Historia de la marihuana en las farmacias europeas y españolas durante el siglo XIX
Recetarios y formulaciones de botica a base de marihuana, utilizados para tratar todo tipo de dolencias. Durante los siglos XIX y XX
Durante el siglo XIX, lejos de ser considerada una droga perjudicial de uso restringido a espacios marginales, el cannabis o cáñamo indico, se podía encontrar fácilmente en casi todas las boticas. Ya fuera en forma de jarabes, caramelos, tinturas, ungüentos, extractos oleosos, supositorios e incluso cigarrillos para combatir el asma o el insomnio. Sus preparados gozaban de gran popularidad en Estados Unidos, el continente europeo, India y Oriente Medio.
El uso de la planta de cannabis por sus propiedades medicinales se remonta casi hasta el origen del ser humano, y sus primeros acercamientos a la agricultura. Prácticamente todas las culturas eran conocedoras de sus bondades medicinales y narcóticas. Entre ellas su efecto analgésico, calmante, tonificante y afrodisíaco.
Breve historia del uso medicinal de la marihuana
Uno de los textos más antiguos en el cual se describen por primera vez las virtudes de nuestra planta favorita es la completísima enciclopedia herbal atribuida al emperador chino Shennong, en el año 2637 a. C. Se trata de uno de los padres de la medicina tradicional china, en cuya obra describe las propiedades medicinales y usos tradicionales de numerosas especies de plantas. A partir de este momento, el cannabis aparece en la mayoría de las farmacopeas y formularios de medicina, veterinaria y farmacia.
Plantas Medicinales es una extensa recopilación de las principales plantas con propiedades curativas utilizadas en todo el mundo, elaborada por el médico griego Dioscórides en el siglo I. En ella se refiere al cáñamo como “una planta muy útil a la vida humana para hacer de ella cuerdas fortísimas y de abominable olor... la simiente redonda, consumida en gran cantidad, consume la esperma” (capítulo 159, libro III).
Un hecho que también destaca el médico Galeno de Pérgamo en el año 129 d.C, diciendo que sus semillas “resuelven las ventosidades”, y que, si se comen en exceso, “arruinan la virtud genital”. Ya en el siglo VI (hacia el año 500-570 d.C.) se realizó el Constantinopolitanus, el libro de botánica, en donde se incluyó por primera vez, un dibujo de la planta de cannabis. Aecio de Amida, natural de Mesopotamia, redacta una enciclopedia médica de 16 tomos: el Tetrabiblión, en donde también nombra las virtudes del cannabis.
La primera ley escrita que se refiere al cannabis fue promulgada por el emperador Carlomagno en el año 800. En la obra “Capitulare”, obligaba a sus súbditos a cultivar cáñamo, y los campesinos podían pagar sus impuestos con semillas de cáñamo. A partir del siglo IX el cáñamo va adquiriendo cada vez más popularidad en las publicaciones médicas. En la obra Medicina Antigua se recomienda el cáñamo (canape) para el tratamiento de los dolores en los pezones, los enfriamientos y la inflamación. Siendo muy común su uso en emplastos y bálsamos.
El siglo dorado para la marihuana en las farmacopeas europeas
Desde mediados del siglo XVII y en adelante, volvió a ponerse de moda el consumo de cannabis en Europa, gracias, en parte, a las tropas napoleónicas que lo trajeron desde Egipto. En el año 1803, el doctor Virey publicó el primer estudio de laboratorio sobre el cannabis, en un intento de encontrar el principio activo de la marihuana. Sin embargo, este descubrimiento tardaría aún bastantes años en llegar. No siendo hasta 1964 la fecha en la que consiguió aislarse, por primera vez en laboratorio, el THC (tetrahidrocannabinol).
Los encargados de este hito de la historia del cannabis fueron los investigadores Raphael Mechoulam, Habib Edery y Yechiel Gaoni, en el Instituto Weizmann de Ciencias de Israel.
Su utilización para elaborar cada vez más recetas, contra las más insospechadas dolencias, adquiere más popularidad cuando el médico francés, Jacques Joseph Moreau (1804 – 1884) realizó una descripción detallada de los efectos de diferentes preparados a base de cannabis, entre los cuales se encontraba el dawanesc. En su obra, relata los síntomas comunes de la intoxicación por cannabis: Euforia, excitación intelectual con disociación de ideas, distorsión de la percepción del espacio y el tiempo.
Escritores, poetas y artistas pensaban que el extracto de marihuana mejoraba la creatividad
En el año 1835 fue fundado el Club de los Hashichines, por el pintor Boissard y Moreau de Tours, con el objetivo de realizar estudios sobre la posible utilidad del cannabis en el tratamiento de algunas enfermedades mentales. Algunos miembros ilustres de este club fueron Baudelaire, Dumas, Delacroix o Flaubert.
Rápidamente, el hachís comienza a convertirse en un producto de las élites, llegando a aparecer en 1881 en un artículo en la revista francesa Encephale, que afirma que, de todas las sustancias psíquicas, el hachís es la más inofensiva si se sabe usar. En Estados Unidos, su expansión también continúa creciendo, y en 1883 se abrieron legalmente salones para fumar hachís en Nueva York, Boston, Filadelfia, Chicago, San Luis o Nueva Orleans, entre otras.
Comienzos del siglo XX. La marihuana está presente en casi todas las farmacias
A mediados del siglo XIX y principios del XX, prácticamente todas las farmacias locales tenían su propia tintura de cannabis. Los médicos recetan las tinturas y preparados de cannabis a personas de todas las edades y para las más diversas afecciones: un par de gotas de tintura de marihuana mezcladas con agua caliente eran un buen remedio contra la histeria y los dolores postparto o menstruales.
El trabajo de prestigiosos médicos e investigadores, como el doctor Irlandés William Brooke O’Shaughnessy, contribuyeron a la difusión del uso médico del cáñamo en publicaciones y revistas científicas, así como en casi todos los libros de recetas de las farmacias occidentales. Rápidamente, comienza a comercializarse infinidad de preparados a base de cannabis, en forma de caramelos, supositorios e incluso cigarrillos de cannabis contra el asma.
En España, en las publicaciones médicas y científicas españolas de la época podemos encontrar algunos estudios sobre el cannabis traducidos. Ayudando al conocimiento en nuestro país del uso del cáñamo como remedio terapéutico. La popularidad que adquirieron los medicamentos elaborados con cannabis, era tal, que después de los opiáceos, el cannabis se convirtió en el ingrediente más utilizado en los medicamentos suministrados por las farmacias europeas y americanas.
Ejemplos de recetas de remedios elaborados con cannabis en las farmacias
En la literatura médica española, la marihuana y otras sustancias tan dispares como la cocaína, la morfina, el opio, el beleño o el estramonio formaban parte de los principales tratamientos contra las enfermedades cotidianas de aquellos años; sífilis, impotencia, neurastenia sexual, neurosis, gastralgia, pérdidas dentarias, etc. Un ejemplo es el completo Formulario enciclopédico de medicina, farmacia y veterinaria, redactado por Mariano Montaner de la Poza y por Mariano Pérez M. Minguez, entre los años 1848 y 1906.
Este ejemplar, contiene una extensa recopilación de recetas de botica, utilizadas para elaborar los medicamentos de forma prácticamente artesanal, en la trastienda de las farmacias. Aunque todavía no se habían identificado los alcaloides del cannabis, se diferenciaba entre compuestos diferentes, a los que denominaban: cannabina, cannabeno, cannabinol, hidruro de cannabeno, tanato de cannabina, cannabinina, cannabinona y un terpeno que se resinifica al contacto con el aire. También era conocido el hachís, al cual denominaban charas, y es descrito como una oleorresina, que tratada con éter, deja un residuo constituido por un polvo gris, que contiene un 3% de azoe.
La cannabina era considerado el alcaloide principal de la planta de cannabis, al cual se le atribuían la mayoría de efectos narcóticos y beneficiosos de la marihuana sobre la salud. Este alcaloide era extraído, en forma cristalina, al tratar el extracto del cannabis con ácido nítrico, dando resultado a una sustancia muy soluble en agua y alcohol, y algo menos en éter y cloroformo. La cannabina forma sales al combinarse con los ácidos, de las cuales, se utiliza el tanato de cannabina. De ella, se dice que tiene la propiedad de aumentar la excitabilidad refleja de los centros espinales, y da lugar a convulsiones.
Debido a los efectos hipnóticos y calmantes de la cannabina, se dice que tiene éxito al tratar la manía aguda, el insomnio, el asma, la anorexia, dispepsia, diarrea y cólera y la metrorragia El tanato de cannabina, de sabor muy amargo y fuertes propiedades astringentes, era recomendado como hipnótico, en dosis de 0.1 a 0-5 gramos. Se describe como un polvo amorfo, amarillo pardusco, insoluble en agua, poco soluble en alcohol y completamente soluble en soluciones alcalinas. La formulación y el modo de preparación del tanato de cannabina eran secretos celosamente guardados, por una conocida compañía farmacéutica alemana. Este manual de formulación era el libro de cabecera de muchas de las farmacias españolas de la época. En él se ofrecen multitud de preparaciones con cannabis que llaman la atención, no solo por sus aplicaciones, si no también por el resto de sus ingredientes.
Píldoras de cannabis contra la impotencia, píldoras afrodisíacas de cáñamo índico, supositorios de cannabis para tratar la dismenorrea, polvos contra la dispepsia de los cloróticos, pociones, jarabes, cocimientos, ungüentos, tinturas, cigarrillos de marihuana contra el asma. Y así, un sinfin de preparados para tratar hasta la más insospechada de las enfermedades. Veamos algunos ejemplos:
Píldoras de cannabis contra la impotencia (Bartholoso.)
- 5 g. de extracto de cáñamo
- 5 g. de extracto de nuez vómica
- 15 g. de extracto de cornezuelo
“Háganse 30 píldoras y tómese 1 por la mañana y 1 por la tarde”
Píldoras de cáñamo índico, coca y belladona (Perochaud)
- 10 g. de extracto de cáñamo índico
- 0-50 g. de polvo de coca
- 10 g. de polvo de belladona
- 0-01 g. de clorhidrato mórfico
- s. polvo de regaliz
“Háganse 10 píldoras, tomando 2 - 3 al día, para combatir el dolor en la hiperclorhidria gástrica”
Polvo contra la dispepsia de los cloróticos (Monín)
- 5 g. de acíbar
- 5 g. de haba del Calabar
- 3 g. de cuasina
- 3 g. de cáñamo índico
- 3 g. de lactato de hierro
“Háganse 10 sellos, tomar 1 antes de las comidas”
Píldoras afrodisíacas de cannabis
- 2 g. de extracto de cáñamo índico
- 60 g. de extracto acuoso de acíbar
“Háganse 100 píldoras, tomar 3 al día, en la impotencia sexual de la mujer”
Supositorios de cáñamo y belladona contra la dismenorrea (Farlou)
- 015 g, de extracto de cáñamo
- 015 g. de extracto de belladona
- 5 g. de manteca de cacao
“Háganse 5 supositorios. Uno cada noche, en los 5 días anteriores a la menstruación”
Poción de cannabina
- 25 g. de cannabina
- 90 g. de agua destilada
- 10 g. de jarabe
“Tomar a cucharadas. Contra la manía aguda, la anorexia, dispepsia, diarrea, cólera y metrorragia”.
Y llegó el fatídico 1937. Año de la prohibición internacional del cannabis.
A pesar de su popularidad, el uso en medicina de la planta de cannabis y el del cáñamo con fines industriales fue demonizado, gracias a una enorme campaña de desprestigio internacional, cuyo objetivo era sustituirlo por otras materias primas, cuya producción era dominada por las élites dominantes. De este modo, poco a poco, fue eliminado de todas las farmacopeas del país. En el año 1937, el cannabis fue prohibido en Estados Unidos y en casi todo el mundo, gracias a la presión ejercida por numerosos actores, como la industria del petróleo, el algodón, el tabaco o el alcohol.
Otra de las razones para su fracaso como medicamento fue que a principios del siglo XX todavía no se había logrado conseguir sintetizar químicamente los alcaloides responsables de sus propiedades, convirtiéndose en una sustancia difícil de dosificar. Además, como no es hidrosoluble, sus efectos en el cuerpo humano son más lentos que el resto de nuevas drogas sintéticas, como los barbitúricos o benzodiacepinas, que eran producidas masivamente en laboratorios, a muy bajo coste.
Desde entonces hasta la actualidad, el cannabis fue prácticamente olvidado y eliminado de todos los recetarios médicos, para finalmente volver a resurgir años más tarde, gracias al boom de la marihuana medicinal y el redescubrimiento de las propiedades del CBD y el resto de cannabinoides, con los que nos obsequia nuestra mágica y amada planta.