¡No más presos por ayudar!
Negro V8 es un cultivador argentino que estuvo más de siete meses en prisión. Ahora está en casa mientras espera que termine su juicio. Argentina debe proveer aceite de cannabis por ley pero no lo hace. Y de mientras castigan a los cultivadores solidarios. Diego desde su casa dice que hay que revisar la despenalización.
El 10 de abril de este año Diego Gómez, conocido en el mundo cannábico argentino como “El Negro V8”, fue allanado. En la casa de este conocidísimo cultivador había frascos de cogollos semivacíos. Era abril de 2018 y las sativas que tenía no habían florado. Así que los policías poco se pudieron llevar a pesar que se lo llevaron a él. Como ocurre habitualmente con varios cannabicultores conocidos: suena el teléfono con una denuncia anónima que alerta a la policía. Y llegan a una casa cargando armas, órdenes judiciales y habitualmente una ignorancia proporcional al uso de su fuerza bruta.
En el hogar había algo de cogollos secos. La policía les atrapó unos 20 gramos y quince plantas en floración además de algunos plantines que iban a ser destinados al cultivo de invierno. Diego y su novia, Ana, hacen cerveza casera. Muchos de los implementos para fabricar la chela también fueron confiscados. Por supuesto que la balanza con la que Diego pesaba la cebada o el lúpulo fue sustraída de la casa con esa confiada ignorancia que empapa los cuerpos policiales de América Latina. Había aceite de cannabis en la casa. Era el que usaban Ana y Diego y también los padres de ella para tratar sus dolores. Pero la policía, por suerte, error, desconocimiento o vaya a saber por qué, no lo tocaron. Diego es cultivador y activista. Además, o por eso mismo siempre que puede está dispuesto a ayudar a los demás para plantar y compartir su conocimiento.
También ayudaba a pacientes de cannabis medicinal a conseguir el aceite que la ley 27.350 obliga a distribuir al Estado. Vale mencionar que el estado argentino no ha podido implementar esta ley ni siquiera avanzó en que alguien, alguna institución o empresa lo planten y/o extraigan el aceite. O el estado no ha querido, según se lea. Recién el 28 de noviembre pasado Diego pudo volver a su casa. Aunque no recuperó la libertad ahora está con su compañera y duermen en la misma cama. Mientras, espera que se termine de sustanciar el juicio que le abrieron tras su prisión de siete meses. En la carátula del expediente judicial le quieren tipificar tenencia con fines de comercialización. Sus abogados quisieron cambiar la carátula a tenencia simple y no pudieron. Las autoridades judiciales lo negaron. Lo único que atinaron a insinuar los acusadores durante el juicio es que había gente que entraba y salía de su casa.
La defensa de Diego pidió la excarcelación. El fiscal se opuso a este beneficio. Después, la defensa de Diego pidió prisión domiciliaria y la consiguieron. Ahora Diego espera recuperar su libertad mientras sigue el proceso en casa. “Es algo complicado. Porque estar detenido en un penal con gente que es asesina, que cometieron muchos delitos graves y yo estaba ahí por una planta. Es algo que no me parece lógico. Eso fue lo que más me llamó la atención. Muchos caemos por una planta simplemente”, dice Diego por teléfono en conversación con Soft Secrets. “No nos pueden meter a todos en la misma bolsa con un criminal que mató o violó”, dice el cultivador que tiene 13 años cosechando. Al cultivador, que le colocaron una pulsera para que no se aparte a más de treinta metros de su casa, entiende que se debe revisar la despenalización. Ojalá que haya justicia, es decir libertad, para Diego.