Concentración de calidad
El desarrollo de los sistemas a base de bolsas con mallas para separar la resina en agua fría constituyó un hito en la producción de hachís. Hasta ese momento, a finales de la década de 1990, el precio de alcanzar niveles elevados de pureza siempre fue un rendimiento muy bajo debido a las limitaciones de las técnicas de separación en seco. Sin embargo, las claves para obtener un hachís al agua de alta calidad aún siguen sin estar completamente asimiladas.
El desarrollo de los sistemas a base de bolsas con mallas para separar la resina en agua fría constituyó un hito en la producción de hachís. Hasta ese momento, a finales de la década de 1990, el precio de alcanzar niveles elevados de pureza siempre fue un rendimiento muy bajo debido a las limitaciones de las técnicas de separación en seco. Sin embargo, las claves para obtener un hachís al agua de alta calidad aún siguen sin estar completamente asimiladas.
El desarrollo de los sistemas a base de bolsas con mallas para separar la resina en agua fría constituyó un hito en la producción de hachís. Hasta ese momento, a finales de la década de 1990, el precio de alcanzar niveles elevados de pureza siempre fue un rendimiento muy bajo debido a las limitaciones de las técnicas de separación en seco. Sin embargo, las claves para obtener un hachís al agua de alta calidad aún siguen sin estar completamente asimiladas.
Resina al agua de Sour Diesel completamente seca. |
El resultado de una segunda pasada tras absorber el exceso de humedad desde fuera de la bolsa de 25 micras con una bayeta absorbente. |
A pesar de haber sido desmenuzada con palillos, la textura de esta resina al agua una vez seca es similar a la de la resina rallada. |
Una de las características más notables del hachís de primera es que, al contener una cantidad mínima de contaminantes, se funde por completo. Independientemente del proceso de separación que se haya usado, el calor hace que el hachís de alta pureza pase a estado líquido y acabe dejando una cantidad mínima de residuos. En seco, lograr este nivel de calidad equivale a rendimientos inferiores al 1%, mientras que el método de separación en agua fría permite alcanzar una proporción de resina de fusión completa superior al 10%, cuando se procesa correctamente el material adecuado.
Las claves para obtener un concentrado al agua de alta calidad pueden dividirse en tres categorías, las cuales se corresponden con las tres fases del proceso productivo: preparación, separación y procesado posterior.
Lo que hay
La fase de preparación incluye todos los pasos previos a la separación de la resina en agua fría. Desde la genética de la materia vegetal empleada al cuidado que se ha puesto en la manipulación y selección postcosecha del material, pasando por todo lo referente al cultivo.
Las variedades con buena aptitud para la elaboración de concentrados marcan la diferencia en el resultado final. Si partimos de ahí, tendremos las mejores garantías de éxito. Un cultivo respetuoso y un punto óptimo de cosecha harán que se desarrolle al máximo el potencial genético, y los cuidados durante el secado y la manicura de las plantas darán como resultado una materia prima en condiciones ideales. La selección final del material, descartando los recortes sucios, poco saludables o sin resina, completará el control de calidad necesario para lograr un hachís de clase superior.
Al final, saldrá lo que pongamos en el agua. Si la genética de nuestra materia prima es poco apta para concentrados, ningún esfuerzo productivo podrá compensarlo, y el resultado lucirá menos de lo deseable, ya sea en términos de rendimiento o de calidad.
Apuntes en el agua
La fase de separación en agua fría es rápida. La primera pasada de la materia vegetal puede durar entre quince y treinta minutos en función del volumen de hierba y las intenciones que tengamos de cara a una segunda pasada. En cualquier caso, es aconsejable mantener la materia prima en el congelador hasta el momento de procesarla. Si hablamos de material congelado en fresco, esto puede resultar obvio, pero cuando se trata de hierba seca, también es buena idea pasarla al frigorífico hasta que vayamos a echarla al agua.
La agitación del material en el agua helada ha de ser firme y estable, pero suave. A menos que utilicemos una lavadora especialmente indicada para estos trabajos, la agitación debería hacerse a mano con utensilios adecuados, como cucharas o palas largas hechas de madera u otros materiales para uso alimentario. Los movimientos circulares y de remo harán el trabajo de separar las cabezas de los tricomas glandulares del resto de la materia vegetal; si la espuma empieza a acumularse, será señal de que estamos batiendo en exceso, y lo único que conseguiremos con ello es aumentar la cantidad de contaminantes que acaban en el hachís.
Para determinar el momento exacto de acabar cada pasada es usando una lupa. A los veinte
minutos de agitar, es buen momento para echar un vistazo a la materia vegetal: deberían
poder verse prácticamente todos los tallos de los tricomas glandulares sin las cabezas, y alguno
aislado con cabeza. Si es así, podemos dar por finalizada la tarea. En la segunda pasada, se separarán las cabezas que queden.
A día de hoy, siguen difundiéndose recomendaciones erróneas en lo que respecta al manejo de la resina, desde que está en el agua hasta su secado; cuestiones que inicialmente se creían acertadas pero que fueron superadas a medida que se perfeccionaba el método de separación en agua fría. Un ejemplo de ello son los largos periodos de espera antes de sacar la resina del agua. La resina no debe dejarse en el agua más que el tiempo estrictamente necesario para que se asiente la mezcla tras la agitación, lo cual sucede en pocos instantes, apenas un par de minutos. Cuanto más tiempo estén las glándulas en el agua, más compuestos esenciales de la resina se perderán. Otra práctica que aún sigue aconsejándose con frecuencia es la de exprimir la resina dentro de la bolsa al sacar ésta del agua. Nada más desacertado, ya que esto hará que se rompan las cabezas de los tricomas, esparciéndose su contenido, y que las partículas de agua queden atrapadas dentro de la masa de resina, impidiendo el secado posterior.
Terminación
Todos los pasos que demos desde que finalice la fase de agitación deben estar enfocados a preservar intactas las glándulas de resina, al tiempo que facilitamos su secado. Al sacar cada bolsa con la resina en el fondo de malla, conviene mantener el material agrupado, y absorber las humedad desde abajo, por fuera de la malla, con una bayeta absorbente. Esto se hace apoyando la malla en plano y con suavidad; el material absorbente hará su función ante nuestros ojos sin ningún tipo de esfuerzo, a modo de mecha. Luego, al sacar la resina, podemos ponerla sobre una malla de 25 micras apoyada en varias capas de papel toalla. De esta forma, seguirá absorbiéndose humedad.
Llegado el momento de empezar a desmenuzar la resina al agua, resulta indicado hacerlo sobre papel para hornear por sus cualidades antiadherentes. También pueden ponerse servilletas de papel bajo el papel de horno para dar mejor soporte. Al pasar la resina desmenuzada a una superficie de cartón o una malla tensada de 25 micras para continuar el secado, veremos que el papel de horno se ha humedecido, por lo que la resina llega a la superficie final de secado con menos agua todavía. Incluso así, es aconsejable desplazar la resina en un par de ocasiones; si usamos cartón, podremos comprobar cómo se ha empapado el sitio inicial. Durante las horas siguientes, seguiremos deshaciendo la resina con palillos finos, o utensilios similares. Hay quienes usan una tarjeta de plástico, y también quienes prefieren utilizar coladores o ralladores para desmenuzar la resina de una sola vez. En este último caso, la resina puede secarse directamente sobre papel de horno si las condiciones ambientales son adecuadas.
En un plazo de siete a diez días, la resina estará completamente seca, y podrá guardarse o ser prensada en piezas de hachís para su consumo. Si va a almacenarse, lo mejor es conservarla refrigerada o congelada dentro de envases herméticos y opacos.