Cultivo en la zona norte
Cultivar al aire libre en zonas con pocos días de sol, abundantes lluvias, frío y humedad nos lleva a tener en cuenta en mayor medida determinados factores que pueden hacer la cosecha más llevadera o convertirla en todo un fracaso.
En el Norte de la Península las precipitaciones son superiores a los 100 litros por m2 y los días de lluvia son más de 150 al año. Su distribución a lo largo del año es bastante regular, ya que son áreas que se encuentran bajo la continua acción de las borrascas del frente polar. Las lluvias caen de forma suave, lo que favorece su filtración en el suelo. Esto, junto a la abundante vegetación, evita la erosión del suelo por el golpear de las precipitaciones. Los vientos dominantes son de componente oeste. De entre ellos destacan los que soplan en dirección noroeste. Las temperaturas son suaves todo el año incluido el verano. A medida que ascendemos en altura las precipitaciones aumentan y las temperaturas disminuyen. El invierno llega pronto trayendo consigo heladas y días cada vez más cortos.
Los suelos están bastante evolucionados y son ricos en materia orgánica pero en la mayor parte de los casos son suelos ácidos debido a que las lluvias constantes lavan los estratos superficiales y arrastran las bases fértiles hacia los estratos inferiores. En todos los suelos ácidos el abonado es una exigencia imprescindible para su aprovechamiento agrícola. El paisaje tiene como formaciones vegetales características el bosque caducifolio, la landa y el prado. El bosque caducifolio está constituido por árboles altos de hoja grande que cae en otoño. En el sotobosque crecen helechos y musgos, en un ambiente sombrío creado por las copas de los árboles. La landa es una densa vegetación de matorral cuya altura puede ser baja o alcanzar los 4 metros. Las parcelas dedicadas al cultivo y a la ganadería son pequeñas y se encuentran alejadas entre sí. Teniendo un poco en cuenta este breve resumen acerca de las circunstancias climáticas y paisajísticas que confluyen en la zona Norte de España, podemos observar algunos pros y contras, tomando así decisiones prácticas a la hora de elegir nuestro camino hacia una maravillosa cosecha tanto en cantidad como en calidad.
Flora
La abundante y verde vegetación existente en estas zonas y los extensos bosques son una de las pocas ventajas de las que disfrutamos, ya que facilita que sea relativamente sencillo encontrar un jardín que se camufle a pocos metro de una carretera o de un sendero, hallándose también multitud de pequeñas extensiones de helechos entre altos árboles, además de ocultar también protegen de las corrientes de aire. Como contrapunto, el exceso de vegetación puede suponer a su vez un problema al albergar numerosos insectos y un extra de trabajo, al tener que controlarlo para evitar que invada el espacio dedicado a nuestro cultivo.
Clima
Las abundantes lluvias tienen como única ventaja que apenas es necesario ir a regar durante gran parte del crecimiento y la floración salvo en los meses de julio y agosto cuando las necesidades y cuidados son mayores en cuanto a agua. El frío y las duras tormentas, con fuertes granizadas a veces, pueden llegar al final de la primavera y estropear nuestras pequeñas plantas, si las hemos sacado fuera demasiado pronto o débiles. Es recomendable comenzar el cultivo entre abril y mayo, siendo en algunas ocasiones mejor esperar incluso a junio, o haberlas crecido previamente bajo lámparas en interior siendo adaptadas gradualmente al exterior. La lluvia será habitual durante toda la temporada de cultivo alternando con escasos días de sol. Las posibilidades de enmohecer son cada vez mayores a finales de septiembre y principios de octubre, cuando las lluvias son casi diarias y pueden aparecer las primeras heladas y nevadas, por lo que es importante elegir variedades de rápida floración y resistentes a los hongos. Las variedades que debido al temprano frío exhiben colores azulados o rojizos es fácil que muestren estas singularidades.
Terreno
El terreno es bastante accidentado, lo que dificulta aún más el acceso a jardines alejados. La tierra, aunque rica en nutrientes, es excesivamente ácida para el cultivo del cannabis. El pH ronda el 5-5,5. Podemos añadir caliza dolomita para elevarlo. La arcilla se hace presente a escasos 50 cm de profundidad, lo que dificulta el drenaje y la circulación de aire. Debemos añadir gran cantidad de compost y estiércol. Añadir materia orgánica aligera la tierra, mejora el drenaje y el movimiento del aire. La mejor opción es realizar un agujero, a poder ser 1 x 1 x 1, adquirir buena tierra con la composición adecuada en una tienda especializada y rellenar.
Fauna
Los seres humanos y los animales no son nunca una ventaja en un jardín. En cualquier caso, siempre es preferible que las aplaste o las coma un animal que las encuentre una persona. Si alguien encuentra tus plantas hay muchas posibilidades de que no vuelvas a saber de ellas o peor aún, que vuelvas a saber y sea la Guardia Civil la que te informe sobre su situación. Busca un lugar con orientación sur que sea inaccesible para los seres humanos, que no esté cerca del hogar ni del sendero de un animal. Un jabalí por ejemplo, sacará tus plantas de su agujero o las partirá sin darse cuenta a su paso. La ganadería puede suponer también un peligro. Ten cuidado no cultives en un lugar destinado al pasto de animales, no será la primera vez que se descubre un cultivo por culpa de un ganadero buscando una vaca extraviada. Al lado de uno de nuestros jardines habita un zorro, hasta la fecha no hemos tenido molestias; en otro sabemos que bastantes jabalíes y estos sí que nos han arrancado alguna que otra planta.