Afghani

Exitable
23 Apr 2014

Ciertas variedades de cannabis facilitaron el camino hacia la industria moderna de variedades híbridas y cogollos de interior. En esta serie, exploramos los orígenes de estas variedades pioneras y descubrimos a donde nos han llevado.


En 1979 dos empresas cambiaron para siempre la industria cannábica al estabilizar cultívares –variedades autóctonas o landraces que fueron cuidadosamente seleccionadas por la población indígena por varias razones, a lo largo de décadas o siglos- e hibridarlos para su producción personal o comercial. Sacred Seeds fue creada en California mientras que Lowland Seed Co. apareció en los Países Bajos; fueron las primeras empresas de semillas del mundo. Sacred Seeds sacó Skunk No.1, Afghani No.1, Hindu Kush y Original Haze en 1980, lo que realmente hizo posible la industria moderna. Prácticamente todo lo que se fuma o cultiva hoy en día contiene al menos un toque de estas genéticas. Durante décadas las cuatro han sido meticulosamente guardadas y protegidas desde el banco de semillas Flying Dutchmen con los nombres Skunk#1, Afghánica, Pot of Gold y Original Haze.

 

Genotipo y fenotipo

Las Indicas se originaron en Asia Central todas con un fenotipo similar pero con variados genotipos, lo que provoca sabores que van desde lo dulce y afrutado hasta picante, a tierra, pino o de “hachís”. La selección de Afghan resultó ser el sueño de un amante de las Índicas hecho realidad. Como no podía ser de otra manera,  estas plantas frondosas y de color verde oscuro vienen de Afganistán y producen colas largas y densas junto a hojas increíblemente anchas y oscuras. Algunos cultivadores han comprobado que las hojas son mayores que sus propias cabezas, especialmente cuando se cultivan en exterior. 

Una ventaja de las variedades que contienen cultívares afganos o genética autóctona de Afganistán es que se pueden cultivar las versiones híbridas en interior o en exterior. Los genes afganos tienden a acortar el periodo de floración cuando se combinan con genéticas Haze o Sativas, especialmente si la planta afgana actúa como padre del cruce. La producción aumentará y la planta será ligeramente más fácil de cultivar, adoptando el fenotipo afgano. De todos modos, si se dejan a su aire, en un cultivo salvaje o de exterior, estas plantas son capaces de alcanzar varios metros de altura.

Un destacamento de las tropas americanas en la reciente guerra en Afganistán rodeó a un grupo de insurgentes que se habían escondido entre las plantas silvestres (o tal vez cultivadas localmente) de cannabis. Las plantas eran tan densas, duras y crecían tan juntas que los soldados recibieron la orden de emplear fósforo blanco para sacar a los rebeldes, ya que no podían llegar hasta ellos. Pese a ello, los productos incendiarios apenas pudieron hacer un arañazo en la resistente cubierta cannábica.

La hierba afgana presenta parte de la herencia genética de la familia Índica que tradicionalmente viene de esa parte del mundo: Afganistán, India, Pakistán, Nepal, etc... Son plantas de color verde muy oscuro, quizás debido a su origen montañoso y tienen hojas grandes (les permiten obtener tanta energía de crecimiento como necesiten aunque tengan poca luz disponible). Los cogollos son densos y grandes como resultado de los cortos internudos, un mecanismo de defensa que le permite a la planta permanecer caliente en tiempo frío o a gran altitud. Los cogollos grandes y densos también mantienen protegidas y calientes las semillas, lo que promueve el desarrollo de nuevas generaciones de plantas.

En interior, la genética afgana se maneja con facilidad y pueden mantenerse plantas bajas y frondosas que caben en armarios pequeños o lugares con poca altura. Además del efecto de relajante sedación del cuerpo que producen estas variedades, el sabor dulce y “de hachís” es legendario, perfecto para los amantes de las Índicas y aquellos que añoran el sabor del viejo hachís nepalí.

Afghanica fue uno de los pocos ejemplos estable y auténtico de esta genética, creada cruzando una madre seleccionada de una variedad autóctona afgana con un macho Skunk#1 muy sólido , seleccionando de entre una descendencia de unas diez mil plantas para estabilizar la variedad. Al emplear la poderosa Índica como planta madre, se permitió brillar al famoso sabor afgano, dulce, casi “graso”, al igual que su sedativo efecto corporal. El padre Skunk#1 aumentó la producción y ayudó a mantener un corto periodo de floración en interior de ocho semanas. Esto era lo más parecido a genéticas agfanas puras que se podía conseguir, sin tener que viajar realmente a Afganistán.

A menudo se considera a Skunk#1 como primer híbrido comercial (aunque realmente es una variedad estable y true-breed) y fue una de esas cuatro primeras y legendarias variedades que no eran ni hierba extranjera, ni plantas cañamizadas poco potentes. Estas se podían cultivar en interior, bajo luces, lo que revolucionó la escena del cultivo y consumo de cannabis. Las Sativas colombianas y mexicanas se cruzaban cuidadosamente con padres afganos duros y resistentes. De hecho, la mayoría de las variedades originales de Flying Dutchmen contienen genética afgana, usualmente en la parte macho del cruce, lo que acorta el periodo de floración y aumenta la cosecha. El efecto Sativa se mantenía combinado con el efecto calmante y narcótico afgano, y el sabor y aroma a “pis de gato” típico de esas Sativas, algo que más adelante mejoraría. La variedad fue seleccionada de un invernadero de veinte mil plantas, y nació Skunk#1. Esta es la razón por la que tanta gente en el Reino Unido denomina Skunk (equivocadamente) a cualquier variedad de cannabis cultivada en invernadero.

Otras variedades famosas que contienen genes de Afganistán son: Super Skunk que fue retrocruzada con un padre afgano, la legendaria Flo, AK-47 (Afghan Kush), Northern Lights, Twilight y S.A.G.E. (Sativa Afghan Genetic Equilibrium; Big Sur Holy x Afghan), por nombrar sólo unos cuantos.

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