Guerrilla de exterior en temporada
En esta época del año, los cultivadores de exterior empiezan a pensar en campos de cannabis creciendo bajo esa fantástica lámpara HPS que hay en el cielo. La temporada de exterior se acerca, miles de cultivadores europeos empiezan a revolverse en sus asientos. Algunos son cultivadores de guerrilla experimentados que ya saben lo fácil que realmente es cultivar bajo el sol todo el cannabis que necesitan para el año. Otros cultivadores, los novatos en la siembra en exterior, se preguntan si es realmente cierto que puedes cultivar cannabis de calidad en exterior incluso en los climas más adversos del norte de Europa. Bueno, es cierto y es mucho más fácil de lo que crees.
En cada nueva temporada aumenta el número de cultivadores autosuficientes que descubren que realmente no es tan difícil producir su propio cannabis en exterior. Hace tan sólo diez o quince años el número de cultivadores era relativamente pequeño. Sin embargo, los bancos de semillas han hecho un gran trabajo y han seleccionado variedades lo suficientemente robustas como para producir varios cientos de gramos de cogollos secos por planta, incluso en los climas más duros del norte del Europa. La aparición de las variedades autoflorecientes permite cultivar cannabis en exterior en la mayoría de los países.
Hoy en día vemos como son muchos los cultivadores que germinan unas cuantas semillas y las plantan en los márgenes de los ríos o en las colinas. ¿Por qué no? Es una buena forma de asegurarse una cosecha, por si algo fuera mal en la plantación de interior. Las semillas de exterior de buena calidad se compran por unos pocos euros cada una, no cuesta absolutamente nada cultivarlas al aire libre. Además, si crece en buenas condiciones, una sola planta de exterior producirá varios cientos de gramos de cogollos. Lo difícil es saber cuando empezar el cultivo de exterior, cómo maximizar las probabilidades de éxito con el mínimo coste y esfuerzo.
Los mejores cultivadores de exterior dedican su esfuerzo a buscar un lugar seguro, soleado y protegido, en el que sus plantas puedan llegar hasta la cosecha. En el hemisferio norte, los cultivadores de exterior buscan variedades que están maduras a principios de octubre. La localización ideal debería recibir sol directo durante todo el día y, probablemente, tendrá un acceso difícil, puede que haya que agacharse y gatear para llegar. La dificultad de acceso sirve para evitar que las plantas sean descubiertas por caminantes, gente que lleva a pasear al perro, o animales que podrían dañarlas (por ejemplo, ciervos). Hay que colocar collares antibabosas en la base de las plantas, se venden en centros de jardinería. La gente que planta frutales, flores u hortalizas usa estos collares de cobre para evitar que las babosas y los caracoles infesten sus plantas; los cultivadores de cannabis también deben aprovecharlos. La malla metálica de gallinero ayuda a evitar que los conejos se coman las plantas y se puede fijar alrededor de ellas con piquetas de camping. La malla debe ser lo suficientemente alta como para que los conejos no se puedan acercar a las plantas. Por lo general, las plantas se germinan en interior y se transplantan al exterior tras la última helada. Este sistema permite que las plántulas sobrevivan a las primeras semanas, que son las más delicadas, y puedan fortalecerse lo suficiente como para sobrevivir en exterior.
Se puede emplear Google y Maps para buscar las posibles localizaciones pero lo mejor es calzarse las botas y salir a buscar el lugar perfecto para cultivar. Una vez encontrado se puede comenzar por mejorar la calidad de la tierra añadiendo compost, fertilizantes, estiércol, etc. Hay quien favorece zarzas u ortigas alrededor del lugar para aumentar la protección de las plantas y minimizar las probabilidades de que sean descubiertas por personas o animales. Otros cultivadores buscan deliberadamente un lugar lleno de zarzas o densos arbustos para cultivar en su interior, este es uno de los mejores sistemas para evitar visitantes inesperados. Este tipo de cultivo requiere un enorme trabajo previo para limpiar un claro central entre los arbustos y mejorar luego la tierra. Además, el trabajo debe realizarse discretamente para no atraer la atención, puede que en varias fases o en las primeras o últimas horas del día para asegurarse la privacidad.
Algunos cultivadores de exterior prefieren un lugar de plantación cercano a su casa que facilite la tarea de transportar tierra, plantas, estiércol o fertilizantes. Otra ventaja es que el trayecto a casa con el coche lleno de plantas cosechadas será más corto, ese suele ser el momento más delicado y estresante de todo el ciclo de cultivo.
Hay quien elige cultivar variedades tradicionales ya probadas, de las que florecen con el fotoperiodo, como Frisian Dew, Durban Poison o Passion#1, que con frecuencia alcanzan los dos o tres metros de altura y dan grandes cosechas cuando se cortan a finales de septiembre. Otros cultivadores prefieren las variedades autoflorecientes, más pequeñas y arbustivas, que suelen sembrarse en junio y se recogen en agosto. Las variedades autoflorecientes son, en ocasiones, la única elección realista en los climas de veranos muy cortos.
Una nueva opción para los cultivadores de exterior de la temporada 2015 es una variedad muy discreta, especialmente seleccionada por Dutch Passion, llamada Frisian Duck. Tiene unas hojas poco usuales que no se parecen a las hojas normales del cannabis. Tienen el aspecto de una pata de pato, incluso a los cultivadores con experiencia les cuesta creer que sea realmente una variedad de cannabis. La belleza de la variedad Frisian Duck se encuentra en que la mayor parte de la gente pasaría junto a ella sin darse cuenta de que es cannabis. Será popular en los invernaderos urbanos y los jardines traseros, así como en el campo. No es hasta septiembre, cuando los cogollos empiezan a engordar mucho, que empieza a ser fácilmente identificable como cannabis, y para entonces está casi lista para la cosecha. Mucha gente tiene un invernadero o un jardín trasero relativamente privado en el que podría cultivar una o dos plantas pero, con frecuencia, ante el pequeño riesgo de que les pillen, muchos deciden no hacerlo. Frisian Duck inclina un poco más la balanza a favor del cultivador urbano que sólo busca sembrar un par de plantas para su propio consumo.
El cultivo en exterior es sencillo. Cuando las raíces de las plantas pueden crecer sin restricción en buena tierra no necesitas preocuparte demasiado, ni visitarlas regularmente para abonar o regar. El cannabis crece naturalmente sin necesidad de atención humana. Muchos cultivadores de exterior prefieren minimizar en la medida de lo posible las visitas a la plantación por razones de seguridad. Una vez preparado el sitio y trasplantadas las plantas, poco queda por hacer. Seguramente querrás visitarlas un par de veces para observar su desarrollo y, quizás, repartir un poco de fertilizante sobre la tierra. El riego sólo es necesario donde los veranos sean secos o muy cálidos. Si las plantas están cerca de un río es improbable que las raíces se sequen demasiado. El único momento difícil llega cuando se acerca la cosecha y el cultivador quiere visitar las plantas para afinar el momento óptimo de cosecha. Los cogollos cosechados deben ser troceados, metidos en bolsas y transportados a algún otro lugar para el secado. Para controlar el olor de los cogollos durante el secado es necesario usar un filtro de carbón. Intentar secar cogollos sin un sistema para controlar el olor es la receta perfecta para correr riesgos innecesarios y tener problemas.
Probablemente, la parte más dura del cultivo en exterior sea encontrar el lugar perfecto donde sembrar, que mantenga las plantas ocultas pero que no requiera mucho trabajo para ponerlo a punto. Escoge un banco de semillas en el que confíes y recuerda que incluso las mejores semillas de exterior sólo cuestan unos pocos euros cada una, casi nada en comparación con la cantidad de cogollos que producen. El cultivo de exterior es realmente fácil.