Curado y conservación

Soft Secrets
27 Jan 2021

En esta ocasión, hablaremos sobre cómo curar y guardar bien el fruto de nuestra cosecha de marihuana para que aguante adecuadamente, sin estropearse, ni perder esas apreciadas características que nos han hecho optar por esa variedad o genética.


Curado y conservación de la cosecha de marihuana

Para ello, primero hay que recordar un poco por encima cómo llevar a cabo el secado (ese punto intermedio entre la recolección de nuestras plantas, el curado y la conservación posterior), a fin de poder seguir paso a paso la forma correcta. Una vez llegue el momento en que nuestras plantas nos indiquen que ya están preparadas para su recogida, habrá llegado la hora de cortarlas para poder ponerlas a secar.

Es una fase bastante importante, en la que nos la jugamos por el trabajo de meses, y se puede echar a perder todo ese esfuerzo si no somos cuidadosos (revisar los cogollos en busca de posibles partes afectadas, intentar quitar la mayor cantidad de hoja y materia vegetal no válida, etc.).

 

¿Qué es el proceso de curado de la marihuana?

Una vez se ha acabado el proceso de secado y comienzan las primeras catas de la cosecha del trabajo realizado tras meses de cultivo de exterior, lo hace también el curado y envasado para guardar y conservar nuestros cogollos, esos con los que autogestionaremos nuestro consumo propio durante buena parte del año. ¿Qué es el curado de los cogollos? El curado vendría a ser un secado más reposado, lento y pausado que aporta una estabilidad mayor a las cualidades propias de cada variedad. Con el curado buscamos mejorar el aroma y el sabor más aún si cabe a través de la descomposición de la clorofila, y terminar la transformación de la clorofila, terpenos y otros elementos (todos ellos relacionados con el resultado final del aroma y sabor de nuestras flores). Para ello, mantenemos los mismos parámetros de temperatura y humedad que hemos buscado para el secado.

 

Cajas de madera, cartón y botes de cristal

Utilizaremos cajas de cartón o de madera, donde pondremos con cuidado y sin menear mucho nuestros cogollos (que no se caiga o pierda resina) y ramas, bien espaciados y sin apretar, separando por variedades, para que así puedan transpirar bien y que circule el aire. Es mejor utilizar varias cajas y que los cogollos estén espaciados y no apelmazados, a usar menos cajas y tener nuestra cosecha muy apretada. Por eso la importancia de utilización en esta fase de cajas de madera o en su defecto de cartón, para que haya un proceso de transpiración e incluso evitar algunos restos de humedad aislados, pudiendo acabar de secarse y curarse debidamente. 

Evitar en esta fase las bolsas de plástico o envases de dicho material (retienen humedad y no transpira) y no utilizar ningún tipo de caja de madera que este barnizada, ya que eso afectaría al resultado final. Maderas como el cedro resultan muy adecuadas para este tipo de procesos de curado, conservación y almacenado, así como también lo es el pino o el anteriormente citado cartón. He tenido la oportunidad de observar como algunos expertos y veteranos cultivadores de exterior e interior hablan de las grandes cualidades del cristal, y tras poder ver algunos de esos botes en armarios razón no les falta. Aunque para esta fase de curado el cristal no sea lo mas adecuado, sí es una opción muy válida para la conservación de los cogollos tras el secado y curado. Pero, si en esta fase de curado se usan botes de cristal, corremos el riesgo que durante el tiempo que estén cerrados se pueda dar algún tipo de problema de putrefacción de los cogollos, al no poder respirar bien. Esta putrefacción resulta fácilmente detectable, ya que cuando en uno de nuestros botes se esta dando ese proceso, al abrir se percibe el olor a aire húmedo y un cierto y leve calor fruto de dicha actividad. Además, la transpiración que se consigue con abrir unas cuantas veces al día los botes, para luego volver a cerrarlos, no es comparable a la obtenida en madera o incluso en cartón.

 

La importancia de airear

No obstante, resulta muy importante algo tan básico y sencillo como dejar airear unos cuantos días las cajas de madera o de cartón. Conseguimos así evitar que cualquier tipo de olor que pudieran tener impregnado reste a nuestra cosecha parte de sus sabores y aromas, en vez de dar mayor consistencia, presencia y estabilidad a los mismos. Por otro lado, es interesante ir cambiando de posición (un par de veces a la semana) o de sitio los cogollos y ramas, a fin de optimizar más el curado que en unosjod meses ya debería estar en su punto o empezar a estarlo. De todos modos y por experiencias propias, catar un cogollo que lleva curando casi ocho meses es una maravilla para el paladar y los sentidos. Y es que, cuanto más tiempo pase curando nuestra marihuana, mejores resultados de aspecto, sabor y aroma se darán. 

Es más, todos hemos escuchado a algún que otro cultivador que el último de los cogollos que le quedaba de su cosecha era el que había estado más rico de todos, no porque fuese el último sino porque era el más curado de todos ellos.

 

Conservación de la cosecha y métodos para hacerlo

El siguiente punto de nuestro recorrido, que es cómo conservar o guardar adecuadamente la cosecha ya curada.  Antes de poner a conservar o guardar, debemos asegurarnos que nuestra cosecha está correctamente seca (las ramas se parten crujiendo con facilidad) y que el proceso de curado también ha sido completado. Por tanto quedaría guardarla, para lo que podríamos seguir utilizando nuestras cajas de cartón o de madera donde estarían bastante bien (curar y almacenar, como decíamos antes), y más si las almacenásemos en lugar oscuro, fresco y seco. Por otro lado, podríamos volver a retomar el tema que comentamos antes sobre el cristal o vidrio, y es que, agarrándonos a las características que defienden muchos cultivadores, es uno de los medios donde mejor se conservan todas las propiedades de las plantas. Ahora sí podría ser el momento de utilizar esos botes de cristal donde guardar y etiquetar con el nombre de la variedad, fecha de recogida, tiempo de secado y tiempo de curado. Para una vez hecho esto,  almacenarla en un lugar seco, fresco y oscuro.

Como otra opción, tenemos el envasado al vacío o bien en bolsas (utilizad siempre bolsas de plástico de alimentación para consumo humano). En alguna ocasión, según he podido comprobar, hasta llegan a guardarla en la nevera e incluso en el congelador (ya envasadas al vacío) donde puede permanecer sin estropearse o perder propiedades durante un largo período de tiempo. Según explicaban, basta con sacar a la noche una bolsa del congelador (con ello se ralentiza el proceso normal de degeneración de los cannabinoides) y ponerla a descongelar antes de irnos a dormir. Así estará dispuesta para el día siguiente, si queremos consumirla. Y luego existe el método de utilizar tuppers de conservación al vacío, que constan de una válvula mediante la cual se va extrayendo el aire que hay en su interior, una vez hemos guardado cualquier cosa dentro. Al terminar de extraer el aire tapamos la válvula y ya está listo para ser guardada. Aquí estaríamos en una buena conservación, y usando los tuppers contamos con la ventaja de la existencia de múltiples formas y tamaños, pudiendo así disponer las ramas con los cogollos más vistosos dentro de los mismos, sin necesidad de partir o romper en dos o más partes un cogollo. En cualquier caso, usásemos tuppers, botes de cristal o bolsas herméticas al vacío, sería conveniente que si se abre, dejemos que se aireen un poco antes de consumirlas. Para que la conservación de la cosecha sea lo mejor posible, no debemos tener prisas en el curado y mucho menos en el secado. No intentemos acelerar los ciclos naturales y seamos pacientes, dado que un secado lento y curado correcto nos ayudará a que se conserven intactas todas las propiedades de la planta. Se evita así también la degradación de cannabinoides, y la pérdida de glándulas por fricciones o movimientos bruscos y roces innecesarios. ¿Cuál es el método más adecuado para la conservación? Aquí ya entran las preferencias, gustos, posibilidades y necesidades de cada uno. Por mi experiencia propia, me inclino por la madera de cedro o de pino, aunque también valoro positivamente el envasado al vacío o los botes de cristal en el momento adecuado, que no antes. Lo mejor es ir comprobando por uno mismo cómo le gusta más el toque o punto que le da el distinto tipo de curado y envasado que se lleve a cabo. Pero tengamos cuidado en el secado y curado, ya que si dejamos que se nos cuele alguna rama o cogollo con agentes patógenos o esporas durante el proceso, se extenderá rápido al resto de los cogollos cercanos, debido a la oscuridad y humedad. Lo mismo nos sirve para el envasado final, así que revisemos nuestras ramas y no una, sino varias veces a lo largo de todo el secado, curado y envasado, para evitar ese tipo de percances que se encargarán de diezmar nuestras cosechas, pero solo si les dejamos. En ocasiones, y debido al tipo de clima que tengamos, se puede dar el caso de que los cogollos se puedan llegar a secar tanto que al triturarlos o desmenuzarlos se deshagan, casi como polvo, por haberse secado en exceso (esto puede ocurrir incluso una vez curados), perdiendo parte de ese aroma y del sabor también. No se trata de algo raro y no es algo que sea muy grave. Cuando esto nos ocurra, deberemos humedecer un poco el ambiente de las cajas (existen cajas de puros y de curado con humidificador e higrómetro que están pensadas y diseñadas para ello) y podremos observar como nuestra hierba comienza a recuperar sino todo, una muy buena parte de ese aroma que unas horas atrás no tenía.

 

Se aprovecha todo

Cuando vamos realizando todos los procesos que van desde el secado, curado y conservación, se puede ir perdiendo resina y pequeños fragmentos vegetales del cogollo y que suelen contener resina. Para recuperarlos y poder aprovecharlos para futuras extracciones de resina, resulta muy práctico y productivo llevar a cabo el proceso de cambio del secado a curado y de curado al posterior envasado, sobre un tamiz o una “mesa de trabajo”, a fin de poder sacar el máximo provecho a nuestra cosecha. Puedes conservar así las glándulas que se puedan soltar y desprender, debido al movimiento al realizar el traspase de los cogollos de un recipiente a otro, que se irán acumulando debajo de la malla o tamiz. Una vez terminado nuestro trabajo, podremos  juntar y moldear una pequeña pieza con los mejores cristales y resina de nuestros cogollos.

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