Una expo de la hierba
La ExpoWeed en Chile celebró una gran fiesta cannábica, donde los fumetas y cultivetas estuvieron a la altura de las circunstancias. Una vez más la ExpoWeed deleitó. El cónclave cannábico se parece cada vez más a sí mismo.
La ExpoWeed en Chile celebró una gran fiesta cannábica, donde los fumetas y cultivetas estuvieron a la altura de las circunstancias. Una vez más la ExpoWeed deleitó. El cónclave cannábico se parece cada vez más a sí mismo.
La ExpoWeed en Chile celebró una gran fiesta cannábica, donde los fumetas y cultivetas estuvieron a la altura de las circunstancias. Una vez más la ExpoWeed deleitó. El cónclave cannábico se parece cada vez más a sí mismo.
La avenida Rondizzoni en Santiago de Chile era el acceso a la ExpoWeed. Cientos de guardias de seguridad hacían uno y otro control de seguridad, los controles eran más densos que en una cancha de fútbol. Uno te miraba la mochila, otro te tocaba la panza y la cintura como si te quisieran sacar a bailar, el otro te miraba que tuvieras la pulsera que decía que habías pagado tu entrada —por cierto de un precio apto para no todo el mundo— y por fin llegabas al acceso principal donde te entregaban una guía que los que hacemos Soft Secrets la vemos tan parecida a una que sacamos nosotros que bueno, mejor dejarla por esa. La Expo Weed en Santiago de Chile fue un poco más de lo mismo, con algunas variantes. Por un lado, aunque hubo menos stands, hubo la cantidad suficiente para que el fumeta tenga todo lo que precisa, su parafernalia, sus semillas, sustratos, iluminación, y todos los etcéteras que podemos imaginar. También estaba todo lo que la industria cannábica necesita para seguir creciendo, importadores, exportadores, activistas, hombres de negocio en zapatillas de hip hop, boletas de compra y venta. Hubo menos stands que en las ediciones pasadas porque los organizadores se pelearon con un par de empresas grandes y seguramente porque la industria se va consolidando. Los negocios y los lazos comerciales, ya afianzados, muchas veces ya no necesitan más que el mail y algún telefonazo. También me llamó mucho la atención como se repiten los oradores en las charlas que armaron, muchos de los que hablaron lo hicieron hasta dos veces en tres días. Faltó el maestro, Antonio Escohotado, eso fue una pena. Sus exigencias económicas fueron superiores a las que la organización podía enfrentar, así que don Antonio Escohotado, padre de la filosofía cannábica, se quedó en su casa y nosotros sin verlo. Tampoco vimos varias de las organizaciones sociales que concurrieron en las pasadas ediciones de la feria cannábica. Y eso obedece a una reconfiguración del movimiento social cannábico chileno que se explica en disputas diversas y en la consolidación de un poder centralizado. Hubo cosas que mejoraron sustancialmente en esta tercera edición de la expo cannábica, como la diversificación de la oferta gastronómica y las bandas que tocaron. Entre ellas destacamos a los grandes de Chile, Los Jaivas, que la verdad sonaron divino y le pusieron mucho corazón. Lo mismo que la Mala Rodríguez, la rapera ibérica que es una topadora de la rima, que es una brillante compositora que hizo saltar a todo el parque O’Higgins. Lo mejor de la Expo fue volver a ver y fumar con tantos cultivadores chilenos, que año a año se perfeccionan. Los mejor fue la gente, el público que no paraba de prender pitos, que no paraba de reirse de todo. Cada año la ExpoWeed es una buena forma de ver cómo está el cultivo en Chile, porque cada cual guarda lo mejor de lo suyo para decir: acá estamos, esto fumamos y nuestros cogollos van por acá y por allá porque los cultivamos así y asá. Y se nota en cada edición como viene creciendo este campo cannábico en Chile. Más allá de la calidad que mostraron todos los stands hubo puntos altos entre las presentaciones que se hicieron en la cúpula del parque O’Higgins. Una de las interesantes fue la de Fundación Daya y Paradise Seeds que mostraron el documental Medicina Verde: la revolución del cannabis medicinal en Chile. El trabajo, disponible gratuitamente en You Tube sirve para mostrar la lucha de Mamá Cultiva ese apéndice de Fundación Daya que ha empoderado miles de familias a lo largo de Chile para que se autoabastezcan del aceite de cannabis que, sobre todo, pacientes con cáncer y niños con epilepsias, necesitan para tener una mejor respuesta a sus enfermedades crónicas. Daya, como todos saben, estuvo a cargo del primer cultivo medicinal en Chile para elaborar aceite con el municipio de La Florida. En las presentaciones su presidenta, Ana María Gazmuri señaló que la finalidad no fue solo “llegar a 200 pacientes y hacer estudios clínicos. Sino que desplaza fronteras, transforma la realidad finalmente”. Gazmuri también se refirió a que el documental muestra cómo Fundación Daya ayudó a que las familias ejerzan el derecho que tienen a cultivar para beneficiarse y mejorar sus vidas. Por su parte, Luc Krol, dueño de Paradise Seeds, se refirió a la alegría que le ha dado participar de la primer plantación de cannabis medicinal en Chile con Fundación Daya. El banco de semillas trabaja desde 1998 y desde entonces no paran de recibir mails de personas con diversas dolencias interesadas en el potencial medico de las semillas. La Fundación Daya fue uno de ellos. Y Krol sabía que sus creaciones tenían el potencial. Con el proyecto de la plantación medicinal en Chile, las sospechas quedaron más que probadas. El film, dirigido y filamdo por el realizador Diego Estay, gira en torno a la historia de Emilia, una niñita que sufre de epilepsia y que vio mejorar sustancialmente su calidad de vida. Paulina Bobadilla, cara visible de Mamá Cultiva, subió al estrado para decir que la planta le había cambiado sus vidas. Lloraba pidiendo que “cientos de familias sean liberadas, luchamos por el autocultivo y también por los estudios”. “Estábamos presos en una cárcel de angustia y lo peor es ver sufrir a tus hijos, ahora cientos de familias están liberadas”, decía entre lagrimas. También estuvo Paul Stanford, que repitió su presencia del año pasado. Esta vez para hablar del cultivo de cannabis que hicieron en el desierto de Estados Unidos, del cual informaremos a la brevedad. También dio dos conferencias el psicólogo social y antropólogo catalán David Pérez Martínez Oró. El príncipe del faso, Marc Emery, recientemente liberado de la cárcel en Estados Unidos también dio sus diversos puntos de vista y conversó tendidamente con Soft Secrets. Serán todos materiales que iremos compartiendo a lo largo del año. Al salir, cuando la ExpoWeed anunciaba su finalización un ejército de niños con sus bolsitas de shopping mostraban su alegría por haber comprado tantas cuestiones como su bolsillo podía. Estaban radiantes, esperando la próxima. Como nosotros.
S
Soft Secrets