Cannabis y embarazo

Las investigaciones existentes sobre los efectos del cannabis en el desarrollo del bebé son en el mejor caso no concluyentes y en el peor, confusas. Siento gran simpatía por cualquier usuaria de hierba que se encuentra embarazada, porque se enfrenta a una dura decisión, con muy pocas evidencias tanto para decidir seguir usándola, como para renunciar a su uso.

Las investigaciones existentes sobre los efectos del cannabis en el desarrollo del bebé son en el mejor caso no concluyentes y en el peor, confusas. Siento gran simpatía por cualquier usuaria de hierba que se encuentra embarazada, porque se enfrenta a una dura decisión, con muy pocas evidencias tanto para decidir seguir usándola, como para renunciar a su uso. Mi intención es clarificar en la medida de lo posible, tan enfangadas aguas.

El uso de cannabis es más prevalente en la franja de 18 a 25 años -que también es el grupo demográfico que más puede reproducirse-. En Estados Unidos, alrededor del 15% de la población son consumidores habituales, y de ellos, el 3% son embarazadas. Cuando el cannabis medicinal se utiliza a largo plazo para muchas situaciones crónicas, el tema de su seguridad para las embarazadas demanda atención. Es fácil creer lo peor sobre el uso de cannabis durante el embarazo, como pasa con todos los medicamentos poco conocidos. Sin embargo, aunque habrá muchas mujeres que -conscientes o no- ponen en riesgo a sus hijos no nacidos al exponerlos continuadamente a sustancias probadamente dañinas, no podemos asumir que esto sea habitual en las consumidoras de hierba. La mayoría de mujeres no puede seguir utilizando su medicación tranquilamente durante el embarazo sin tener clara su seguridad. Para muchas es una dura decisión.

Los estudios existentes pueden estar contaminados de origen, porque asocian el uso sólo a fumarlo. Aunque las investigaciones concluyen que los efectos de fumar cannabis y tabaco son dispares (noticias recientes sugieren que fumar cannabis puede, de hecho, ejercer una acción "protectora" sobre los pulmones), es irresponsable sugerir que fumar cualquier sustancia sea completamente beneficioso para la salud. Los estudios deberían distinguir entre los efectos de fumar cannabis durante el embarazo, y los de consumirlo por medios alternativos, como vaporizado o ingerido oralmente.

Los argumentos en contra de consumir cannabis durante el embarazo incluyen los resultados de una investigación llevada a cabo el año pasado por la Universidad Erasmus de Rotterdam, que estableció que los bebés de madres consumidoras de Cannabis tendían a tener una circunferencia craneal por debajo de la media y un peso menor al nacer. Se descubrió que el cannabis, utilizado sólo al principio del embarazo, ralentizaba el crecimiento fetal alrededor de 11 gramos por semana. Si se seguía usando todo el embarazo esta reducción llegaba a los 14 gramos por semana. El tabaco, en cambio, ralentizaba el crecimiento unos 4 gramos por semana. Como la disminución del oxígeno en el cerebro del feto en desarrollo se considera un importante factor en el bajo peso del bebé al nacer, tal vez la diferencia se pueda explicar fácilmente: las fumadoras de cannabis tienden a inhalar más profundamente, y durante más tiempo, detrayendo el oxígeno del cerebro fetal durante más tiempo que las fumadoras de tabaco. Los niveles de carboxihemoglobina (formada cuando el monóxido de carbono reacciona con la hemoglobina en sangre) son cinco veces más altos después de fumar cannabis que tras fumar tabaco.

Este estudio concluye que los efectos de fumar marihuana son perjudiciales para el desarrollo del feto, pero la cuestión de si los cannabinoides propiamente dichos juegan algún papel en estos hallazgos permanece sin respuesta. Otros factores deberían tomarse también en consideración, como el estatus socioeconómico de la madre, su estado de salud general y su nivel de estrés, y las actitudes culturales prevalentes en relación con el cannabis en la localidad estudiada. En un país donde el cannabis es ilegal o perseguido, las usuarias son a menudo de un estatus social más bajo y sujetas al estrés propio de las desventajas económicas. El propio cannabis disponible puede ser de mala calidad o cultivado con productos químicos potencialmente peligrosos. Incluso en Holanda, donde la venta al por menor está tolerada pero no así la distribución, ni el cultivo a gran escala, se deberían considerar estos factores.

En una localidad donde el uso del cannabis sea tradicional, las usuarias suelen ser de todo el espectro social, por lo que las desventajas económicas tendrán menor efecto en los sujetos y por lo tanto en los resultados. Este argumento lo estableció el trabajo de la dra. Melanie Dreher en Jamaica durante los años noventa, un estudio sobre madres consumidoras de cannabis y sus hijos. Los estudios a largo plazo sobre el desarrollo de niños expuestos al cannabis en el útero no encontró evidencia alguna de inferioridad con los niños no expuestos (de hecho, el primer grupo mostró menos señales de ansiedad relacionada con estrés y mayores habilidades organizativas). Significativamente, su investigación no sólo se concentraba en fumadoras, sino también en consumidoras de "té" de cannabis. También destacaba la importancia del cannabis para las futuras madres como remedio para las náuseas, no es la única; hay muchas referencias a esta aplicación en la literatura médica. Las madres manifestaron aumento de apetito y estabilidad emocional. También se consideraba al cannabis una ayuda en el tratamiento de la depresión postparto. El hecho de que el cannabis pueda mejorar la capacidad de la madre para prestar un alto nivel de cuidados al hijo, sugiere un efecto global positivo en la salud a largo plazo de su hijo.

Aparentemente, no existen estudios concentrados en el uso de cannabis por embarazadas a través de métodos diferentes de fumarlo, son muy necesarios. Hay una escasez chocante de investigaciones en los últimos años. El incremento de prescripciones médicas de cannabis como panacea para todo tipo de males no puede continuar sin confirmar su seguridad. Desde una perspectiva ética, los juicios clínicos incompletos sobre cualquier medicamento nuevo implicarían la completa responsabilidad del estamento médico si ocurriera cualquier escándalo del tipo Talidomida. Incluso si estudios futuros probaran su fiabilidad, el cannabis requiere investigaciones ulteriores más profundas.

En este momento, todavía hay pocas conclusiones definitivas, salvo que fumar cannabis es la forma más insegura de consumirlo y que, aunque el uso de cannabis pueda tener muchos beneficios para la madre, el daño que se le pueda hacer al feto pueda superarlos. Con pacientes para los que medicarse sea una necesidad, no hay manera de saber si es mejor seguir con el cannabis durante el embarazo o cambiarlo por una alternativa farmacéutica. Para muchas ganará el cliché de inicio: que el cannabis es una droga no invasiva con muchos menos efectos secundarios que muchas otras. Para esas mujeres, seguramente lo más aconsejable es que lo usen en la menor cantidad posible (idealmente, vaporizado o en forma de té), para evitar así los potenciales efectos adversos que pudiera tener.