Errores que cometíamosen el siglo XX y que cometemos en el siglo XXI

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07 Jan 2015

Son muchos los errores que se suelen cometer en un cultivo de interior, en la mayoría de ocasiones, a causa de no disponer de información básica. 


Son muchos los errores que se suelen cometer en un cultivo de interior, en la mayoría de ocasiones, a causa de no disponer de información básica. 

Son muchos los errores que se suelen cometer en un cultivo de interior, en la mayoría de ocasiones, a causa de no disponer de información básica. 

Cuando no estamos bien informados, muchas cosas de las que hacemos pueden perjudicar a la planta en vez de beneficiarla. Este desconocimiento lleva a una merma significativa de la producción y en algunos casos graves, hará que no podamos acabar satisfactoriamente el cultivo. A continuación, cito algunos errores de los más comunes.

Antes de comenzar el cultivo

Pensar que el cultivo de interior es igual que el de exterior: Este es uno de los principales errores que abocan al cultivador al fracaso antes de haber comenzado. Encontrar la “armonía” entre los elementos que empleamos en el cultivo para conseguir unos parámetros óptimos es una premisa fundamental a cumplir si no queremos empezar con mal pie.  Somos nosotros los que debemos crear el hábitat idóneo para las plantas. Esto no ocurre en exterior, donde “Dios” nos pone lo necesario para que la planta se desarrolle. “En cultivos de interior no existe el factor suerte”.

Algunos nos darán consejos sabiendo menos que nosotros,e incluso sin haber cultivado nunca (esto ocurre). Filtra la información y guíate por las fuentes más fiables. Hay libros cannábicos de calidad que te resolverán las dudas. La mayoría de profesionales del sector (grow-shops) te podrán guiar. Visita foros y blogs cannábicos de referencia y sobre todo, lee prensa y periódicos especializados como Soft Secrets, periódico en el que me siento muy orgulloso de colaborar.

Decirle a nuestros amigos que vamos a iniciarnos en el auto-cultivo del cannabis: llévalo con discreción y no se lo digas a nadie... “pero a nadie”. 

Adquirir cosas innecesarias y caras sin tener ni idea de para qué sirven: y sin pensar si las necesitas. Cada uno tiene en su auto-cultivo unas condiciones únicas que nos dirán qué es lo que realmente necesitamos.

No elegir adecuadamente el cuarto de cultivo: en muchas ocasiones, elegimos cuartos que no son adecuados para el cultivo por tener una mala situación geográfica o ambiental que exigirá un alto gasto extra de electricidad para poder mantener parámetros lógicos. Antes de gastarte el dinero, estudia tu entorno.

Empezaremos cultivando variedades no problemáticas: el tiempo nos dirá cuando podemos acometer cultivos más complicados o cultivar variedades más delicadas que precisen atenciones especiales. No seas impaciente, evita variedades complicadas en tus primeros cultivos. Las variedades “Skunk”, generalmente son fuertes, aguantan bien las situaciones de estrés y la floración es corta. Empezar con este tipo de variedades nos dará confianza para cultivos futuros.

No proporcionar bien el espacio de cultivo: para sacar el máximo rendimiento con el mejor número de plantas (sean semillas o esquejes). El numero “lógico” de plantas va en relación a diferentes circunstancias (potencia, espacio, litros, contenedor, variedad, etc...) que deberemos extrapolar a nuestro cultivo.

Sembrar semillas desconocidas (o sin saber sus características): conocer los parentales de la variedad nos dará una idea aproximada de lo que podremos conseguir. Nunca plantes semillas o esquejes de dudosa procedencia ya que te pueden hacer perder mucho tiempo y dinero.

Comprar las semillas más caras y típicas: pensando que son las mejores y después comprar el sustrato del chino. El sustrato es el cimiento donde se ancla la planta y si te equivocas en la elección, tiene muy mala solución.

No pensar en la primera norma básica: no molestes a tu vecino y todo irá bien. Si vives en comunidad, evita olores y ruidos. Podemos practicar el auto-cultivo respetando a los demás. Hoy en día se dispone de tecnología suficiente para paliar estos dos problemas generados por un cultivo de interior.

Cuando cultivamos

No conservar las semillas apropiadamente: les restará poder de germinación y en algunos casos no nacerán, ya que las semillas hay que conservarlas en un sitio fresco, oscuro y bajo de humedad. El cajón de las verduras de nuestra nevera es un sitio ideal, y si encima metemos las semillas en un recipiente hermético de plástico y medio lleno de arroz para que absorba la humedad, nos aseguraremos un entorno perfecto.

Germinación incorrecta: para germinar las semillas basta con aplicar humedad, calor y oscuridad. Durante la germinación hay que proteger la semilla de la luz y aplicar una humedad muy alta (100%). Recomiendo germinar las semillas en servilletas de papel de cocina y guardar el envase. Si presentan problemas de germinación, siempre podremos reclamar donde las hayamos comprado.

No mantener parámetros adecuados: cada fase de la planta requiere una temperatura y humedad adecuadas. 24º es una temperatura ideal para ambos ciclos (crecimiento-floración). Pero comprender que la humedad en la fase de crecimiento tiene que ser medio-alta (60% - 70%) y en la fase de floración medio-baja(40% - 55%), hará que nuestras plantas se desarrollen bien y evitaremos problemas.

Enterrar las semillas más de la cuenta en el sustrato: aumentará la dificultad para su germinación. Basta con enterrarlas menos de 1 centímetro, para que empiecen a brotar.

Sobrefertilizar en los primeros riegos: con un sustrato adecuado, las plantas tienen suficiente alimento para las dos o tres primeras semanas de vida. En crecimiento, la planta necesita muy pocos recursos. En floración, aplica un plan nutricional de confianza y usa la tabla de nutrición que pauta el fabricante.

Cultivo sucio: es un reclamo para plagas y hongos. La limpieza es esencial. Cada vez que coseches y vayas a iniciar un nuevo cultivo, es “obligado” limpiar el cuarto o armario. Para la limpieza se puede usar lejía o algunos productos que hay para tal fin con triple acción  (fungicidas, bactericidas y alguicidas) y limpia herramientas, armarios, paredes, suelo, etc. El siguiente cultivo lo agradecerá.

Colocar un plato debajo del contenedor: si cuando regamos tenemos colocado un plato para recoger el agua sobrante, este agua hay que tirarla. No la dejes en el plato para que la planta la absorba ya que esa agua es toxica porque esta salificada (EC muy alta).

Riego inadecuado: el estrés hídrico, ya sea en exceso o en carencia, marcará en gran medida la producción final de nuestro cultivo. Los cultivadores novatos generalmente pecan de regar en exceso (sustrato compacto), lo que provoca que las raíces tengan dificultades para colonizar el sustrato por falta de oxigeno.

No controlar nunca PH y EC: hay cultivadores que dicen que no miden estos parámetros, ya que parten de un agua corriente de alta calidad, pero cuando partimos de una mala calidad de agua potable, será imprescindible el control del agua de riego.

No inspeccionar la planta en busca de plagas o anomalías. la observación es el “mejor” preventivo que podemos usar. Cuanto antes se detecte la plaga o infección, mas fácil será erradicarla.

Usar sustratos inadecuados: no escatimemos al usar una tierra de garantías. El sustrato es uno de los elementos más baratos del cultivo y es en lo que fallan muchos cultivadores. Para la etapa de crecimiento, el sustrato no debe superar una EC de 1200-1400 mS (microsiemens) y para la floración la idónea es la que tiene una EC de 2300-2600 mS. 

Podar sin saber cómo hacerlo, ni el porqué:  si son técnicas no apropiadas o se desconocen, lo más prudente es no aplicarlas. Es muy fácil practicar las diferentes formas de poda, pero es conveniente saber cuándo, dónde, cómo y porqué.

No utilizar preventivos: es una de las facetas más importantes del cultivo, siempre es mejor prevenir que curar. Estar encima de la planta: La sobreprotección perjudica la planta. Ser “impaciente” acarrea problemas.

Echar productos raros y milagrosos: en la nutrición de las plantas hay que usar “todos” los abonos del mismo fabricante y aplicar su tabla nutricional. No hay productos “mágicos”, sí tablas de nutrición “completas”.

Maltratar a las plantas: las plantas cuando se cuidan bien, expresan toda su potencia. 

No utilizar la luz y el espectro adecuado: tanto en crecimiento como en floración, el cannabis requiere un espectro concreto, a la mínima duda con una lámpara o bombilla, consulta en tu Grow-shop de confianza.

Contaminación lumínica: hay que comprobar que el habitáculo donde tenemos el cultivo sea estanco y no permita que la luz lo traspase cuando la planta está en el periodo de reposo(nocturno). Si esto ocurre la planta se estresará y no florecerá y, si lo hace, veremos daños irrecuperables. 

Plantas altas: dependiendo de la potencia lumínica que tengamos, hacer plantas grandes en interior perjudicará la producción. Las lámparas que normalmente utilizamos(250W-400W-600W) tienen un campo de penetración lumínico limitado, ni mucho menos es como en exterior donde el sol penetra plantas de 4 o 5 metros (plantas gigantes).

Regar a cualquier hora y con prisas: regamos cuando podemos, pero lo ideal es regar cuando se enciende el foco. Tampoco hay que echar el agua de riego de una sola vez, ya que desperdiciaremos más de la mitad de la solución, al salirse casi todo el agua por los bordes del contenedor. Verter un tercio del agua de riego en cada contenedor, esperar unos minutos y añadir el agua restante. Por ejemplo, si vamos a usar un litro por contenedor, primero agregaremos 0,333 ml y esperaremos unos minutos para después terminar de regar echando los 0,666 ml que faltan.

Creer que los aparatos de medición son para toda la vida: este error es el que más cosechas destruye por “bloqueos” en un PH fuera del rango de absorción. Todos los aparatos de medición  (PH, EC, humedad, temperatura, etc..) requieren de un control y mantenimiento, pero el de PH es el que más cuidados y revisiones requiere. Si no lo mantenemos, las lecturas que nos dará serán “erróneas” y llevarán al “caos” a nuestro cultivo. Mantén húmeda la sonda y calíbrala por lo menos una vez al mes.

Quitar las hojas grandes a la planta: argumentando que es para que llegue la luz a los cogollos. Las hojas son el motor de la planta y una despensa de reserva de alimento, y las que hacen que una planta sea fuerte. 

En interior, la ventilación es esencial: dotemos el cultivo de un aire fresco y limpio. Cuando tengas terminado tu cuarto o armario, pon en marcha todos los elementos necesarios (luz, extracción, intracción y ventilación) y permanece unos minutos en el habitáculo. Observa y comprueba los parámetros óptimos.

No hacer un correcto lavado de raíces: hará que la hierba no sepa a hierba y que contenga muchas sustancias nocivas, de los abonos y sustancias empleadas durante el cultivo.

Después de haber realizado el lavado de raíces, solo hay que regar con agua: nada más, aunque nos digan que mejorará el sabor final. La marihuana tiene que ofrecer el sabor genuino propio de esa variedad, ni más dulce ni más amarga, tiene que saber como es ella.

Cuando cosechamos, curamos y manicuramos

No cosechar sin mirar el color de los tricomas: es lo que determina el grado de maduración “real” . Los estigmas (pelos) de los cogollos se pueden oxidar por diferentes motivos (roces, cambios climatológicos bruscos, etc.) y engañarnos a la hora de determinar su estado. Con una lupa de 30 o 50 aumentos es suficiente para ver el color de los tricomas. Si son trasparentes está verde, color blanco o lechoso el THC está en su punto más álgido, color ambarino el THC se está degradando y color oscuro es que esta oxidado (degradado).

Cosechar con el sustrato húmedo: nos puede traer problemas a la hora de secar los cogollos (hongos). En el secado hay que mantener unos niveles de humedad convenientes (45%-55%), es aconsejable cosechar con el sustrato algo seco para facilitar estos niveles en el posterior secado y curado de la hierba.

En la manicura no hay que manipular en exceso los cogollos:  producirá una degradación de la resina y muchas glándulas correrán el riesgo de romperse. Tengamos un poco de paciencia.

No dar importancia al secado: para secar los cogollos hace falta un sitio seco, ventilado y oscuro. Ciñámonos  a estos tres requisitos y no incumplamos ninguno de ellos. Por supuesto que un armario secadero es la mejor opción, pero si no se tiene sitio o no se puede comprar, una simple caja grande de cartón servirá para proteger nuestros cogollos. El secado es tan importante o más que el periodo de cultivo, ya que una marihuana cosechada en un estado excepcional, con un mal secado o curado la podemos convertir en una hierba vulgar y de baja calidad.

Seguir pensando que si colgamos la planta boca abajo, va a hacer que la resina baje hasta los cogollos: al secar los cogollos podemos ponerlos de forma horizontal, ya que dará lo mismo, será mucho más cómodo y ocupará menos espacio.

Cosechar sin tener en cuenta las distintas variedades plantadas: hay que saber que el período óptimo del corte de una planta suele durar una semana. Si la cosechamos antes, los tricomas estarán inmaduros, y si lo hacemos después el THC se irá degradando y perdiendo potencia.

Utilizar recipientes inadecuados para guardar los cogollos: cuando guardemos los cogollos en cajas de madera hay que asegurarse que estas no trasmitan olores o sabores indeseados. Esto puede modificar las cualidades organolépticas propias de la variedad. El cristal es inerte y por lo tanto no aportará “nada” a los cogollos.

Consumir la hierba prematuramente: la marihuana requiere un tiempo de curación. A partir de los tres meses después del corte, sí hemos realizado un correcto secado y curado podremos empezar a apreciar sus verdaderos matices y sabores. Comprendo que muchas son las circunstancias de cada uno, no siempre se puede esperar a que la marihuana este “en su punto”. Por este motivo es muy importante optimizar nuestro autocultivo de interior. Si lo hacemos, no hará falta consumir hierba verde o recurrir al mercado negro. Seremos autosuficientes. Un saludo y hasta el próximo número.

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