Indoor fácil y productivo:

Exitable
20 Aug 2014

Un cultivador experimentado necesita un descanso de tanto cuidar plantas pero no quiere quedarse sin cannabis. Así que decide montar un cultivo básico, haciendo las cosas sencillas y para que no den mucho trabajo. Con un sistema muy simple pero bien diseñado se puede cultivar cannabis de calidad, dedicándole al cuidado de las plantas sólo un par de horas a la semana.


Un cultivador experimentado necesita un descanso de tanto cuidar plantas pero no quiere quedarse sin cannabis. Así que decide montar un cultivo básico, haciendo las cosas sencillas y para que no den mucho trabajo. Con un sistema muy simple pero bien diseñado se puede cultivar cannabis de calidad, dedicándole al cuidado de las plantas sólo un par de horas a la semana.

Tras años de dedicación intensiva al cultivo de interior, probando todo tipo de sistemas de alta productividad, el cultivador que protagoniza este artículo estaba harto de tener que pasar cerca de dos horas diarias al cuidado de las plantas. Hasta ahora, con menos responsabilidades y más tiempo libre, el cultivador podía dedicar un largo rato diario a trasplantar, sacar esquejes, colocar tutores, fumigar, abonar, ajustar el pH y la EC de los depósitos de solución nutriente, manicurar cogollos, etc. Sin embargo, algunos cambios en su situación personal y un nuevo horario de trabajo le han obligado a replantearse el sistema, con el objetivo de reducir la carga de trabajo que supone el cultivo. 

El planteamiento

Hasta ahora solía escoger sistemas de alto rendimiento, basados en cultivar un amplio número de plantas de pequeño tamaño que se riegan varias veces al día con solución nutriente en un sistema cerrado de recirculación. Sus resultados eran buenos y la producción muy elevada, pero el sistema requería una dedicación que ya no podía asumir. 

Las plantas de cannabis tardan aproximadamente lo mismo en florecer independientemente de su tamaño. Por eso, en general, los sistemas intensivos se centran en florecer las plantas lo antes posible, con el objetivo de realizar el mayor número de cosechas anuales. Compensan su pequeño tamaño aumentando el número de plantas para lograr llenar el espacio en menos tiempo. Proporcionalmente a su tamaño, las plantas pequeñas son más productivas, pero también dan más trabajo, ya que hay que sacar muchos más esquejes, enraizarlos, trasplantarlos, etc. Además, el pequeño tamaño de las macetas supone que los riegos deben ser muy frecuentes, ya que la tierra se seca con rapidez. Por otro lado, con tan poco sustrato por planta, el sistema de raíces es mucho más vulnerable a los cambios en el pH, la electroconductividad o la temperatura.

Tras estudiar el espacio y el sistema antiguo, analizando qué factores se podían alterar para facilitar el trabajo y simplificar las labores, el cultivador acabó logrando un cuarto de cultivo que requiere un número relativamente bajo de plantas (seis por cada lámpara de 600w, frente a las 12-15 que empleaba en el sistema antiguo) y que es capaz de producir más de tres kilos de cogollos por cosecha dedicándole muy poco tiempo. 

Las claves que han permitido reducir la carga de trabajo del sistema han sido básicamente dos: emplear un menor número de plantas y aplicar la solución nutriente “a pérdida”, esto es, sin recirculación. Además se ha aumentado considerablemente el volumen de tierra de las macetas y el tamaño final de las plantas.

Disposición de los elementos

 Seis lámparas de 600 vatios, colocadas es dos hileras, iluminan seis bandejas de 100x110 centímetros, elevadas a unos 60 centímetros de altura. En cada bandeja, seis macetas de 18 litros albergan una planta cada una. La genética es un cruce Afghan x Skunk que el cultivador conserva en forma de madre desde hace años. Es una planta muy productiva, con un intenso aroma muy característico y una floración rápida que permite cosecharla tras ocho semanas de floración.  Es una variedad bastante fuerte, vigorosa y resistente, capaz de aprovechar altos niveles de nutrientes y convertirlos en gruesos y pesados cogollos cargados de resina.

Un depósito plástico de doscientos litros alberga la solución nutriente que llega hasta las plantas, gracias a un sistema de riego por goteo impulsado por una bomba de agua. En el depósito, un burbujeador de acuario en marcha permanentemente mantiene la solución nutriente oxigenada y bien mezclada. Cada maceta cuenta con dos goteros para lograr una buena distribución del riego, como medida de seguridad, si uno de ellos se obtura la planta al menos recibe algo de riego por el otro gotero. En la primera cosecha con este sistema el cultivador se ha enfrentado un par de veces con plantas que tenían ambos goteros obturados, por lo que ha decidido que este aspecto del sistema es mejorable y que necesita incorporar un tercer gotero por planta o, al menos, cambiar el tipo de gotero por otro que se obture con menos facilidad.

La temperatura se mantiene estable gracias a un aire acondicionado portátil situado en la habitación contigua. Ambos cuartos permanecen conectados por dos agujeros perforados en la parte alta de la pared y que cuentan con extractores que fuerzan el intercambio de aire entre habitaciones. El sistema se configuró así para evitar que el aire acondicionado ocupase espacio en el cuarto de cultivo. La humedad ambiental se mantiene entre 50 y 60% gracias al doble efecto del acondicionador de aire, más el de un deshumidificador capaz de extraer hasta 16 litros diarios del ambiente.

Un controlador Shiva de CO2 conectado a un generador Hot Box de propano, mantiene el nivel de dióxido de carbono en 1.000 ppm durante las horas diurnas, estimulando el crecimiento de las plantas y permitiendo mantener la temperatura ambiente del cultivo en 27-28º C. El CO2 es un gas más pesado que el aire y tiende a caer a la parte inferior de la habitación. Para evitar que se acumule en el suelo, donde las plantas no lo pueden aprovechar, el cultivador ha instalado un ventilador en el suelo apuntando hacia el techo para crear una corriente de aire que mantenga el CO2 bien distribuido por la habitación.

Enraizamiento de esquejes y primer crecimiento

Los esquejes se cortaron de las madres y se colocaron en un esquejero burbujeador bajo cien vatios de luz fluorescentes. Un calentador de acuario mantenía el agua del esquejero a 26º C y dos burbujeadores la oxigenaban. En dos semanas, habían brotado raíces abundantes y los 36 esquejes más fuertes se trasplantaron a macetas de dos litros de capacidad llenas de sustrato Light Mix de la marca House & Garden, directamente tal y como sale del saco. Las  macetas recibieron un riego de agua con un estimulador de raíces y se situaron bajo 800 vatios de lámparas MH durante dos semanas. El cuarto donde realizaron esta primera fase de crecimiento se mantuvo con una temperatura de 21-22º C y una humedad relativa en el entorno del 60-70%.

En estas dos semanas se prestó especial atención para no regar las plantas en exceso, esperando a que estuvieran bastante secas antes de regarlas. De este modo se logra el desarrollo de un fuerte sistema radicular, sano y capaz de absorber gran cantidad de nutrientes.

Fase final de crecimiento

Tras dos semanas en macetas de dos litros, las plantas se trasplantaron a las macetas definitivas, de 18 litros de capacidad y rellenas del mismo sustrato Light Mix. De ahí pasaron al cuarto de cultivo donde terminarían el crecimiento y llevarían a cabo la floración. Seis lámparas HPS de 600 vatios iluminaban el cuarto y las seis plantas situadas bajo cada lámpara experimentaron grandes cambios en condiciones de tan alta luminosidad. En lugar de crecer en altura, las plantas ensancharon, brotando numerosas ramas laterales y una cantidad asombrosa de nuevos brotes.

El control del riego en esta fase resulta fundamental para obtener un buen sistema de raíces. Hay que evitar regar las macetas hasta que realmente les hace falta el agua. En crecimiento las plantas se riegan poco ya que por su pequeño tamaño (y la gran maceta) no necesitan mucho, de hecho, el cultivador debe recordarse a si mismo constantemente que es mejor limitar los riegos en esta fase para lograr que la planta multiplique su sistema de raíces y colonice completamente el nuevo sustrato. Cada depósito de solución nutriente de doscientos litros le dura entre siete y diez días, por lo que en estas semanas el cultivo prácticamente no le da ningún trabajo. Si se acerca a echarle un vistazo cada día, es más por quedarse tranquilo y comprobar que todo está bien, que porque las plantas lo necesiten.

Como medida de seguridad y pese a no haber detectado ninguna plaga, el cultivador decidió fumigar las plantas con una mezcla de aceite de neem, piretrinas y aceite horticultural. En la fase de crecimiento en la que se encuentran aún falta mucho para la cosecha, pero más vale asegurarse de que no hay ningún bicho escondido que pudiera dar lugar a una plaga cerca del momento de la cosecha, cuando ya no se podrían fumigar insecticidas sobre los cogollos.

Comienza la floración

Tras una semana de crecimiento en su emplazamiento definitivo las plantas tenían entre 50 y 60 centímetros de altura y casi la misma anchura, ya que al haber espacio libre alrededor de cada maceta las plantas se ensancharon mucho y brotaron numerosas ramas laterales. El cultivador decidió cambiar el fotoperiodo de 18/6 a 12/12 y desencadenar la floración.

Las plantas respondieron con rapidez, una de las ventajas de esta genética es que empieza a florecer enseguida. Una semana después de cambiar el fotoperiodo las plantas estaban llenas de nuevos brotes y habían empezado a estirarse.

El riego y el abono

Uno de los cambios más importantes que ha hecho el cultivador ha sido el enfoque de los riesgos. Antes siempre optaba por un riego abundante capaz de empapar todo el sustrato de la maceta, que drenara en abundancia para limpiar el exceso de sales que pudiera haber en la tierra. Al fin y al cabo, en los sistemas con recirculación el abono no se desperdicia por muy abundante que sea el riego, ya que acaba de vuelta en el depósito. Ahora, sin embargo, el cultivador ha optado por riesgos pequeños, especialmente teniendo en cuenta el tamaño de las macetas y de las plantas, cuyo fin es mantener las macetas lo suficientemente húmedas como para que puedan absorber toda el agua y los nutrientes necesarios pero sin  llegar a empaparlas, para que las raíces siempre tengan acceso a oxígeno abundante y evitar, en la medida de lo posible, el desperdicio de la solución nutriente.

Estas condiciones implican que hay que ajustar con precisión los nutrientes aportados con cada riego, para evitar que se vayan acumulando en el sustrato. En la práctica el cultivador decidió mantener un nivel de EC no demasiado elevado durante el ciclo de cultivo. 

La solución nutriente no se recircula, es decir, la que escurre de los agujeros de drenaje se tira y no vuelve al depósito. Este método tiene la gran ventaja de que el pH y la EC de la solución nutriente del depósito permanecen en los valores óptimos, a los que se ajustó cuando se preparó la mezcla, no hay que ir reajustándolos cada día como sucede en los sistemas recirculantes.

El cultivador no usó el mismo abono durante toda la cosecha, prácticamente cada depósito de solución nutriente fue preparado con fertilizantes de marca distinta, ya que decidió aprovechar toda una serie de botellas de fertilizante a medio usar que le sobraron de otras cosechas. 

 Una ventaja del sistema de riego a pérdida es que no resulta necesario emplear abonos aptos para la recirculación, por lo que pudo utilizar todo lo que tenía, abonos de hidroponía, NPKs básicos o abonos orgánicos. A lo largo del cultivo empleo productos de Hesi, Canna, Biobizz, General Hydroponics y Atami. Por lo general y en la medida de lo posible procuró no mezclarlos entre sí y preparar el depósito completo con abonos de la misma marca, pero no siempre fue posible.  Más que fijarse en la dosificación indicada por cada fabricante  el cultivador añadía fertilizante hasta obtener el nivel de electroconductividad deseado. Si se hubiera guiado sólo por las indicaciones del fabricante se habría encontrado con que algunas marcas recomiendan soluciones nutritivas mucho más concentradas que otras. 

Durante el periodo de crecimiento ajustó la solución nutriente a una EC de entre 1 y 1,2. En floración partió desde EC 1,4 en la primera semana y fue subiendo una décima cada semana hasta alcanzar EC 1,8 en la quinta semana de floración. La sexta semana redujo a EC 1,6. Durante la séptima y octava semanas las plantas recibieron agua sin abono, pero con un producto rico en enzimas con el objetivo de que consumieran los nutrientes que pudieran quedar en sus tejidos y en el sustrato. 

Floración avanzada

Si hasta la segunda semana de floración las plantas recibían cinco minutos diarios de riego, a partir de ese momento se introduce un nuevo riego diario, de modo que se riegan cinco minutos nada más apagarse las luces y otros diez minutos justo antes de que se enciendan, sumando un total de aproximadamente 1’3 litros diarios por planta. Los riegos están  controlados por un programador digital que permite  ajustar los tiempos de riego en periodos de pocos minutos. 

Los más habituales programadores mecánicos no permiten encendidos de menos de 15 minutos por lo que sirven para luces o ventiladores, pero no son adecuados para los sistemas de riego. Cada depósito de doscientos litros de solución nutritiva es suficiente para regar el cultivo durante cuatro días seguidos. Una de las grandes ventajas de este sistema es que todo el trabajo necesario se limita a preparar un depósito de abono cada cuatro días y a ir subiendo las lámparas conforme crecen las plantas, no más de dos horas de dedicación por semana. Es necesario insistir en que la clave del éxito con macetas bastante grandes, como las de 18 litros empleadas en este sistema, es lograr que desarrollen un sistema de raíces fuerte y sano para que se las plantas se mantengan saludables y florezcan rápidamente y sin problemas.

 Con tierra abundante y buenas raíces, las plantas resisten mucho pero si las raíces no están bien desarrolladas el tamaño de la maceta se convierte en un inconveniente en lugar de una ventaja ya que la tierra permanece húmeda mucho tiempo y las raíces carecen de suficiente oxigenación. 

El problema del soporte

El principal inconveniente al que se tuvo que enfrentar el cultivador en esta cosecha fue que, debido al gran tamaño alcanzado por las plantas, entre 120 y 140 centímetros, las ramas se doblaban por el peso de los cogollos, incapaces de aguantar su propio peso. Se lo había empezado a temer durante las primeras semanas de la floración, cuando observó lo rápidamente que se estiraban las plantas y cómo tenía que ir subiendo las lámparas casi a diario. Seguramente hubiera podido organizar un sistema para soportarlas en aquel momento, pero no lo hizo. Cuando los cogollos empezaron a ganar peso, especialmente a partir de la quinta  y sexta semanas de floración, las ramas se fueron inclinando hasta acabar apoyadas unas sobre otras, o sobre la pared, casi horizontales. 

En esa situación el cultivador podía optar por intentar atar las ramas una por una hasta devolverles una cierta verticalidad lo que supondría un arduo trabajo y un gran vapuleo para las plantas o bien dejarlas tal cual y procurar mantener la humedad baja y la ventilación alta para evitar la aparición de hongos, algo que resultaría terrible con las ramas apoyadas unas contra otras. Al final optó por dejarlas tal cual y le salió bien la jugada puesto que manteniendo la humedad en torno al cincuenta por ciento logro cosechar sin problemas. Obviamente las ramas tumbadas recibieron menos luz y se corrió un gran riesgo. En la siguiente cosecha el cultivador planea colocar varios tutores en cada maceta o bien instalar una malla horizontal  entre las macetas y la lámpara para que se sostengan los cogollos.

Lavado y final de floración

Cuando las plantas cumplieron seis semanas completas en floración aún tenían todos los estigmas de color blanco y aparentemente mucha floración por delante. Sin embargo, el cultivador conoce sus genéticas y por eso rellenó el depósito sólo con agua y algunas enzimas. A partir de este momento las plantas ya no recibieron más nutrientes. Las enzimas añadidas al agua ayudan a liberar nutrientes del sustrato y descomponer la materia orgánica.

El largo periodo de dos semanas sin abonos es uno de los trucos que utiliza este cultivador para obtener cogollos de alta potencia y sabor suave. En realidad, cuando la planta llega al final de la floración está tan dedicada a acabar de formar las flores que su sistema radicular permanece casi olvidado, salvo para absorber agua, apenas se usa. En estas últimas semanas las plantas prefieren aprovechar los nutrientes que tienen en reserva o, incluso, mover nutrientes desde las hojas viejas a las zonas de nuevo crecimiento, antes de emplear mucha más energía en absorber los minerales desde las raíces. Los riegos sin abono permiten que la planta elimine buena parte de los minerales acumulados en sus tejidos y que son perjudiciales para la calidad del humo. Las plantas que reciben un largo periodo de lavado adoptan un color más claro y amarillean sus hojas, especialmente las más grandes. 

Cosecha

El cultivador decidió cortar las primeras colas cuando las plantas llevaban 54 de floración y fue cosechando el resto a lo largo de varios días, empezando por las partes altas más maduras y dejando las zonas bajas inmaduras para el final. Este tipo de cosecha permite recoger todos los cogollos en su mejor momento. Los cogollos bajo se acaban de madurar con unos días de luz  más intensa, una vez que las ramas altas ya no les hacen sombra.

 

A la espera de la cosecha se acabe de secar y pueda evaluar su calidad y productividad, el cultivador por ahora está encantado con el nuevo sistema, especialmente después de muchos años de cultivo intensivo en el que tenía que prestar atención casi continua a las plantas. Este nuevo sistema le permite cultivar con mucho menos trabajo, apenas un par de horas a la semana, obviamente sin tener en cuenta la manicura y cosecha de los cogollos que puede llevarle no menos de veinte horas.

E
Exitable