La culminación del jardín de armario: maravillas de las mechas

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06 Nov 2014

En el artículo “Preparándose para cultivar”, perfilé el proceso de instalación de un jardín de armario, la elección entre semillas y clones, y el arranque de las semillas. Me decidí por el sistema de mecha –lo máximo en métodos de bajo mantenimiento-, que es ideal en épocas donde impera conservar el agua. Ahora, pasamos al trasplante, el crecimiento, la floración, la maduración y los días finales.


En el artículo “Preparándose para cultivar”, perfilé el proceso de instalación de un jardín de armario, la elección entre semillas y clones, y el arranque de las semillas. Me decidí por el sistema de mecha –lo máximo en métodos de bajo mantenimiento-, que es ideal en épocas donde impera conservar el agua. Ahora, pasamos al trasplante, el crecimiento, la floración, la maduración y los días finales.

En el artículo “Preparándose para cultivar”, perfilé el proceso de instalación de un jardín de armario, la elección entre semillas y clones, y el arranque de las semillas. Me decidí por el sistema de mecha –lo máximo en métodos de bajo mantenimiento-, que es ideal en épocas donde impera conservar el agua. Ahora, pasamos al trasplante, el crecimiento, la floración, la maduración y los días finales.

Primera parte: trasplante

Tenía plantados varios contenedores de 10 cm con dos semillas de Fruity Juice® cada uno. La mayoría de semillas germinaron, por lo que había dos plantas en cada contenedor. Pensé que, como no eran semillas feminizadas, algunas plantas serían macho. Plantar dos por contenedor duplicaba las probabilidades de tener una planta hembra en cada uno.

Se suponía que trasplantaría los plantones un domingo, pero mi agenda me obligó a retrasar la plantación una semana. Llegado el momento del trasplante, las plántulas estaban un poco estresadas. Sin embargo, sabía que se recuperarían rápidamente cuando se encontraran en sus nuevos aposentos.

Primero, preparé 16 contenedores. Como las plantas están destinadas a un cultivo con sistema de mecha, corté dos trozos de 45 cm de cuerda trenzada de nailon de 1 cm de diámetro para cada contenedor; 32 en total. Una vez cortados, cubrí los extremos de cuerda con cinta de embalaje para evitar que se deshilacharan.

Cada trozo fue pasado por agujeros opuestos en la base del contenedor, de forma que se cruzaran en medio. Fijé las mechas en su sitio con cinta de embalar. A continuación, llené el contenedor con sustrato de plantación. Este paso se repitió 16 veces.

Cada bolsa de 25 cm cúbicos sirvió para llenar dos contenedores, así que usé ocho bolsas de tierra. Al plantar, saqué tierra para crear un hueco en el centro de cada bolsa. Saqué los plantones del contenedor de 10 cm y situé la parte superior del cepellón a ras de tierra. Luego, empujé la tierra alrededor del trasplante para que hiciera un buen contacto con él. 

Cuando los trasplantes estuvieron listos, coloqué las bolsas encima del palet, que se asienta sobre una bandeja de 120 x 120 cm. Me aseguré de que las mechas colgaran de los contenedores dentro de la bandeja para que pudieran absorber agua y llevarla hasta el sustrato. Entonces, regué las plantas con agua de pH ajustado. El agua salió por los agujeros de los contenedores, lo cual me sirvió para cerciorarme de que estaban completamente saturados. 

A la hora de plantar, no tuve tiempo de llenar las bandejas, por lo que el sistema de mecha no entró en funcionamiento. En vez de ello, las plantas fueron regadas manualmente. No fue hasta dos semanas después que llené la bandeja con unos 12 cm de agua con una mezcla de fertilizante 5-2, 5-5 y té de compost, extracto de algas y ácido húmico. Al mismo tiempo, instalé una pequeña bomba para que hiciera circular el agua de la bandeja, y una bomba de aire con aireador para mantener oxigenada el agua porque las raíces necesitan este elemento.

Las plantas absorberían de este depósito durante el ciclo vegetativo, que continuó alrededor de un mes. Como las mechas absorbían el agua del depósito y lo llevaban hasta la tierra, no tuve que regar los contenedores individuales. Sólo tuve que estar atento al nivel de agua del depósito y rellenarlo con agua ajustada a un pH cercano a 6,0.

A continuación, puse un trozo de plástico panda sobre todo el sistema y corté agujeros en el plástico justo encima de los contenedores para que pasaran los tallos. Esto sirve a varios propósitos. Primero, evita que la luz llegue al agua del depósito, con lo cual se evita el crecimiento de algas. Segundo, reduce el ritmo de evaporación. Tercero, la oscuridad fomenta el crecimiento de las raíces desde los contenedores hasta el depósito, de manera que éstas tengan acceso directo al agua.

Segunda parte: crecimiento y floración

Anteriormente, he detallado el trasplante de los plantones a contenedores que formaban parte de un sistema de mecha. Este sistema emplea mechas de nailon, que llevan agua a las macetas mediante acción capilar. No es preciso regar a mano. Una vez que las plantas fueron trasplantadas, de inmediato empezaron a crecer muy deprisa.

Unas cuatro semanas después de ser trasplantadas, las plantas habían llenado la canopia, así que cambié la luz a 12 horas de encendido y 12 de apagado usando un temporizador. Este régimen de luz fuerza las plantas a florecer.

La ciencia tras este fenómeno consiste en que, durante el periodo de oscuridad, se acumula en las plantas una sustancia química llamada fitocromo. Cuando éste alcanza un nivel crítico, hace que la planta pase de crecimiento vegetativo a floración.   

Durante la semana siguiente, el crecimiento de las plantas se disparó, aumentando la altura en 30 cm o más. Las plantas se apiñaron, pero tenía previsto que algunas de ellas fueran macho, y serían retiradas del jardín tan pronto como fueran mostrándose. En cinco días, ya era fácil reconocer las plantas macho. Tenían pequeñas bolas que, si se dejaran madurar, se convertirían en flores llenas de polen destructor de sinsemilla. Las flores, de 1/3 de cm, tienen cinco pétalos de color entre blanco y amarillo pálido cuando se abren. Las plantas hembra desarrollan los primeros estigmas, los órganos femeninos de color blanco o cremoso que parecen pelos saliendo de las flores.

Estos “pelos” son tubos huecos con “cepillos” que filtran el aire en busca de polen que fertilice la flor que hay debajo. Si un grano de polen llega al cepillo, su esperma será transferido dentro del tubo hueco hasta el huevo que espera más abajo. Con suerte, la búsqueda será en vano, y la flor madurará formando parte de un cogollo prieto sin semillas.

Únicamente un tercio de las plantas resultaron ser macho, y varias de ellas estaban solas o eran mucho más grandes que sus compañeras de contenedor. Al retirar estas plantas, quedaron varios huecos en la canopia, pero dejé que las plantas vecinas crecieran en estos espacios para que llenaran el vacío. Las plantas más pequeñas, ahora sin sombrear, crecieron con fuerza incluso mientras florecían.

Antes de la limpieza de género, la densidad de la canopia mantenía las plantas derechas. Sin embargo, al retirar las plantas macho y quedar huecos en la canopia, las plantas empezaron a inclinarse. Utilicé tutores de plantas y alambre recubierto para mantener derechas las plantas al tiempo que permitía que las ramas llenaran los espacios huecos. Ahora las plantas estaban iniciando su tirón de desarrollo floral. Anticipé que sólo quedaban seis o siete semanas hasta la cosecha.

Tercera parte: floración y maduración

Llegados a este punto, habían pasado seis semanas desde que las lámparas se pusieron a 12 horas diarias para forzar las plantas a florecer. Las plantas respondieron visiblemente en cinco días, indicando su sexo. Las plantas macho se retiraron de inmediato del jardín. Al mismo tiempo, las plantas dieron un estirón, ganando 30 cm de altura en una semana más o menos. Cuando esto terminó, tuvo lugar una explosión de crecimiento floral. Ahora, las colas, las ramas que sostienen los cogollos, estaban cubiertas de estigmas y desarrollando más todo el tiempo.

Cuando el régimen lumínico se cambió a 12-12, el depósito se drenó y llenó con agua y nutrientes usando una fórmula distinta. El nitrógeno se eliminó durante esta parte del ciclo, por lo que el depósito fue llenado con agua que contenía fósforo y potasio. Esto fomenta la floración y minimiza el crecimiento vegetativo. Desde el cambio de agua, no se añadieron nutrientes al jardín. Únicamente se usó agua de lluvia pura para rellenar el depósito. Más adelante, el depósito fue vaciado, retirándose todos lo nutrientes, y rellenado con el agua de lluvia, de forma que las plantas tuvieran más de 10 días de lavado -es decir, de cultivo con sólo una pequeña cantidad de nutrientes- para evitar un gusto químico.

Para sostener los cogollos y mantenerlos en su sitio de la canopia, se instalaron dos redes de nailon con agujeros de 15 cm. No obstante, la mayoría de plantas sólo necesitaron la red inferior.

En este momento, los cogollos estaban madurando bien y haciéndose más firmes. Tenían un agradable olor dulce, típico de Fruity Juice®, pero no muy intenso. Sospechaba que en las dos semanas que quedaban para el acabado se volverían extremadamente fragantes.

No había mucho que hacer en el jardín. Las plantas se alimentaban automáticamente según lo necesitaban mediante el sistema de mecha. El régimen de luz, el CO2 y la temperatura estaban automatizados. Las plantas variaban en el grado de madurez. A unas les quedaban cinco días, mientras que otras tenían aún 15 días por delante. 

Cuarta parte: días finales

De los 16 contenedores iniciales, sólo seis produjeron cogollos, y dos de esas plantas eran ridículas. Al final, ocho de los contenedores tuvieron plantas macho, que fueron eliminados. En todos los contenedores con dos plantas, una planta se hizo dominante y, debido a la falta de espacio en la canopia, la otra murió. En dos contenedores, las plantas fueron incapaces de prosperar. Esto dejó sólo seis plantas en floración con únicamente dos semanas de tiempo hasta la madurez.

Las plantas seguían usando el sistema de mecha, y absorbían el agua del depósito que había debajo. El agua del depósito acababa de ser cambiada de nutrientes de floración a agua de lluvia con el pH ajustado a 6,0. Con este sistema, cada contenedor sólo tomaba el agua a medida que la precisaba.

Con el paso de los días, los cogollos iniciaron el proceso final de acabado. Los estigmas, esos diminutos pelos blancos que sobresalen 2/3 de cm de las flores, son tubos huecos rodeados de finos cepillos. Filtran el aire, intentando capturar el polen del aire. A medida que maduran las flores, se secan y se vuelven de color tostado rojizo, a veces con tonos morados.  

Los tricomas se componen de tallos coronados con cabezas bulbosas. Es en las paredes interiores de estas glándulas donde se fabrican y almacenan los cannabinoides y los terpenos. Al aumentar la cantidad de estos aceites, las membranas de las cabezas empiezan a estirarse. Llegado el momento de la cosecha, deberían parecer globos a punto de estallar.

En algunas variedades, las flores a las que están sujetas los estigmas empiezan a hincharse, pueden desarrollar una vaina como si hubiera una semilla dentro.

Otra señal de madurez es el aumento del olor. Durante la última semana, la intensidad del aroma aumenta de manera dramática. 

Ocho semanas después de forzar la floración, las seis plantas tenían cogollos altos que estaban listos para ser recogidos. En vez de proceder con la cosecha de estos y dejar que maduraran los cogollos bajos, decidí cortar el cultivo. Todas las plantas fueron cortadas por la base del tallo y colocadas en redes dentro de un armario de cultivo en desuso para que se secaran. Allí estuvieron a temperatura ambiente y algo más frescos por la noche durante tres semanas; luego, fueron manicurados.

Los cogollos altos produjeron un total de 112 gramos. Los cogollos secundarios dieron un total de 35 gramos, la manicura dio 73 gramos. Esto es un rendimiento pobre para 600 vatios. Pienso que los motivos fueron que la canopia no se llenó de vegetación porque sólo quedaron unas pocas plantas después de quitar las plantas macho y las enanas, y que las luces LED Apache resultaron ser un modelo antiguo, por lo que sólo producían la mitad de la luz que los modelos nuevos.

Los cogollos de Fruity Juice® tenían un exquisito aroma afrutado y floral, y un efecto potente de subida que incitaba a la gente a fumar más, aunque el sabor era mediocre como resultado del lavado a medias.

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