Swazilandia: esperando para guiar al mundo
¿Habéis oído hablar de Suazilandia? Este diminuto país, situado entre Sudáfrica y Mozambique, fue creado para la hierba del mismo modo que Messi nació para jugar al fútbol. Las fértiles mon-tañas y el clima subtropical han permitido que los suazis conquisten su fama de cultivadores de ganja de alta calidad, sin tener que esforzarse demasiado, si escuchan y comprenden lo que cuenta el doctor Ben Dlamini, podrían sacar al país entero de la pobreza volviendo a legalizar las cosechas de cannabis. Antes de que oigamos lo que tiene que contar el buen doctor, debemos viajar a las incontables comunidades de las montañas del norte de Suazilandia para conocer a los granjeros y empaparnos de las raíces cannábicas del país….
¿Habéis oído hablar de Suazilandia? Este diminuto país, situado entre Sudáfrica y Mozambique, fue creado para la hierba del mismo modo que Messi nació para jugar al fútbol. Las fértiles mon-tañas y el clima subtropical han permitido que los suazis conquisten su fama de cultivadores de ganja de alta calidad, sin tener que esforzarse demasiado, si escuchan y comprenden lo que cuenta el doctor Ben Dlamini, podrían sacar al país entero de la pobreza volviendo a legalizar las cosechas de cannabis. Antes de que oigamos lo que tiene que contar el buen doctor, debemos viajar a las incontables comunidades de las montañas del norte de Suazilandia para conocer a los granjeros y empaparnos de las raíces cannábicas del país….
¿Habéis oído hablar de Suazilandia? Este diminuto país, situado entre Sudáfrica y Mozambique, fue creado para la hierba del mismo modo que Messi nació para jugar al fútbol. Las fértiles mon-tañas y el clima subtropical han permitido que los suazis conquisten su fama de cultivadores de ganja de alta calidad, sin tener que esforzarse demasiado, si escuchan y comprenden lo que cuenta el doctor Ben Dlamini, podrían sacar al país entero de la pobreza volviendo a legalizar las cosechas de cannabis. Antes de que oigamos lo que tiene que contar el buen doctor, debemos viajar a las incontables comunidades de las montañas del norte de Suazilandia para conocer a los granjeros y empaparnos de las raíces cannábicas del país….
Estamos sentados en una roca, en la cima de una colina empinada y cubierta de bosques. El sol calienta, la brisa es fresca y las vistas majestuosas: el bosque se extiende por las laderas hasta un largo y serpenteante embalse. Más allá del agua se alzan otras montañas, ondulando en la distante Sudáfrica. El bosque es denso, natural y tan viejo como las montañas que descienden a nuestro alrededor. Esparcidos entre una gran variedad de árboles, arbustos y plantas se ven gi-gantescos cactus. Los colores de la vida se reproducen por doquier, repitiéndose cada poco en una especie de orden natural dentro de la abundancia. Los pájaros, solitarios, en parejas o ban-dadas, recorren el cielo, mientras que por debajo todo tipo de insectos se afanan en recolectar polen, construir nidos o procrear. Gaia en acción.
“El cannabis crece muy fácilmente en este país, ¡debemos agradecérselo al buen Dios! Esta increíble planta ayuda a los pobres de las montañas a vivir con dignidad y algo de comodidad. Pone comida en nuestras mesas, paga para que nuestros hijos puedan ir al colegio y nos da el dinero con el que pagar los lujos del transporte y los teléfonos móviles. La mayoría de los que tenemos tierras en la montaña cultivamos ganja, también cultivamos comida, pero necesitamos la ganja para conseguir dinero, y luego podemos usar el dinero para conseguir cualquier otra cosa que necesitemos para sobrevivir. También nos encanta fumar –nos da fuerza y poder e inspiración para nuestras mentes –¡mantiene nuestros espíritus libres y felices!”
“Aquí no hay grandes plantaciones como en Marruecos o India; las más grandes tendrán un millar de plantas. Los grandes granjeros tienen muchos cultivos en la zona, pero la mayoría de la ganja del país se produce en pequeñas plantaciones familiares. Todo el mundo en estas montañas obtiene su dinero de las cosechas de ganja, todo el mundo. La gente que no cultiva, consigue trabajo manicurando plantas, o trabajando como mecánicos o en tiendas, lugares donde la gente gasta el dinero obtenido con la ganja. No tenemos demasiados problemas con la policía pero, a veces, el gobierno recibe presiones de la policía internacional, tiene que enviar a nuestros policías a las montañas a quemar cosechas y arrestar gente, pero sólo lo hacen para que salga en los periódicos. Siempre sabemos cuándo va a venir la policía, pues sólo hay una carretera que puedan usar para llegar hasta aquí. Aunque a veces queman nuestras cosechas, nunca saben en tierra de quien están las plantas, nunca nos encuentran, ni nos pueden arrestar porque nos escondemos en el bosque hasta que se van.”
Otro cultivador, un extranjero afincado en Suazilandia, nos contó sus aventuras con la policía suazi:
“Los polis están bien, la primera vez que me pillaron con algo fue con cinco kilos, intentando cruzar la frontera, aquello se solucionó con una multa de 150 dólares. Un par de años más tarda tenía unas plantas junto con un cultivador local; alguien le contó a la policía que estaba cultivando, registraron mi casa y encontraron 2,5 kilos. El abogado me dijo que tendría que pagar una fuerte multa o ir a prisión porque era mi segundo delito pero, cuando llegó el juicio, el policía al cargo le dijo al juez que era mi primer delito y me puso otra multa de 150 dólares. Esto no es como Sudáfrica, no es tan fácil corromper a la policía, si descubren a un policía cogiendo un soborno sería una vergüenza para su familia y su comunidad, y tendría que mudarse lejos del lugar donde nació. Yo no le pagué al policía por decir lo que dijo, simplemente era un buen tipo y sabía que yo era un buen tipo, por lo que se aseguró de que se impartiera justicia, así son las cosas en este país”.
Desde el punto de vista del fumeta también hay buenas noticias, especialmente ahora mismo, gracias a la llegada de genéticas de calidad desde el extranjero:
“Hace años vinieron tres tipos de Europa, cultivaban una hierba increíble y producían fantásticas semillas, eran auténticos profesionales. Pocos años después de llegar y establecerse con sus semillas, unos cuantos cultivadores locales se pusieron celosos y les robaron; les quitaron todas las semillas y destruyeron su plantación, pero los ladrones fueron estúpidos. No sabían cómo cultivar bien por lo que las hierba que sacaron de las semillas robadas no fue tan buena y todas las semillas fueron cultivadas y se perdieron en una o dos temporadas. Como habían robado las se-millas tuvieron miedo de ir a pedirles a los europeos ayuda para cultivarlas. Más recientemente otros cultivadores llegaron desde Europa, trajeron montones de semillas buenas y están trabajando con los cultivadores locales de nuevo, intentado enseñarnos como cultivar adecuadamente y como producir buenas cosechas de semilla.”
Falta por ver cuánto conocimiento han absorbido los cultivadores suazis y durante cuánto tiempo serán capaces de mantener las genéticas de esta afortunada segunda oportunidad pero, en el momento en que lees estas líneas los secretos y ocultos campos de Suazilandia vuelven a brillar todo el año con los cristalinos tricomas de la genética global; Cheese, Blueberry, Blue Cheese, Lemon Skunk y White Widow son bastante populares, pero la diversidad es tan grande que cualquier consumidor sibarita del país es capaz de recitar la lista de variedades con las que están trabajando sus cultivadores favoritos. La famosa Suazi Gold parece haberse perdido en la historia, si es que alguna vez realmente existió. ¿Era una variedad concreta o sólo un mote malentendido que designaba la cosecha de cannabis de Suazilandia en su conjunto? ¿Suazi Gold o el oro de Suazilandia?
En cualquier caso, como turista es difícil evitar la planta; “Simplemente no fumes en público ni enseñes una bolsa delante de la cara de un poli y todo irá bien. Hay gente a la que los predicadores cristianos les han lavado tanto el cerebro que piensan que es ilegal ¡incluso hablar del cannabis! Si esas personas te ven fumando llamarán a la policía para que te pillen, convencidos de que te están haciendo un favor, esas son las personas peligrosas, los dinosaurios que necesitan ser educados.”
El cannabis no es sólo una planta que puede fumarse y usarse como droga:
“¡La he comido cada día de mi vida y nunca me he colocado!” afirma el doctor Ben Clamini, “mi abuelo la cultivaba y su abuelo la cultivaba, la comemos para mantener sano el cuerpo y la mente –mírame, soy un viejo pero todavía puedo moverme y bailar cuando escucho el ritmo, y mi mente es fuerte, a veces olvido cosas, pero eso le pasa a todo el mundo, por eso tenemos papel y lápiz”.
“Cuando los colonialistas opresores llegaron aquí crearon la Ley del opio y de las drogas que provocan hábito de 1922 y la Ley de farmacia de 1929 por la que nos criminalizaban por cultivar y usar cannabis. Querían proteger la industria colonial egipcia del algodón, pero ahora que Suazilandia, es independiente tenemos una constitución que tiene una buena ley anticompetencia. Ahora las leyes coloniales opresivas son inconstitucionales porque protegen la industria del algodón. Tenemos nuevas leyes en proyecto que están a la espera de ser debatidas en el parlamento pero, aunque el parlamento no las debata, llevaremos el caso al Tribunal Nacional para completar la formalidad de derogar esas leyes ilegales y sacarlas de nuestras vidas. Este camino es más rápido que esperar al parlamento, pero sería mucho mejor que se debatieran en el parlamento porque así tendríamos nuevas leyes para reemplazar las viejas”.
“No hay mucha oposición a lo que intentamos hacer en este país. Yo soy famoso aquí, todo el mundo sabe que soy el mayor activista que intenta legalizar el cannabis y la gente siempre me sonríe y se para a hablar conmigo en la calle. La mayoría de la gente es muy amable conmigo y sólo aquellos que no conocen los argumentos están en contra. Esta planta puede sacar a toda una nación de la pobreza: nos puede vestir, darnos combustible, medicina, alimento, trabajo e, incluso, podemos vivir en casas construidas con ella. Conozco a mucha gente a la que le gusta fumarla, a mi eso no me importa, nunca la he fumado, pero si la gente quiere fumar, déjalos fumar…”
“Estados Unidos lleva cien años aplastándonos, estafando al mundo con su falsa propaganda y asegurándose de que nuestras caras medicinas no nos hagan ningún bien. Nos convirtieron en criminales por usar esta planta tan importante, que además forma parte de nuestra cultura indígena, el abuelo de mi abuelo es lo que la convierte en indígena.”
Suazilandia es un país pequeño y con poco poder, ¿no le preocupa una reacción negativa de parte de sus más poderosos vecinos, o de Estados Unidos?
“El presidente de Colombia dijo que los países del mundo deben salir de este problema juntos, pero si esperamos a que todo el mundo esté listo para legalizar, nunca lo haremos. Hay países que deben liderar y, cuando empecemos, todo el mundo verá cómo esta planta puede saca al mundo entero de la pobreza y liberarnos de la opresión. Si Sudáfrica legaliza será muy bueno para nosotros, pero no estamos conectados con sus activistas y cualquier cosa que decidan no afectará a nuestra decisión. El mundo no puede esperar más –pronto habrá una abundancia de todo para todos y muchos de nuestros problemas serán resueltos cuando aprendamos a utilizar la planta correctamente. Me emociono cuando pienso en el futuro de este país, y en el de toda la gente del mundo.”
Sin embargo, la revolución del cannabis en Suazilandia aún no está cosechada y seca: “En 2009 Ruanda tenía leyes muy similares listas para que las votase el parlamento, pero las leyes nunca se presentaron, el hombre responsable de las leyes nunca llegó a presentarlas, por lo que creemos que Estados Unidos lo sobornó. Nuestras leyes llevan listas para presentarse al parlamento desde diciembre de 2012, han estado en el orden del día de los temas a tratar tres veces pero, cada una de esas veces, nuestro ministro de salud, el bueno de Benedict Xaba, no las ha presentado, por lo que empiezo a preocuparme de que no lo hayan comprado a él también.”
Con especial agradecimiento al eminente doctor Dlamini por su tiempo, pasión, intelecto o positividad, y a Simon por sus consejos.