Pmma, sucedaneo letal del extasis
Durante la última edición de la fiesta electrónica “Time Warp” en Argentina, ocurrieron varias muertes por intoxicación con esta droga, una síntesis del anís que sustituye al sasafras, el árbol que provee del principio activo del éxtasis.
Durante la última edición de la fiesta electrónica “Time Warp” en Argentina, ocurrieron varias muertes por intoxicación con esta droga, una síntesis del anís que sustituye al sasafras, el árbol que provee del principio activo del éxtasis.
En abril cinco chicos murieron y otros cinco fueron hospitalizados en una fiesta electrónica bonaerense. Pensaron comprar éxtasis, pero se encontraron con PMMA. Pasaron muchas cosas para que ocurrieran esas muertes. Comprender las razones de la tragedia exige revisar críticamente los fundamentos del prohibicionismo, el paradigma que los Estados Unidos —el mercado de consumo de drogas ilegales más grande del mundo— ha impuesto en todo el planeta. La mención de Vietnam es doblemente reveladora en este marco. En primer lugar porque fue a partir de la humillante derrota que sufrieron los norteamericanos que el entonces presidente Richard Nixon definió como máxima prioridad del imperio el combate a la “guerra contra las drogas”. Además, fue precisamente en Vietnam donde se originó la trama de circunstancias que determinaron las intoxicaciones con PMMA en la Time Warp de Buenos Aires.PMMA, sucedáneo letal del éxtasis
El sasafras es un árbol exótico que extiende sus frondosas copas sobre las selvas montañosas del sudoeste camboyano. Campesinos los talan para arrancar sus raíces y obtener su aceite. El aceite de sasafras ha sido utilizado con múltiples fines durante siglos. Desde 2010 fue incorporado en la legislación internacional antidrogas, es el principal precursor químico para conseguir MDMA, o éxtasis. Las crecientes restricciones y regulaciones en el comercio del Safrol –marca comercial del extracto de Sasafras— afectaron severamente a la mayoría de los laboratorios productores de éxtasis. Para acceder a ese precursor químico, muchos laboratorios reemplazaron el aceite de sasafras por aceite de anís. La sutil variación química entre el uno y otro determina la abismal diferencia entre el MDMA y el PMMA, muchísimo más tóxico y letal.Un poco de eme
En el indispensable “Fenomenología de las Drogas”, Antonio Escohotado considera al MDMA (o extasis) como la más potente de las drogas “entáctogenas”. “Las sustancias generadoras de contactos intersubjetivos profundos que tienden a evocar disposiciones de amor y benevolencia. Incluso cuando lo que se experimenta es melancolía, añoranza o cualquier ánimo emparentado con la tristeza, esos sentimientos afloran de formas tan cálidas y abiertas que producen el alivio de una sinceridad torrencial, libre de la suspicacia que habitualmente oponemos al desnudamiento de deseos y aspiraciones propias”. Descubierta a principios del siglo pasado por los célebres laboratorios Merck, la metiledioximetanfetamina fue objeto de investigaciones a cargo del ejército norteamericano en su noble búsqueda de la mítica “píldora de la verdad” durante la década del 50. Fue redescubierta a mediados de los 70 por Alexander Sasha Shulgin. Se popularizó entre pacifistas y ecologistas de la contracultura norteamericana con el nombre de empathy (empatía). Los informes de la DEA sostienen su prohibición contra la opinión de buena parte de la comunidad médica especializada. Su terror es la naturaleza “empatógena” de MDMA. Los gendarmes del egocentrismo occidental han elevado la empatía al rango de agente patógeno. El PMMA, por su parte, no merece una farmacología particular. No porque no la tenga, sino porque nadie busca consumirlo deliberadamente. No se trata ni de éxtasis ni de empatía, es PMMA, nada más, el veneno que fabrican los narcos cuando los prohibicionistas no les dejan comprar Safrol. Mercados legales y regulados nos evitarían los miles de millones de dólares que año a año se despilfarran en toda la maquinaria de destrucción destinada a la “guerra contra las drogas”, los miles de muertos que produce y las recurrentes víctimas por intoxicación con que el prohibicionismo castiga la disidencia farmacológica. por Juan Manuel Lucas
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Soft Secrets