Consejos para las ultimas semanas antes de la cosecha

Soft Secrets
26 Aug 2019

La segunda mitad de la floración es un periodo que dura de cuatro a seis semanas, según la variedad. Durante este periodo, la planta ha cesado completamente de crecer en altura y los cogollos ya están bastante bien definidos en su longitud. Las semanas que restan hasta la cosecha serán empleadas por la planta para brotar miles de flores, con las que engordar los cogollos y decenas de millares de tricomas glandulares, en los que sintetizar la resina rica en cannabinoides que los cultivadores buscamos. Los cuidados en este tiempo tienen el objetivo de preservar lo ya conseguido, dejar que la planta acabe su ciclo con tranquilidad, sin que nada interrumpa el normal desarrollo de la floración.


Paciencia y contención con el abono para la Marihuana

A mitad de la floración de las plantas los cogollos son pequeños, aún no han engordado demasiado, ni tienen apenas resina. A simple vista parece que no hay nada hecho, que el éxito de la cosecha depende de lo que hagamos a partir de ese momento. Y no es así. Tras cuatro o cinco semanas de floración, prácticamente se podría decir que está casi todo el trabajo hecho. En este momento, si la planta se ha abonado regularmente, prácticamente todos los nutrientes que la planta necesitará ya están en el sustrato, de donde serán absorbidos en las próximas semanas, o en su sistema, repartidos por los tejidos en forma de reservas.

En realidad sólo haría falta un poco más de fósforo y potasio para contribuir a engordar los cogollos. Es muy común que los cultivadores aumenten demasiado las dosis de fertilizante en las últimas semanas de floración, en un intento desesperado de engordar los cogollos sin saber realmente si la causa de que los cogollos no crezcan se debe a una falta de abono.

Lo más habitual es que la causa de que los cogollos pequeños se queden pequeños no sea la falta de nutrientes, sino otros problemas, salvo que realmente no se hayan abonado las plantas en mucho tiempo.

Estimuladores y boosters para plantas de Cannabis sí, pero no mucho

Unos cuantos riegos con un estimulador de floración, algo como el clásico PK 13/14, o alguna de las versiones más modernas, suele venir bien para aportar ese extra de fósforo y potasio, que ayuda a que los cogollos queden como piedras. Algunos también incorporan melazas por su contenido en carbohidratos, que las plantas pueden absorber directamente y enzimas que ayudan a facilitar el aprovechamiento del abono. Es importante entender que más no es siempre mejor, y este es uno de esos casos.

Tres o cuatro aplicaciones de estimulador, separadas por cuatro o cinco días, son suficientes para cubrir el periodo de unas tres semanas que queda por abonar las plantas antes de empezar a regar sólo con agua.

Vigila el pH y la EC en las plantas de Cannabis

Normalmente, si un cultivador tiene algo de experiencia, no abusa del abono y dispone de agua corriente de buena calidad, no necesita preocuparse demasiado de factores como el pH o la EC del agua de riego, al fin y al cabo, el cannabis es una planta capaz de crecer en condiciones diversas.

Si se siguen las indicaciones de la etiqueta del abono, los niveles de EC no deberían ser excesivos. Sin embargo, si el agua del grifo es demasiado calcárea o salina, algo que sucede en buena parte del litoral mediterráneo, pero también en otras zonas del país, el efecto de las sales que lleva disueltas puede afectar al cultivo al elevar demasiado el pH de la tierra y aumentar su salinidad.

En otras palabras, si no se ha ajustado el pH del riego y se ha usado un agua que antes de añadirle abono ya tiene un EC mayor de 0,8 mS/cm², tras meses de regar las plantas, día tras día, con un agua que tiene demasiadas sales disueltas, se habrán ido acumulando en el sustrato elevando su pH y su salinidad. Esto no le gusta nada a las raíces de las plantas, que se quedan bloqueadas y no pueden absorber los nutrientes con normalidad.

La consecuencia de la alta salinidad y el pH excesivo es que las plantas no comen, aunque las abonemos, y cuanto más abono añadimos, más empeoramos el problema. La mejor manera de hacerse una idea del pH y la EC que tiene la tierra de una maceta es regarla con agua destilada (o de un filtro de osmosis inversa) abundante, recoger el agua sobrante que drene por los agujeros de la maceta.

Midiendo el pH y la EC del agua de drenaje podemos intuir el estado de la tierra. Si el EC es cercano o superior a 4 mS/cm², la tierra contiene demasiadas sales y hay que lavarla para eliminarlas, si el pH es superior a 7 también es recomendable reducirlo con un riego abundante de agua con el pH ajustado a 5,5-6. Si el pH es inferior a 5,5, también hay que corregirlo pero en sentido contrario, usando para ello un riego abundante de agua con pH ajustando a 6-6,5. 

Mantén las plantas bien hidratadas

El cannabis no quiere pasar sed, pese a lo que dicen algunos mitos que circulan entre los cultivadores, la falta de agua no mejora la producción, ni la calidad de la marihuana. Las plantas necesitan el agua para vivir, si no la tienen, sufren. La absorción de nutrientes por las raíces y su transporte hasta los cogollos depende, en buena medida, de la circulación de fluidos desde las raíces a las hojas, algo que está íntimamente relacionado con la transpiración.

Las plantas evaporan líquidos desde los estomas de sus hojas, una especie de poros que pueden abrir o cerrar a voluntad. Cuando el agua se evapora refresca a la planta. Además, crea una presión negativa en los vasos por los que circula, que ayuda a elevar la savia bruta que viene de las raíces. Se parece al efecto de succión a través de una pajita.

Pues bien, si no hay agua, la planta cierra los estomas para no deshidratarse y, al hacerlo, deja de chupar por la pajita y los nutrientes no circulan y el desarrollo de los cogollos se detiene. Riega siempre que las plantas lo necesiten. Cuanto más caluroso sea el tiempo más importante es que las plantas dispongan de agua en abundancia para mantenerse frescas y vigorosas.

La regla es simple, a más calor, más agua. En esta época en que muchos cultivadores se van de vacaciones, es importante asegurarse de que las plantas siguen recibiendo el agua suficiente, bien instalando un sistema automático de riego, bien pidiéndole el favor a un amigo o familiar. 

Vigila las plagas de la Marihuana (orugas y arañas rojas sobre todo)

Ninguna plaga es buena en ningún momento, y menos al final de la floración. Sin embargo, hay dos criaturas que son, sin duda, los peores visitantes que nos podemos encontrar en las plantas a finales del verano: las arañas rojas y las orugas. Las primeras aparecen sobre todo en ambientes especialmente secos y calurosos como una terraza muy soleada o en plantas que reciben poco riego.

Las arañas se alimentan chupando la savia de las plantas y evaporando el agua que contiene para quedarse con los nutrientes, por eso se reproducen más rápido cuanto más seco es el ambiente. Le quitan la vitalidad a las plantas e impiden que los cogollos engorden. Evita que la humedad ambiental sea demasiado baja regando con frecuencia y mojando el suelo. El aceite esencial de canela es el mejor remedio ecológico que he encontrado para controlar la araña roja al final de floración, sin usar productos químicos tóxicos. Las orugas nacen de los huevos que las polillas van poniendo por las plantas y son muy voraces desde el primer día.

Se alimentan de los tejidos de la planta y se esconden en el interior de los cogollos, por donde van excavando túneles. El daño que causan no se limita a lo que se comen, sino que provoca la aparición de botritis y la consiguiente destrucción de los cogollos en pocos días. La mejor forma de combatirlas es, sin duda, fumigar Bacillus thuringiensis (BT) un microorganismo completamente inofensivo para las personas y los animales que, sin embargo, resulta letal para las orugas jóvenes que enferman y dejan de comer casi inmediatamente. El BT no es tan efectivo contra las orugas adultas, por lo que hay fumigar cada semana para asegurarse de que ninguna llegue a adulta. 

Las polémicas podas de hojas de la Maria

Las técnicas de defoliación, es decir, la poda de las hojas de las plantas, están ganando popularidad entre los cultivadores de interior. Son técnicas que se aplican especialmente con variedades de hojas muy grandes, como las índicas afganas o kush, plantas cuyas hojas pueden medir más de un palmo de circunferencia y que tienen tantas hojas que la luz no llega a las partes bajas de las plantas de interior.

En exterior el sol no está quieto, como pasa con las lámparas de interior, por lo que la iluminación va variando a lo largo del día y la luz llega bien a las distintas partes de las planta. Sin embargo, existen otras razones que pueden hacer aconsejable defoliar las plantas, al menos en parte, en la segunda mitad de la floración. A finales de verano, el clima cambia, la humedad aumenta, las tormentas de tarde son más frecuentes y, en general, se incrementa el riesgo de que aparezcan hongos en las plantas.

Los cogollos, cada día más gruesos, densos y pesados, son cada vez blanco más fácil para la botritis, el oídio, por su parte, aparece en rincones sombreados, poco ventilados, en ramas de la zona baja, pegadas a las paredes o a otras plantas. Si algo reduce el riesgo de aparición de hongos es el sol y la brisa. Con una defoliación meditada y cuidadosa de las hojas más grandes y que más sombra hacen, junto a algunas ramitas bajas y muy débiles que apenas producirán flores, se puede lograr un claro aumento de la circulación de aire entre las ramas y de la penetración de la luz hasta las zonas más bajas de la planta.

Combina la defoliación con pulverizaciones semanales de jabón potásico para dificultar la germinación de las esporas. No olvides el BT, pues las orugas son el principal factor responsable de la aparición de botritis. 

Coloca tutores para reforzar las plantas

Cuando las plantas florecen y los cogollos ganan peso las probabilidades de que se rompa una rama aumentan. La mejor forma de evitarlo es clavar tutores en el suelo para fijar las ramas principales de las plantas. Las tormentas de verano pueden causar graves destrozos en las plantas. Suelen ser lluvias fuertes a menudo acompañadas de viento. Al final de la floración los cogollos ya han engordado bastante y pesan mucho, si se le añade el peso del agua y el movimiento que provoca el viento, el desastre está cantado.

Las ramas se rompen o se desgajan del tallo central por el peso y el viento. A veces la planta entera se parte. Si la rotura es total, y la rama está separada completamente del resto de la planta ya no hay nada que hacer, esa rama se secará sin remedio. Cuando la rotura sólo es parcial y queda una parte de corteza uniendo la rama al tallo, se puede intentar recolocar la rama en su lugar y reforzar la rama por el punto de rotura con cinta americana y varios tutores que la mantengan en su lugar. Si la conexión con el tallo es suficiente, a veces la rama sobrevive y continúa madurando. 

Para de abonar dos semanas antes de cosechar

La calidad de los cogollos se lo merece, deja de fertilizar las plantas las últimas dos semanas y usarán los minerales que ya están en sus tejidos, lo que reducirá la cantidad de sales residuales en los cogollos secos y, por tanto, en el porro. Un porro menos mineralizado se fuma mucho mejor porque el humo no pica, no es irritante y no hace que quieras echar los pulmones por la boca a base de toses.

Algunos cultivadores creen que si dejas de abonar dos semanas se pierde peso y que la producción es un poco más baja. La realidad es que si no consigues que las plantas consuman los nutrientes acumulados, la calidad final de los cogollos es mucho peor.

Se puede añadir algún producto con enzimas al agua de riego para ayudar a disolver los minerales que puedan quedar en el sustrato. Se puede acelerar el proceso lavando la tierra con un riego muy abundante de agua sola que, al drenar por los agujeros de la maceta, arrastrará con ella parte de los nutrientes acumulados en la tierra y forzará a la planta a utilizar enseguida los de reserva, pues no quedarán nutrientes en la tierra.

José T. Gállego

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