Las dos variantes Delta, pero cannábicas
Delta-8 y Delta-10 son dos isómeros recientemente descubiertos y lanzados al mercado legal de Estados Unidos. El efecto del primero se asemeja a la índica, el segundo a la sativa pero con sensaciones mucho más ligeras. La mayoría de estos compuestos ya se consiguen en tiendas de Estados Unidos, Canadá y Europa en forma de vapeadores de aceite descartables y extractos. En un futuro los paladearemos en gomitas “frutales” con forma de osos, tinturas o lo fumaremos en flores y los podríamos beber en tragos o untarlos en una mayonesa. ¿Por qué no?
Mucho se está escribiendo por estas horas del Delta-8, un principio activo del cannabis relativamente parecido al Delta-9 THC o tetrahidrocannabinol. El compuesto más estudiado de la marihuana, el que consigue el efecto psicoactivo más potente.
Su reciente popularidad, sobre todo en Estados Unidos, se estima que ha llegado debido a la ley que autorizó a los granjeros a cultivar cáñamo de forma legal. La llamada Farmer’s Act, aprobada —paradójicamente— durante el gobierno fascista del ex presidente Donald Trump, viene ayudando a identificar este compuesto del cannabis, presente en el cáñamo, pero también en la marihuana de uso recreativo.
Este movimiento en la legalidad del mercado ha hecho que también el CBD reafirme su reputación y haya crecido notablemente su uso en el mercado. De la misma manera que su recorrido comercial es casi libre en buena parte de Estados Unidos, el Delta-8 parece haber roto las barreras de la ilegalidad que lo separan de un público deseoso de conocer otros cannabinoides con efectos recreativos originales o nuevos usos terapéuticos.
Solo el THC está restringido a los estados que lo autorizan. Pero sobre el Delta-8 no hay una sola línea escrita en las estrictas leyes que prohíben (pero también toleran —cuántas paradojas—) el uso del cannabis en flor.
Efectos: Delta-8 del cannabis
El Delta-8 coloca, no tanto como el THC-9, pero lo consigue de una forma suave, débil, más balanceada, más delicada, dicen quienes lo han probado. Su efecto es la mitad de potente que una misma dosis de THC, aseguran. Pero como bien sabemos esta sensación es muy subjetiva y depende de la persona que la consuma. Algunos que la han reseñado destacan que aunque es menos potente consigue aliviar algunos dolores y que es efectivo como relajante para conciliar el sueño por las noches, tirarse en el sofá o quedar algo sedado.
También se ha dicho del Delta-8 que abre el apetito, seca la boca y pone los ojos rojos y que su efecto es similar a una índica muy suavecita.
Aunque este fitocannabinoide no ha sido estudiado en detalle los principales riesgos de su uso aparecen, una vez más, asociados al mercado clandestino. Algunos especialistas advierten de los vapeadores del mercado negro que por sus adulteraciones puedan ocasionar graves problemas a la salud.
Solo en Estados Unidos durante 2019 se reportaron más de sesenta muertes luego de haber usado vapeadores no autorizados. Generalmente porque están rellenados con cannabinoides sintéticos que no pararemos de desaconsejar por los efectos en la salud que lamentablemente han demostrado una y otra vez alrededor del mundo.
Delta-10 la promesa marihuana
El otro isómero que está en la cresta de la ola es el Delta-10. Fue descubierto por casualidad en los laboratorios de Fusion Farms de California mientras destilaban THC.
Su hallazgo ha sido casi un milagro porque es una molécula muy elusiva a la hora de hacer una extracción que siempre confundían con el CBC y el CBL en la cromatografía líquida (HPLC).
Delta-10 también produce una sensación que ayudaría a permanecer centrado, en foco y un componente psicoactivo más ligero que su abuelo el THC-9. Según quienes lo han probado tiene un efecto semejante a la sativa pero sin el empuje cerebral de nuestros viejo y querido THC.
No existen variedades que puedas cultivar, al momento, altas en alguno de estos dos isómeros. El proceso de laboratorio para obtenerlo es labrioso. Puedes aislarlo con solventes y ácidos a partir del CBD aislado. O con CBD crudo activarlo a través del carbón y derivados de la vitamina C. Pero necesitas un doctorado en química. No hagas la de un “Breaking Bad” amateur que hace explotar el vecindario por tonterías.
Romina Ypacaraí