El sufrimiento acerca al cannabis y vos te acercas a ti misma
Una chica de Chile comparte su historia de dolor y resistencia ante una enfermedad bien relevante entre las mujeres: la endometriosis y todos sus síntomas. El cannabis además de ayudarla a estar más relajada le permitió aprender de la naturaleza y hasta llegar a querer o comprender su enfermedad. Por Ana María, texto gentileza de Cannábicas Latinas.
Ana María es mi nombre, tengo 35 años y he vivido 10 años diagnosticada oficialmente con endometriosis profunda y anemia severa. Mi primera regla llegó un poco tardía, a los 19 años. De más niña tenía síntomas: decaimiento, dolores, aunque el sangrado no llegaba. En ese momento, se dijo que era normal por el tratamiento para la epilepsia generalizada que tenía, además de vejiga inestable, un efecto colateral de ese tratamiento. Para mis compañeras y primas, era súper agradable que yo no tuviera regla, y con el tiempo hasta yo me lo creí. A mis 19 años cuando tuve el primer sangrado, recuerdo que sentí un dolor tan intenso que me desmayé. Después de eso agradecí que al mes siguiente no volviera mi periodo.
Dos o tres veces al año el sangrado regresaba y cada vez que ocurría era con escándalo. Odiaba mi regla, odiaba ser niña, odiaba ser mujer. A los 25 años, teniendo ya una pareja estable y una vida normal de trabajo, amigos y familia, fue cuando por primera vez decidí contarle a una amiga lo que me pasaba: los dolores que sentía y esa regla de 27 días que llevaba hasta el momento. Junto a ella entendí que nada de lo que me sucedía era normal, mi amiga me acompañó a urgencias y me dejaron hospitalizada de inmediato. Al otro día pasé por mi primera operación, en donde descubrieron que mi ovario derecho estaba cubierto por un endometrioma de 6 centímetros, además de otras adherencias que encontraron en mi pelvis.
Durante los últimos meses del año 2013 empezaron a aparecer los primeros dolores, desde el día uno con mucha intensidad, teniendo que llegar muchas veces a atenderme por dolor intenso. En ese momento comencé a atenderme en Valparaíso con el doctor Aníbal Scarrela, especialista en infertilidad. Yo justo estaba en la edad ideal para intentar un embarazo asistido, aunque sin pensarlo mucho dije que no, que no era mi prioridad. Yo quería mejorar y ser mamá no estaba entre mis planes. Una de las razones por las que mi médico lo sugirió era que luego de tener un hijo mi útero se podía limpiar.
Otra razón era que de lo contrario, habría que operar y al mutilar una vez más mi útero, yo quedaría completamente estéril. Comencé un tratamiento hormonal, probé varias pastillas, distintos tratamientos y nada me resultaba. Todo lo contrario, me daban todos los efectos adversos de consumir hormonas: mareos, sangrados eternos, dolores, decaimiento, anemia severa, mal humor, depresión. ¡Uff! Las tenía todas, además de constantes infecciones urinarias. Pasé un año 2014 horrible, sin poder siquiera trabajar. El tratamiento para el dolor consistía en Tramadol, un opiáceo que me tenía todo el día durmiendo y con bajo apetito.
Fue un invierno que pase acostada, el frío me hacía muy mal y la humedad costera de San Antonio no ayudaba mucho. En ese momento fumaba marihuana en forma esporádica, sólo cuando algún amigo llegaba a verme. A veces fumaba con una vecina, pero mi ánimo era tan bajo que fumarme uno cada cierto tiempo no me ayudaba mucho. En el mes de mayo del 2015, entré a pabellón por tercera vez. En esta ocasión me extirparon el ovario derecho por estar cubierto por un endometrioma. Además de limpiar varias adherencia más que tenía en la pelvis, vejiga e intestino. Al salir del hospital me corté mi pelo muy corto, quería empezar una vida nueva.
Quería que la naturaleza me sanara, por lo que no volví a tomar ninguna hormona más, y en mis días de dolor intenso simplemente cuido mi cuerpo desde el amor: me regaloneo, me acuesto, me fumo un cañito, tomo aceite si es necesario, uso un fiel guatero de agua caliente y también lo complemento con té de manzanilla y matico. Tuve que trabajar la paciencia necesaria para que pase el dolor, ya que no quise seguir tomando hormonas por los síntomas negativos que me provocaban. Si todo salía bien al tomarlas, se suponía que se me cortaría la regla, pero en mi cuerpo pasaba todo lo contrario, me daban hemorragias y con eso decaimiento. Bueno, al no querer el tratamiento acepté tener dolor intenso una vez al mes, no he tenido hijos, pero una vez al mes tengo las más dolorosas contracciones que me recuerdan que la endometriosis sigue presente. En este momento llevo más de un año en que sólo me he tratado con marihuana.
Los días de dolores intensos han disminuido considerablemente, he vuelto a tener una vida casi normal y ha sido un tratamiento recomendable para el dolor crónico. La marihuana cambió mi vida, no sólo con el tema del dolor, sino con aprender a valorar lo que la tierra me entrega, aprender a valorar la naturaleza, complementarme con ella y valorar la vida. Es mi antidepresivo favorito, es quien me hace disfrutar tanto una canción como una ducha. Me entrega la compañía de mi misma y me enseñó a querer esta enfermedad, a cuidarme y cambiar malos hábitos. Este año en el mes de diciembre se dirá la última palabra. Si es necesario operar, la histerectomía sería el siguiente paso ya que decidí no ser mamá. Elegí por mí, elegí vivir sin dolor.