Microbiología de la marihuana de uso adulto o terapéutica

09 Dec 2022

Las analíticas permiten darle al cannabis la seguridad microbiológica necesaria para que cualquier usuario tenga una experiencia certera. Libre de contaminantes como hongos, metales pesados, pesticidas, o bacterias que a simple vista no se ven, la marihuana debe ceñirse a estándares internacionales de calidad. Las mejores cualidades del cannabis se consiguen con un buen cultivo y son las técnicas de laboratorio que mostrarán la salud del cogollo y certificarán el producto final para el usuario o la usuaria.


Por Jhohan Rincón de Breeders Colombia

Nos dirigimos vertiginosamente a un momento de cuestionamientos y de nuevas evidencias producto del avance del cannabis en el mundo. Lo que antes se veían como modelos incuestionables de calidad y ejemplos internacionales de un buen resultado, hoy se reconocen como procesos incompletos, pues la calidad pasó a segundo plano por la apariencia, generando una mala medición que ha dominado el mundo del cultivo de cannabis.

A medida que el interés por cultivar cannabis se va expandiendo en el mundo, los indicadores de calidad se van haciendo más exigentes y rigurosos y dejan atrás criterios de evaluación de resultados que se limitaban a que la apariencia de una flor "compacta" o "dura como roca" determinará el éxito de un proceso de cultivo.

El diseño de nuevas metodologías analíticas y la aplicación de técnicas de control de calidad basados en conocer aspectos microbiológicos de la flor, ha permitido encontrar residuos de productos tóxicos, metales pesados, pesticidas prohibidos, bacterias y una variedad de agentes patógenos que no son posibles de detectar a simple vista.

Estos resultados analíticos han permitido que el cannabis a nivel internacional tenga un status de seguridad y pueda ser legalizado, lo que quiere decir que, más allá de cómo luce un cogollo, este puede ser portador de importantes contaminantes como coliformes, aflatoxinas, mohos y levaduras y tener complicados agentes microbiológicos como e-coli, salmonella y otras bacterias que podrían afectar significativamente a la salud o convertirse en un riesgo potencial para la misma.

El objetivo de una flor de cannabis debería ser su inocuidad, más que su apariencia. Una flor saludable goza de un aspecto mejor, pues está libre de contaminantes responsables de la pudrición del material vegetal, necrosis o aparición de hongos patógenos que pueden ser identificados a simple vista o utilizando microscopios de baja potencia que pueden conseguirse fácilmente en internet. Al no tener estos agentes, el material goza de mejores condiciones organolépticas y menor probabilidad de daños a sus tricomas, que son parte fundamental en para conseguir un producto de calidad.

Desde etapas avanzadas de floración y durante el ciclo de la poscosecha (manicura, secado, almacenado) pueden ocurrir problemas que afecten a los cogollos, su estructura, morfología y aroma.

Mientras la planta se encuentra aún con vida puede ser objeto de ataques fúngicos o plagas a último minuto que deben ser detectadas e intervenidas antes de proceder a cosechar y llevar al secado. Un problema mal diagnosticado puede convertirse en una pesadilla.

Tradicionalmente, el cultivo que ha nutrido el mercado informal de flores de cannabis buscaba reducir al máximo los tiempos de producción y preparación del producto para abaratar los costos y maximizar las ganancias.

Lo que significó desarrollar procesos que aceleraban el secado, por ejemplo, aplicando altas temperaturas (hasta 70°C) con rudimentarios dispositivos para aumentar el calor y deshidratar el material vegetal cosechado, o incluso, exponer las flores frescas al sol directo para que se secaran en menos días y pudieran entregarse rápidamente al consumidor final.

Sumado a esto, el contexto de informalidad también exigía que las flores secas tuvieran que ser almacenadas, empacadas y transportadas para evadir el control de las autoridades, ocultas entre alimentos, objetos, animales y hasta dentro del cuerpo de las personas, obligando al material a ser prensado para ocupar el menor volumen posible. 

Esto ocasionó que las flores cosechadas crearan las condiciones favorables para la aparición de enfermedades y contaminaciones. Desconocer estas afectaciones en los cogollos y que las flores se consumieran sin mayores exigencias llevó a que todos estos problemas se pasaran por alto.

Realizar una cuidadosa cosecha, y una manicura inmediata de la planta, además de identificar problemas de manera temprana y evitar que se expandan o contaminen el preciado cogollo mientras se seca, mejora la calidad de las flores. Desarrollar el secado en un ambiente controlado con temperaturas entre los 20° y 25°C, en sitios ventilados y oscuros con humedades relativas entre 40 y 60%, también podría incidir, pero todos estos parámetros no serán suficientes. La aprobación del examen final se obtiene en los análisis microbiológicos, con ellos sabremos si las cosas se hicieron bien. Y sobre todo, si nuestra flor contiene contaminantes o no.

El aumento del interés por mejorar la calidad y caracterizar enfermedades, virus, hongos, plagas y todo tipo de daños al tejido vegetal, ha conducido a la apertura de laboratorios que no sólo cuantifican la cantidad de cannabinoides, terpenos y flavonoides, sino que analizan microbiológicamente el estado de salud de la flor seca, así como la presencia de trazas de pesticidas y metales pesados.

Estos resultados se basan en los estándares mínimos sugeridos, por ejemplo y entre otros, por la Guía de Requerimientos de Calidad para Productos de Cannabis de Australia (TGA, 2017) y se validan los métodos utilizados a través de los Métodos Oficiales de Análisis de la Asociación Oficial de Químico Agrícolas (AOAC por sus siglas en inglés).

Así mismo, estos análisis evalúan la presencia de hongos sobre la flor. Para personas experimentadas en el reconocimiento de daños a simple vista es posible detectarlos y hasta caracterizar la presencia de algunos hongos y micelios. Pero es imposible determinar en qué proporción están invadiendo el material vegetal.

Estos resultados arrojan información desconocida por parte de quien cultiva de cuántos mohos y levaduras puede tener la flor, sin ser detectados a simple vista. Además, detecta diversas bacterias siguiendo los métodos analíticos de los atributos de calidad de la Farmacopea de los Estados Unidos (Sarma et al, 2020) y los métodos de control de calidad para plantas medicinales (OMS, 2011). 

El ojo humano no puede reconocer la presencia de bacterias, que pueden ingresar desde el momento de manipulación de los cogollos recién cosechados hasta aparecer en el proceso de secado y almacenamiento.

Esas bacterias pueden viajar al interior de las flores sin expresar daño alguno. Pero su consumo puede afectar seriamente la salud, sobre todo, si la flor termina siendo utilizada para extracciones o productos finales de mayor concentración.

Los pesticidas preocupan al mundo en general, por lo que se han hecho esfuerzos por prohibir algunos. No obstante, en el cannabis es muy común su uso en cultivos de grandes extensiones, principalmente en el mercado informal.

Por ello, la Guía para el control de calidad analítica de pesticidas residuales en alimentos de la Unión Europea (UE - SANCO, 2013) establece y valida los métodos de detección de estos pesticidas.

Finalmente, estos estándares internacionales buscan detectar en el cannabis uno de los compuestos orgánicos más riesgosos para el consumo humano como lo son las aflatoxinas, por sus afectaciones a diversos órganos vitales y como factores de riesgo de diversos tipos de cáncer (EU – SANCO, 2007).

Estas micotoxinas se producen principalmente por los hongos Penicillum y Aspergillum, y de no ser detectadas en los cogollos y consumirse, puede ser responsable de diversas enfermedades.

Los costos para acceder a estos análisis cada vez son menores. Los países que vienen regulando el cannabis con diferentes fines han encontrado en estos resultados una evidencia de que el cannabis puede ser seguro, si cumple con estos límites aceptados por organismos internacionales en métodos que deben ser validados en cada país.

Las correctas prácticas de cultivo, cosecha, secado y almacenamiento son clave en la ausencia de estos patógenos que pueden impactar significativamente la salud de quien pueda ingerirlos.

Mejorar la calidad más que la apariencia es el objetivo principal que debe conducir a procesos cada vez más cualificados para obtener flores más limpias y con menores trazas de residuos tóxicos, que no sólo son sintéticos, sino también orgánicos y constituyen el mismo problema a la salud.

Referencias bibliográficas

  • Association of Official Analytical Chemists (2018) Microbiological Contaminants. Cannabis Analytical Science Program. 
  • Empiria Labs (2021) Resultados de laboratorio de análisis de metales pesados, pesticidas residuales, microbiológicos y aflatoxinas a las flores de cannabis de la empresa Breeders Colombia. Rionegro.
  • European Comission – Health and Consumer Protection (2013) Guidance document on analytical quality control and validation procedures for pesticide
  • Muscarella M. Marco Iammarino,Donatella Nardiello,Sonia Lo Magro (2009) Validation of a confirmatory analytical method for the determination of aflatoxins B1, B2, G1 and G2 in foods and feed materials by HPLC with on-line photochemical derivatization and fluorescence detection. Food Additives & Contaminants: Part A, 26:10, 1402-1410
  • Nandakumara D. Sarma, Andrew Waye, Mahmoud A. ElSohly, Paula N. Brown, Sytze Elzinga, Holly E. Johnson, Robin J. Marles, Jeremy E. Melanson, Ethan Russo, Lawrence Deyton, Christopher Hudalla, Gordon A. Vrdoljak, Joshua H. Wurzer, Ikhlas A. Khan, Nam-Cheol Kim, and Gabriel I. Giancaspro (2020) Cannabis Inflorescence for Medical Purposes: USP Considerations for Quality Attributes. Journal of Natural Products 83 (4), 1334-1351.
  • Organización de Estados Americanos – CICAD (2017) Modelos de Regulación de Cannabis en las Américas. Nueva York.
  • Organización Mundial de la Salud (2011) Métodos de control de calidad para plantas medicinales. Vienna.
  • Thrapeutics Good Administration (2017) Guidance on quality requirements for medicinal cannabis products. Australian Government – Department of Health.