El Cannabis llega al Parlamento Vasco.
El debate sobre la regulación de los clubes sociales de cannabis.
El debate sobre la regulación de los clubes sociales de cannabis.
El pasado 19 de junio, la asociación Ganjazz Art Club de Donostia, uno de los clubes sociales de cannabis más veteranos del estado español, recibió una visita que nadie habría imaginado hace unos años. Se trataba de un grupo de miembros del Parlamento Vasco en misión oficial. Su objetivo era conocer el funcionamiento de una de estas asociaciones de personas usuarias de cannabis que han proliferado en los últimos años.
El grupo estaba formado por miembros de la ponencia del parlamento autónomo que estudia desde el pasado 24 de abril la posible regulación de las actividades de los clubes cannábicos y contaba con representantes de los cuatro principales partidos de la cámara (PNV, PSE, PP y Aralar). Además de visitar la sede social de Ganjazz y conocer cómo se realiza el reparto de los derivados cannábicos entre los socios, la delegación recorrió también una de las instalaciones donde se cultiva la marihuana.
Hubo bromas y sus señorías acabaron haciéndose la foto con unas plantas de cannabis a sus espaldas, todo ello en un ambiente de total normalidad, reflejo de la sorprendente unanimidad con la que se aprobó en la cámara regional la creación de la ponencia. En efecto, en las pocas ocasiones en que el debate llega a la agenda política, el cannabis y su posible legalización suelen ser objeto de polémicas tan encendidas como inconcretas, algo que no ha sucedido en este caso.
Quince años de debate social
Para llegar a este resultado, han hecho falta quince años de una mezcla de lobby político y movimiento social de calle. La primera vez que el movimiento cannábico acudió al Parlamento Vasco fue en 1997, a través de una delegación de la asociación Kalamudia, que acababa de llevar a cabo con éxito su primera plantación colectiva y pública de cannabis. La asociación reclamó una mayor concreción en la legislación, que consideraba ambigua, para que se pudieran llevar a cabo actividades de cultivo individual y colectivo dirigidas al consumo personal, algo teóricamente despenalizado en España.
En aquella primera comparecencia no se llegó a nada concreto. Los miembros de la Comisión de Drogodependencias confesaron sentirse sorprendidos por la seriedad de los planteamientos del aún incipiente movimiento cannábico (tal vez porque esperaban un grupo de majaras), pero las reclamaciones de los antiprohibicionistas aún eran inconcretas y el debate estaba verde. Kalamudia llevó a cabo otras dos plantaciones públicas de marihuana y, visto que no hubo reacción oficial, acabó por disgregarse en 2001, dando lugar a asociaciones de ámbito local que empezaron a cultivar para sus miembros en un formato que acabaría convirtiéndose en el modelo de los Clubes Sociales de Cannabis.
*Fuente: F.A.C.
*Editado por Miky Pérez