Las armas de destrucción masiva del cultivador

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07 Feb 2014

Quienes escribimos sobre cultivo de cannabis, siempre recomendamos el uso de pesticidas naturales y ecológicos; la mayoría de los cultivadores de cannabis abomina de los pesticidas de síntesis y niega rotundamente utilizarlos, sin embargo, los growshops y distribuidores de productos de cultivo los venden en grandes cantidades. ¿Quién y cómo los usa?


Quienes escribimos sobre cultivo de cannabis, siempre recomendamos el uso de pesticidas naturales y ecológicos; la mayoría de los cultivadores de cannabis abomina de los pesticidas de síntesis y niega rotundamente utilizarlos, sin embargo, los growshops y distribuidores de productos de cultivo los venden en grandes cantidades. ¿Quién y cómo los usa?

Quienes escribimos sobre cultivo de cannabis, siempre recomendamos el uso de pesticidas naturales y ecológicos; la mayoría de los cultivadores de cannabis abomina de los pesticidas de síntesis y niega rotundamente utilizarlos, sin embargo, los growshops y distribuidores de productos de cultivo los venden en grandes cantidades. ¿Quién y cómo los usa?

En realidad, los insecticidas de síntesis pueden ser muy útiles y su empleo razonablemente seguro siempre que se apliquen en el momento adecuado y siguiendo las necesarias medidas de seguridad. Es un secreto a voces que muchos cultivadores comerciales sin escrúpulos fumigan venenos muy tóxicos sobre las plantas, incluso algunos que sólo deberían usarse con plantas ornamentales. Está claro que no es una práctica que nadie vaya a poder controlar mientras el cultivo de cannabis siga realizándose en la clandestinidad. Sin embargo, una correcta comprensión de las características de los pesticidas sintéticos permite que los cultivadores responsables puedan beneficiarse de ellos en algunas ocasiones, sin poner en riesgo su salud.

Nadie quiere plagas en sus cogollos, pero tampoco venenos. ¿Quién controla lo que hacen los cultivadores comerciales?
En el mundo cannábico, como medida de seguridad, siempre se ha recomendado el empleo de pesticidas naturales como el aceite de neem o las piretrinas, por su baja toxicidad y por estar permitidos en agricultura ecológica, ya que no hay insecticidas de síntesis estudiados ni aprobados para su empleo en el cannabis. Salvo en unos pocos países del mundo, el cultivo de cannabis es completamente clandestino, lo que no favorece ni mucho menos, un control adecuado de los productos que se aplican.

Los pesticidas destinados a la agricultura se estudian para asegurarse de que no resulta peligroso comer alimentos que hayan sido fumigados con ellos, pero no se consideran los riesgos de fumar una planta en la que se hayan aplicado. Por tanto, desconocemos qué puede pasar al fumar cannabis fumigado con pesticidas de síntesis, ni que efectos secundarios pueden aparecer. En realidad, con los insecticidas naturales y ecológicos nos pasa lo mismo ,ya que tampoco se han realizado estudios sobre su seguridad cuando se fuman las plantas fumigadas, pero como son productos menos tóxicos y que se llevan usando mucho tiempo, asumimos que el riesgo es bajo.

¿A que llamamos pesticida? A cualquier producto que usamos para matar, repeler, prevenir o controlar  algún tipo de plaga. En función del tipo de plaga se pueden dividir los pesticidas en insecticidas, acaricidas, fungicidas y herbicidas, según estén destinados a controlar insectos, ácaros, hongos o malas hierbas respectivamente. Se denominan pesticidas naturales aquellos cuyo principio activo se extrae de alguna planta (como el neem o las piretrinas) y pesticidas sintéticos los que han sido creados artificialmente por el hombre. Además, los pesticidas se pueden clasificar como orgánicos e inorgánicos según tengan o no carbono en su composición. En este caso, el término orgánico no tiene nada que ver con el ecologismo o el origen natural de un insecticida, sólo hace referencia a su composición química.  De hecho, la gran mayoría de los pesticidas de síntesis son orgánicos y no tiene nada de naturales.

El imidacloprid es el insecticida más utilizado actualmente.
Se conocen cerca de diez mil especies de insectos que se alimentan de cosechas, así como varios miles de especies de hongos, ácaros, nematodos, virus y bacterias que también afectan a la agricultura. Aunque tendemos a considerar a las plagas como invasores que ocupan nuestro territorio y se comen nuestra comida, la realidad es justo la contraria. Los humanos no llevamos ni medio millón de años sobre un planeta en que los insectos viven desde hace más de 250 millones de años. Nosotros somos los recién llegados y ellos son prácticamente indestructibles, de hecho han sobrevivido sin pestañear a las grandes extinciones que acabaron con los dinosaurios y otras muchas especies. Algo parecido sucede con los hongos y los ácaros, son muy resistentes y resulta muy complicado acabar con ellos.  La mayoría de las plagas tienen la capacidad de ir desarrollando resistencia a los nuevos pesticidas, que poco a poco van perdiendo eficacia, obligando a los laboratorios a desarrollar nuevos compuestos permanentemente.

El insecticida ideal

El agricultor que se enfrenta a una plaga quiere acabar con ella del modo más sencillo y barato, sin dañar el cultivo ni el ecosistema y con una sola aplicación de pesticida. Por ello, el producto ideal será aquel que más se acerque a las siguientes características:

1. Específico: que sólo mate al organismo contra el que va dirigido, y no afecte al resto de las especies ni al ecosistema

2. Baja toxicidad para los humanos y el resto de la fauna. Normalmente la etiqueta indica la toxicidad para los organismos acuáticos y para los polinizadores como las abejas.

3. Barato y efectivo en pequeña cantidad.

4 Persistencia suficiente como para eliminar  la plaga pero que no se acumule en el terreno. 

5 Fácilmente degradable en productos inocuos y no bioacumulativo en la cadena trófica.

Ningún insecticida cumple totalmente todas estas características, pero leyendo atentamente la etiqueta podremos decidir cuál resulta más adecuado en cada situación.

Nunca fumigues venenos sobre los cogollos si no quieres fumarte los restos que puedan quedar en ellos.
Pesticidas y toxicidad

A lo largo de la historia, la mayoría de los pesticidas se empiezan a comercializar afirmando su seguridad indudable, para acabar prohibiéndo o restringiendo su uso años o décadas después, cuando se demuestra su indudable toxicidad. Sucedió con los compuestos de plomo, mercurio y arsénico y con los organoclorados como el DDT. Se ha prohibido el uso residencial de muchos organofosfatos, aunque aún se siguen usando en agricultura, y se sospecha que algunos neonicotinoides pueden afectar al desarrollo cerebral del feto incluso en dosis bajas. Ha sucedido con docenas de pesticidas, parecían seguros y han acabado prohibidos, así que más vale no fiarse demasiado de las afirmaciones de los laboratorios cuando dicen que un nuevo pesticida es completamente inofensivo.

Una plaga de pulgón puede controlarse fácilmente con un insecticida de contacto.
Pese a ello no conviene olvidar que antes de la aparición de los pesticidas de síntesis, los problemas y los daños que sufrían las personas y las cosechas a causa de las plagas eran mucho más graves y mortales que los que ocasionan los pesticidas hoy en día. Millones morían por enfermedades trasmitidas por insectos o pasaban hambre después de que una plaga arrasara las cosechas. No cabe duda de que muchos pesticidas son venenos y que se deberían establecer los mecanismos necesarios para que su seguridad fuera realmente comprobada antes de su comercialización, pero si de repente dejáramos de usar todos los pesticidas sospechosos de ser tóxicos, las consecuencias resultarían tremendamente más graves que los daños ocasionados por ellos.

Lo que cuenta la etiqueta de un pesticida

Los insecticidas organofosforados como el clorpirifos, se encuentran entre los más tóxicos para peces y abejas.
Las etiquetas de los pesticidas deben, por ley, ofrecer una gran cantidad de información de vital importancia para el cultivador: composición, tipo de pesticida, modo de acción, modo de empleo, indicaciones autorizadas, dosis y plazo de seguridad, momento de aplicación, incompatibilidades, precauciones de empleo, recomendaciones en caso de accidente o como eliminar los envases vacios

-  Composición: indica el nombre y la concentración del principio activo. El nombre comercial del insecticida es secundario, lo importante es saber qué producto químico contiene y en qué porcentaje ya que es lo que nos permite compararlo con otros insecticidas. Muchos insecticidas destinados a agricultores profesionales tienen una concentración mayor de principio activo que los productos destinados al uso doméstico.

- Tipo de pesticida: nos dirá si es un insecticida, acaricida, fungicida, herbicida, etc. 

- Modo de acción: es uno de los datos más importantes e indica de que manera actúa sobre la plaga, que puede ser por contacto, ingestión, sistémico, por respiración...

- Por contacto. La muerte del insecto sucede tras entrar en contacto directo con el pesticida, que generalmente se aplica en pulverización. Por lo general y para obtener buenos resultados hay que pulverizar las plantas concienzudamente, asegurándose de mojar también la cara inferior de las hojas.

Es mucho más seguro usar insecticidas naturales de baja toxicidad, especialmente durante la floración del cannabis.
- Por ingestión. Las plagas mueren al morder las plantas e ingerir el pesticida previamente aplicado sobre ellas. 

- Por respiración. El pesticida mata cuando la plaga lo absorbe por medio de la respiración.

- Los pesticidas sistémicos son un tipo concreto de pesticidas por ingestión. La planta los absorbe a través de las raíces o las hojas (según se rieguen o se pulvericen) y los distribuye por todos sus tejidos. Su principal ventaja reside en que no requieren una pulverización tan concienzuda por que la planta se ocupa de llevarlo hasta los rincones más escondidos. Son muy efectivos, pero como penetran en el interior de la planta suelen tardar más en desaparecer de ella. Muchos cultivadores prefieren evitarlos totalmente durante la floración.

- Cebo alimenticio. Son un tipo distinto de pesticida por ingestión ya que no se pulverizan sobre las plantas. Son gránulos o bolitas que se esparcen sobre la tierra, cuando los insectos se los comen se envenenan y se mueren.

- Modo de empleo: indica si se aplica en pulverización, disuelto en el agua de riego, espolvoreado sobre la tierra, etc. También explica si conviene pulverizarlo al atardecer para que tenga tiempo de actuar antes que la luz solar lo descomponga, si hay que evitar su empleo cuando las temperaturas son demasiado elevadas o cualquier otra peculiaridad que deba tenerse en cuenta. Los fabricantes no suelen tener interés en complicar la aplicación del producto sin necesidad; las recomendaciones de uso suelen ser muy reales y necesarias para que el pesticida haga el efecto esperado. 

Por culpa de la prohibición no hay pesticidas aprobados para usar con el cannabis.
- Indicaciones autorizadas: se refiere a si se puede emplear en plantas destinadas al consumo humano y en qué cosechas concretas. Hay que evitar cualquier insecticida que esté indicado sólo para plantas ornamentales, ya que su toxicidad y permanencia son mucho mayores. Lógicamente, debido a la prohibición, no hay ningún insecticida autorizado para el cultivo de cannabis. Los cultivadores suelen fijarse en que estén permitidos para hortalizas y frutales, o para tabaco, pero la verdad es que es una extrapolación ciertamente arriesgada, pues cada especie tiene características propias y el cannabis no es una excepción.

- Dosis: hay varias maneras de indicar la dosis a utilizar para cada tipo de cosecha, pero las dos más comunes son en mililitros por litro de agua o en porcentaje. Es muy importante calcular con sumo cuidado cuanto producto debemos añadir en la botella pulverizadora para no meter la pata.  

- Plazo de seguridad: es uno de los datos más importantes de toda la etiqueta. ¿Cuánto tiempo debe pasar entre la aplicación del producto y la recolección de la cosecha para que no queden restos tóxicos en las plantas? Algunos cultivadores piensan que pueden contar como plazo de seguridad el tiempo que pasa la planta secándose antes de ser consumida pero es un error. Los restos de pesticidas no se degradan del mismo modo una vez que se corta la planta. El plazo de seguridad debe cumplirse mientras la plantas está viva. En cultivos de interior, donde las inclemencias del tiempo no llegan y no brilla el sol, la degradación de muchos principios activos puede ser más lenta que en exterior. Como todos los plazos de seguridad de los pesticidas están estudiados en cultivos al aire libre, es una buena idea dar unos cuantos días de más en interior para asegurarse.

El uso de insecticidas de síntesis durante la fase de crecimiento y respetando los plazos de seguridad es bastante seguro.
- Momento de aplicación: hay pesticidas que se aplican a las semillas o las plántulas jóvenes, otros que conviene fumigarlos preventivamente o en cuanto aparecen los primeros síntomas de plaga, otros que no se pueden usar una vez empieza la floración. Fuera del momento de aplicación recomendado, la efectividad del pesticida puede no ser tan buena y podían aparecen efectos secundarios como fitotoxicidad o caída de las flores.

- Incompatibilidades: un aspecto importante de un pesticida es si se puede mezclar con otros para aplicarlos conjuntamente. La mayoría de los pesticidas de síntesis modernos suelen ser compatibles entre sí pero hay casos en que los efectos se anulan o pueden provocar fitotoxicidad en las plantas.

- Precauciones de empleo: si es tóxico, irritante, corrosivo o nocivo por inhalación, ingestión o contacto con la piel. Normas de empleo, como no fumar ni comer o usar guantes y mascarilla durante la aplicación.

- Recomendaciones en caso de accidente o intoxicación. ¿Qué hay que hacer si se nos derrama un bote encima, o nos salpica una gota en el ojo? En algunos casos es fundamental acudir al médico inmediatamente mientras que en otros basta con lavarse bien con agua y jabón.

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