Cannabis y Hollywood.
Hollywood presenta mitos como si fueran realidades y consigue que la gente los compre.
Hollywood presenta mitos como si fueran realidades y consigue que la gente los compre.
Hace algún tiempo, se llevó a cabo en el Reino Unido un sencillo proyecto de investigación para responder a una cuestión muy simple:.Preguntaron a un pequeño grupo de muestra (200 personas) de hombres y mujeres mayores que nunca habían consumido cannabis, pero que proclamaban tener "amplio conocimiento sobre el tema", de dónde procedían sus conocimientos y cuáles eran sus fuentes de información.
Las opiniones de estas 200 personas sobre el cannabis eran casi totalmente negativas: sus consumidores se vuelven vagos, estúpidos, capaces de cometer crímenes, y (la favorita de todos), lleva a sus usuarios, casi en progresión geométrica, a usar drogas cada vez más duras, que acaban por destruirles la vida.
Las fuentes de esas ideas algo pasadas de moda, desfasadas y generalmente rebatidas eran la televisión, los periódicos -amarillos o serios- y, por supuesto, la evidencia de "sus propios ojos".
No obstante, lo sorprendente era que todas estas fuentes básicamente habían reforzado lo que ellos habían "aprendido" años antes -y en ciertos casos muchos años antes- en la oscuridad de las salas de cine.
Es evidente que el cine era una influencia muy poderosa en los viejos tiempos; este no sería el caso de la juventud del siglo XXI, muy bien informada en temas de drogas, pero los entrevistados hablaban de los años 40 y 50, mucho tiempo antes de que las televisiones estuvieran en todos los hogares del Reino Unido, y en una época en que el cine era la opción de entretenimiento más universalmente popular. El cine, junto con los periódicos, conformaban la visión del mundo de una gran parte de la población.
Las películas concretas que el grupo mencionaba como sus primeras educadoras en materia de drogas son casi todas americanas, porque en el Reino Unido el código era que estaba prohibido hacer ninguna referencia directa al uso de drogas. Y además, por aquellos tiempos (40 y 50), el "problema" de la droga en el país era tan pequeño como intrascendente. El cannabis era utilizado casi exclusivamente por músicos, artistas y tipos similares de la fauna "bohemia" (los interesados apuntan al excelente libro de Marek Kohn, "Dope girls" como un estudio global de esta época de la historia social del Reino Unido).
En América la situación era muy diferente, al principio los propios cineastas producían las películas en respuesta a las draconianas (y racistas) leyes antidroga de los años 30. Básicamente, los cineastas vieron una ventana de oportunidad donde exhibir películas de factura barata, llenas de emociones ridículas, fantasías y mentiras/desinformación. De esta forma falseaban y malinterpretaban historias que también estaban basadas en poco más que fantasía y mentiras/desinformación (yo recomendaría a los curiosos el libro de Jack Herer "El emperador está desnudo" -"The Emperor Wears No Clothes"- para más información sobre este vergonzoso periodo de la historia social americana).
En este artículo voy a analizar algunas de esas películas de "alarma sobre las drogas" y parte de los mitos y estereotipos inventados, construidos y luego presentados como hechos reales. Y lo peor es que esto no se hacía por consideraciones artísticas ni nada parecido. Su propósito era brutalmente simple: ganar todo el dinero posible. Tened en cuenta que es muy dudoso que los responsables de esas películas las consideraran importantes, ya que en cuanto a calidad desde luego no lo son. Donde reside su importancia es en cómo la grosera propaganda antidroga que se desarrolló en ellas no sólo prevaleció, sino que cobró vida propia y se deslizó insidiosamente en el territorio de la "creencia aceptada", especialmente tal como la entendían nuestros legisladores. El hecho de que nadie involucrado en el guión o la factura de estas primeras películas tuviera la menor noción sobre nada referido al cannabis, cómo funciona, sus efectos, nada, no tenía importancia alguna. No permitas que la realidad se interponga en el camino de una película pésima.
Aunque parece que hubo unas pocas películas muy antiguas sobre drogas (por ejemplo, un "marihuana western" datado en 1924, llamado High on The Range), la primera película específicamente sobre "terror de las drogas" fue Marijuana: The Weed with Roots in Hell, de 1936, el mismo año en que entraron en vigor las leyes anticannabis. Dirigida por un oportunista llamado Dwain Esper, esta es probablemente la película que más consumadamente explota el tema del cannabis, con la intención intentar ganar todo el dinero posible en un periodo de tiempo que seguramente el director suponía limitado, por ejemplo, hasta que el público se olvidara de las nuevas leyes o se aburriera del tema de la droga como protagonista.
Gran parte de los mitos y de la desinformación sobre el cannabis generalmente aceptados por los ignorantes como "hechos" se originaron aquí, es altamente probable que la película forjara los patrones del estereotipo estúpido, vago, homicida, promiscuo, criminal y adicto a la heroína una semana después de fumarse su primer porro. Como película es una basura miserable, no del tipo "tan mala que casi es buena". Todo en ella es una auténtica mierda. Sin embargo, ganó una gran cantidad de dinero, lo que significó (como ocurre ahora) que se hicieron un montón de productos similares, destinados a aprovechar el discutible éxito del original.
Casi al mismo tiempo que el film de Esper apareció Reefer Madness, dirigida por otro oportunista llamado Louis Gasnier. La proximidad de las fechas de estreno de ambas no deja claro si el film de Gasnier fue su propia respuesta a las nuevas leyes o si se trató de un plagio de la película de Esper. Sea lo que sea, los elementos básicos -fumar droga lleva a una vida de crimen, drogas duras, muerte, etc.- son los mismos, por lo que el modelo de lo que ocurre cuando uno consume cannabis comienza a grabarse más o menos a fuego en la conciencia del público. Que los elementos originales no se basen más que en un racismo sin sentido es irrelevante. Repetirlos con suficiente frecuencia los acaba convirtiendo en algo "que todo el mundo sabe", y de ahí hay un paso muy pequeño a ser un hecho establecido. La repetición a través del medio social más popular de la época propició que las falsas ideas y la desinformación se extendieran como un virus.
Assassin of Youth (1937), es más de lo mismo; una buena chica se ve envuelta en un "círculo de marihuana", casi inmediatamente se vuelve mala. La dirigió y co-escribió el guión un tal Elmer Clifton, del que no se puede comentar gran cosa. Como los otros dos parece haber sido un oportunista a corto plazo, con buen ojo para el dinero rápido.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las drogas dejaron de ser objetivo cinematográfico porque, como es lógico, había temas mucho más urgentes de los que ocuparse. Sin embargo, los cineastas decidieron rascar un poco más en 1949, con Wild Weed. Sobre ella no hay mucho que decir; se trata de una vuelta a las películas alarmistas de preguerra en términos de contenido temático. Reproduce exactamente la vieja fórmula: 1 porro + la compañía equivocada = promiscuidad, locura, suicidio.
En caso de que alguien tuviera alguna duda sobre el contenido y tono general del film, éste utilizaba la frase promocional: "Ella es una buena chica hasta que se fuma un porro".
Por otra parte, lo más notable de esta peli es que una de las protagonistas era Lila Leeds, quien causó un importante escándalo en su época cuando fue detenida por posesión de cannabis, mientras estaba con el mucho más famoso Robert Mitchum. Como se ha documentado ahora, Mitchum era (entre otras cosas) fumeta por excelencia, y siguió siéndolo durante toda su vida. Por una de esas rarezas de Hollywood, Mitchum cumplió una leve pena, y después de su liberación fue más popular que nunca. Por el contrario Lila Leeds hizo solo otra película después de esta y luego desapareció, probablemente para pasar el resto de su vida trabajando en un supermercado.
Sin embargo, la vaca no se había ordeñado hasta la saciedad, y en los años 50 los emergentes e inseparablemente ligados fenómenos del rock and roll y los adolescentes se mezclaron con las películas de terror a las drogas, en un intento de sacar más dinero al asunto. A lo largo de toda la década, el cannabis y sus usuarios siguieron siendo retratados sobre todo como criminales ,en cierto número de películas como The Cool and the Crazy y High School Confidential, dirigidas directamente al público adolescente. Llegados a este punto levanto la mano y concedo que a pesar de todas sus inexactitudes y errores, las dos películas son bastante entretenidas (sí, lectores, de verdad me he sentado y he visto todas las pelis mencionadas en este artículo). No se puede decir lo mismo de los títulos que vienen a continuación, así que haceos un favor y evitad a toda costa verlas.
En los años sesenta los cineastas dejaron de centrar su atención en el cannabis para fijar el foco en otra droga aterradora: la LSD. Hay que mencionar que aunque el ácido, la mescalina o cualquier otra sustancia fueran los conductores principales de la acción, en muchas de esas películas, el cannabis aparecía siempre de alguna manera; a menudo, como droga de iniciación ( como la puerta que conducía a otras, teoría que entusiasmaba a las campañas antidroga, especialmente a las anticannabis).
En los años setenta supuestamente surgió un nuevo realismo social en el cine, pero resulta deprimente que incluso los defensores del uso de cannabis, como Cheech y Chong (benditos sean), que sabían de qué iba el asunto, no hicieran nada para explicar a los no usuarios cómo son en realidad los consumidores de cannabis, cómo se comportan, etc. No estoy ni mucho menos sugiriendo que Cheech y Chong tuvieran que llevar a cabo una "misión" al respecto. Sin embargo, mientras que los "fumetas" patosos, balbuceantes, torpes, siempre con munchies, etc..., pueden ser graciosos para los que "están en el ajo", el resto de la gente se lo toma al pie de la letra, como una lección objetiva de todo lo negativo del cannabis.
Incluso ahora, en el siglo XXI, imperan los mismos estereotipos, y la verdad es que los cineastas deberían saber algo más sobre el tema. Sin embargo, se maneja el mismo puñado de mitos, y recibimos más de lo mismo: "Un chico fundamentalmente bueno cae en el entorno y compañía equivocados, empieza a fumar cannabis, y en seguida su vida se descontrola, ya que se ve conducido a las drogas duras y el crimen" ( como ocurre en The Basketball Diaries, o Requiem for a Dream). Alternativamente, aparecen consumidores que son fumetas estúpidos, desechos incapaces de encontrar su propio culo en una habitación a oscuras (me viene a la cabeza Dude, Where's My Car).
Las nuevas generaciones de jóvenes cineastas se supone que están mucho mejor informados, pero al focalizar su atención en los mismos viejos resultados negativos -incluso aunque sea con propósitos dramáticos o de comedia-, hacen un flaco servicio a la mayoría de consumidores de cannabis, pues generalmente se los retrata de una manera totalmente alejada de la realidad. Lo que se reclama es menos estereotipos y menos realidad "fílmica", y más representación de la droga y sus usuarios como realmente son.
La otra tarde ví una peli llamada Adventureland, en la que los personajes aparecen fumados a veces. No era gran cosa y desde luego no era el argumento central de la historia. Se trataba de algo que los personajes hacían de vez en cuando, y nadie se volvía loco, nadie se sentía obligado a empezar con la heroína, y no asesinaban a nadie. En resumen, la experiencia que casi todo el mundo tiene con el cannabis.
La cuestión es...
Cualquiera que haya considerado o pensado alguna vez en la evolución del mundo del cannabis, o de los patrones de uso del cannabis durante los pasados treinta o cuarenta años, se dará cuenta de que, aunque existen en la realidad usuarios de cannabis como los retratados en estas películas alarmistas, tienden a ser la excepción, no la regla. El cannabis ha sido asimilado ampliamente por la cultura imperante, hasta el punto de que se consume en todos los niveles sociales. Ya no hay nada parecido al "típico" fumeta y ya no se le considera (como dirían los sociólogos) subcultural o desviado, así que vamos a dejar ya los estereotipos pasados de moda y a intentar describir un poco la realidad. ¿Vale
Incluso ahora, en el siglo XXI, imperan los mismos estereotipos, y la verdad es que los cineastas deberían saber algo más sobre el tema.
En los años setenta supuestamente surgió un nuevo realismo social en el cine, pero resulta deprimente que incluso los defensores del uso de cannabis, como Cheech y Chong (benditos sean), que sabían de qué iba el asunto, no hicieran nada para explicar a los no usuarios cómo son en realidad los consumidores de cannabis.
Dr. John Dee