Argentina enciende el debate para legalizar el faso


11 May 2020

De albiceleste a verde Argentina parece encaminarse a la regulación de los usos adultos de la marihuana. Nunca hubo un escenario tan favorable para regular la marihuana en el país de las contradicciones.


 

¿Cuándo no? Argentina. De crisis en crisis. De caos en caos. Esos movimientos sísmicos a los que lamentablemente nos tiene acostumbrados el país, o mejor dicho unos cuantos de sus gobernantes, tiene una cara positiva. La cosecha de unas flores memorables. Aquel viejo proverbio de que de las crisis se sale (o se debe salir) más fuerte, aplica hoy, una vez más en la tierra austral patagónica. El desastre estrepitoso del último gobierno del empresario Mauricio Macri dejó a uno de cada tres argentinos en la pobreza. El país que produce alimentos para 400 millones de personas en el mundo le hizo pasar hambre al 13% de los niños de su país según la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación. El descalabro mayor de un país es el hambre de sus habitantes. Sin dudas. Pero no es el único.

Guerra al sentido común

La tónica guerrera, represiva, autoritaria, demagógica y de tribunera reaccionaria de la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, tuvo en los “operativos antidrogas” uno de sus caballitos de batalla. Publicitó las “incautaciones” como si estuviera colonizando un planeta lejano. Para un marciano pudo parecer que la ex ministra se comía a los narcos crudos. Pero no. Más bien se comía a los pibes crudos, con mucho perejil. Un reciente artículo de Infobae mostró que en 2019 el 93% de las incautaciones de marihuana fue por menos de 100 gramos. O sea, casi diez de diez incautaciones fueron una farsa que la pagaron en carne propia los usuarios. “El 80% de las causas iniciadas por tenencia para consumo personal entre 2011 y 2018 se debieron a un actuar de la policía sin denuncia previa. Esto, dentro de la estadística, está calificado como prevención. Y significa que cuando la policía decide requisar, ir a buscar usuarios de sustancias, se abren miles y miles de causas. Llegamos a la conclusión que el accionar de la fuerza está generando un sobregasto al estado tremendo”, se lamenta Facundo Rivadeneira del movimiento cannábico Cogollos del Oeste. Su organización es una de las casi 50 que hacen fuerza para cambiar el marco normativo de la marihuana en Argentina. Y lo mejor de todo es que nunca hubo un escenario tan favorable como en este momento.

¿Regular la marihuana? Sí…

“La producción, distribución, venta y consumo de cannabis son actividades que se han desarrollado históricamente en contextos de ilegalidad y clandestinidad, quedando de manifiesto en los últimos años la participación de funcionarixs políticxs, judiciales y agentes policiales en la regulación del mercado. En este mercado ilegal solo se busca maximizar las ganancias, (…) Además, la disputa por el territorio, las bocas de expendio y las rutas de distribución se resuelven muchas veces mediante el ejercicio de violencia”, señala el acuerdo en el que organizaciones sociales cannábicas, de Derechos Humanos, de diversidad sexual, Derecho, Salud Mental y muchas otras se están poniendo de acuerdo. En septiembre pasado muchas de estas organizaciones presentaron el acuerdo para que el Congreso estudie seriamente la regulación. Una regulación de la marihuana que le haga frente a una contradicción que hay en la jurisprudencia. Entre la cantidad de estupideces jurídicas que tiene la ley anti drogas argentina, la ley 23.737 sigue vigente desde 1989, pena la tenencia simple con prisión de uno a seis años. En 1986 se dictaron los fallos a favor de Mario Bazterrica (reconocido músico) y también de Alejandro Capalbo que declararon inconstitucional la misma ley 23.737. Los fallos garantistas para los usuarios continuaron, pero también los no garantistas, los que daban prisión y garrote al fumeta. En 2009 la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el máximo órgano de la justicia en Argentina, declaró inconstitucional la pena por tenencia de drogas. “Estamos con una lista que va creciendo, no solo en fallos, sino en legitimación del uso del cannabis a nivel federal. No solo con la ley de cannabis medicinal (27.350 —aprobada en 2017), sino con la adhesión de las provincias a los proyectos de ordenanzas y todo lo que va ampliando el debate”, señala Rivadeneira. El debate ha desbordado los cauces de lo conocido en Argentina que parece acompasarse a otros países de la región que han dado o están dando el debate de algún modelo de regulación sostenible, accesible y democrático.

Tiempos nuevos

Las casi 50 organizaciones tienen un documento con el que trabajan con las nuevas autoridades del Poder Ejecutivo que encabeza el nuevo presidente Alberto Fernández. “Tenemos un gabinete que es mucho más afín a las luchas por los Derechos. También hay un camino largo para informar bien” explicó Facundo a Soft Secrets. Regular la marihuana implica desmontar mitos profundamente arraigados en las creencias populares que se transmiten como electricidad por los medios de comunicación, entre los operadores policiales, judiciales y médicos. Pero parece que hay nuevos tiempos para la marihuana en Argentina. “Presentamos el acuerdo el 21 de septiembre del año pasado. Se empezó a trabajar a mediados de mayo, junio. En pleno macrismo y con la especulación de la segunda vuelta que afortunadamente no se dio. A partir de ese momento empezamos a trabajar internamente fortaleciendo el acuerdo en cinco puntos donde reflejamos el pedido de la sociedad civil que no solo tiene que ver con lo cannábico. Hay organizaciones de Derechos Humanos, de Derecho penal o que trabajan en temas de seguridad, ente otros. Así se va agrandando el espectro interdisciplinario que queremos lograr con el acuerdo”, sintetiza.

Regular la marihuana en Argentina

A la nueva ministra de Seguridad, Sabina Andrea Frederic, “le llegó el trabajo que estamos realizando. Y nos convocó para entablar una conversación con el gobierno nacional. La impronta del gobierno es que quiere avanzar con estos temas”, dice el activista cannábico. El acuerdo que lograron las organizaciones sociales tiene cinco puntos. El primero punto dice que la regulación es “una medida necesaria y urgente, que debe basarse en el respeto por las libertades individuales y las prácticas culturales. Esta regulación busca minimizar las secuelas del narcotráfico y proteger la salud pública”. El segundo asunto acordado es la reducción de riesgos y daños. Es decir, a través de un expendio legal llegar a un consumo informado y responsable. El esquema también quiere prestar atención a las vulnerabilidades sociales. Otro tema es la apuesta por el autocultivo y los clubes sociales de cannabis y mecanismos cooperativos para la producción de marihuana. Este esquema de producción permitirá el “acceso democrático” y además equilibraría “el precio de mercado”. La última cuestión del acuerdo es para dejar de criminalizar todas las sustancias psicoactivas. “De lo contrario, se seguirán coartando derechos humanos de lxs usuarixs de estas sustancias”. “El sistema de producción a través del estado o mediante sistema de licencias tiene que ser amplio. Y no solo quedar en las grandes empresas.  En Argentina el cannabis. Es la tercer sustancia más consumidas después del alcohol y el tabaco y eso demanda una producción a escala que satisfaga todas las necesidades” explica Facundo. Se estima que más de un millón de argentinos fuman cannabis mensualmente. Un sistema para abastecerles debe estar bien aceitado. “Pero un sistema que esté solo basado en unas pocas licencias dejaría a muchos trabajadores del sector afuera”, señaló el activista. De hecho, en el país ya existe mucha gente trabajando pero en la clandestinidad. Ya funcionan muchos clubes de cannabis y otras formas de asociación solidaria para tener un cannabis de acceso democrático, de calidad y lejos de las redes del tráfico. Las organizaciones que vienen trabajando en el acuerdo sueñan con “cooperativas y pequeños productores” para abastecer la gran demanda existente. “En Argentina, pese a esta gran prohibición que nos rige, tenemos uno de los movimientos cannábicos populares más grandes. Hay mucha gente que cultiva, que produce de manera a pequeño productor y otros que lo hacen de manera cooperativa. Todo en un marco de ilegalidad. Sabemos que si la regulación va para otro lado estos sectores van a quedar fuera” acota le activista cannábico. De aquí en más el trabajo en Argentina se va a centrar en un debate. Sin “prejuicios morales. Tiene que ser científico. No hablamos de si el cannabis hace bien o no. Eso no se discute”, explicó Facundo a Soft Secrets. Que así sea. Que haya ley. Que haya marihuana hecha por quienes conocen la demanda y son auténticos proveedores. ¡Vamos Argentina!