Marihuana afgana. Legado de la genética y cultivo

31 Jan 2020

Pocos países pueden afirmar haber influido tanto en la industria de la marihuana como lo ha hecho Afganistán. Sin embargo, durante los últimos cuarenta años, desde la intervención soviética en 1979, seguida por la subida al poder de los talibanes y la ocupación militar norteamericana, para la mayoría de los aficionados a la marihuana ha sido demasiado peligroso visitar el país. Con uno de los cultivos de marihuana más antiguos que todavía hoy podemos encontrar en el mundo, visitar los campos de marihuana y las casas de hachís en el norte de Afganistán es como volver a los orígenes del consumo moderno de la marihuana.


Las raíces del cultivo moderno de marihuana

La selección de la planta y la extracción de la resina son las dos áreas de innovación principales de la industria de la marihuana, y tal vez todo empezó en algún lugar de Asia Central. Sin duda, de los pocos orígenes que puede haber de la marihuana, el norte de Afganistán se encuentra en el camino de la primera propagación de la marihuana doméstica.

Aunque sus países vecinos solían compartir la misma pasión por la planta y sus productos derivados, la guerra contra las drogas del siglo XX la borraron casi por completo. Entonces, Afganistán empezó a convertirse en uno de los países que más tiempo llevan en la selección de la marihuana por sus propiedades psicoactivas. Son variedades que los botánicos llaman landraces o pure strains; es decir, razas naturales o variedades puras. Una terminología que se refiere a las antiguas variedades domesticadas que siguen floreciendo en Afganistán, actualmente presentan una diversidad increíble.

No encajan con la taxonomía clásica de la marihuana, que distingue sativas de indicas, incluso se ha propuesto una nueva especie Cannabis afghanica. En un solo campo se dan distintas estructuras, coloraciones y aromas. Esta diversidad llama la atención frente a la uniformidad de los campos de marihuana que ahora podemos encontrar en otros lugares ancestrales de producción de marihuana. Las semillas del año anterior se siembran en primavera, perpetuando la selección milenaria de la marihuana afgana, y parece ser que crecen sin muchos cuidados hasta la cosecha, que va de octubre hasta finales de diciembre. Los afganos han seleccionado las plantas de marihuana que producen enormes cantidades de resina pegajosa, puesto que no fuman los cogollos manicurados, sino que tamizan toda su cosecha para extraer hachís.

Hay poemas turcos del siglo XV que describen el estilo de vida de los sufíes de Khorasan (nombre medieval afgano), son las primeras trazas escritas de la marihuana en polvillo o polvo, ubicando los orígenes del hachís entre el norte de Irán y el norte de Afganistán.

La tradición medieval del hachís se propagó por primera vez en el mundo musulmán, y se introdujo en Europa durante el siglo XIX por los soldados de Napoleón. Durante los 60, los hippies viajaron buscando el rastro del hachís y luego llevaron las semillas de marihuana afgana y la técnica de tamizado hacia Marruecos, para cubrir la demanda del boom europeo. Fue durante aquel período que surgió el cultivo moderno de la marihuana, cuando los underground breeders, cultivadores clandestinos, empezaron a recopilar semillas de marihuana domesticadas de todo el mundo y a cultivarlas en sus patios traseros, iniciando así una selección más intensiva de lo que se había hecho durante milenios.

Las técnicas rápidas de selección han evolucionado, pasando de los campos a los invernaderos. Ahora tienen lugar en laboratorios sofisticados donde se cruzan o se autopolinizan para crear semillas con polihíbridos muy potentes, feminizadas o autoflorecientes del siglo XXI.

Como la selección de la planta tiene por objetivo estabilizar su expresión genética determinada, ahora somos conscientes de que desde las variedades ancestrales (incluyendo las landraces afganas), la industria de la marihuana ha creado una enorme cantidad de híbridos modernos de marihuana, sin duda con psicoactivos muy altos pero mostrando, según estudios recientes, muy pocas diferencias genéticas.

Con el mercado global de Internet, los agricultores de marihuana de los sitios más ancestrales en materia de producción, lógicamente, empezaron a ver estas potentes semillas occidentales de marihuana. Como la marihuana se poliniza fácilmente, los mismos genes se propagan en las cepas de marihuana de todo el mundo, con desastrosas consecuencias para su diversidad. Actualmente, es un desafío buscar campos de marihuana que no estén afectados por esta estandarización, o skunkización. Al contrario de lo que sucede Afganistán, que sigue siendo un bastión inaccesible desde que el primer banco de semillas legal se abrió en Ámsterdam.

Del mismo modo que las técnicas de selección han evolucionado, también lo han hecho la purificación y la extracción de la resina de la marihuana. A pesar de los avances tecnológicos para producir concentrados (BHO, Rosin, Dabs, etc.) que contengan disolventes químicos y herramientas sofisticadas, la experiencia internacionalmente reconocida de los maestros del hachís afgano al combinar variedades ancestrales de marihuana y los métodos de curado regionales, constituyen una receta inigualable para obtener un producto del territorio muy valioso.

Cultivo de hachís en el actual Afganistán

A pesar de que la historia de la antigüedad de la marihuana y el hachís todavía sea un tema de debate entre la comunidad de cultivadores de marihuana, existen evidencias de los fundamentos de los cultivos modernos de marihuana que todavía no se han documentado en Afganistán.

En la ciudad de Balkh está el altar de Baba Ku,  la leyenda le atribuye el mérito de ser la primera persona que fomentó el uso del hachís como medicina, un hito popular todavía hoy. Gran parte de la población sigue disfrutando de la marihuana de distintas maneras: es bastante habitual encontrar afganos fumando porros en las ciudades, en cigarrillos vacíos que han llenado de hachís, y a veces, mezclado con un poco de tabaco.

Aunque el chilum es la manera tradicional de fumar hachís en Afganistán. Los grupos de amigos se encuentran en antiguas Chilum-Khanas (casas de chilum) donde pueden dar caladas en un chilum, a cambio de pequeñas contribuciones.

Los agricultores de marihuana normalmente tienen una sala para recibir a sus amigos, donde las conversaciones y las risas fluyen más con té verde y grandes cantidades de hachís. Hay otra técnica, llamada Naysha, es más popular en las áreas rurales y es anterior al chilum y al porro.

El hachís se esparce en brasa ardiente, los vapores se inhalan con una boquilla a través del agua que se queda en la boquilla. Aunque en la mayoría de lenguas occidentales utilizamos el término hachís, del significado en árabe de la palabra 'hierba', los afganos utilizan la palabra persa Charas, que significa 'bolsa de cuero', para referirse al nombre del extracto obtenido al tamizar las plantas secas de marihuana. Esto podría sorprender a algunos aficionados más jóvenes de la marihuana (y a los que no lo son tanto), pensando que el charas únicamente se utiliza para el extracto indio que se obtiene frotando las manos. Sin embargo, es otra muestra de cómo el cultivo de marihuana afgana se ha mantenido aislado durante mucho tiempo.

La tradición de marihuana afgana no ha cambiado desde la Edad Media, a pesar, o justamente por ello, de los conflictos regionales e internacionales que han atormentado a la población afgana durante tanto tiempo, así que cualquier viaje a la región requiere una planificación seria y prudente. Todavía hoy podemos ver la continuidad de la historia de la marihuana, desde las landraces a los híbridos, y desde el hachís tradicional a los concentrados modernos, no solo en Afganistán, sino en el mundo entero.

Pero con la estandarización desenfrenada de la marihuana a nivel mundial, las auténticas variedades ancestrales cada vez son más y más difíciles de encontrar. Sin embargo, los actuales inicios de la primera marihuana modificada genéticamente constituyen el único cambio para que consigamos crear una diversidad real de variedades de marihuana, con mejor resistencia a las plagas y enfermedades. Por este motivo, aumentan los aficionados a la marihuana y los trabajos acerca de la conservación de las cepas ancestrales de la marihuana, así como las maneras tradicionales de procesar la planta.