Paciencia, mi vida - El arte de esperar, el arte de cultivar
Marzo y abril son los meses claves. Es cuando deberías recoger la florescencia tras tantos meses de espera, tanto esfuerzo y dedicación. Observar, actuar correctamente y darle lo que precisa a la planta es lo importante. Ahora que estás cerca recuérdalo desde el principio. Haz tu retrospectiva y verás que el primer arte que cultivaste fue la paciencia.
Luego de todo este camino recorrido no podemos menos que encomendarnos al dios del cannabis si es que existe. Personalmente no creo en dioses ni en casualidades. El trabajo, el fruto soñado viene de tus manos y no busques ninguna otra explicación. O sí. Búscala.
La encontrarás en el sol, en el agua, en la genética que elegiste, en los nutrientes que pacientemente fuiste dispensando, en las veces que protegiste a la planta de los vientos, del sol extremo, del frío, el calor, la humedad, de que las raíces no se pudran, de que la planta no quede llena de hongos.
Nada es casualidad. Si estás por fumar tus propios cogollos es porque lo trabajaste lo suficiente como para tenerlo reposando ahora en un frasco, y te muerdes las uñas, y quizás ya no te quede nada de la cosecha pasada porque se lo has regalado a tus amigos durante el año, porque no sacaste todo lo que hubieras querido, porque capaz que algún hongo, una plaga, algo o alguien te jodió la cosecha, pero estás esperando ese momento del curado, un punto óptimo para fumar el fruto de tu trabajo.
Paciente. Esperas.
Tratas de pensar en otra cosa pero no puedes dejar de ir a oler los frascos día tras día. A veces hora tras hora, pones el cogollo en tu mano. Es una obra de arte, la manicura te salió exquisita, el cogollo está resinoso, promete, pero todavía no es su momento. Sabes que el cannabis es como el vino reserva. Debe reposar, debe madurar antes que le des mecha. Tú lo sabes, el fasito lo sabe. Déjalo, ya tendrá su momento. Será tu fuego en el próximo otoño, tu refugio en el próximo invierno y será tu primavera en primavera.
Paciencia, este es un juego de paciencia y observación. El que se apura pierde. El que se enoja pierde. El que quiere echarle culpas a las divinidades griegas, católicas o a la mala suerte, también pierde. Paciencia y trabajo. Los dos mejores consejos. Observación y estudio, son los dos pilares de toda esta movida del cultivo. ¿Recuerdas cuando escogiste el sustrato? ¿O será que lo hiciste tú mismo? Más paciencia habrás tenido todavía. Recuerdas, seguramente, cuando tu ¬hoy cogollo era una frágil plantulita que pedía cuidados como un niño.
Recuerdas cuando tiró sus primeras hojitas. Qué emoción. Respondió bien a tus recaudos, a tus ordenes, fuiste un buen dios en los primeros días de crecimiento. Tú la mimabas y ella respondía. Se fue estirando, buscando la luz. Quizás la sacaste afuera. Quizás la pusiste a crecer en tu cuarto de cultivo. Lo cierto es que su tallo se fue haciendo fuerte en poco tiempo y empezó a sacar sus hojas, una atrás de la otra. Y una rama entre los nudos de las ramas. Y el sol y el agua y los nutrientes hicieron que esos nudos se reproduzcan y se reproduzcan y por allá lejos, en realidad ni tan lejos, empezaron a salir los pelitos, entre los nudos. Los primeros signos de la floración estaban en marcha. Quizás te salieron unas bolitas, el macho se desarrolló y como no ibas a usar la planta para polinizar la mandaste a la basura o al lugar del compost.
Esperamos que hayas hecho eso y te hayas comportado como un cultivador ejemplar que no arruina el cultivo de sus vecinos. En mi vecindario pasa mucho esta polinización cruzada irracional. El polen recorre varios quilómetros y encuentra donde fecundar, encuentra su hembra por la que recorre quilómetros (quién no lo ha hecho una y mil veces) y zas. Se acabó tu aventura. Te polinizan la planta, arruinan el sabor y la elegancia que buscas en el cogollo. La hembra empieza a necesitar sus energías para desarrollar el fruto que consigue en poco tiempo.
Y quizás salgan unas buenas semillas de ese híbrido que no sabes ni lo que es. Pero también es posible, mejor dicho, lo más probable es que ese híbrido espontáneo que sale de un amor prohibido sea bueno para nada. Esa selección, que podríamos hacernos los sonsos y llamar de natural, no fue la que un criador hace. Nadie seleccionó esos parentales que se cruzaron.
Fue una coincidencia. Como cuando conoces a alguien en un baile, te vas a la cama y luego de una noche de excesos te das cuenta que no hubo protección. Los humanos podemos caminar a la farmacia por la pastilla del día después, pero en el mundo del cannabis no hay tal bomba química así que cuida a tu vecindario y cuidarás embarazos cannábicos no deseados.
Pongamos por caso que no hubo embarazo. Que sería el mejor caso. Ya está casi pronto el verdadero fruto que buscamos todos quienes disfrutamos de un verdadero cannabis sinsemilla. Está casi pronto porque todavía el tallo no se estruja haciendo crack cuando quieres quebrarlo. Parece más bien una goma, está fláccido todavía. Sigue esperando un poco más, lo has hecho durante tanto tiempo que un poco más no te va a afectar. Quizás ya lo estás fumando mientras lees esto.
Así que disfruta. La recta final está cada vez más cerca. Si cultivaste las índicas de exterior primero aprovecha la introspección para proyectar las sativas que vas a cortar en abril. Ya termina esta temporada, pero hay que ir pensando en las que siguen. En qué debemos mejorar, en las innovaciones que introduciremos en el cultivo. En definitiva, en cómo tener el mejor cannabis. Esperamos ser tus aliados en esa aventura. Buena cosecha.