Una sesion de manicura nunca es igual a otra

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05 Sep 2014

Cada trabajo de manicura con una nueva planta es un reto diferente. No hay dos manicuras iguales como no hay dos plantas iguales. Aunque se trate de muestras de la misma variedad y cultivadas de la misma forma, pueden darse infinidad de diferencias tanto en el aspecto exterior de la planta como en la calidad intrínseca de la cosecha.


Todo sobre la manicura

Por Mamiko

Después de manicurar 72 gramos de cogollos de una misma planta ya seca y prácticamente curada, quedaba sin despalillar aún la punta de la rama principal repleta de hermosos cogollos. Durante todo el trabajo, a medida que se veían los resultados del material con diferentes tamaños, se pudo comprobar que la manicura de esta planta resulta sencilla aunque requiere paciencia y al mismo tiempo arte.

El primer paso consistió en despalillar el ápice de la planta desde la base, decidiendo hasta qué punto del tallo se retiraban los distintos racimos florales para definir el cogollo apical. A la vez que van cortándose los racimos con una mano, es conveniente sujetarlos con la otra para evitar que salgan despedidos y puedan estropearse. La planta la tomamos firme y delicadamente a la vez con el fin de mantener intacta la esencia del producto.

Hojas amarillas

Las hojas de color amarillo suelen ser hojas viejas, secas y quebradizas. Puede parecer que van a desprenderse con facilidad, pero hay casos en los que se encuentran tan unidas al tallo que no es aconsejable tirar de ellas. La misma resistencia que oponen al tirón, junto al hecho inconsciente de intentar aligerar el trabajo, pueden significar una fuerza suficiente para acabar con la estructura original de un cogollo perfecto. Sin embargo, las hojas amarillas más superficiales, sin resina –las que se ven en primer plano desde la base del cogollo–, caen sin oponer resistencia y muchas de ellas están prácticamente sueltas.

El segundo nivel de hojas amarillas empieza a poner a prueba la destreza con las tijeras debido a su ubicación dentro de una capa más interna del cogollo. Algunas de estas hojas tienen un tono más oscuro y solo sobresalen del cogollo las puntas de sus foliolos.

La finura de estas puntas nos da una idea del grosor de la hoja y su tamaño. Según nuestro criterio personal, tendremos que elegir si sacar la hoja desde el interior del racimo floral, obteniendo lo que se considera una hoja completa de manicura, o si recortar solamente las puntas sin resina y dejar el resto de la hoja como parte del cogollo. En la medida que atinemos irá mejorando el aspecto exterior del cogollo y la calidad del producto final.

Es un buen momento para detenerse y ver el trabajo realizado desde lejos, retirando por unos momentos la visión del detalle y tomando perspectiva del cogollo.

Orden y magnitud

La disposición de cada hoja en los cogollos va marcando el paso de la manicura a medida que avanza, desde fuera hacia dentro, de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Recortar las puntas secas de algunas hojas y cortar al mismo tiempo hojitas con resina hace que la recolección de la manicura se ponga pesada, sobre todo si intentamos separar las hojas que van a guardarse para su procesado posterior de las que no tienen resina.

Decidiremos si vale la pena conservar las hojas una por una, de lo contrario, se puede realizar un cribado de las hojas acumuladas al final de la sesión de manicura, de manera que puedan seleccionarse con más detenimiento. Hay que tener en cuenta que cualquier exceso de materia vegetal, además de afectar negativamente a la fumada del producto herbal, puede entorpecer o añadir contaminantes innecesarios durante el proceso de separación o extracción de la resina.

Los últimos retoques hacen desaparecer pequeñas imperfecciones pasadas por alto, como restos de hojas mal cortadas o bichitos pegados en pliegues escondidos. Los recortes sutiles aquí y allá redondean el acabado final. 

En cierta ocasión, la fabulosa manicuradora Honey Rider nos explicó que al final de cada sesión de manicura, mientras recoge la mesa de trabajo y va desconectando de la tarea, suele cerrar los ojos varias veces para hidratarlos y descansar la vista. “Entonces, como por arte de magia, empiezan a aparecer de la nada infinitas hojas de marihuana, que parpadean con reflejos de colores y van cayendo en la oscuridad como figuras geométricas iluminadas”. Con frecuencia, las hojas de manicura quedan tan vívidas en la retina que su imagen persiste después de terminar la sesión.

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