Variedades tradicionales del mundo: Colombia

Soft Secrets
04 Jan 2016

El Cannabis colombiano ha jugado un papel fundamental en la historia, desde las grandes exportaciones de marihuana a los Estados Unidos durante los años 60-70, hasta su legado que permanece en las variedades modernas a través de variedades omnipresentes como Haze o Skunk #1.


Colombia es el primer país que encontramos tras atravesar el Istmo de Panamá, que une Centroamérica con América del sur. Se encuentra atravesada por la línea del Ecuador, en pleno eje tropical. Es un país de vegetación exuberante y gran diversidad geográfica, ya que podemos encontrar en él desde cadenas montañosas cercanas a los 3000m de altitud (Bogotá o Cundinamarca) hasta extensas selvas tropicales y zonas casi desérticas. Contiene muchos terrenos aislados y microclimas en sus montañas que originarían nichos muy concretos y una gran diversidad de ecotipos diferentes de Cannabis, cada cual más exótico y particular.

 

Antecedentes históricos y la Bonanza Marimbera

Es comúnmente aceptado que el Cannabis llegó a la región de Colombia desde las vecinas islas caribeñas, en donde sabemos que se implantó gracias a los trabajadores hindúes que habían sido llevados para trabajar tras la abolición de la esclavitud en el s. XIX. Desde entonces la planta estuvo muy presente en Jamaica y se extendió fácilmente por todo el archipiélago de las Antillas.
Sin embargo, también se baraja la opción de que el país haya recibido importantes aportaciones genéticas de diferentes lugares como Brasil, que fue uno de los puntos clave en la introducción de la planta en el Nuevo Mundo. A partir del siglo XVIII ya se observaron a esclavos de origen africano fumando liamba (“tabaco angoleño” o maconha como se conoce localmente aún hoy en día) a lo largo de toda el área de Pernambuco en Brasil. Los esclavos también llegaron desde las colonias portuguesas, fundamentalmente Angola, para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. De Brasil habrían podido ascender hacia el norte del continente.

Igualmente existe documentación que recoge como el gobierno estadounidense financió en tierras colombianas un proyecto de investigación con la planta en 1930. Para ello se importaron semillas originarias de Borneo, que compartía el mismo clima y una latitud similar. Sin embargo, en 1937, con la ilegalización de la planta, estos proyectos se cancelaron, pero las plantas pueden haber permanecido, tras aclimatarse a su nuevo hogar.

Históricamente ha sido uno de los mayores y más reconocidos productores de Cannabis a nivel mundial; en la misma categoría que México, Tailandia o Sudáfrica, por ejemplo. En el pasado, el principal productor y exportador de cannabis a los Estados Unidos era México. Sin embargo, tras las presiones conjuntas de los gobiernos mexicano y estadounidense por terminar con el tráfico de marihuana y la exportación de su producto estrella al país vecino, la producción se resintió y esto favoreció a que Colombia cobrase protagonismo en el cultivo y exportación de cannabis de calidad hacia los Estados Unidos, atravesando durante unos pocos años una época dorada conocida como la Bonanza Marimbera.
Entre 1976 y 1985 tuvo lugar este fenómeno que impulsó la economía agraria de todo el país. Mientras que los colombianos se centraban en la producción, la mafia norteamericana se enfocaba más en el tráfico y la logística; controlando las rutas, comerciando al por mayor y manejando las redes de distribución a su país. Los norteamericanos colaboraron con los traficantes colombianos para impulsar en negocio y organizaban su transporte en aviones y barcos hacia los Estados Unidos. Esto proporcionó una gran riqueza por ambos lados y unos beneficios anuales que superaban los 2200 millones de dólares, muy por encima de los que reportaba la producción de café. Sentaría precedente para la consolidación de las mafias de la cocaína en el país, que todavía siguen en boga en la actualidad.

Durante la época dorada marimbera, millares de campesinos se ganaban la vida en los plantíos o vigilando la cosecha, tarea por la que recibían hasta 100 mil pesos. Esto llegó a provocar incluso una migración interna desde los Llanos Orientales. Cientos de americanos llegaban cargados de dinero demandando cantidades ingentes de mercancía y asegurando que comprarían toda la marimba disponible. Se dice que en 1979 la marihuana colombiana suponía el 90% del total consumido en los EEUU (frente al 40% actual). Sin embargo, con la nueva guerra contra las drogas en la que se estaban enfrascando los americanos, el comienzo de producción de marihuana en interior y las dificultades para transportar grandes cantidades y abastecer el mercado, poco a poco llegó el fin de los tiempos de la marimba colombiana.

Se dice que el fin fue causado por la alianza del presidente Turbay Ayala con el Departamento de Estado Norteamericano. A raíz de este pacto, la DEA pasó a operar en Colombia y los norteamericanos financiaron numerosas operaciones, redadas, hundieron barcos de traficantes e incluso organizaron fumigaciones de los plantíos con el pesticida conocido como Paraquat (un herbicida altamente tóxico que también sería empleado en las sierras mexicanas por el mismo motivo y con terribles consecuencias). Esto causó la desaparición de la red marimbera y solamente unos pocos, aquellos con más recursos, continuaron con el negocio y pudieron seguir progresando.

Es posible que, durante los años 70, con el boom marimbero y las grandes organizaciones de cultivo y distribución de marihuana (redes internacionales como la Brotherhood of Eternal Love), se hayan podido introducir cultivares externos en el país. Se dice que en 1977 llegaron semillas de Tailandia a las montañas del país, donde los indios Arahuaco cultivaban varias variedades rubias e híbridos de gran potencia (“Blue Sky Blonde”). También que campesinos de Afganistán y Pakistán fueron llevados a Colombia para mostrar los secretos del hachís e introducir nuevas plantas. En cualquier caso, el Cannabis apenas lleva un siglo en Colombia, donde como hemos visto se conoce popularmente como marimba o bareta.

Algunos historiadores sugieren que el uso psicoactivo del cannabis en Colombia data de los tiempos del Canal de Panamá, que separó ambos países en el primer tercio del siglo. Durante estas obras hubo un intercambio muy intenso entre todos los países caribeños y posiblemente también de diferentes mercancías, entre las que podríamos encontrar semillas. Las primeras notas de prensa recogen noticias acerca de las primeras plantaciones y el aumento del consumo de marihuana desde finales de los años 60.

 

Los cultivares colombianos

Las variedades locales colombianas son una buena representación de los cultivares tropicales de montaña, tienen una gran fama internacional. Especialmente codiciadas en Estados Unidos, más incluso que la sinsemilla mexicana de mayor calidad, alcanzando la calidad superior precios de hasta 70-85$/oz (1oz = 28g), solo superados por las mejores jamaicanas o tailandesas, posiblemente debido a su escasez y exotismo. También han servido de base fundamental a híbridos modernos que han marcado la historia de las variedades psicoactivas modernas, al igual que otros como los cultivares mexicanos o afganos.

Son plantas de crecimiento muy vigoroso y floraciones bien largas debido a la latitud y el fotoperiodo anual originario de Colombia, donde la variación de la longitud de los días es mínima (de 13 a 11h aproximadamente), por lo que las plantas no tienen que madurar antes del invierno y de que se acorten los días. Gracias a este hecho, son plantas que se pueden pasar la mitad del año floreciendo de forma interminable.

Las flores son airadas y finas en forma de espigas, bien adaptadas a un clima tan húmedo y lluvioso. En un clima así, las variedades más productivas o híbridos de flores más cerradas se deteriorarían completamente devoradas por la humedad y los hongos. Es lógico, pues los genes propios de las hashplants del Hindu Kush provienen de climas mucho más áridos y secos, donde no hay peligro de que se condense la humedad dentro de unas flores mucho más compactas.

Las colombianas tienen fama de ser muy estimulantes, aunque también de efecto pesado y un poco narcóticas en algunos casos. Sin embargo, muy posiblemente esto también se debe a las malas condiciones en las que se secaba, conservaba y exportaba la hierba, llegando con frecuencia a su destino bastante deteriorada. Es sabido que la mala conservación, la edad o el secado al sol producen la degradación del THC en CBN, un cannabinoide de efectos más narcóticos y sedantes que el THC.

Además del deterioro por la descuidada manipulación y transporte, muchas veces eran secadas al sol para acelerar el proceso y evitar que la cosecha se pudiese comprometer por las lluvias.

Las variedades se pueden dividir fundamentalmente en dos grupos: por una parte, las líneas de zonas costeras húmedas de la costa atlántica y cercanas a Panamá (lowland); por otro lado, las líneas de las zonas montañosas próximas a Santa Marta (highland). Sin embargo, en la actualidad las principales zonas de producción se han desplazado hacia el sur por las cordilleras y el Eje Cafetero. Antioquía, Bogotá, Tolima, Corinto, Cali o Cauca son lugares montañosos y bien conocidos, en los que todavía se pueden encontrar bastantes plantíos y algunos marimberos. Antiguamente las variedades de montaña como Colombian Gold eran generalmente conocidas por su efecto estimulante, mientras que las variedades de las regiones húmedas de menor altitud solían tener efectos más sedantes que estas.

En la actualidad casi todas las variedades colombianas están contaminadas e hibridadas con cultivares modernos, introducidos de forma similar a lo que sucede en México o Jamaica. Los narcos buscan la máxima productividad, no les interesa mantener variedades tradicionales tan tardías, sino explotar al máximo las cosechas para incrementar sus ganancias. Por tanto, cada vez es más complicado encontrar variedades tradicionales puras o intactas como la legendaria Punto Rojo, Mangobiche, Corinto, Dorada de Santa Marta, Manizales Black, Antioquía, Mona Amarilla, Wacky Weed, Rainbow Colombian, Colombian Red, etc...

En la actualidad predominan en los plantíos los híbridos modernos, conocidos como “cripi” o “cripa”. Por este motivo el afamado pedigrí colombiano se encuentra muy diluido en una gran mezcla de diferentes líneas, tanto locales como importadas. Algunos campesinos de la región siguen cultivando cannabis a pequeña escala para obtener unos pequeños ingresos extra respecto a la producción de café o banano. Normalmente estos campesinos tienen sus propias semillas, sin embargo, en el pasado eran los narcos los que proporcionaban las semillas, alquilaban los terrenos y gestionaban todo.

Todavía siguen predominando hacia el sur las líneas rojas o negras, variedades que toman colores morados, violáceos, púrpuras y granates durante la maduración. Estas contrastan con las líneas verdes, doradas o “rubias” como la antigua Santa Marta, también llamada Mona Amarilla, más comunes al norte del país. Este color dorado podría deberse a que antiguamente se secaban uno o dos días al sol antes de guardarlas debido a la altísima humedad, para evitar que la cosecha se pudiese comprometer.

 

La Punto Rojo

Esta es una de las líneas rojas americanas más conocidas en todo el mundo, es una variedad que también está extendida por Panama, Perú y otras regiones de América del Sur, en las que se cultivaba asiduamente cannabis de calidad. Los americanos las conocen como Colombian Red Hair, por los colores rojizos y anaranjados que adquieren los pistilos de las flores femeninas, al dejar de ser fértiles y marchitarse. Aunque debemos tener en cuenta que son denominaciones populares, poco rigurosas a la hora de clasificar líneas o ecotipos de una especie.

Es una variedad propia de montaña, posiblemente esté emparentada con la también afamada Panamá Red (panameña roja) y ambos países compartan líneas o vías de introducción de la planta, como hablábamos anteriormente. No obstante, el origen exacto de todas estas líneas rojas americanas todavía sigue siendo un misterio, así como si provenían originariamente de Brasil, el Caribe, México, etc. Resulta curioso observar que en África o la India no existe una gran variedad de líneas rojas o moradas, aunque se presume que este es el origen ancestral y evolutivo de la mayoría de cultivares de marihuana tropical. En México, sin embargo, si existe mucha bibliografía que habla de líneas moradas y púrpuras, aunque su origen no debiera ser muy diferente. En general todas estas son líneas de efectos muy eufóricos y estimulantes para la mente. Las mejores Punto Rojo tienen fama de ser un incluso un poco alucinógenas o lisérgicas; produciendo distorsiones visuales o auditivas, como muchas otras buenas líneas de cannabis tropical.

 

Santa Marta

La legendaria Santa Marta Colombian Gold y otras líneas rubias o amarillas son originarias de las montañas al norte del país, en la costa que se encuentra frente a Jamaica y otras islas caribeñas. Desde allí se exportaban a menudo a través del puerto hacia los Estados Unidos, donde eran muy apreciadas por su color tostado que elevaba su estatus a la categoría “oro”. Dice la leyenda que, ante la demanda de colombianas doradas en el mercado norteamericano, los granjeros practicaban cortes alrededor del tallo de las plantas cuando estaban a punto de ser cosechadas para favorecer a una muerte lenta de la planta que provocaba ese amarilleo clorótico en las hojas, esto originaría las cotizadas y doradas flores. Fue sin duda una de las primeras variedades de la vieja escuela en desaparecer tras la Bonanza Marimbera, en el presente apenas sobrevive a través de algunos híbridos que se han realizado con ella.

 

Mango Biche

La Mango biche es otra línea colombiana muy afamada, bautizada así por sus olores afrutados y ácidos que recuerdan al fruto de mango verde y a otras frutas tropicales o incluso melocotón. Mango “biche” es el nombre que le dan los locales al mango verde o poco maduro, que se consume habitualmente con sal y limón toda la región. Tiene un olor muy ácido y perfumado que también podemos encontrar en esta línea tan afamada en Colombia. Junto con la Punto Rojo es posiblemente una de las variedades más cultivadas en las montañas del país. Tiene una floración muy larga también, pero su aroma exquisito y su finura hacen que sea una de las más apreciadas.

 

Corinto

Estas líneas proceden de regiones más sureñas, en la región de Corinto y el Valle del Cauca, un municipio con bastante fama local por la marihuana que produce, conocida por sus colores morados y púrpuras. También son líneas predominantemente rojas, aunque no tan tardías como las Punto Rojo. Posiblemente porque se trata de una zona de gran producción donde ha tenido lugar cierta hibridación. Las líneas tradicionales están muy mezcladas y diluidas en una gran cantidad de variedades, cuyo origen es difícil de trazar con certeza.

 

El papel de las colombianas en los híbridos modernos

Los colores de todas estas colombianas rojas y negras recuerdan mucho a los fenotipos de esos mismos colores encontrados en las líneas tradicionales Haze. Como bien sabemos, la Haze fue un cultivar legendario creado a finales de los años 60 en California. Inicialmente, las primeras Haze de Santa Cruz (Haze tardía) fueron el resultado de hibridar tres líneas colombianas diferentes: una Punto Rojo, una Magenta y una dorada (Colombian Gold).

Las plantas resultantes tenían floraciones interminables, a veces se cosechaban cercanas al día de Año Nuevo. Eran plantas vigorosas de efectos muy psicoactivos, especialmente deseadas por los fumadores de esa época y circulaban a sus anchas por los primeros Harvest Festival de California. Aunque difícilmente era posible cosecharlas con éxito en esa región a menos que fuese con ayuda de un invernadero. Posteriormente se les sumarían genes de Tailandia o la India, para acabar así conformando uno de los híbridos más legendarios de la historia.

La Skunk #1 ha sido otro de estos híbridos fundamentales, uno de los primeros y únicos trabajos de fitomejoramiento a gran escala de Cannabis, llevado a cabo por David P. Watson, fundador de Sacred Seeds, Cultivator’s Choice y Hortapharm. Se basa en un híbrido inicial de afgana de Mazar-I-Shariff con colombiana dorada, al que posteriormente se le añadieron genes mexicanos de Acapulco para mejorar la relación cáliz/hoja de las flores y acortar los tiempos de maduración. Fue el primer proyecto serio de hibridación y mejora de Cannabis, que tenía como objetivo originar un cultivar con el aroma y la calidad de efecto de las viejas marihuanas importadas o las mejores Haze, a la vez que presentaba una maduración más temprana y buena producción que permitiese cosechar las plantas en California, antes de la llegada de las primeras heladas otoñales.

Las variedades colombianas generalmente no son muy comunes ni deseadas, debido a que la dificultad de su cultivo, su floración interminable y crecimiento desmesurado, suelen imponer bastante a los cultivadores, especialmente en interior. Sin embargo, tienen muchas ventajas: la gran facilidad con la que se pueden clonar, no es necesario darles crecimientos largos ni fotoperiodos superiores a 12h y son muy resistentes a la lluvia, o incluso el frío, debido a su rusticidad. Asimismo, proporcionan efectos muy estimulantes y experiencias pocas veces encontrados en las variedades comerciales más rápidas, para aquellos que gusten de las variedades más activas y de disfrutar del Cannabis sin la sensación de pesadez proporcionada por la sangre del Hindu Kush.

Estas plantas, como la mayoría de tropicales, muestran su mayor potencial y esplendor bajo en sol. Sin embargo, para los aventureros que quieran probarlas en interior, recomendamos el uso de macetas pequeñas de 1l o 2l como máximo y otros sistemas para controlar su tamaño y altura como el cropping o pinzado de tallos, poda de raíces, las mallas y el atado. Todos se han mostrado muy efectivos para restringir el desarrollo. Igualmente, para una correcta floración se recomienda un fotoperiodo de 11h de luz y 13h de oscuridad, normalmente poniendo los esquejes directamente a florecer para evitar crecimientos desmesurados. Con estas claves, estamos seguros de que podréis disfrutar de la experiencia y catar flores exóticas, sin necesidad de viajar a Colombia, ni demasiadas complicaciones.

Queremos agradecer a los diversos cultivadores colombianos y especialmente a Enrique, que han compartido sus experiencias personales en Colombia y con estas líneas tan queridas por ellos.
Nos despedimos hasta el próximo artículo con recomendaciones de algunas variedades, para aquellos que deseen probar una buena representación de los genes colombianos disponibles en la actualidad:
 

  • Haze: Una variedad tropical legendaria de floración interminable, pero efectos estimulantes que harán que la espera merezca la pena. Las mejores representaciones de variedades Haze actuales son la Original Haze de Tom Hill (originada en viejos stocks de Positronics y muy trabajada), la Original Haze de The Flying Dutchmen (procedente del propio David Watson/Cultivator’s Choice) y la Oldtimer’s Haze (desarrollada por Cannabiogen/ACE Seeds a partir de viejas Hazes americanas preservadas de forma abierta para mayor diversidad y potencial, es la más salvaje de las tres y todavía presenta fenotipos prácticamente negros, así como toda la gama de morados o azulados). Entre 16 y 20 semanas las primeras y hasta 24 semanas las últimas. También Nevil’s Haze, NL#5/Haze, Skunk/Haze o incluso Mango Haze serían una opción mucho más diluida.
  • Punto Rojo (Cannabiogen): Clásica colombiana de la región de Cauca, recogida, preservada y algo refinada por los mayores expertos en variedades americanas del país. Presenta gran potencial para aquellos curiosos de probar colombianas en estado puro o elaborar sus propias variedades. Floración larga y colores dignos de la realeza. De 16 a 24 semanas de floración.
  • Mangobiche (Cannabiogen): Otra colombiana tropical poco domada, con un peculiar aroma a mangos y frutas tropicales. Procede de la región de Cali en la zona centro del país, es una línea particular que llevaba generaciones siendo mantenida. Su efecto es también muy estimulante y activo, aunque agradable y balanceado. Es una línea bastante lenta, de 18 a 24 semanas de floración. Pero conserva la cálida de aromas y efectos, lo que le proporciona un gran potencial para ser explorada o usada para crear nuevos híbridos. Sólo para valientes y climas subtropicales.
  • Love Potion (Reeferman): Híbrido equilibrado de dorada de Santa Marta con la mítica G13, una hashplant que la ha domado en cierto modo. Ganador de Copa High Times 2004. Cosecha en 12 semanas y aromas cítricos.
  • Coljam (Underground Seeds): Para los amantes de las tropicales, colombiana dorada de 1972 cruzada con una jamaicana de la vieja escuela, ¡100% caribeña! Efecto animado con agradable final en este híbrido de un cultivador francés, con gran talento y experiencia con las tropicales. Floración a partir de 18 semanas.
  • Sugar Haze (Seedsman): Híbrido económico entre una Colombiana de Santa Marta con la Original Haze de Cultivator’s Choice. Buena combinación entre dos clásicos. Las líneas Haze funcionan muy bien en los cruces con otras variedades tropicales, aunque deberemos contar con 16-18 semanas como mínimo.
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