Siembra amor y cosecha marihuana: con Ana María Gazmuri

Soft Secrets
05 Jun 2015

La Fundación Daya consiguió en menos de cuatro meses que las autoridades chilenas aprobaran un cultivo medicinal en Santiago, el primero de América del Sur. Alma Mater de Daya, Ana María Gazmuri, se calzó la chaqueta para mostrarse una vez más en los noticiarios. Un año después que autorizaron el cultivo, cosecha logros: 10 litros de aceite para quienes sufren. La actriz y activista nos contó cómo surgió Daya que terminó en cosecha para empezar en siembra.


Entrevista a Ana María Gazmuri de Fundación Daya


La Fundación Daya consiguió en menos de cuatro meses que las autoridades chilenas aprobaran un cultivo medicinal en Santiago, el primero de América del Sur. Alma Mater de Daya, Ana María Gazmuri, se calzó la chaqueta para mostrarse una vez más en los noticiarios. Un año después que autorizaron el cultivo, cosecha logros: 10 litros de aceite para quienes sufren. La actriz y activista nos contó cómo surgió Daya que terminó en cosecha para empezar en siembra.

Ana María Gazmuri, nunca se preocupó por los flashes. Desde sus 21 años actuó en 23 series televisivas y también en cine. Es una cara reconocible para cualquier chileno. Pero Gazmuri puso toda esa fama que le era ajena –porque nunca la había buscado– al servicio de causas sociales y políticas que han sido distintas según el momento.

Es hija de un funcionario de la dictadura pinochetista, que apoyó el golpe de estado de 1973. Estuvo dos años sin hablarse con su padre. Ella tenía –y tiene¬– una mirada diametralmente opuesta. Fue cercana a dos de las familias de los tres profesores comunistas degollados en 1985 por los Carabineros. Sobre Puente Loreto, en el centro de Santiago, vio caer a pocos metros de si a un estudiante asesinado por la represión.

En 1988, con 22 años, no pudo contener eso que se llama fama. La serie Bellas y Audaces de la televisión estatal (TVN) –por entonces todavía controlada por Pinochet– la catapultó en todo Chile. Al año siguiente se votó un plebiscito por el que el dictador pretendía perpetrase en el poder cambiando la Constitución que había bombardeado. Gazmuri puso su cara para que el plebiscito no ganara y su país volviera a la democracia. Por supuesto que la despidieron. El despido tuvo el gusto de la bendición. “Me echaron. Para mi era claro el riesgo. No me interesa ser famosa. No lo busqué, me da lo mismo. Me ocurrió. Como no considero nada especial a la fama, si la puedo poner al servicio de algo que sí me importa, no lo pienso dos segundos”, comentó a Soft Secrets.
Ana María tuvo clara su “vocación de servicio” y su “mirada espiritual” desde joven.

Comunidad espiritual

Ese prestarse a los demás le llenó la casa de madres que sabían que tenía aceite de cannabis, y que además es mujer solidaria. El aceite había llegado a sus manos en España. Fue para hacer un retiro espiritual budista que incluyó terapias alternativas para algunas dolencias que la actriz cargaba. Tal vez la más grave fuera una complicación intestinal que desde siempre la tuvo a mal traer. El aceite de cannabis le quitó los problemas, por lo menos hasta ahora.

Antes de ir a España ya había prestado su semblante y sus palabras para ayudar a cultivadores detenidos, huelga decir que injustamente. También “habíamos visto el video de Charlotte Figi, y llegaron a casa una madre y su chiquita con epilepsia. Conversamos, yo tenía aceite, probamos y resultó. Ese fue el principio. Sin saber cómo mi casa se convirtió en una institución, había gente todo el día”, recuerda.

Aquel movimiento de padres y madres alrededor de su casa se empezó a gestar a principios de 2013 y al poco tiempo desembocó en lo que hoy conocemos como Fundación Daya. En el primer año y medio de funcionamiento asesoraron a 1200 personas, solamente con tres voluntarios, dos psicólogos y un licenciado en medicinas alternativas. Además, Gazmuri también atiende, cuando puede. Tiene una amplia formación, es terapeuta floral, reikista, logró  diplomados en Mind Fullness y en psicología budista y transpersonal.

Gazmuri no es una terapeuta clásica y Daya no es un hospital, es una comunidad espiritual. “Hemos acompañado todo tipo de consultas. Cuando hay un enfermo todo el entorno está afectado. Tengo mucho que agradecer, he sido testigo de tantas y tan diversas manifestaciones del amor. No he visto amor igual al de quienes cuidan a sus enfermos. Un padre a un hijo, un hijo a una madre. Creo en el amor como fuerza rectora del universo y ver eso, ahí donde se juega todo es fenomenal”, explica.

La Florida

Mientras la demanda de varias familias por el aceite de cannabis crecía, Gazmuri conoció al alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, de la UDI, un grupo de derecha. Ana María atendió a Carter como terapeuta floral. Ella le habló, dice que dos horas, del alivio que podía significar el cannabis. Carter no tenía ni idea del tema, pero estaba incipientemente interesado. Volvió a consulta y volvieron a hablar de cannabis. Gazmuri dice que ahora Carter es un “apasionado”, un “monotemático” con el cannabis, exagera risueñamente orgullosa. “Volvimos a hablar y me dijo que le interesaba el tema y por qué no hacer algo en conjunto. Vimos la oportunidad, una alianza público-privada. Nos venía bien a pesar que somos de tendencias políticamente distintas, pero cuando se trata de ayudar da lo mismo”, está convencida.

El impulso era fenomenal para Daya, no tenían presupuesto. Y lo poco que tenían lo volcaron a pagar la mitad de los costos necesarios para montar el cultivo en La Florida. Además, tener a una parte del Estado de tu lado siempre es mejor que no tenerla, sobre todo para estas cosas tan delicadas.

Ana María se calzó la chaqueta y fue a hablar con cuanto congresista, intendente, ministro y político pudo. La centro izquierda chilena en un principio pensó que aquel experimento de plantar cannabis en La Florida era puro populismo. “Hicimos un trabajo de hormiga que fue fundamental y eso ayudó a la credibilidad previa que teníamos”, explicó Ana María.


Todo empezó a caminar en mayo de 2013. Cuando hicieron el pedido al Servicio Agrícola Ganadero (SAG) chileno, los únicos que podrían autorizar el cultivo según la ley 20.000. El expediente no avanzaba al ritmo deseado. Hubo acusaciones cruzadas y públicas de Carter y las autoridades por las demoras. Como Carter vio que no había mucho interés ordenó la siembra simbólica de una semilla. Una decisión que hizo pública para presionar a las autoridades nacionales. El SAG autorizó la plantación en septiembre de 2014. Fundación Daya se mantuvo al margen de esta puja, intentando siempre la vía del diálogo con las autoridades. En octubre comenzaron con la siembra y el acondicionamiento del lugar.

En cuatro meses la Fundación Daya consiguió lo que nunca antes se había conseguido, además en tiempo récord. Una de las claves del éxito para Gazmuri fue la credibilidad que inspira su figura.

“Por primera vez, gente que no quería escuchar de este tema, prestó atención. No era el rasta, no estaba sonando Bob Marley. Me encanta Bob Marley, pero contribuye a la formación del estereotipo. Ahora, de cannabis hablaba la Gazmuri que también habla de otros temas de Derechos Humanos y de repente habla de esto. Me expreso más o menos bien, iba toda de chaquetita a los programas de televisión y empecé a poner el tema en la agenda. En mi casa seguía entrando y saliendo gente todo el día. Hasta que en un momento dijimos de transformarlo en algo y así surgió la Fundación. Ya hace dos años que empezamos a experimentar con los extractos”, recuerda.

La batalla para la legalización es discursiva. Gazmuri se siente reconfortada con el camino que recorrieron para darle un alivio a más de 1200 familias en la etapa clandestina por decirlo así y de los beneficios que se computarán para los 200 pacientes que tendrán su aceite de cannabis para todo el año.

Ello parece posible porque “estamos instalando un discurso coherente, más aceptable para los no convencidos. ¿Hasta cuándo vamos a hablar para nosotros mismos? El aporte que pude hacer fue ese: estar en los noticieros, ganar un espacio. Nunca antes el movimiento había estado en el noticiero conversando con el periodista. Yo estuve en todos los canales y eso te pone en otra posición y eso ayudó a que otros puedan hacerlo”.
Gazmuri además es buena consejera. “Mi consejo a otros integrantes de movimiento fue: ponte una chaqueta, no puedes ir así”.

Trabajando en genética

Tamaños cogollos no pasarían desapercibidos por nadie. La pregunta la haría cualquiera. ¿Qué régimen nutricional tienen tus nenas Juan? ¿Cómo es el proceso de selección para llegar al cogollo que querés sacar años después?

La clave “es trabajarla. Tenés una variedad X, tenés otra Y. De una bolsa de X, te salió uno alto, gordo, inteligente, socialista, otro reaccionario, es como una familia, todos los especímenes tienen un rasgo particular. Todas tienen su rasgo. Yo tomo al Schwarzenegger y lo cruzo consigo mismo o lo clono.

Juan me muestra a una Amnesia que le falta la punta porque la botritis se le instaló cuando comenzaron los cambios de temperatura marcados entre día y noche. La planta es hermosa, cálices cargados, vigorosa, parece que hablara. La quiero en mi jardín aunque no tenga ápice. Para preservarla de los hongos Juan se enguantó la mano con una bolsa plástica y cortó el ápice enmohecido, después de chequear que no hubiera otras zonas contaminadas.

“Para llegar a que sea así de bella tiramos 100 semillas, sacamos 60 plantas y entre ellas escogimos solo dos individuos por sanidad. Esos especímenes los cruzamos por sí mismos y nos dieron estas semillas”, dijo Vaz.

Hay decenas de clones bien formados todos florecidos en la terraza de AECU. Algunos más gordos que otros. “Esta tiene siete años conmigo es una Critical+, antes era la más gorda del plantel y ahora hay cosas que la superan”, explicó. La diferencia se nota entre las generaciones de esquejes, unas cargan más que otras, por ejemplo.

“En otro lugar tengo seis genéticas desde las que voy a sacar algo bueno, uso los clubes como banco de prueba. Probablemente alguna de las genéticas que ves acá las veas en las copas. Acá hay cosas que no te puedo decir qué son. Las usé de base para crear cosas mías”, se enorgullece.

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