Una fibra con conciencia ambiental


26 Apr 2020

El cáñamo revive por estos días. Cada vez más empresas optan por su fibra, por respetar el medio ambiente y tener una performance superior a sus competidores sintéticos e incluso con mejores rendimientos.


Cáñamo: el hilo sustentable

Estamos tan acostumbrados a usar algodón en todo que nos estamos perdiendo y olvidando otro elemento fascinante, el cáñamo. Si tuviéramos que nombrar a una especie vegetal muy antigua que ayudó a evolucionar a la humanidad desde sus inicios, inmediatamente resaltaría una planta en particular llamada Cannabis Sativa. Acompaña al ser humano desde los orígenes de la civilización misma. Su empleo textil no era moda, sino necesidad y tecnología. Actualmente, en varios países se sigue prohibiendo su uso. A pesar que es generosa en posibilidades, tanto ecológicas como sustentables y que se pueden desprender de su cultivo y post producción. La Cannabis Sativa es oriunda de Asia Central. Pero se expandió velozmente por el resto del planeta para ser sembrada y cultivada en varias regiones y climas.

Se utilizó su fibra principalmente. Popularmente se le llamó cáñamo, por caracterizarse, sobre todo, por una alta resistencia en la tracción y por la durabilidad de los cordajes que se producía a través de la fibra que se extraía de sus tallos. Hay otras especies vegetales que llevan vulgarmente el nombre cáñamo. Es decir, refieren a su fin o utilización como planta textil. Ejemplos de esto son el cáñamo de Manila (Abacá, Musa Textilis), cáñamo sisal (ÁgaveSisalana), cáñamo hindú (Apocynumcannabinum) o cáñamo de Nueva Zelandia (Phormiumtenax). No obstante, la planta de cáñamo no solamente se ha empleado para fabricar distintos tipos de textiles aunque haya sido su uso más reconocido y principal. Sino que también se le apreciaba por su semilla, al contener un alto valor nutricional y por su aceite.

 

Además, se le reconocía por la calidad de su flor para elaborar ungüentos o brebajes medicinales para variadas enfermedades, molestias o dolores. Una de las primeras evidencias descubiertas del uso de esta genial planta proviene de la cerámica decorada china del Neolítico que tiene impresiones de cuerda. La cerámica pintada de Honan pertenece a la cultura Yang-Shao (4200-3200 a.C.). Se descubrió un cementerio donde había recipientes de bronce, armas, piezas de jade y telas de cáñamo de la dinastía Chou (1122-249 a.C.).

Avanzando en el tiempo, es impensable concebir la invasión de los españoles en América de 1492 sin cáñamo textil en sus bodegas y aparejos. Lo usaban tanto en ropajes y velámenes como en cordajes. Las semillas eran alimento y su aceite  encendía candelas. Cristóbal Colón llevaba consigo cannabis para uso de primera urgencia. Para sumar registros, la primera bandera estadounidense fue tejida y confeccionada, alrededor del año 1777, con fibras de cáñamo. Las pinturas de Rembrandt (1606-1669) o de Vincent Van Gogh (1853-1890), fueron básicamente pintadas en lienzos cañameros. Y muchas veces con pinturas que tenían como base aceite de semilla de la misma planta.

El uso del cáñamo era imprescindible para la cotidianidad. La planta de cáñamo ha sido parte importante de la tradición agrícola en Chile. Desde la llegada de los colonizadores españoles tuvo vital importancia, tanto para esta tierra como para el Imperio Español, debido a la utilización de su fibra para vestimentas, mechas de velas, hilados, aceites y semillas para pájaros, entre otros muchos usos que elevaron a Chile como un punto referencial de exportación. Un momento clave y de vital importancia para el cultivo de cáñamo en el país fue en 1940. Cuando se crearon los estatutos de la “Fábrica de Cáñamo de San Felipe S.A.” en Valparaíso. En la década de 1950 aumentó tanto el número de trabajadores en las fábricas de cáñamo como las hectáreas cultivadas, incluso se crearon viviendas en torno a la compañía “SILA” en Los Andes.

 

Los peores años de la producción cañamera latinoamericana llegaron hacia fines de la década de 1960. Cuando los gobernantes, presionados por los intereses capitalistas lobbystas norteamericanos, llevaron a la histórica industria cañamera local a vivir sus últimos años en medio de la importación de las fibras artificiales. Con ello llegó la decadencia y la intoxicación del ambiente en base de petróleo y químicos. Esta apertura a productos nocivos para el planeta dio lugar a un largo y tedioso prohibicionismo, generando al mismo tiempo, el ocaso y fin de la industria cañamera mundial. Una empresa (dentro de otras tantas) ultra capitalista del equipo anticáñamo, que propició la desaparición de una de las economías más florecientes de la región, fue la compañía depredadora DuPont. Petroquímica y farmacéutica, conocida por fabricar fibras sintéticas como el nylon, el mylar, el neopreno, entre otras. 

 

Patagonia cañamera

Pero no todo es caos y destrucción. Hay algunos gobiernos, activistas y empresas que miran al cáñamo, como lo que es: una fuente invalorable de recursos. Hay cientos de ejemplos, uno es la marca de prendas Patagonia, fundada en 1973 por el escalador estadounidense Yvon Chouinard, se ha involucrado en la conservación del medioambiente y por emprendió el viaje para utilizar cáñamo en sus productos. En esa empresa piensan no sólo en la alta calidad de sus vestimentas, también privilegian la coherencia en su producción. Paula Vial, gerenta de productos en Chile, explica que lo que hace su empresa “es que sus productos sean lo más sustentables posible, disminuyendo la huella de carbono.” Y agrega que están “constantemente en la búsqueda y experimentando con nuevos materiales”. Por esa razón se fijaron en el cáñamo. “Vemos que tiene propiedades muy buenas como la baja erosión en el suelo en que se siembra y cualidades —en la tela— como la durabilidad.

Además es liviana y aireada. Por todas estas razones el cáñamo se incorporó en distintas líneas”, explicó a Soft Secrets.  Por ejemplo en la ropa de trabajo y en una línea veraniega. El cáñamo tiene una versatilidad insuperable. Vial explicó que la nueva línea de ropa de trabajo contiene 55% de cáñamo, 27% de poliéster reciclado y 18% de algodón orgánico. Está pensada para quien trabaja en el campo, en exteriores o que tenga mucho roce y fricción. Las prendas están diseñadas para que perduren en el tiempo y no sigan la (mala) lógica de mercado, de recambio y consumo continuo, de tirar y comprar otra prenda nueva. El algodón es de los cultivos industriales más nocivos para el ecosistema y para el planeta. Utiliza alrededor del 26% de los agrotóxicos del mundo. Su ciclo de maduración es casi el doble de tiempo comparado al cáñamo. Requiere tres veces más agua y rinde tres veces menos respecto al cáñamo.

Quizá sea unas de las razones por las que hoy el cultivo cañamero para la industria textil está en franco crecimiento. Según estudios y estadísticas especializadas, está por detrás de la producción de racimos florales para extracción CBD y otros cannabinoides. Pelea el segundo puesto con el cultivo de semillas para cosmética y cuidado personal. A lo largo de la historia el cáñamo ha sido y sigue siendo foco de polémicas en de su cultivo y utilización. Hace falta generar espacios políticos, universitarios, agronómicos e industriales para reverdecer su resurgimiento y eliminar la estigmatización que recae sobre esta noble planta. Con la tecnología existente y las nuevas investigaciones en torno al vegetal, no hay techo. Ante este panorama, hacer funcionar, aceitar la implementación y aprovechar el resurgimiento del cáñamo es imperioso y acuciante. Hay historia, hay territorio, hay capacidad humana. Está todo para hacerlo bien.