Con una aceitera montevideana cocinando medicina
Aunque en Uruguay el cannabis medicinal es legal hace cinco años, los aceiteros artesanales no tienen un marco legal para hacer su tarea.
De momento absorben la enorme mayor parte de la demanda de ciudadanos y ciudadanas que golpean su puerta para buscar aceite. El único aceite legal en Uruguay es caro y solo tiene CBD. Además, se importa de Suiza. Hay embusteros por aceiteros, gente que solo quiere hacer dinero. Pero también hay otros aceiteros que no piensan en dinero sino en hacer un buen producto y ayudar al alivio. Yanet es una de ellas. No tiene problema de dar la cara porque tiene la conciencia tranquila. Por Demian Khalo
Yanet Carballo es herboristera y vive en Montevideo. Su caso es el de tantas otras personas que tienen graves patologías y la medicina convencional, su farmacopea, no encuentra una solución.
Padeció fibromialgia. Todavía tiene que lidiar con el dolor de un aplastamiento de columna cuando cayó de una escalera. Medía 1,62 metros. Después del golpe pasó a medir 1,60. La quinta y sexta vértebra de Yanet están aplastadas. Según su recuerdo padeció gastritis desde siempre. Con los años la gastritis se hizo erosiva y luego nodular. Al poco tiempo le encontraron formaciones calciformes y displasia, en resumidas cuentas: tenía un cáncer de esófago en puerta. Ya no trabajaba, se sentía muy mal y deprimida. Yanet integra un grupo de Whatsapp con personas que sufren fibromialgia. Y compartió el resultado de su biopsia. Una compañera le preguntó si se animaba a probar cannabis. Ella no sabía las propiedades del cannabis, tampoco a eses “mundillo”.
Pero consiguió alguien que elaboraba aceite a más de 100 kilómetros de su casa. Y cuando llegó el chico no tenía más. Consiguió una dirección en Montevideo. “Empecé a tomarlo durante cinco o seis meses. Los primeros tres meses me fue bárbaro, divino, el cuarto mes empecé a sentirme mal. Cuando llamó el muchacho le pregunté qué me había dado porque empecé a tener vómitos, dolores, no podía comer nada y me dijo: `me olvidé que tenías cáncer´. Me internaron en el sanatorio”, recuerda ahora, dos años después.
Hace casi tres años empezó a hacer contactos a ir a los foros de cannabis medicinal que había en Montevideo e interiorizarse del cultivo, pero sobre todo y en ese momento de la gestión de un cannabis de calidad para hacer ella misma las extracciones. Probó con una AK 47 la más alta en THC que consiguió en su ciudad. La segunda vez hizo la extracción de una Amnesia Kush, dos plantas fuertes. El alivio a muchos de sus dolores fue instantáneo. Desde entonces Yanet es una de las aceiteras que destila un aceite de la mejor calidad posible para una herboristera como ella. La aceitera era repostera. Hizo masas de hojaldre durante 20 años hasta que una tendinitis la puso en jaque con el oficio de la mitad de su vida. La inflamación del tendón también retrocedió. No fue la única patología que cantó retirada. “Ahora hago cosas que antes no las podía hacer. Tomo mate, como lo que sea, nada me hace mal”, confía segura. Viendo la demanda que existía Yanet comenzó a elaborar aceite por pedido. Y pudo organizar varios cultivos satélites para abastecer una demanda ascendente. Una demanda que no puede absorber el cannabis medicinal que se vende en las farmacias ya que tiene solamente CBD. Es un aceite importado de Suiza. El primer país en legalizar toda la cadena de producción del cannabis no puede darle aceite de calidad a los usuarios que lo necesitan. Son miles de personas que acuden regularmente a los aceiteros como Yanet. Ella prepara los aceites y lo prueba para saber si tal o cual es para tal o cual paciente. No confía en los métodos de análisis de cromatografía que hay en Montevideo, que es un solo laboratorio caro y con resultados desparejos según cualquier aceitero al que se le pregunte en Montevideo. Ella usa variedades con alto contenido de CBD que mezcla, según la patología con otros aceites altos en THC. Yanet dice haber atendido en alguno de los meses de mayor demanda 400 usuarios. Niños, adultos, jóvenes, ancianos. Mucha cantidad de niños. Un aceite du una Bubba Kush frenó el crecimiento de un tumor cerebral en un niño, asegura la aceitera. El niño no se expresaba, hoy tiene expresión y se comunica. La aceitera busca cepas con más o menos THC y CBD según el caso. “Vamos viendo la evolución de los niños y cómo son las crisis. Siempre trato de cuando hay un problema con un niño que empezó a hacer convulsiones buscar otra cepa. A veces hago un poquito, cinco gramos para ese niño. O para la persona. No hago aceite genérico para todo el mundo”. Yanet hace el aceite a veces sin dormir. “Antenoche estuve hasta las tres y media de la mañana preparando la resina para un señor con cáncer terminal y le di para fumar. Con la que le hizo mejor hicimos la resina”, dice contenta de haber ayudado a calmar esos dolores insoportables que ella conoce perfectamente.
—¿Cuántas genéticas pasaron por tus manos?
—No sé, infinidad. Creo que casi todas las genéticas que hay en Uruguay las hemos probado. Aparte tengo gente que sabe mucho de las plantas y tengo muy buenos jardineros. Cuando tengo que acudir a ellos, que preciso para tal caso tal genética y no la tengo, llamo y pregunto si la tiene y aparece. Para mí a lo primero fue difícil porque no tenía contactos.
—¿Cuántas horas trabajas por día en esto?
—24 por 24. El día que elaboro son muchas horas. El domingo que elaboré aceite empecé a las 10:15 de la mañana y eran las 2:30 y no había terminado. Aparte tengo que llenar los frasquitos, ponerlos en el recipiente, esterilizar, armar el gotero, esterilizarlo. Lo hago a baño maría para que no pase nunca los 90 grados y así conservar los cannabinoides y los terpenos que son fundamentales. No es solo el THC y el CBD son 142 componentes que tiene la planta y hay que tratar de conservar todo. Eso me lleva horas porque no me puedo pasar de los 40 grados, de los 60 grados, no es hacer un aceite y listo. Lleva mucho trabajo y tiempo.
—¿Cuánto tiempo?
—Por ejemplo, una descarboxilación a 120 grados pierde casi todos los principios activos. Entonces pongo la flor en maceración de alcohol de cereal un mes y más. De la maceración hago tres filtrados. Uno para sacar materia vegetal y un colador que pongo alcohol eucaliptado que la llevo en un enjuague. Después uso un alcohol rectificado para darle otro enjuague y filtro dos veces más por coladores gruesos para que no quede ningún residuo. Eso se pasa a un bowl de acero inoxidable. Todo lo que sacás del vidrio. Los recipientes deben ser del mismo material para que no haya contaminación y tiene que estar todo esterilizado. A todo se le pasa el eucaliptado, el líquido que quedó va a la arrocera que siempre está caliente y siempre tiene la misa temperatura. Asi que el filtrado va a baño maría. Dejo unos cinco centímetros de aire entre el bowl y el baño maría para que no llegue a los 110 grados para no perder los principios activos que me interesan de la planta por eso se demora tanto en hacer una extracción.
—¿Qué te cambió empezar a hacer aceite?
Es mi fuente de trabajo, saco un salario, dedico muchas horas y no tuve vacaciones este año. Cuando estás en esto y tenés tanta gente que siente alivio no los puedo dejar sin aceite. Trabajo todo el año de diciembre a diciembre siempre con la misma. Tengo que tener todo el año y lo tengo que prever. Acá viene gente que puede pagar y gente que va dos meses atrasado e el pago pero nunca dejo a nadie sin medicación. [bsa_pro_ad_space id=18] Si hay personas que necesitan la crema, pero trajeron para comprar el aceite se llevan la crema y la pagan luego. O vienen a buscar la crema y les digo que se lleven el aceite porque tienen tantos dolores. Siempre se ayuda. No es solo el símbolo pesos. eEl día que esté solo para la plata y pierda mis principios tengo que cerrar porque no sería yo ni mis valores. Para mí con los niños es muy especial, porque tengo dos hijos, dos ángeles en el cielo que me están protegiendo. Capaz que si hubiera sabido lo del cannabis uno estaría conmigo, cada niño que llega, hay una historia por detrás…
—¿Cada niño que llega es un poco un hijo tuyo que llega?
—Algo así. Yo trabajo desde mi dolor. Sabiendo lo que un dolor de columna, trabajo desde otra forma porque yo siento el dolor.
—Me dijiste que varios médicos llegan a tu consultorio. ¿Qué buscan?
—La señora de un médico tiene lumbalgia y le lleva una tintura. No se podía parar, con la crema y la tintura se alivió. Un sábado tenía de la puerta de mi casa con gente haciendo cola porque el médico había mandado a toda la gente que tenía dolor.
Lista para evaporar su alcohol. Los restos de la materia vegetal desprenden un fuerte aroma a vegetal verde. Lo mismo mi gastroenteróloga, me dijo que si superé el problema en el esófago me manda a los pacientes a casa. Hay oncólogos que me llaman por teléfono para saber qué planta le estoy dando y cómo los estoy tratando porque ven la mejoría. Nunca le digo a nadie que dejen de tomar su medicación ni abandonen ningún tratamiento. Si están yendo al psiquiatra que le pregunten si pueden tomar cannabis. Tampoco estoy vendiendo Coca Cola. Primero se pregunta qué toma la persona, que el cannabis no se interponga con la medicación. Y siempre trato que esté el médico por detrás, que el médico sepa que está consumiendo cannabis. Si tiene que ajustar que ajusten la medicación. Y si no saben siempre le digo a la gente que le comenten al médico que hay muchos médicos que sí hicieron el curso de endocannabinología que dio el Sindicato Médico del Uruguay. Las neuro pediatras están muy metidas. Saben los ratios de la planta. Hay médicos comprometidos y trabajan conmigo. Hay un caso de una mujer que hipotecó la casa para importar el aceite. Tomaban dos gemelos, 21 gotas cada uno y ahora lo solucionó con tres gotas de mi aceite.
—¿Fue todo un mundo nuevo para vos?
—Es un mundo distinto a lo que yo vivía. De ser una ama de casa paseé al mundo del cannabis. No fumo. Me tomo litros de aceite. Y a veces, algunos rateos (las proporciones) los hago yo porque si los llevo a hacer me salen muy caros. Me tomo una cucharada, si es THC ya sabés cómo es, no es que te pegues que tengas el vuelo, sí quedo con energía, se me van los dolores, estudio, me concentro. Si es con bastante CBD quedo chanta. Así… de sofá y duermo divino. Los rateos los hago yo. No hay un aceite que se venda y no haya probado. Tenemos un solo laboratorio de análisis que todos los aceites siempre te van a dar altísimos en THC. Para mí no es confiable. Tendríamos que tener un laboratorio en la Universidad de la República (la Universidad pública uruguaya) y eso es lo que estamos peleando en la Asociación de Productores de Aceite de Cannabis de Uruguay. Quieren renegar de los aceiteros, como yo.
—¿Cómo convivís con la contradicción de que en Uruguay todavía no está reglamentado el aceite que hacen ustedes, los aceiteros?
—Yo soy fitoterapeuta, herboristería y técnica en botánica medicinal. Y lo veo tan ridículo… El Ministerio de Salud Pública tiene que reconocer que no hay una muerte por cannabis en el mundo. Y sí la hay por los opiáceos.
—¿No te da miedo estar en una zona gris?
—No es gris la zona, es negra. Si hay un problema… Esta es mi casa. Siempre atendí acá nunca me escondí. No entrego el aceite en una placita, atiendo, doy mi cara, mi teléfono de línea, esta es mi casa, nunca tuve miedo porque hago las cosas como hay que hacerlas.
—Me imagino que estás tranquila porque te da tranquilidad hacer las cosas bien…
—Si. Hay una miel que le pongo a la tintura de cannabis, lo hago en frío. Las propiedades de la miel junto al cannabis son muy buenas. Tomás una cucharadita de té y un ataque de asma se te va en menos de tres minutos. Lo usa la gente que tiene EPOC o cáncer de pulmón porque es vaso dilatador. La tintura la dejo con tres ventiladores durante 16 a 24 horas, mientras voy revolviendo la miel. No lo hago con calor, porque el calor le saca las propiedades a la miel y al cannabis. También preparo una crema antiinflamatoria con otro montón de yuyos y el dolor te lo saca en menos de 10 minutos.
—La asociación de aceiteros uruguaya está reuniéndose con el gobierno. ¿Cómo están esas conversaciones?
El gobierno hay unas reuniones muy auspiciosas pero vamos a ver qué pasa. La ley fue hecha y hecha la ley, hecha la trampa. Salud Pública que no quiere saber nada. Les decís THC y es un cuco. No podés decir THC porque es que estás volando a la gente. Yo no sé qué es volar, con el THC me siento mejor y nada más.