Brasil: difícil conseguir aceite de cannabis

Soft Secrets
13 Nov 2017

A pesar de que Brasil es un país donde centenas de millares de plantas de macoña son sembradas y después descubiertas por la Policía Federal, del otro lado hay un problema que no espera: el tratamiento de las enfermedades con cannabis. La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA), que en Brasil es responsable de la validación de medicamentos, deja mucho que desear cuando se habla de liberación de la macoña medicinal.


Por cuestiones políticas e intereses de la industria famacéutica, la liberación de cannabis para pacientes con enfermedades serias es una leyenda en el país. En Brasil es ilegal utilizar y plantar marihuana, excepto con orden judicial.

La macoña es totalmente controlada por el tráfico, que tiene nombre y dirección: el Polígono de la Macoña, en el área de Pernambuco, un lugar dominado por los traficantes. Se calcula que 40 mil trabajadores están relacionados a la siembra de la macoña en el área del país, y que apenas tres familias en todo Brasil, después de mucha lucha, consiguieron autorización para la siembra para el tratamiento de enfermedades.

El problema en Rio

El problema actual en Brasil es la legalización del cultivo para que familiares puedan extraer aceite de cannabis de la macoña. Uno de esos casos es el de Sofia. Nacida en Rio de Janeiro, comenzó a tener convulsiones con 35 días de vida. En ese momento Sofia comenzó a hacer varios tratamientos, incluso con medicamentos importados. Los efectos adversos de los medicamentos anticonvulsionantes eran graves, como la pérdida de visión.

La madre de Sofia, Margarete Brito, actual presidenta del Apoyo a la Investigación y Pacientes de la Cannabis Medicinal (APEPI) importaba un medicamento que calmaba mucho las convulsiones de su hija. “Cuando importamos el medicamento era considerado tráfico internacional de estupefacientes, pero nosotros veíamos la luz al final del túnel. Era algo que podría resolver la situación de nuestra hija”, afirma Margarete a Soft Secrets. Quién piense que en Brasil también es simple conseguir una prescripción médica para la macoña medicinal está engañado.

La ANVISA requiere que, para importar cannabis, un médico prescriba una receta, pero después de que el paciente haya tomado todos los medicamentos que ANVISA tiene en su sistema. Para Margarete Brito el problema puede ser mayor para quien vive en ciudades del interior de Brasil, donde médicos y pacientes no conocen esa información. La macoña fue incluida en la lista oficial de plantas medicinales por ANVISA, lo que no significa la liberación del uso, siembra o comercialización. Apenas tres familias en Brasil están autorizadas a la siembra de cannabis medicinal, por orden judicial, porque continúa siendo un crimen.

Para Margarete “la lucha principal es por la producción de ese medicamento en Brasil, tenemos tres frentes de lucha que es la producción por cooperativas, el cultivo individual y el cultivo por universidades, estamos intentando desarrollar un producto para que sea distribuido en el sistema público de salud. No tiene sentido tener tanta tierra para sembrar y tener que pagar a costo de oro un medicamento que podemos producir en Brasil”, se lamenta Margarete. Margarete Brito disienta acerca de que los pacientes deban ingerir todos los medicamentos antes que el cannabis para tener el derecho a conseguir por ANVISA el derecho de importar:

“No comparto que la droga deba ser la última opción, no es una droga de riesgo, el riesgo en la mayoría de las veces es menor que los otros anticonvulsionantes, sobre todo por el hecho de no tener registro en el país, ni ensayo clínico. Por esta situación no puede ser una droga de primera opción. Aquí en Brasil hicimos el aceite artesanalmente, porque somos la primera familia en Brasil en tener la autorización para sembrar. ¿Pero los otros padres y madres que sufren viendo a sus hijos, necesitan una orden judicial para la siembra?”, se pregunta.

El asunto en Recife

En Recife, el caso de Aline de Menezes Costa no es muy diferente al de Margarete. Cuando quedó embarazada descubrió que su hija tendría una deficiencia morfológica y así comenzó la lucha. La niña llegó a tener 300 convulsiones en solo un día. La madre no tuvo dudas y recurrió a Abrace Esperanza, una organización que hace algunos años apoya pacientes ofreciendo aceites de cannabis, en la ciudad de João Pessoa.

La organización “me enviaba el aceite. Teníamos que pagar una cuota mensual. El aceite estaba haciendo el mismo efecto que el otro que importaba, cuyo valor era muy alto. Mi hija, después del uso del cannabidiol, no tuvo más internación por convulsiones. La macoña medicinal salva vidas, yo no tengo dudas de eso”, dijo Aline.

Solución política

Para Renato Filev, doctor en neurociencias e investigador del Centro Brasilero de Informaciones sobre Drogas Psicotrópicas, cerca de 600 mil brasileros padecen epilepsia resistente y podrían beneficiarse con los derivados del cannabis. Según Filev, hay falta de sentido común en lo que ANVISA está haciendo con los pacientes. “Nunca fue relatado en la historia de la medicina que el cannabis haya matado a alguien. Es un gran absurdo colocarla como última alternativa. (...) Con los medicamentos importados no se sabe lo que tienen, ni cuál es la calidad de la planta.

(...) Es importante destacar que son raros los productos farmacéuticos que no tengan la presencia del THC que causa euforia en el cannabis”, comenta. Según Renato, la reglamentación del cannabis debería seguir no solo la finalidad medicinal, todo uso debería ser reglamentado, con control de calidad, con permiso de cultivo personal, pagando impuestos, creando cooperativas y poniendo restricciones a la gran industria.

por Leticia Fagundes

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