Consejos para la germinación
El primer paso para cultivar cannabis es germinar las semillas, un proceso muy fácil y sencillo siempre que se haga correctamente.
El primer paso para cultivar cannabis es germinar las semillas, un proceso muy fácil y sencillo siempre que se haga correctamente.
El primer paso para cultivar cannabis es germinar las semillas, un proceso muy fácil y sencillo siempre que se haga correctamente. Evita los errores más comunes y descubre los mejores trucos para lograr una germinación rápida y segura.
Las semillas comerciales de cannabis tienen un precio altísimo si se comparan con las de cualquier otra planta cultivada. Son tan caras que se venden por unidades, algo que no sucede con ningún otro cultivo. Teniendo en cuenta que un kilo de semillas puede contener 50.000 unidades y que estas se llegan a vender a varios euros la unidad, podemos asegurar que la semillas de cannabis llegan a valer mucho más que su peso en oro. Con estos precios hay que cuidar al máximo la germinación de cada semilla para asegurarnos de que se convierte en una planta sana y productiva. En realidad, para germinar, las semillas sólo necesitan humedad, algo de aire y una temperatura de entre 20 y 30º C (idealmente, 25ºC). La luz no es necesaria ya que las plántulas no empiezan a realizar la fotosíntesis hasta que brotan el primer par de hojas, alimentándose hasta entonces exclusivamente de los nutrientes almacenados en los cotiledones de la semilla. La hidratación de la semilla inicia el proceso de germinación. Por lo general, basta con colocar las semillas entre servilletas de papel humedecidas pero, si queremos asegurarnos de que se hidratan perfectamente, podemos sumergirlas antes en un vaso con agua durante doce horas. Unas cucharadas de agua oxigenada o unas gotas de lejía disueltas en el agua servirán para esterilizar cualquier hongo o microorganismo que pudiera haber en la cubierta de la semilla. En cuanto se abren las semillas y empieza a asomar la radícula, que es la primera raíz que nace, hay quetrasplantarlas enseguida a una maceta, enterrándolas a poca profundidad (menos de un centímetro) y sin compactar el sustrato para que puedan atravesarlo con facilidad. Conviene colocar la semilla con la radícula hacia abajo pero tampoco pasa nada si se coloca de lado, sólo conviene evitar situar la la radícula apuntando hacia arriba pues dificultaría el nacimiento de la plántula. Las semillas se pueden sembrar directamente en el sustrato sin esperar a que se abran entre servilletas de papel húmedas. Siempre que no se entierren a demasiada profundidad y el sustrato se mantenga húmedo pero no empapado, la siembra directa de las semillas da muy buenos resultados y el cultivador evita tener que estar pendiente de que se abran para trasplantarlas.
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