Funguicidas orgánicos para la marihuana
Dos especies de hongos, el oídio y la botrytis, se encuentran entre los mayores enemigos del cannabis. Cualquiera de ellos ha acabado con más toneladas de cogollos que todas las policías antinarcóticos del planeta. Y no son los únicos hongos peligrosos, hay muchos más.
En cuestión de plagas peligrosas los hongos son los campeones. Los cultivadores procuran producir plantas perfectas y libres de plagas, pero los planes no siempre se cumplen y con frecuencia aparecen los problemas. Cuando el problema es un hongo, la solución es un fungicida: los hay químicos, ecológicos, sistémicos, translaminares o de contacto. La lista es interminable. Por suerte los funguicidas orgánicos que funcionan en la marihuana son varios.
Los hongos están por todos sitios y sus esporas también, y para combatirlos hay varios funguicidas orgánicos que funcionan en la marihuana. Hay que tener en cuenta que las esporas son diminutas, por lo general miden menos de 20 micras (0,02 mm) y los hongos producen millones de ellas.
Como son tan pequeñas vuelan con facilidad arrastradas por la más mínima corriente de aire y están por todas partes. En exterior siempre hay esporas, pero solo germinan cuando las condiciones son adecuadas. Por tanto la prevención de las plagas fúngicas debe ir encaminada principalmente a mantener unas condiciones poco favorables al crecimiento de los hongos, más que a intentar la labor casi imposible de mantener las plantas libres de esporas.
Por muchas medidas preventivas que se tomen, y aunque se practique la gestión integral de plagas combinando variedades naturalmente resistentes y prácticas agrícolas higiénicas, no siempre se logra el control total de la enfermedad, por lo que el uso de fungicidas orgánicos en la marihuana es, a menudo, necesario e inevitable.
Frente a una infección de hongos los fungicidas se usan con tres fines distintos: controlar la enfermedad durante el desarrollo de la plantación para evitar la muerte de la planta, aumentar la productividad del cultivo y mejorar su calidad combatiendo los daños causados por los hongos sobre las hojas y los cogollos, mantener la integridad de los cogollos durante el secado y el almacenamiento impidiendo su contaminación y degradación.
Es decir, se trata de mantener la planta viva y produciendo para poder cosechar los cogollos, pero en muchas ocasiones resultará imposible acabar completamente con la infección. Los funguicidas orgánicos para marihuana derán buenos resultados.
El consumidor de cannabis no suele conformarse con un cogollo poco infectado por hongos, como es lógico; quiere cogollos completamente limpios de moho. Hay varios fungicidas con una alta efectividad que controlan bien la enfermedad, sobre todo si se emplean preventivamente, antes de que el ataque se establezca. Los fungicidas acaban con los hongos a través de distintos frentes: inactivan enzimas o proteínas esenciales para la supervivencia, impiden que produzcan energía, interfieren en su respiración, dañan las paredes celulares, etc.
Es más fácil acabar con una plaga cuando se ataca por diversos frentes. De ese modo, aunque algunos individuos resistan el efecto de uno de los fungicidas, las probabilidades de que también sean resistentes al segundo son mucho menores. Combinando fungicidas de distintas familias y vías de acción aumenta la efectividad del tratamiento y se reducen las probabilidades de generar cepas resistentes.
Clases de fungicidas para cannabis
Los fungicidas de contacto permanecen en la superficie de la planta y no son absorbidos por los tejidos. Funcionan más como preventivos que como curativos. Su efectividad está más asegurada pues es relativamente difícil que los hongos desarrollen resistencia a este tipo de fungicidas. Como quedan en la superficie, es necesario aplicarlos repetidamente para mantener la protección.
Los fungicidas de contacto protegen el tejido no infectado pero raramente son capaces de curar completamente las zonas ya infectadas; como mucho paran el desarrollo del hongo o ralentizan su propagación. Por esto es tan importante usarlos preventivamente; una vez que el hongo se establece se reduce mucho su efectividad.
Fungicidas sistémicos para marihuana
Las plantas los absorben y los transportan a los distintos tejidos. Algunos se aplican en el riego, se absorben por las raíces y se distribuyen por toda la planta, mientras que otros se aplican en pulverización, se absorben a través de las hojas y se movilizan dentro de los tejidos.
Los fungicidas sistémicos suelen ser los únicos capaces de curar una infección ya establecida, pues penetran en los tejidos y atacan directamente al hongo rompiendo o afectando algún elemento esencial de su ciclo vital. Al mismo tiempo, debido a la especificidad de su mecanismo de acción, este tipo de fungicidas son los que con mayor facilidad generan la aparición de resistencias en las plagas.
Si un hongo muta y se salta el paso sobre el que actúa el fungicida, consigue resistir su efecto y pasa esa propiedad a su descendencia. Hoy en día la resistencia es un gran inconveniente, por eso se vuelve imprescindible diagnosticar bien el problema e identificar la especie con precisión para elegir el compuesto más efectivo.
Fungicidas translaminares orgánicos para la marihuana
Son una clase de fungicidas sistémicos cuyos principios activos son capaces de desplazarse desde la cara superior de las hojas a la cara inferior; esto permite fumigar las plantas solo por arriba pero obtener el efecto fungicida en las dos caras de las hojas.
Fungicidas RSA orgánicos para la marihuana
Una nueva generación de compuestos afronta la lucha contra los hongos de un modo novedoso. Ya no atacan al hongo directamente sino que inducen a la planta a generar una respuesta defensiva a la que llaman Resistencia Sistémica Adquirida (RSA). Básicamente estimulan el propio sistema inmunológico de la planta para que se defienda mejor.
Por ejemplo, fabricando paredes celulares más gruesas, que los hongos no puedan penetrar, o fitoalexinas, unos compuestos antimicrobianos que se acumulan en las plantas en ciertas situaciones y les ayudan a luchar contra los patógenos. Hay varios tipos de fungicidas RSA: unos basados en el ácido salicílico; otros en el ácido fosfónico, o los fosfitos.
Una última clase de fungicidas son los agentes biológicos; especies que compiten directamente contra los hongos al impedir su germinación o desarrollo. Por ejemplo, hay cepas de bacterias del género Bacillus que se han seleccionado por su capacidad antagonista frente a numerosas especies de hongos, y que cuando se pulverizan sobre las plantas ayudan a mantenerlas libres de botrytis y oídio.
Aplicación de fungicidas orgánicos para marihuana
Las formas de aplicar los fungicidas son muy variadas. Lo más habitual es espolvorearlo sobre las plantas o pulverizarlo disuelto en agua, pero también hay unos que se mezclan con el agua de riego para que las raíces los absorban o que se vaporizan en el ambiente. Es el caso del azufre, que, además de en polvo o disuelto en agua, también se vaporiza al ambiente en recintos cerrados como cultivos de interior o invernaderos, creando una niebla fungicida muy efectiva.
Se pueden aplicar a las semillas o disolverlos en agua para bañar el producto fresco y recién cosechado (esto solo se puede hacer con fungicidas que no dejen ningún residuo en los cogollos, como el agua oxigenada). Otra opción es gasear los cogollos con ozono, o bañarlos en luz UVC para destruir las esporas.
Con la mayoría de los fungicidas es necesario realizar aplicaciones periódicas para proteger el crecimiento nuevo y reemplazar con nuevo producto activo el que pueda haber degradado el sol o arrastrado la lluvia o el viento.
Fungicidas orgánicos para la marihuana: resistencia
Es frecuente que los hongos vayan generando resistencia a los fungicidas empleados para combatirlos. En algunos casos, cuando un hongo genera resistencia frente a un fungicida en particular, también la obtiene automáticamente frente a otros fungicidas. Es lo que se denomina resistencia cruzada; suele suceder con fungicidas de la misma familia o con el mismo mecanismo de acción.
El problema de la resistencia es que las herramientas de las que disponen los cultivadores van perdiendo efectividad año tras año, y si no se fuesen descubriendo nuevos compuestos fungicidas continuamente, no tardaríamos en quedarnos sin productos efectivos. Para impedir, reducir o retrasar la aparición de cepas resistentes a los fungicidas, es importante tomar ciertas precauciones y planificar bien la utilización de los fungicidas.
No se debe usar un fungicida en exclusiva. Conviene mezclar al menos dos fungicidas de diferentes mecanismos de acción, o, al menos, alternar su uso. De este modo, los hongos que desarrollan resistencia a un producto son eliminados por el otro antes de poder transmitirla a su descendencia. El uso combinado de dos o más fungicidas reduce y ralentiza la aparición de resistencias.
Hay que respetar la dosis indicada por el fabricante y solo usar los fungicidas cuando sean necesarios. Cuanta menor cantidad del fungicida haya en el medio ambiente menor será la presión a la que estén sometidas las plagas para desarrollar resistencia.
Es mucho mejor usar los fungicidas para prevenir la infección de las plantas que para curarlas. Cuando la plaga ya está presente, el uso de fungicidas puede dar lugar, con mayor probabilidad, a la aparición de resistencia. En cambio, si el uso es preventivo, el riesgo de que aparezca resistencia es mucho menor.
Hay muchos menos fungicidas con propiedades curativas que fungicidas preventivos y protectores.
Funguicidas orgánicos para marihuana: gestión integral de plagas
A la hora de combatir los daños causados por los hongos en los cultivos de cannabis es importante poner en práctica el concepto de gestión integral de plagas de los funguicidas orgánicos para marihuana. Los funguicidas orgánicos en la marihuana atacan a los hongos. Que son especies fuertes y resistentes muy difíciles de erradicar una vez que han aparecido, aunque se usen fungicidas químicos agresivos.
Los resultados son mucho mejores, en cambio, cuando se combinan varias líneas de actuación preventivas para evitar o retrasar la aparición de los hongos, junto con medidas de control que dificulten su expansión. La idea es que la aplicación de fungicidas, que es necesaria en muchos casos, sea una medida más, no la única.
Busca y siembra variedades resistentes. La vida será mucho más fácil. No hay nada peor que luchar contra lo inevitable. Algunas variedades no son nada resistentes a los hongos y cultivarlas en climas propensos es una pesadilla. Intenta evitarlas.
La limpieza es muy importante; las hojas y plantas infectadas son las principales responsables de reinfectar el jardín continuamente. Conviene cortar cualquier material infectado y tirarlo a la basura o quemarlo para asegurarse de que la infección no se extienda a las plantas sanas.
Los agricultores saben lo importante que es hacer rotación de cultivos. No conviene cultivar las mismas especies año tras año en el mismo lugar pues las plagas se asientan y se hacen fuertes y resistentes. En la medida de lo posible hay que variar el lugar de plantación o, al menos, sembrar otras especies entre cosecha y cosecha.
Limita la densidad de plantación, busca que todas las plantas reciban suficiente sol y tengan espacio libre alrededor para que corra el aire. Siempre que sea posible, lo ideal es que las plantas no se toquen entre sí. Cuando se plantan demasiadas plantas en poco espacio, la falta de luz y la ventilación escasa facilitan la aparición de oídio y otros hongos.
Es recomendable podar las ramas más bajas para que no toquen el suelo, y también aquellas que se han quedado pequeñas y poco desarrolladas porque las tapan las ramas superiores. Las ramas fuertes y vigorosas son mucho más productivas y menos propensas a enfermar.
Conviene tener en cuenta la época de siembra y cosecha para evitar las épocas más peligrosas. Por ejemplo, las variedades de cosecha temprana sufren menos lluvias otoñales, y la siembra tardía evita los días fríos de principio de primavera en los que las plántulas sufren más. El cultivo de variedades autoflorecientes permite evitar las épocas más lluviosas y limitar el ciclo de cultivo a los meses más cálidos, soleados y con menos problemas de hongos: mayo, junio, julio y agosto.
Limita el uso de abonos nitrogenados ya que su exceso genera un crecimiento muy exuberante, pero con unos tejidos débiles que los hongos infectan con gran facilidad. Las plantas que se desarrollan con menos nutrientes tienen paredes celulares más fuertes.
Agricultura ecológica para la marihuana
El azufre es uno de los fungicidas que se usan en agricultura desde hace más tiempo, tanto que hay una palabra específica para designar su aplicación. Sulfatar es fumigar plantas o terrenos con sulfatos para combatir las plagas. Es efectivo contra el oídio.
También tiene propiedades acaricidas. Se puede emplear durante la fase de crecimiento teniendo cuidado de no aplicarlo durante las horas más cálidas del día. No se debe fumigar cuando las temperaturas sean superiores a 30°C pues puede producir quemaduras en las hojas.
Tiene el inconveniente de dejar las plantas cubiertas de polvo amarillo, algo sin importancia durante la fase de crecimiento, pero que impide su uso durante la floración cuando el azufre quedaría atrapado en el cogollo. Además de en pulverización o espolvoreo, se puede aplicar el azufre en vaporización por medio de un quemador o sublimador de azufre que genera dióxido de azufre.
Este es el uso más habitual entre los cultivadores de cannabis de interior o invernadero ya que crea una niebla fungicida que previene la aparición de botrytis y oídio sin llenar los cogollos de polvo. Claro que debe usarse bien ya que una dosis excesiva puede causar quemaduras en las hojas.
El cobre es otro mineral usado desde hace mucho como fungicida. El caldo bordelés, una mezcla de sulfato cúprico y cal hidratada, se usa en los viñedos de Burdeos desde 1760. El sulfato cúprico es un gran fungicida que combina azufre y cobre. Su color azul característico es omnipresente en la mayoría de huertos y viñedos, y también la principal razón de que solo se use antes de comenzar la floración; nadie quiere cosechar cogollos llenos de polvo azul.
El propóleo es un producto que fabrican las abejas a partir de resinas y ceras vegetales y que emplean para sellar las fisuras de la colmena y evitar la entrada de parásitos. Se ha comprobado que tiene grandes propiedades bactericidas y fungicidas. Recomendado como preventivo contra todo tipo de hongos.
Eficaz contra oídio, botrytis, fusarium, alternaria, etc. No tiene ninguna toxicidad y es completamente natural. Controla los microorganismos patógenos al impedir su reproducción y estimula a la planta para que aumente sus defensas naturales. Así trabajan los funguicidas orgánicos en la marihuana
Funguicidas orgánicos para la marihuana: jabón potásico
Los hongos se desarrollan mejor en entornos ácidos. Alterando el pH de la superficie de las hojas para que sea alcalino (pH>8) se dificulta que las esporas puedan germinar o establecerse. Es un preventivo bastante eficaz pero requiere fumigaciones periódicas, ya que basta una ligera lluvia para lavarlo de las hojas y dejar las plantas desprotegidas. Su acción es completamente de contacto; es imprescindible mojar bien toda la planta para que la protección sea completa.
El bicarbonato potásico y su más conocido primo, el bicarbonato sódico, actúan elevando el pH superficial de la planta además de matar al hongo por contacto. Son buenos fungicidas preventivos contra oídio y botrytis. Tienen acción preventiva y curativa en estadios iniciales de oídio. Tienen un modo de acción múltiple que no genera resistencias en los hongos. Como no son tóxicos se pueden fumigar hasta el último momento y pueden permitir controlar una infección al final de la floración sin tener que recurrir a productos más peligrosos.
Armicarb es el nombre comercial con el que se vende el bicarbonato potásico como fungicida, aunque usan un sinónimo: carbonato de hidrógeno de potasio (es lo mismo que bicarbonato potásico).
El aceite de neem se conoce más como insecticida pero también es un buen fungicida preventivo. No es tóxico para personas ni animales. El neem es un elemento importante, casi esencial, para cualquier cultivador ecológico. Es un gran preventivo de plagas; actúa como repelente y tiene una cierta acción sistémica. Se puede usar para prevenir el Oídio pulverizándolo sobre las plantas o añadiéndolo al agua de riego. Gracias a su acción sistémica, el neem penetra por las raíces y es distribuido a todos los tejidos, ofreciendo una protección desde dentro que complementa la acción de contacto de otros fungicidas.
La cola de caballo (Equisetum arvense) es una planta muy rica en sílice que contiene una saponina tóxica para los hongos llamada equisetonina. Su uso está autorizado en agricultura ecológica. Se puede recoger silvestre o comprar seca y en polvo. Se macera en agua durante 24 horas, luego se filtra el residuo y se pulveriza sobre las plantas hasta mojarlas bien.
La fórmula del agua oxigenada es H2O2, igual que el agua normal pero con un oxígeno más. Esta molécula de oxígeno es muy inestable y reacciona enseguida en cuanto se encuentra con una molécula orgánica que pueda oxidar. Cuando se pulveriza sobre las plantas, oxida por contacto los hongos que crecen en el exterior de las hojas, como el oídio. La principal ventaja del agua oxigenada es que una vez que ha actuado contra el hongo se convierte en agua normal, por lo que no deja ningún resto sobre el cogollo. No tiene plazo de seguridad y se puede emplear incluso el mismo día de la cosecha. Solo funciona bien con aquellas especies de hongos que no penetran en el interior de los tejidos. Contra el oídio es un buen fungicida de último recurso pues permite mantener la infección controlada durante los días últimos antes de la cosecha impidiendo que se extienda, justo cuando no se puede usar ningún otro producto por miedo a que deje residuos. Cuando se cosechan plantas algo infectadas con oídio, se puede preparar un baño con una solución de agua oxigenada para sumergir los cogollos recién cosechados y manicurados. El agua oxigenada limpia y oxida, al menos en parte, los restos de oídio que pueden quedar en las hojas.
Hay muchos productos naturales con propiedades fungicidas preventivas, como los aceites esenciales de canela, de limón y de tomillo, la infusión de manzanilla, o el extracto de ajo o de algas marinas. Los funguicidas orgánicos que funcionan en la marihuana, como verás son muchos.