Semillas: universos en miniatura

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15 Apr 2011

En este especial variedades, Dinafem nos manda algunas de sus fantásticas fotos de semillas, además de unas anotaciones sobre cómo las seleccionan y conservan.


Una semilla es por definición una forma de vida latente. Las semillas están preparadas naturalmente para entrar en un estado de latencia específico, sin ayuda de la mano del hombre, a la espera de que se den las condiciones climáticas adecuadas para su germinación.

Esta etapa natural en el mundo vegetal se llama dormancia, es el estado utilizado por los bancos de semillas para mantener lotes de semillas almacenados durante largo tiempo sin que se produzcan alteraciones en su ADN. Generando artificialmente unas determinadas condiciones de humedad y bajas temperaturas, las semillas permanecerán durmientes y en perfecto estado de conservación.

En el interior de la semilla se encuentra una sustancia muy nutritiva, la albúmina, que permite a la forma de vida vegetal latente dar los primeros pasos, partiendo sólo con lo que hay dentro de la semilla. Este material protege, además, el núcleo genético de la semilla, cuyo ADN contiene las características de la especie vegetal proyectada al futuro como posibilidad de desarrollo. Así que las semillas son longevas -cientos o miles de años- pero no eternas. Su ADN tiende a degradarse con el tiempo. Por este motivo, todo banco de semillas necesitará contemplar la replantación constante de sus variedades almacenadas en forma de semilla. Buena parte de los bancos de semillas contemporáneos están ligados a viveros, del que son un contrapunto esencial y complementario en el objetivo de la preservación y estudio científico del mundo vegetal.

Morfología

Las semillas, son como las flores, un universo: las plantas Sativa, tienden a ser más pequeñas, las plantas Indica, más grandes, y las autoflorecientes en origen, como garbanzos.

Los colores, moteados, y tamaños, son resultado del cruce de muchas diferentes líneas, que dieron origen a la variedad a la que pertenece un lote de semillas en particular. Como la mayoría son mezclas de diferentes razas, no hay un denominador común claro. Al observar las fotos de las variedades que vende Dinafem, se ve que algunas veces hay similitudes si pertenecen a la misma familia genética, aunque otras no coinciden en su aspecto siendo de un grupo común.

Frescura y envasado

Una semilla de cannabis fresca y en buenas condiciones se detecta a simple vista por tamaño, color y solidez de su estructura, de manera que podremos apretarla entre los dedos sin que se rompa. Tras recibir unas semillas cosechadas en buenas condiciones (bien maduras y separadas completamente de la planta), lo primero es limpiarlas de todo tipo de restos vegetales que aún quedan: cáscaras, semillas rotas, abiertas, pequeñas, inmaduras... Todo esto se separa de las semillas bien formadas, sanas y maduras.

Así, quedan listas para el envasado únicamente las semillas que ofrecen el aspecto buscado y que son, por tanto, adecuadas para la conservación. Para que esta limpieza sea eficaz y profunda, se pasan primero por una máquina que limpia los restos vegetales, luego se terminan de limpiar a mano y posteriormente se clasifican por tamaños, con la ayuda de una máquina clasificadora.

Conservación

Tras haber pasado el control de calidad, inmediatamente se envasan en contenedores de cristal, con gel de sílice en el interior y un termo-higrómetro con marcador de registros mínimos y máximos, para tener así constancia de la variación de temperatura y humedad que se produce dentro de los tarros. El gel de sílice mantiene el aire dentro del tarro completamente seco, al 30% de humedad relativa, aproximadamente. Los tarros se almacenan a su vez en un frigorífico especial diseñado para su uso en farmacia, tienen un extractor para mantener el aire seco y no arruinar así los envases de cartón de las medicinas. En esas condiciones ideales para la conservación de 6 º C y 30% de humedad, las semillas se mantienen perfectamente durante 2 años.

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