la legalización tranquila!

Soft Secrets
14 Aug 2015

Desafíos en la regulación uruguaya


Desafíos en la regulación uruguaya

Mientras las farmacias no venden cannabis en Uruguay se creó un nuevo mercado gris. El de las flores. Hay unos cuantos desafíos para la regulación uruguaya como mejorar los procedimientos policiales y dotar de una reglamentación a la importación de semillas.

La regulación del cannabis en Uruguay cumplirá dos años en diciembre. El experimento que este pequeño país está impulsando tiene su particularidades, sus virtudes y sus deficiencias.

Para los uruguayos es difícil de ver todavía. No todo el mundo se acostumbra a que es posible tener seis plantas en el hogar, a que es posible asociarse con amigos y hacer un club de cannabis. Y en algún momento será posible comprar cannabis en las farmacias. El gobierno dice que las empresas no cumplieron con todo lo que se exige para empezar las plantaciones. El secretario de Junta Nacional de Drogas, Milton Romani, manifestó que en diciembre próximo se podrán comprar flores en las farmacias. Veremos, porque todavía no prendieron un solo foco ni hay invernaderos, ni nada que indique que se llega a esa fecha.

Cultivador uruguayo tras la primer cosecha legal.
Foto AdHoc Fotos

Montevideo, también Punta del Este, pero sobre todo la capital, se han llenado de turistas que quieren fumarse sus cogollos. Los más informados tramitan la ciudadanía uruguaya, que verdaderamente se consigue muy fácil porque —aunque Uruguay no tiene una política de migración clara— es muy difícil que nieguen la residencia a alguien que tenga algún oficio y buenas intenciones.

Es importante aclarar que en Uruguay nadie puede plantar, amparado por las leyes, que no sea uruguayo. Muchos llegan a Uruguay pensando que es la Ámsterdam de América del Sur. Pero no lo es. Uruguay se ha dado un sistema de regulación del cannabis que es muy celoso y tiene un componente importante de control. Para inscribirse en un club de cannabis —donde pueden haber entre 15 y 45 miembros y plantar hasta 100 plantas hembras— debes registrarte como asociación civil. Para tener plantas en tu casa también. Y cuando se habiliten las farmacias también deberás pasar por las oficinas de El Correo uruguayo para certificar tu residencia y la cantidad de plantas que tienes.

Siendo que las farmacias todavía no venden el cannabis que la ley mandata se creó un nuevo mercado clandestino. La fiebre de la legalización en Uruguay atrajo sobre todo a representantes de bancos y pseudo bancos de semillas que las regalaron y ahora las venden al amparo de una zona gris en la legislación uruguaya sobre importación de semillas. Muchos uruguayos, que hasta hace poco juntaban las semas sativas del prensado paraguayo están plantando genéticas de calidad, y otras veces plantan genéticas de no tan buena calidad.

Nunca hubo tantas genéticas en Uruguay eso se notó en la primera cosecha al amparo de la legislación aprobada por el gobierno de José Mujica. Nunca se olió tanta marihuana, nunca fue tan abundante y aunque todavía falta, la calidad también ha sido mejor que nunca. Dentro de todo, la policía ha sido bastante civilizada, excepto algunos episodios donde los procedimientos contra cultivadores naufragaron en el juzgado, porque el juez penal entendió que la ausencia de registro no es una falta penal y entiende que las plantas son para uso personal, que en Uruguay no es punible. Por eso los jueces decretan la libertad de los detenidos por la policía, por lo general después de una denuncia anónima. Los jueces hacen devolver plantas y semillas. Los movimientos sociales elaboran un manual de procedimiento policial con las autoridades del ministerio del Interior.

La contracara de este y otros importantes avances es que algunos, no muchos hay que decirlo, plantan para vender a los que están ansiosos de tener flores y no tienen tiempo o prefieren que alguien más les cultive su cannabis. Unos 25 gramos de flores, relativamente bien curadas, de genéticas relativamente estables y sabor meridianamente aceptable, en marzo al inicio de la cosecha, costaban 200 dólares. En junio todavía se podían conseguir por 130 dólares, el precio bajó porque los autocultivadores disponían de lo suyo mientras la oferta clandestina crecía y el stock frenaba su salida. Estos nuevos cultivadores no son narcos, no están en nada raro, simplemente venden un remanente la más de las veces. Pero mientras que no haya cannabis en las farmacias — o donde sea que lo quieran vender— este mercado seguirá creciendo. Y será un problema en potencia porque se elevará la violencia y probablemente irá gente presa por cultivar para vender. Este mercado gris genera la posibilidad de que gente joven, sin lo que la criminología llama perfil delictivo, termine en la cárcel.

Independientemente de eso, la regulación en Uruguay sufre sus propias amenazas. Por un lado, el nuevo gobierno del médico oncólogo Tabaré Vázquez, no le dará un especial énfasis a este tema como lo hizo Mujica. Vázquez está más ocupado en las políticas anti tabaco que en la regulación del mercado de cannabis. La regulación de la marihuana la aceptó a regañadientes porque su fuerza política lo impulsó, pero el tema no le mueve un pelo, excepto los del disgusto. El gobierno de Vázquez además está parado en la reducción presupuestal como principal horizonte económico al momento. Los recortes también alcanzan a la Junta Nacional de Drogas. Por otro lado, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis todavía no cuenta con personal suficiente.

La regulación uruguaya es a la uruguaya, es decir no es perfecta. Es lo que puede ser según las necesidades, según las posibilidades. Si todavía no hay un marco para la importación de semillas que deje a todos contentos es porque por ahora se tolera que lleguen. Si se creó un nuevo mercado clandestino de flores, que antes no existía porque el paraguayo absorbía todo, es porque también se tolera, aunque sea inconscientemente se tolera. Esperemos que estos agujeros no le pesen a nadie y que nadie termine mal por ese dejar hacer, dejar pasar, tan uruguayo.

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