Violencia contra los nuestros

Exitable
05 Sep 2014

El tres de marzo de 2014 Mike Bifari no lo va a olvidar más, el sacudón fue tremendo para uno de los activistas cannábicos más reconocidos de Argentina. Ya había caído la noche en Capilla del Monte en las sierras cordobesas. Estaba en casa, con su socio y amigo haciendo de las suyas cuando la puerta se estremeció de un patadón. Siguieron gritos y violencia armada…  


 “Dame los frascos, las flores y la plata”, repetían dos tipos de aparatosa musculatura vestidos de guerra. “Sabemos quién sos. Vos vendés. Danos la plata”, sugerían entre rugidos. Mike les explicaba: “Están locos jamás vendí nada”. Pero claro que no le creyeron. “Lo único que tengo son 100 dólares”, dijo Mike aguantando la embestida. Para entonces ya estaba encapuchado y amenazado, Mike recordó las prácticas de la feroz dictadura argentina mientras lo hacían bajar la escalera a tientas para ir hasta la cocina por su billetera con los solitarios 100 dólares. El otro intruso le gritaba a su compañero que hacía bajar a Mike: “¡Pégale un tiro y vamos!”.

 

“Los vi irse, tenían una camioneta Canguro blanca bastante nueva. Lo que hice fue agarrar mi bici y salir al pueblo a lo de mi hija. Luego le conté a nuestros amigos lo que había pasado cuando sonó un celular en la reunión. Era mi amigo, el que había quedado en casa. Me dijo que habían vuelto y le pegaron, volvieron a los 20 minutos. Lo encontraron, lo encapucharon y le pegaron patadas en la cara. Fueron muy violentos con él”. Los ladrones preguntaban por las plantas, por más plata y volvieron a amenazar. “Mike, te la querían dar a vos”, le transmitió su amigo, “el pibe me dijo que te querían matar”, escuchaba en el teléfono aquella madrugada un Mike que podía esperar cualquier cosa. “Cerramos todo en la casa, saqué lo que necesitaba, hicimos impenetrable el lugar donde estaban las niñas y cerramos la casa con todo. Ahora no hay nadie ahí”, se lamenta. “No pensé nada y me fui a la mierda”, recapitula ahora del otro lado del teléfono desde Buenos Aires, donde los cannábicos lo tienen bien mimado. Mike no denunció porque teme volver a ser investigado, como le pasó el año pasado cuando la policía lo sacó de un auto donde se fumaba un porro con una de sus hijas. Estuvo tres días detenido por dos canutos.

 

 “Yo soy público, no tengo nada que ocultar, siempre tuve cultivo. Hace como dos meses se llevaron un jardín cuando las plantas no tenían ni flores. Pero que llegaran arma en mano, nunca había pasado”, explica Mike.

 

El cannabicultor no quiere volver a Córdoba. Quiere “desaparecer de la provincia, porque fácilmente le pueden pagar una bolsa con mercancía a estos idiotas” para que vuelvan. Mike dice que tiene enemigos políticos allí y que harán todo lo posible para prenderlo. Habla de dos fascistas cordobeses con altos cargos públicos. Lo único que se puede decir es ¡fascismo nunca más!

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