La voz de la planta

Soft Secrets
06 Mar 2017
La prohibición del cannabis agoniza a nivel mundial, no llegará a cumplir los cien años. Pronto quedará en el pasado y estaremos orgullosos de haber luchado contra esta caza de brujas moderna. Los cultivadores de cannabis caminamos en una larga marcha por nuestros derechos. Son los derechos de las personas y de los españoles, que tienen una trayectoria aún más veterana. Ya en el siglo XVI los intelectuales de la escuela de Salamanca fueron los primeros en defender los derechos de los indígenas, además de acabar con los conceptos medievales de gremios, castas y esclavitudes, para sustituirlos por el derecho a la libertad, la igualdad, la vida, la dignidad, la propiedad o la libertad de pensamiento. Nuestros mayores se alzaron ante el ejército napoleónico, el más poderoso de la época, encima tuvieron tiempo de aprobar la Constitución de Cádiz, el 19 de marzo de 1812, donde acabaron con el Antiguo Régimen y proclamaron la igualdad de los ciudadanos ante la ley, los derechos individuales, la libertad y la propiedad, además de ser pioneros en reconocer la igualdad de la mujer. Ya hace más de 205 años, la Constitución de Cádiz garantizó que ningún español puede ser detenido, ni preso, ni condenado, ni sancionado, ni separado de su domicilio, ni allanada su casa, por acciones u omisiones que no constituyan un delito. En 1978, hace casi 40 años, la Constitución Española nos garantizó la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo como valores superiores del ordenamiento jurídico, donde el poder legislativo, ejecutivo y judicial estarán separados y sometidos a estos derechos constitucionales, donde el estado tomará medidas para que sean reales y efectivas la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en los que se integra. Hoy podemos decir que el Estado incumple estas sagradas obligaciones con los ciudadanos que usamos cannabis. Hoy sabemos que el Estado olvidó con nosotros sus promesas constitucionales. 40 años después la policía entra en nuestras propiedades, arrancan nuestras plantas y nos llevan detenidos con nuestras parejas, sin haber cometido delito alguno. 40 años después, los fiscales, a las órdenes del gobierno, nos presionan para que aceptemos penas menores de dos años con tal de no ir a juicio. 40 años después nos paran por la calle, nos cachean en público como si lleváramos algún arma y nos multan con 1.000 euros por tener un trocito de la planta en el bolsillo. 40 años después, los drogotest que nos aplican dan continuos falsos positivos. En pleno siglo XXI, cientos de años después, 40 años después, a los cultivadores se nos aplican las abolidas leyes medievales del todo vale. El Estado nos dice que, al nacer, firmamos un contrato social con unas obligaciones, pero también unos derechos. La mayoría de los usuarios de cannabis cumplimos esas obligaciones, tenemos vidas estables y normales, formamos familias, pagamos IVA, IRPF y Seguridad Social. Ahora queremos el salario que el Estado nos prometió en ese contrato. Ahora exigimos los derechos que hace cientos de años nos fueron legados, los derechos que nos quieren dar la mayoría de los españoles. Ahora sabemos que ya estamos cerca de nuestra herencia de libertad, igualdad y justicia. Os contaré algo, quizás fuera por la generosa cantidad de THC que ingerí, pero cual Luther King cannábico, también puedo decir que he tenido una visión. La planta me habló y dijo: “los cultivadores, los enfermos, los perseguidos, los humildes, sois mis hijos más queridos. Vendrán problemas y desilusiones, pero nada temáis, porque os protegeré y os llevaré hacia la victoria. Solo el miedo os puede hacer fracasar. Si tenéis fe, si lucháis cada día por mí, nada os detendrá, pues estaré con vosotros y yo soy más poderosa que todos los gobernantes de la tierra”. Ahora, a pesar de las dificultades que tengamos en el momento, aún guardo esa visión y la convicción de que se hará realidad. Hace años, cuando empezamos nuestro camino, nadie hubiera apostado a que llegáramos a este momento, pero aquí estamos y las señales se extienden por toda la tierra. ¿Qué más prueba necesitamos de que la planta nos protege? ¡Hoy tengo una visión! Veo a la planta crecer libre en montes y valles, en pueblos y ciudades, en selvas y llanuras, en climas fríos y climas cálidos. Veo a la planta crecer junto a las vides y las tomateras, en invernaderos y huertos, en terrazas y balcones. Veo a la planta ayudar a los enfermos y a los sanos. Veo a la planta llenar de vida tierras ahora abandonadas. Veo a la planta salvar la maltrecha economía de nuestro país, generar turismo y recursos, pan y alegría. ¡Hoy tengo una visión! Veo un país donde los políticos de todas ideologías se arrepentirán del fracaso de la prohibición y dejarán a la planta libre. Veo un país donde apagaremos el fuego de la Inquisición que nos persigue y encenderemos la pipa de la paz. Veo un país donde no habrá diferencias entre los que fuman tabaco y los que fuman marihuana. ¡Hoy tengo una visión! Veo un país donde nuestros hijos se sentarán a la mesa con los hijos de los que nos persiguieron y nos señalaron. Veo un país donde todos los enfermos que necesitan a la planta recibirán su ayuda. Veo un país donde se cumplirá el contrato constitucional, donde todos los ciudadanos seremos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nuestras preferencias farmacológicas o por lo que cultivemos en nuestro huerto. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que empezamos el movimiento cannábico. Con la ayuda de la planta pronto disfrutaremos de los derechos que nos pertenecen. Por eso en este 2017, te quiero animar especialmente a liberarte de tus miedos y dejarlos atrás, a ver el futuro de libertad hacia el que caminamos, a tener confianza, a vivir feliz, amar y sentirte amado. @H_Madera_
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