Cultiva con Grubbycup

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27 Apr 2013

Cultivar marihuana tiene algo de arte y algo de ciencia. En cierto modo, los cultivadores son artistas; como el director de una orquesta, guían a las plantas desde la germinación hasta la cosecha, buscando esas notas desafinadas que indican que algo no va bien. En la parte científica, hay que conocer los métodos correctos de tomar notas para saber la productividad de un cultivo y unos cuantos detalles matemáticos que pueden ser útiles.


El sistema más simple de registro es apuntar qué variedades se cultivaron. Qué variedades has probado y cuáles son tus favoritas. Cuando te sientas a hacer la lista de lo que quieres plantar en la temporada, resulta muy útil saber cuáles has probado ya. Por ejemplo, si tuve suerte en el pasado con Blue Widow, qué es un cruce de White Widow y Blueberry, debo echar un vistazo a esos cruces, aunque les hayan puesto un nombre diferente como Berry White o Blueberry Widow. Cuando buscas nuevas variedades que plantar, puedes probar algo similar a una de tus favoritas o buscar intencionadamente algo completamente diferente a lo que has probado en el pasado.

Un elemento importante, pero algo más trabajoso de apuntar, es cuánto se cosechó. Por ejemplo, 57 gramos (2 onzas) de Purple Lady, o 170 gramos (6 onzas) de Super Critical Haze.

Aunque no se tomen los datos de cada planta individualmente, calcular la media por planta es muy sencillo, sólo hay que dividir la cantidad cosechada por el número de plantas. Si dos Super Critical Haze producen 170 gramos, entonces la producción media es 85 gramos (o 3 onzas) por planta (170/2).

Esta información será útil en la siguiente temporada, cuando haya que decidir cuántas plantas sembrar. Si el objetivo es recoger 8 onzas de cogollos y tu jardín suele producir 2-3 onzas por planta, sería necesario cosechar cuatro plantas.

Con semillas normales, la mitad serán hembras, así que habría que doblar el número y poner ocho. Yo recomiendo sembrar un par más como medida de seguridad, ya que tener demasiadas plantas que cosechar suele ser un problema más fácil de resolver que no tener suficientes.

Hablando de semillas normales, calcular cuántas semillas necesitas plantar para conseguir al menos una hembra puede ser muy importante cuando tienes que hacer el pedido a un banco de semillas, es todo cuestión de probabilidad.

Una semilla tiene dos posibilidades: puede ser macho o hembra. Aproximadamente una probabilidad del cincuenta por ciento de ser hembra (en realidad es un poco mayor, pero no nos compliquemos).

Dos semillas dan cuatro combinaciones: MM, MH, HM y HH. Como tres de las cuatro combinaciones tienen una hembra, y tres entre cuatro da 0,75, la probabilidad de que una de ellas salga hembra es del 75%.

Con tres semillas las posibles combinaciones suben a ocho: MMM, MMH, MHM, MHH, HMM, HMH, HHM y HHH. Como siete de las ocho contienen al menos una planta hembra, y siete entre ocho da 0,875, la probabilidad de que salga al menos una hembra es del 87,5%.

Cuatro semillas elevan el número de combinaciones a 16, de las que 15 incluyen una hembra, una probabilidad del 93,7%. Con cinco semillas, 31/32 da una probabilidad de 96,8%. Seis semillas, 63/64, resultan en una probabilidad del 98,4% y con siete, 127/128, se llega hasta 99,2%. Ocho semillas, 255/256 dan 99,6%. Nueve semillas, 99,8%. Finalmente, con diez semillas encontraremos al menos una hembra en 1.023 de cada 1.024 veces, o lo que es lo mismo, un 99,9 por ciento. Esta es una de las razones por las que un paquete normal de semillas tiene al menos diez unidades.

Un consejo para los lectores expertos: los rasgos genéticos mendelianos y de género responden a una entre dos opciones, lo que los hace muy adecuados para ser estudiados por las matemáticas binarias.

En resumen, aproximadamente la mitad de las plantas serán hembras, así que germina al menos el doble. Para asegurarte frente a la mala suerte, siembra unas cuantas más. Si quieres protección frente a la auténtica mal suerte, planta al menos cuatro veces más. Si el universo te odia, siembra diez veces más semillas.

Los cultivos de exterior pueden compararse, temporada con temporada, fácilmente. Las cosechas se pueden comparar año a año. En los climas donde se puede cosechar en primavera y en otoño basta con apuntar las cosechas como Primavera 2013 y Otoño 2013, incluyendo los nombres de las variedades y las cantidades cosechadas.

En interior, las temporadas son más arbitrarias. El verano y el otoño se crean conectando las luces a un programador y a través de otros controles medioambientales. Los periodos cortos de oscuridad (seis horas o menos es lo habitual) imitan  los largos días del verano y los periodos largos de oscuridad (por lo general de doce horas) reproducen la iluminación del otoño. La temporada de cultivo en interior puede ser de sólo nueve semanas o alargarse durante varios meses, dependiendo de cuánto tiempo permanecen las plantas en crecimiento y cuánto tarda la variedad en florecer.

Para evaluar estas diferencias, puede incluirse el factor tiempo en los cálculos. Los gramos por día (GPD) permiten comparar plantas con diferentes períodos de crecimiento. Partiendo del día de la siembra y restándolo del día de la cosecha, averigua cuantos días hay en medio. Si las plantas se sembraron el 23/5/2012 y se cosecharon el 29/9/2012, la temporada duró 130 días (9 días de mayo, 30 de junio, 31 de julio, 31 de agosto y 29 de septiembre).

Si usamos el ejemplo anterior de Purple Lady, tendríamos que dividir la producción media de 57 gramos por planta entre los 130 días que se tardo en cultivarla, y obtendríamos un GPD de 0,438 gramos (57 gramos/ 130 días = 0,438 gramos por día).

En el ejemplo de Super Critical Haze, la cosecha llegó 16 días después, el 5 de octubre, por lo que los 85 gramos por planta se produjeron en 146 días. El GPD es de 0,582 (85 gramos/ 146 días = 0,582 gramos por día).

Una práctica muy común en el cultivo de interior consiste en introducir unas pocas plantas en el cuarto de floración cada una o dos semanas, de modo que la cosecha se extienda durante un periodo más largo de tiempo. Es algo muy habitual en cultivos personales, donde permite producir pequeñas cantidades para el consumo propio cada dos semanas. Manteniendo un registro de cada planta, se pueden comparar entre sí y respecto a la media, y evaluar así su rendimiento individual.

En un cultivo de exterior, la productividad diaria tiene más que ver con adecuarse a las estaciones. Conseguir plantas suficientemente grandes antes de que empiecen a florecer, escoger una variedad de floración lo suficientemente rápida como para cosecharla antes de que el clima se estropee, etc. En interior, por el contrario, la iluminación supone un mayor coste y cada día de electricidad sube los gastos. En los cultivos de interior, el GPD es una herramienta muy útil para comparar la eficiencia del cultivo (aunque el arte sigue siendo necesario para juzgar la calidad del sabor y los efectos). La producción no es el único factor a tomar en consideración, las preferencias personales y la calidad también deben tenerse en cuenta. Si se prefiere el sabor de una variedad poco productora, serán necesarias más plantas para alcanzar los objetivos de cosecha.

Aunque evaluar los rasgos más sutiles de una planta es una labor muy artística y subjetiva, las reacciones no tienen por qué serlo. Para organizar una cata a doble ciego, busca contenedores idénticos y opacos para cada variedad que se quiera evaluar. Escribe el nombre de la variedad en un trozo de papel y mételo en un sobre sin marcas. Mete cada sobre en el bote de su correspondiente variedad. Revuelve los botes hasta que ya no sepas cuál es cuál, o pídele a un amigo que lo haga. Marca cada bote con una letra o un número. Durante las catas, apunta las reacciones a cada variedad. Algunas de las preguntas podrían ser: “¿prefieres la A, la B o no sabes? “o “describe el sabor de cada una”. Apunta y evalúa las respuestas de cada participante en la cata. Como los sobres contienen la auténtica identidad de cada variedad, una vez se hayan completado las catas, hay que abrir los sobres y asociar las catas con las variedades.

¿Por qué tomarse la molestia de hacer un test a doble ciego? Porque los humanos somos muy sugestionables y algunos nombres de variedades suenan mejor que otros.Si una hierba está etiquetada como “de primera”, esta calificación influye en la percepcion de la gente que la consume. Al reetiquetar las variedades con nombres aburridos ayudamos a minimizar esta sugestión. Si es posible, la persona que reparta la hierba no debería saber cuál es cuál, ya que su comportamiento también puede influir, por eso es importante que los contenedores y los sobres sean idénticos.

Puede calcularse el GPD de todo el jardín o de cada planta individualmente y compararlos. Las plantas con mejores resultados de GPD suelen ser buenas candidatas para la crianza. Aunque la producción no debe ser el único factor a tener en cuenta cuando se seleccionan plantas para cruzar, siempre que no haya una reducción en la calidad, la cantidad suele considerarse un rasgo positivo.

Una vez calculado, el nivel base de producción puede usarse, en conjunción con otros datos, con un gran número de objetivos: nutrientes, medios de cultivo y otros gastos pueden introducirse en el cálculo.

Un poco de matemáticas resulta muy útil al escoger nutrientes. El nivel de NPK que aparece en la etiqueta indica el porcentaje en peso de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). En realidad, siendo exactos, el nivel de P realmente indica cuánto pentóxido de fósforo mientras que K indica cuanto óxido de potasio aunque, la mayor parte del tiempo, esto supone poca o ninguna diferencia.

Lo que significa es que una solución nutriente elaborada con un fertilizante que tenga un NPK de 5-0-0 y se use en una concentración de 15 ml por litro, tendría que tener la misma cantidad de nitrógeno que otra elaborada con un fertilizante de NPK 15-0-0 pero que se use en una dosis de 5 ml/l. Lo que cuenta es la cantidad final de nitrógeno en la solución nutriente, no la concentración original del fertilizante usado.

Al decidir qué usar en el futuro, debemos evaluar si el nutriente B realmente compensa los 20 centímos más por litro que cuesta. Para saberlo con seguridad, haz la prueba cultivando unas pocas plantas con cada nutriente. Apunta los gastos en fertilizantes de cada grupo de plantas y calcula el GPD al llegar la cosecha. El nutriente más caro no sólo debería producir más, sino suficientemente más como para compensar el gasto adicinal y resultar rentable.

Los mismos cálculos pueden hacerse con los costes de electricidad e iluminación. Un análisis de tu factura eléctrica debería indicarte cuánto te cobran por la electricidad, ese dato puede usarse para calcular cuál es el coste diario de encender las luces. Cada 1.000 w adicionales de luz añaden un kilovatio hora en gasto eléctrico, sin contar el coste del equipo y el reemplazo de las bombillas. Si un cambio en las técnicas de cultivo mejora el resultado, piensa en mantener el cambio. Si no lo hace, piensa en eliminarlo y volver a los métodos previos. Para que compense el costo, las mejoras del cultivo deben resultar en incrementos comprobables en la producción o la calidad.

La elección del medio de cultivo es importante. Los sustratos de un sólo uso son muy buenos en cuestión de higiene, pero suponen un mayor costo que reutilizar el sustrato. Para calcularlo, divide el coste total de todo el cultivo por el número de días que ha tardado y compáralo con el GPD.  Óbviamente, el coste debe ser menor que el valor de la cosecha o habrá que efectuar grandes cambios.

Mientras que sólo los mayores frikis del autocultivo calcularán los datos de cada planta, este tipo de información puede ser muy valiosa cuando se comparan éxitos y para determinar el valor de un cambio en el cultivo. Comparando los datos de producción antes y después de un cambio, las mejoras se pueden comparar con sus costes y planificar las siguientes cosechas en función del resultado. Entre las ventajas de cosechar verduras en casa se encuentra la tranquilidad de saber en qué condiciones fueron cultivadas, pero eso no significa que no pueda mejorarse la eficiencia y reducir los costes.

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