No todo lo que brilla es un buen cogollo
Como todo lo que involucra a los sentidos la cata de cannabis es altamente subjetiva. Primeramente porque el ser humano nunca va a ser un aparato objetivo, aunque muchos se esfuercen por ello. Tenemos vista, tacto, percibimos sabores y tenemos olfato.
Como todo lo que involucra a los sentidos la cata de cannabis es altamente subjetiva. Primeramente porque el ser humano nunca va a ser un aparato objetivo, aunque muchos se esfuercen por ello. Tenemos vista, tacto, percibimos sabores y tenemos olfato.
Como todo lo que involucra a los sentidos la cata de cannabis es altamente subjetiva. Primeramente porque el ser humano nunca va a ser un aparato objetivo, aunque muchos se esfuercen por ello. Tenemos vista, tacto, percibimos sabores y tenemos olfato. Y aunque no parezca importante el oído también lo es. Es la oreja la que nos va a decir muchas cosas, entre ellas el momento de mandar una muestra al frasco. Cuando el tallo haga crack, se va al frasco de vidrio.
Cuando hablamos de cata, en este mundo altamente competitivo, podemos pensar en que debemos tener el mejor cogollo, uno capaz de ganarle a todos, uno que sea el ejemplo, uno que nos ponga en algún pedestal. No. Eso no es necesario. Hay magníficos cultivadores, probablemente la mayoría, que no se presentan a ninguna copa. Catar simplemente es catar. Las copas son torneos. Y está bueno ganarlos. Pero está bueno jugar también, jugar por jugar. Imaginemos un partido de fútbol. Hay reglas que nos ayudan a por un lado jugar todos a los mismo y por otro lado ordenan el mundo de posibilidades.
Lo primero es la vista. Mi abuela decía: comés con los ojos. Sí abuela. Y también fumo con los ojos. Es muy difícil que la vista engañe, pero pasa. La vista dice muchas cosas, ya no de una planta en su sustrato, sino de un cogollo. Varios jurados de América Latina se quejan de que las muestras no están manicuradas, incluso en cogollos que retiradas las hojas finas, están buenísimos. Lo otro que se empieza a percibir con la vista es si el cogollo está bien curado. A simple vista se ve, pero con una lupa (de 30x, por ejemplo) se ve otra cosa importante: los tricomas, que son un indicador del cogollo que nos vamos a fumar, el tono ambarino, el tono blanco, el tono ocre nos darán alguna idea de cuándo fue cortado. Sabemos que el momento de corte es muy, muy importante. Porque ahí es cuando elegimos qué tipo de cannabis fumaremos el resto del año, más narcótico o menos.
Cuánto evoca el olor del cannabis. Qué buqué rico en diversidad que tiene. Es verdaderamente un elemento vegetal pródigo en fragancias. En esta edición optamos por dividir ese buqué en cuatro grandes familias que se dividen en otras. Para poder compararlas con algo, para tener de donde agarrarnos, como hacen los sommelier del vino.
Clasificamos la flor en dulce, amarga, picante y ácida. Es una clasificación arbitraria pero nos permite llegar a ciertos vegetales y minerales para hilar cada vez más fino hasta llegar a la comparación con frutos, metales y flores. Pero, obviamente es un intento en vano. Tratar de explicar un sabor es una quimera. Es como tratar de explicar el viaje de una droga. Solo el que la prueba tiene esa capacidad de saber o de ir sabiendo con el tiempo de qué se trata aquello. Frutas, gomas de mascar, pimientas, incienso, es lo más cerca que tenemos para describir algo indescriptible. Pero se acerca porque esos elementos vegetales comparten terpenos que también están presentes en el cannabis y en buena medida de ahí viene la sociedad entre ciertos elementos vegetales y las fragancias del cannabis.
Y claro, obviamente, el gusto es relevante, lo es casi todo. Es el factor que despeja las dudas y confirma o rechaza las ideas que sobrevienen con el tacto y la vista. En esto de tratar de llevar a palabras el gusto, la pitada, la calada, es importantísima. Pero también lo es el momento de exhalar y el gusto que queda en la boca. También es importante el pasaje por la nariz, la boca y su camino por la laringe, tráquea y hasta la apertura de los bronquios podrían ser relevantes.
Rasjano, alma Mater de Trip Seeds de Chile y jurado en cuanto concurso cannábico hubo en América del Sur, entre ellos la Copa Unión Cannábica Latinoamericana (UCLA), entiende que todo comienza por la vista. Ahí ya se puede ver que el cogollo está bien manicurado y la relación hoja cáliz, por ejemplo.
También es importante distinguir sativas de ínidicas, sus propiedades organolépticas serán distintas. “Si es una índica uno buscará una roca con una relación cáliz hoja muy buena, mucho tricoma, que sea fácil de manicurar, que de una roquita pequeña en el grinder te hagas un porro muy grande”. En las índicas Rasjano distingue dos grandes familias, la “dulce y las Kush”.
Luego, al abrir el frasco se deja conocer el aroma. “Por lo menos para mi, junto al sabor son las cosas principales. Más que la potencia, porque finalmente la potencia la podemos obtener haciendo concentrados o fumando más”.
Rasjano se basa en sus gustos, lo subjetivo es lo más relevante, es uno el que hace la cata y siente, descubre la variedad con la ayuda de sus sentidos. Por eso “me gusta que haya congruencia entre aroma y sabor. Porque no siempre lo que uno huele sabe a lo que huelo yo.” Todos tenemos nuestros gustos, nuestras cepas inolvidables. Rasjano también. “Me acuerdo de una Sour Power x StarBud de Constantin, el breeder de Hortilab que había trabajado con Breeder Steve y tenía una línea interesante de trabajos en sabores. Dejó algunas semillas y no sé si Alberto Huergo, o alguien de la revista Haze, la cultivó y Alberto ganó en la categoría internacional de la Copa Uruguay”.
Picar la flor es otro momento importante, también como “calar en seco”, probarlo sin encenderlo. Y al prenderlo es el momento de chequear si el aroma y el sabor (sin encender y encendido) se corresponden.
Cada año en América del Sur hay más copas, más muestras y de mejor calidad. Eso es innnegable. Pero “lo que me he dado cuenta es que mucho cultivador peca de ansioso, creen que poniéndole más nutrientes, más cosas, tendrán mejores flores. Pero yo creo en el dicho de que menos es más. Yo recomiendo fertilizar en dosis suaves, a veces no se lavan las raíces. Si te vas a presentar a una copa la idea es que además de que la roca se vea bien, tenga buen sabor, que haya congruencia entre cómo se ve y cómo sabe al fumarlo”.