Ushuaia: Cultivo de cannabis al final del mundo

Hace más de 20 años que conozco el cannabis, pero hace solo un par que cultivo mi propia ración, propia y para los amigos. Como a la mayoría de los integrantes de la peña del autocultivo, a mí también me incentivó un amigo fumón, al que voy a agradecer por siempre el haberme cascoteado de presiones para que arme mi propio indoor.

En mi caso, cuento con una instalación de ciclo continuo que consta de un espacio para esquejes y pequeños plantines germinados a partir de semillas, iluminado con cuatro focos de bajo consumo. Por debajo un espacio de 70x70x140 iluminado con un foco de mercurio halogenado de 250 watts para vegetativo y dos cabinas de flora de similares condiciones de 70x140x170 iluminadas con focos de vapor de sodio de 400 watts. En las cabinas de flora separé las sativas por un lado y las más índicas por el otro.

Cultivo de cannabis en Ushuaia

Si bien toda la comunidad cannábica ushuaiense está inmersa en los planes de legalización, concientización (más cultivo, menos narcotráfico, como para arrancar), economía (80 dólares como mínimo los 25gr de prensado paraguayo) y disfrute de calidad increíble, dentro de una sociedad tan pequeña como ésta, sigue siendo así como una logia… secreto. De disfrutar se disfruta, por ahora en silencio, o solo escuchando el ruido del viento en el bosque o las olas golpeando las empedradas playas fueguinas.

Siempre creímos en el respeto por la naturaleza. Tanto es así que con un par de colegas tomamos como modalidad no matar machos, sino llevarlos a la montaña, replantarlos en algún divino lugar, donde el sol y la lluvia bañen sus deditos verdes y que vivan el tiempo que les toque vivir, que crezcan y mueran, respetando así el ciclo de la vida y demostrándonos a nosotros mismos que somos parte de algo más importante.

Vivir en una zona tan alejada hace que el ingenio y la investigación constante nos den buenos resultados. Nuestra joya principal es el sustrato. Tenemos la fortuna de contar con elementos naturales de primerísima calidad, tierra negra con años de compostaje natural y dueña de una acidez casi neutra. Otra de nuestras ventajas es tener al alcance una variedad rica de nutrientes, desde el guano de conejo al de cormorán, pasando por turba mineral o vegetal a las algas marinas.

La mayoría recolecta el agua de lluvia, lágrimas con pH neutro y sin carga de smog. La modalidad indoor nos condiciona principalmente en lo referente a la temperatura y humedad. En estas latitudes lo que mata es la humedad, el clima es tan seco que los cultivadores recurren a soluciones de las más variadas: desde pequeños vasitos llenos de agua hasta humidificadores de venta en farmacias. Sin embargo, en nuestro equipo juega un tapado: el frío. El calor de la sala de floración siempre es estabilizado con el frío, conviviendo con temperaturas menores a los 15°C. Generalmente, obtenemos cogollos densos, muy blancos y bien nevados, que nos regalan tricomas súper hinchados, como si fuera el reflejo de las montañas que rodean la ciudad.

Por suerte, aquí la comunidad fumeta es de lo más generosa a la hora de compartir las genéticas, es por eso que semana a semana vamos viendo nuevas e interesantes cruzas entre joyitas caseras, algunas con linaje y otras simplemente deliciosas.

Guerrilla y cultivo campestre

En parte por el clima y en parte por la prohibición, casi todos nosotros cultivamos con la modalidad indoor, aunque en los albores de la temporada veraniega, cuando la nieve ya se ha derretido, el suelo está con una humedad casi ideal y el calor del Sol comienza a sentirse, decidimos experimentar en el bosque.

Unas nenitas con un despunte de un par de nudos, botellones haciendo de incubadora vegetal y arrancamos hacia el monte. Al principio no teníamos mucha fe del lugar seleccionado, pero con el pasar de los días y con mas visitas para riego fuimos injertando en distintos sitios donde nos parecía que las condiciones de temperatura, humedad, intensidad lumínica recibida y comodidad para la atención correspondiente eran las adecuadas.

Hoy, ya con el ocaso del verano y luego de un par de nevadillas y tormentas de viento, podemos decir que algunas de ellas y ellos (también injertamos unos machotes) siguen en pie, firmes y vivos. Por razones de temperatura y cantidad de horas de luz, la mayoría aún no ha crecido con la firmeza como para despedir flores, pero alguna que otra ha mostrado cualidades dignas de la zona, arbustáceas, de color morado y cogollos firmes pero pequeños. Será cuestión de arrancar más temprano el año que viene, pero siempre con el espíritu guerrillero a flor de piel.

Del cultivo de cannabis a la cata en Ushuahia

Durante los primeros días del mes de noviembre de 2011 se llevó a cabo la primera copa fueguina de canabicultores, la llamamos Kata del Fin Del Mundo. Una excelente mezcla de degustación gastronómica y 13 muestras presentadas abrieron a más de uno el paladar y pusieron luz roja a las técnicas de cultivo utilizadas hasta ese momento.

Con el arribo de un grande del cultivo como jurado, nuestro amigo “el Chirry”, triple campeón de la CABA, y con la organización que traíamos arriba desde hacia unas semanas, por fin arrancamos con todo. Chirry pre clasificó las muestras según su gran tino y, de a poco, dimos comienzo al “mañanero”, el primer fumo del día. Nos pusimos de acuerdo así para que todo fuera más intenso.

Las riquísimas muestras pasaron en rondas de a tres: la de los pibes, insaciables fumones juveniles, la mesa más grande, donde estaban las cultivadoras, y la mesa de los más “viejos”. Entre ronda y ronda se degustaron excelentes manjares culinarios, lo que nos ayudó a sobrellevar semejante colocón. Así fue pasando la tarde entre tandas de porro y alguna que otra tiradita de un vaporizador casero; ya con el atardecer sobre las ventanas llegaron las dos muestras finales.

Si bien el primer puesto de la Copa fue para una Ibiza de Sensei Green, al final todos recibimos un premio; el de haber participado de la Copa más austral del mundo, con toda la geografía y ley en nuestra contra, pero con el viento a favor.