Dana Valencia capítulo 3. Del Observatorio del Cannabis a un punto de comida
La historia de la Dana en Valencia, es también la historia de la solidaridad de las personas, de los que se lanzaron a ayuda a sus amigos, a sus familiares, o sencillamente, al primer afectado que vieron. En este capítulo de la Dana hablamos de como la presidenta del Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo de Cannabis, OECCC, Noemí Sánchez, y su pareja, Paco Hemece, trabajaron en el rescate de los barrios afectados por la Dana.
Entrar a Catarroja, donde montaron su primer punto de apoyo, para nada es fácil una semana después, las calles siguen bloqueadas y hay controles de acceso en todos los sitios. Incluso las calles principales del pueblo están llenas de barros y escombros, las secundarias siguen intransitables. “Soy periodista, puedo pasar” le digo a un policía que intenta parar mi coche, mientas le señalo la acreditación en el salpicadero. Me cuelo limpiamente por un lado de la barrera y acelero sobre un charco, rezando para que la calle no esté cortada y tenga que dar la vuelta.
En una casa del pueblo hay varias mesas a la puerta con comida. Un señor con un carrito pide pañales para adultos, manzanas, ajos, pegamento para dentadura y gel hidrolacoholico. Luego me enteraría de que es uno de los repartidores de personas mayores, y que de tanto caminar con botas de goma ya tenía ampollas en los pies. Otro chaval se acerca a recoger comida y quiere pagar, le dicen que es gratuito y da las gracias con cara de asombro, como si le pareciera demasiado bueno para ser verdad. En la entrada de la casa Paco y Noemí están haciendo inventario, y mientas tanto me cuentan como surgió todo.
Al principio se lanzaron a limpiar las calles en Catarroja. Desde el primer día estuvieron allí, limpiando junto a los militares y sin dejar de fumar porros. Un amigo es rider y pertenece a un grupo de ciclistas, Masa Crítica, empezaron a llevar comida en bici, a sitios que eran inaccesibles con coches. Les ofrecieron dejarnos unas cuantas cosas a Catarroja y se pusieron en una mesa pequeñita, pero luego iba llegando gente con más cosas y se convirtieron en un punto de reparto. Gracias a las donaciones acudían a por verdura a Mercavalencia todos los días. También consiguieron bolsas cargadas de un pan exquisito, que traía recuerdos de los días de normalidad. Llegó un momento en que estaban saturados de material y montan una segunda célula, para crear impacto en otro lugar del mismo pueblo. Luego abren en otras zonas como Sedaví o La Torre. Con distintos voluntarios que acudían con carritos, hacían llegar suministros a personas mayores y casas que se habían quedado aislados.
Tras la primera semana, cuando las necesidades en Catarroja ya empezaban a cubrirse, cerraron el punto de Catarroja y se retiraron a La Torre. Allí están en un almacén que hubo que limpiar de lodo y recuperar la luz. A estas alturas, ya me había dado cuenta que había muchos almacenes de comida llenos en Valencia, por lo que era mucho más efectivo buscar fuentes de abastecimiento que comprar las cosas. Así que con un teléfono y mucha cara empecé a llamar sitios para pedir comida y cosas de limpieza. Empezamos con un gran golpe de suerte, con un tren de carretera, es decir un trailer doble, Luego las redes de solidaridad también se extienden por internet, y empiezas a encontrar gente que ayuda, que presta su furgoneta y su combustible y su tiempo para ir a cargar comida. También se ha limpiado y reparado una gran cocina, para cocinar y repartir todos los días comida caliente. Ahora, gracias a demostrar su gran valía por la vía de los hechos, así como las buenas gestiones de Paco, han conseguido varios puntos con los que aprovisionarse de comida para el barrio, e incluso aprovisionan ellos varios pequeños puntos en distintas zonas de Valencia.
Según cuenta Noemí las necesidades han ido cambiando: “La gente al principio necesitaba agua, comida, ropa y palas. Luego tractores y 4x4 para sacar los coches de las calles. Nos han pedido hidrolimpiadoras, bombas de achique, alargadores. Más tarde productos de limpieza. Ahora se piden puntales, pintura y material para reparar las casas”.
Desde el primer punto en Catarroja, hasta este en La Torre han mantenido dos notas importantísimas para estos centros. En primer lugar mantenerlo todo ordenado, clasificado y con un inventario, para saber lo que se tiene y lo que se necesita. En segundo lugar controlar la ayuda para que vaya estrictamente a afectados de la Dana, esto lo consiguen porque trabajan sobre todo con gente del barrio que saben quien se ha quedado sin nada y quien no tuvo ninguna perdida material. Por este motivo han cerrado el modelo de “supermercado gratis” que se mantuvo las primeras semanas y ahora están centrados en atender directamente a personas afectadas.
Ahora ya están enfilando un proyecto de conciertos y fiestas para financiar la reconstrucción. Mientras vuelvo a casa pasan por mi mente palabras de la presidenta del OECCC, Noemí, “hay muchas vidas rotas, la gente no ha perdido solo su casa o sus trabajos, ha perdido amigos, ha perdido familiares”.
Contacta en su instagram akllar.associaciokultural
Más artículos en Soft Secrets sobre la Dana