Fertilizantes y marihuana

Soft Secrets
08 Mar 2021

Fertilizantes y marihuana, la mejor opción en función del método de cultivo.


En el cultivo de marihuana existen multitud de combinaciones entre tipos de cultivo y de fertilización, algunas de ellas más efectivas que otras

El objetivo de este artículo es valorar el tipo de fertilización más adecuada para cada forma de cultivo de Cannabis, teniendo en cuenta la preferencia de cada cultivador por una fertilización orgánica o inorgánica, a la vez que se procura conseguir una mayor efectividad en la aplicación, en relación con el tiempo y esfuerzo invertidos.

El suelo es el elemento natural sobre el que el Cannabis, y todas las plantas, desarrollan el proceso conocido como nutrición mineral. Las plantas son fotoautótrofas, obtienen su energía de la luz (foto) y pueden crear sus propias moléculas orgánicas a partir de elementos inorgánicos (autótrofas). La agronomía ha gestionado durante mucho tiempo la nutrición de las plantas proporcionando directamente estas moléculas, pero, actualmente, la ciencia descubre cada día más relaciones dentro del complejo ecosistema del suelo y los microorganismos que proporcionan los elementos minerales absorbidos por las raíces y regulan su disponibilidad. Así que, hoy en día, el enfoque es mucho más integral.

 

El entorno en el que se desarrollan las raíces del cannabis y aplicamos los fertilizantes es complejo y dinámico

El entorno en el que las raíces desarrollan su actividad está formado por las arcillas y pequeños restos de la roca madre meteorizada, materia orgánica en diferentes estados de descomposición por la acción de hongos y microorganismos, agua con elementos disueltos y aire, además de las propias raíces y las colonias de microorganismos y hongos. Aunque todos estos elementos condicionan la fertilidad del suelo, la materia orgánica es una de las que interviene más favorablemente, concretamente la fracción humificada. El humus es la materia orgánica en sus últimas etapas de descomposición, está formado por moléculas del tipo celulosa o lignina, que apenas se degradan por los microorganismos, ya que son moléculas muy estables y con poco valor energético. La importancia del humus reside principalmente en su capacidad para retener agua y otros elementos minerales en su superficie, manteniéndolos disponibles para la planta. Cuando el suelo recibe un aporte de materia orgánica, ya sea en forma de restos vegetales, estiércol, guano, compost o melazas, los microorganismos presentes en el suelo comienzan su descomposición. Este proceso puede darse más o menos rápido en función de la temperatura, la humedad y el tipo de materia orgánica añadida, las sustancias de más fácil degradación como azúcares cortos o material vegetal blando se degradan más rápido que las fibras como la celulosa. Durante este proceso, los microorganismos liberan elementos minerales de aquello que están degradando, hasta que solo quedan las estructuras más difícilmente degradables, que formarán la fracción del humus. A grandes rasgos, el entorno donde la marihuana desarrolla la nutrición mineral es un medio diverso en el que los microorganismos, plantas y hongos establecen complejas relaciones para colaborar y también para competir por los recursos. Este es el entorno donde el cultivador realiza la aplicación del fertilizante o la enmienda, conocerlo bien nos ayuda a decidir qué aportes pueden ser más efectivos en cada caso.

 

Los diferentes tipos de cultivo de marihuana actuales no siempre tienen todas las características de un suelo natural

Ahora que conocemos las características del entorno natural donde nuestras plantas de marihuana realizan su nutrición, debemos ampliar este concepto a todos los sistemas de cultivo que existen hoy en día, algunos de los cuales, como el hidropónico o el aeropónico, quedan bastante alejados de esta definición de suelo. A todo esto, hay que sumar la preferencia de cada cultivador por aportar una nutrición orgánica, mineral o biomineral, además de aplicarla de forma líquida o sólida. Teniendo en cuenta esto, puede parecer difícil la elección de un tipo de fertilización que se adapte bien a las características de nuestro cultivo y nuestros objetivos como cultivadores, desde luego es una elección importante, ya que algunas combinaciones en la práctica resultarán un reto mayor que otras. La cantidad de combinaciones posibles es bastante grande, y algunas de estas combinaciones no son posibles como la elección de un aeropónico y una fertilización sólida, vamos a poner algunos ejemplos prácticos.

 

En un suelo natural en exterior lo más sencillo es favorecer y nutrir los procesos naturales como la descomposición de la materia orgánica

Pongamos el caso de un cultivador en exterior, en suelo natural o una huerta, cuyo objetivo es un mantenimiento y aumento de la fertilidad del suelo a largo plazo. La presencia de los nutrientes se asegura manteniendo el ecosistema del suelo activo, no es necesario aplicar puntualmente fertilizantes químicos. Esto se consigue añadiendo materia orgánica cada año, para mantener y potenciar la actividad microbiana, favoreciendo la aireación del suelo y con otras técnicas como el barbecho. La materia orgánica o compost añadido debe ser equilibrado en nutrientes, es decir, si aplicamos una cantidad importante de restos con abundante celulosa o restos leñosos (como la paja, que contiene mucho carbono en relación con otros elementos como fósforo y nitrógeno) es conveniente enriquecer el aporte con otras enmiendas ricas en otros elementos, como guano, gallinaza o compost rico en elementos minerales diferentes, nitrógeno, fósforo, potasio y microelementos. Si se realizan aplicaciones de fitofortificantes o aportes para corregir una carencia puntual, es preferible que se hagan con productos de origen natural, para no producir posibles cambios en los procesos del suelo. Las mejoras aplicadas cada año deben ser equilibradas en nutrientes, para reponer todos los elementos que se consumen a lo largo de las cosechas, como se ha mencionado antes, los restos de cosechas con gran contenido en celulosa o ligninas (materiales leñosos) están formados principalmente por carbono, oxígeno e hidrógeno. Cuando una gran cantidad de restos de este tipo se añaden al suelo, se produce un rápido crecimiento de los microorganismos que descomponen la gran cantidad de alimento. Para descomponer estos restos, que son pobres en otros elementos esenciales, los microorganismos aprovechan los elementos minerales presentes en el suelo como el fósforo o el nitrógeno para completar su metabolismo, y al ser muy eficientes aprovechando estos elementos, pueden llegar a producir una escasez puntual para las plantas de algún nutriente. Este es un ejemplo de la complejidad de las relaciones que se dan en el suelo y de que realizar aportes equilibrados y constantes en el tiempo es importante. Los cambios en los suelos naturales se dan a largo plazo, ya que por diversos factores como el mencionado el suelo tiene inercia, y lleva su propio camino en muchos procesos. En este tipo de cultivo posiblemente los mejores resultados en relación a la eficiencia se obtengan con aplicaciones constantes y equilibradas de productos orgánicos sólidos, de manera que se puedan realizar en momentos del cultivo como la siembra o las labores previas al trasplante a suelo. La fertilización por riego queda relegada a momentos puntuales, y no se emplea para aplicar la fertilización base. De esta manera, se reduce la dependencia del riego para la aplicación de fertilizantes, lo cual es muchas veces un impedimento en climas lluviosos para completar los calendarios de fertilización que nos fijamos.

 

En la fertilización de un cultivo indoor orgánico, el cannabicultor puede y debe intervenir más que en un suelo natural

En el caso de un cultivador indoor con tierra que realiza fertilización orgánica, lo primero que hay que tener en cuenta es que en este tipo de cultivo ya nos estamos alejando de las condiciones naturales mencionadas al principio. En un cultivo indoor con macetas, incluso con bancales, hay mayor variación de parámetros como temperatura, humedad y pH. Generalmente, también el sustrato empleado es una mezcla de turbas de mayor o menor calidad, pero que carecen de arcillas y otros de los componentes de un suelo natural que aportan inercia al conjunto. Las comunidades de microorganismos que se establecen en este medio son distintas, y posiblemente menos diversas, que las de un suelo natural, más frágiles frente a cambios bruscos en la humedad y pH. En este caso, por practicidad, lo ideal podría ser también realizar solamente una fertilización sólida en la mezcla inicial, enriqueciendo nosotros mismos el sustrato con humus, guano u otros compuestos. No recomiendo introducir compostajes de materiales provenientes del exterior a no ser que conozcamos perfectamente los procesos por los cuales se esterilizan parcialmente el compost y las enmiendas antes de ser comercializadas, para evitar que contengan posibles plagas. La solución más sencilla a esto es adquirir sustratos ya enriquecidos, o enriquecer un sustrato de calidad con enmiendas orgánicas comerciales, como humus o guano. Comenzar el cultivo con una mezcla inicial enriquecida en la maceta es un buen primer paso, pero al ser un entorno menos completo que el suelo natural, probablemente que la planta muestre algún tipo de carencia a lo largo del cultivo. Por ello, en este tipo de medio puede ser necesario aplicar fertilizantes por riego, sobre todo en variedades de 60 días o más, que empiezan a mostrar fatiga del sustrato, cuando las inflorescencias del cannabis se encuentran en pleno engorde. Para añadir la nutrición al riego, hay que tener en cuenta otros factores como la cantidad de sedimentos presentes en el fertilizante empleado, si podemos regar siempre con una regadera o similar esto no supondrá mayor problema, pero para poder usar sistemas de riego y que estos se mantengan en buenas condiciones, es necesario usar fertilizantes con muy pocos sedimentos y estables en su composición, además de usar filtros. Por este motivo, elegir un tipo de riego puede condicionar la elección de la gama de fertilizantes. En general, en riegos por goteo profesionales, se considera que si el agua circula por las tuberías a una velocidad menor de 0,5 m/s, las sustancias disueltas en el agua pueden precipitar, ocasionando obturaciones. Esta velocidad suele ser aún más baja en sistemas pequeños. Por este motivo, comprobar los sedimentos presentes en el fertilizante es importante para usar sistemas de riego, las mismas precauciones debe tomar un cultivador inorgánico o biomineral, ya que en este tipo de abonos también se dan sedimentaciones.

 

El uso de microorganismos favorece una nutrición mineral del Cannabis más similar a la natural

Hoy en día, el cultivador orgánico puede abordar la nutrición de la marihuana mediante preparados de especies de microorganismos que intervienen en las cadenas de descomposición de la materia orgánica en elementos minerales. Hay que recordar que el establecimiento de estos microorganismos en una maceta puede no ser siempre efectivo a largo plazo, por lo que, como en otros casos, es importante prever el momento en el que las plantas más demandan y realizar inoculaciones constantes. Estos preparados de microorganismos y bacterias beneficiosas se pueden encontrar sólidos, para mezclar con el sustrato, o líquidos y se pueden mezclar con las sustancias que les sirven de alimento, como la melaza. El tipo de cultivo indoor orgánico es de los que más he practicado, y con el tiempo la tendencia ha sido simplificar la fertilización por riego, intentando aportar todo lo necesario en la mezcla de sustrato inicial, pero un tiempo después del trasplante y en los momentos de mayor demanda de nutrientes, la planta suele marcar algún tipo de carencia, por lo que siempre es necesario continuar fertilizando después con riego, para mantener el sistema del suelo en buenas condiciones para la planta.

Las plagas son un contratiempo en muchos sentidos para los objetivos del cultivo

Antes no he mencionado una variable que todos los cultivadores pretendemos evitar, pero que a veces no queda más remedio que incluir en la ecuación, se trata de las plagas. Esta nueva variable resulta más limitante en el caso del cultivador de interior orgánico. El cultivo indoor es un medio muy constante en temperatura y humedad ambiente, que además carece de enemigos o competidores naturales. Estas condiciones son ideales para el cannabis, por desgracia también son ideales para muchas plagas. Tras una plaga es necesario limpiar muy bien todo el indoor, incluidos instrumentos y los recipientes en los que cultivamos. No recomiendo en ningún caso reutilizar tierra de un cultivo que ha sufrido algún tipo de plaga, ya que volverá a aparecer casi con total seguridad. En estos casos, puede ser preferible no hacer grandes calendarios de fertilización orgánica a largo plazo y esperar a terminar al menos un par de cosechas sin plagas, para empezar a mejorar el sustrato con enmiendas o microorganismos. En definitiva, si conocemos los procesos que se dan en el suelo tras la aplicación de una enmienda o fertilización y tenemos en cuenta los ciclos de nuestro tipo de cultivo de marihuana, podemos ser más eficientes en la nutrición de nuestra planta. Esta eficiencia puede ser más importante de lo que parece sobre todo al iniciarse en la cannabicultura, ya que elegir un tipo de cultivo que no es el que mejor responde a los aportes que realizamos es muchas veces motivo de desmoralización. Saludos y buenos humos.

Bibliografía: Aguilera, S. M. (2000). Importancia de la protección de la materia orgánica en suelos. Almendros, G., Polo, A., Ibáñez, J. J., & Lobo, M. C. (1984). de la materia orgánica del suelo. Rev. Ecol. Biol. Sol, 21(1), 7-20.

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