Personalmente considero que pasar a envasar para conservar nuestra cosecha para nuestro autoconsumo ese es el tiempo mínimo e incluso un mes mas para evitar sustos. Es recomendable volver a inspeccionar los cogollos para asegurarnos de que no hay ningún problema de agentes patógenos y de que todos, y no sólo algunos, están realmente bien secos y curados, antes de ubicarlos en el bote de cristal o caja donde los conservaremos.
Si bien comentábamos unas líneas atrás que los botes de cristal no eran, tal vez, lo mas adecuado para realizar un curado, sí que lo sería para conservar los cogollos ya secados y curados. Igualmente útiles nos resultarían las cajas de madera o de cartón donde ya teníamos a nuestros cogollos y que hemos utilizado durante varios meses para curarlos previamente. En ellas se conservan y se continua curando mientras lo vamos degustando con lo que su funcionalidad es mayor. También es frecuente poder encontrar distintos tipos de botes o envases de vacío donde poder conservar nuestros cogollos en buenas condiciones una vez superados el secado y el curado.
Autor: Huguillo