Hachís concentrado: extracción de chocolate del cannabis

Soft Secrets
04 Jun 2013

A lo largo de los años, muy lentamente, la producción de concentrados de resinas y aceites en Europa, Estados Unidos y por estos días en Latinoamérica ha ido extendiéndose en el ámbito del autoabastecimiento.


La elaboración de hachís concentrado a partir de materia vegetal sigue siendo una actividad minoritaria, restringida a aquellos que están dispuestos a dar un paso más en el proceso productivo del cannabis narcótico. En estos territorios, el hachís es la expresión suprema de nuestra planta favorita. Incluso estos días, cuando parecen prodigarse las palabras para designar distintos tipos de concentrados como wax, errl, budder, bho, fmcd, shatter, amber glass, honeycomb o true melt en el vocabulario cannábico, sólo unos pocos cultivadores y entusiastas van más allá de la forma herbal. Ni la facilidad y eficiencia que puso al alcance de todos el método de separación en agua fría a finales de los noventa, ni la aportación de carácter más industrial que supone la extracción con butano –representante definitivo de la cultura de la comodidad, la de apretar un botón y ya está-, han logrado que los concentrados de cannabis tengan un lugar propio de manera generalizada.

 

Fusión completa del hachís concentrado

En el mundo de los concentrados, la posición más elevada la ocupa sin duda el hachís obtenido por separación en seco. El motivo es simple: la esencia de la planta se encuentra intacta. Sin embargo, lograr un producto de gran pureza usando simplemente uno o más tamices es también el reto que entraña mayor dificultad, debido a la facilidad con que atraviesan las mallas los diversos elementos contaminantes. Este factor es la causa de que el rendimiento sea extremadamente bajo cuando se trata de conseguir un polvo de resina de máxima calidad.

Un hachís de primera se funde por completo, licuándose y dejando una cantidad insignificante de residuos tras consumirse. Para lograr esto –o algo parecido- en seco, el rendimiento se sitúa muy por debajo del 1%. La introducción del proceso de separación en agua fría supuso un gran salto en este sentido, ya que esta técnica permite obtener una proporción de resina de fusión completa que puede superar el 10% cuando se emplean variedades especialmente productivas.

Al estar “lavada”, la resina al agua adolece de cierta merma en sus cualidades organolépticas, respecto al polvo de resina separado en seco. Por ello, la idea de combinar ambos tipos de concentrados en un hachís mixto constituye un modelo de referencia para cualquier cultivador privado, sea cual sea el tamaño de su producción. Basta añadir de un 10 a un 15% de polvo de resina “doble cero” a las mejores muestras de resina separadas en agua fría para lograr una mejora sustancial del hachís resultante. El polvo de resina aporta cuerpo y redondea el sabor, enriqueciéndolo de forma notable, y da como resultado un producto final de gran pureza y máxima potencia a todos los niveles.

El hachís concentrado: De la malla al prensado

Partiendo de una materia vegetal bien seleccionada, limpia y cubierta de tricomas glandulares intactos, empezamos separando las glándulas de resina más grandes y maduras sobre una malla de 120-150 micras. El éxito del proceso depende de que la temperatura y la humedad sean bajas, y de que los movimientos que realicemos para cribar el material sean lo suficientemente suaves. Poco a poco, el polvo de resina comenzará a acumularse debajo del tamiz, en la superficie disponemos para ello. La clave está en saber cuándo detenernos, para lo cual resulta indispensable la ayuda de una lente de aumento. Tan pronto como detectemos que las partículas de materia vegetal están contaminando el polvo de resina, paramos.

Antes de pasar al siguiente punto, podemos retirar parte de los contaminantes –sobre todo, los más grandes- con unas pinzas. También resulta muy útil una tarjeta de plástico, ya que se carga de electricidad estática fácilmente y atrae las partículas como un imán al pasarla lentamente por encima del polvo de resina.

A continuación recribamos dos o tres veces el producto obtenido con la misma malla. Si no está muy tensa, podemos emplear técnicas de vibración, tamborileando con los dedos alrededor de la muestra. En caso contrario, puede usarse una tarjeta de plástico o similar para peinar suavemente el polvo de resina haciendo que las glándulas atraviesen el cedazo. La densidad de las cabezas de los tricomas glandulares maduros propicia que éstas caigan antes, y que los contaminantes, más ligeros, queden encima de la malla. Paramos cuando haya pasado la mayor parte del polvo de resina y alrededor de un 10% siga aún sobre el tamiz. Por lo general, la tercera vez que recribemos el polvo de resina estará ya muy depurado y prácticamente todo el material atravesará la malla con soltura.

Reservamos el polvo de resina “00”, manteniéndolo lo más intacto posible al envolverlo (podemos usar papel vegetal o especial para hornear), nos preparamos para la fase de separación en agua fría. Es conveniente que mantengamos la materia vegetal en el congelador hasta el momento de procesarla, y que usemos un juego de mallas de buena calidad. No obstante, al igual que ocurre en el proceso de separación en seco, todo está en nuestras manos. Es por ello que, a la hora de agitar el material en agua helada, nos limitemos a hacer movimientos circulares y de remo, sin batir en exceso. Según la cantidad de materia vegetal a procesar, la primera pasada puede durar entre 15 y 30 minutos; más incluso si el volumen de hierba es muy grande. Es recomendable llevar a cabo una segunda pasada en iguales condiciones y, más tarde, elegir las mejores muestras para elaborar las piezas de primera.

Antes de proceder al prensado, que dará como resultado el producto único e irrepetible que es el hachís, la resina al agua debe secarse completamente. Para lograrlo, sacamos la resina de la malla, sin prensarla, después de absorber desde fuera todo el agua posible con un paño absorbente. Depositamos la resina sobre una malla de 25 micras, bajo la cual colocamos servilletas de papel, y luego pasamos a cartón o marco de serigrafía de 25 micras para deshacer la resina con la ayuda de unos palillos finos o el utensilio de preferencia. Es importante desmenuzar bien la resina sin aplicar presión y mantenerla esparcida. El secado tarda en completarse 7-10 días, por lo que hay que buscar un lugar ventilado y sin demasiada luz. Evitar que las muestras se contaminen con partículas de polvo y suciedad. Una hoja de papel ahuecada puede servirnos para cubrir la resina al tiempo que deja pasar el aire.

El hachís concentrado: Prensado a mano

El carácter artesanal del hachís alcanza una de sus expresiones más poderosas durante la fase de acabado. Es entonces cuando la resina intacta, conservada cuidadosamente para preservar su integridad, llega finalmente a nuestras manos. Según afirma Robert Connell Clarke en su monumental obra Hashish!, la figura del maestro prensador está reconocida por sí misma en la tradición afgana. Son los Ustads, que es como se llama a los maestros o expertos en alguna materia. El prensador experimentado sabe que el calor y la destreza de sus manos son lo único necesario para transformar la resina de alta calidad en una pieza de hachís, y evita usar otras fuentes de calor para preservar los principios activos.

Entre los datos comparativos que aporta Clarke respecto a la cultura afgana del hachís, destaca que la mayoría de los occidentales sólo podrían prensar a mano, de una vez, entre 3 y 4 gramos de resina en crudo, mientras que un afgano experto es capaz de prensar una pieza de 15 a 20 gramos o más. En cualquier caso, el objetivo es la homogeneidad del producto final, el tiempo necesario para ello puede estar entre 10 y 30 minutos. Una vez concluido el prensado, el hachís irá asentándose durante las horas siguientes hasta alcanzar su punto de máxima frescura. Este momento determina, a su vez, la fecha de caducidad del producto, así que resulta indispensable mantener unas buenas prácticas de conservación si la pieza de hachís no va a consumirse a corto plazo.

Aceite y hachís concentrado

En la guarida de Bubbleman (www.fullmeltbubble.com), el foro cannábico en internet dedicado al hachís por el entusiasta canadiense responsable de las Bubblebag y otras innovaciones específicas para la separación de la resina, un usuario lo dejaba claro al hilo de ciertos comentarios sobre el extracto obtenido con butano: “Hay quienes lo llaman miel (honey), yo lo llamo resina disuelta en productos petroquímicos”.

En los foros de habla hispana también pueden verse situaciones similares; usuarios que presentan sus extractos de cannabis con nombres alusivos a la miel y otros productos biológicos. Precisamente, lo que nunca serán estos concentrados. Estas analogías únicamente tienen sentido cuando se trata de productos naturales, y el concentrado natural del cannabis se llama hachís.

Mientras que el hachís está enteramente en las manos del que lo elabora, la extracción con disolventes sucede de manera “automática”, por lo que cualquiera puede producir un concentrado, aunque no tenga la más mínima sensibilidad o talento. Al mismo tiempo, los procesos de extracción con disolventes suelen incluir cierta peligrosidad, especialmente el más popular, que empieza por descargar botellas de butano enteras, prosigue mezclando fuentes de calor y gas inflamable para el refinado, y termina en unas formas de consumo que implican sopletes y metales o cristal al rojo vivo. El resultado de combinar ambas ideas -usuarios masificados y procedimientos peligrosos- no puede ser menos recomendable.

Incluso tratándose de los mejores extractos producidos por usuarios cualificados, la sombra del disolvente industrial siempre acompaña a estos concentrados. Por muchos pasos que demos para purificar el extracto, lo único que logramos es un producto cada vez más desnaturalizado a base de largas aplicaciones de calor y nuevas disoluciones.

El hachís concentrado: Legends of Hashish

Hace diez años que se celebra en Ámsterdam un exclusivo encuentro dedicado al hachís durante la semana de la High Times Cannabis Cup. La idea surgió de algunas de las celebridades más destacadas del universo cannábico: Robert Connell Clarke, Sam Skunkman, Bubbleman… Con el nombre Legends of Hashish,  decidieron organizar un evento en forma de cena para compartir su devoción por la resina. Únicamente puede accederse mediante una invitación personal, y el número de invitaciones disponibles para este año se ha limitado a cincuenta.

Desde hace cinco ediciones, además, la cena incluye una copa dedicada exclusivamente a resinas obtenidas de manera natural, sin disolventes. Las últimas dos copas fueron ganadas por muestras separadas en seco.

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